sábado, 8 de junio de 2013

EL MODELO SE CAE POR INSUSTANCIAL

El déficit energético es la nueva deuda externa

La presidente está muy nerviosa. se advierte en sus discursos y en los detalles que trascienden off the record, de su relación con sus propios funcionarios. Grita, amenaza, sanciona, se desencaja, busca compulsas para adentro y para afuera, castiga como nunca a Scioli, a esta altura un mero sparring, y busca denodadamente candidatos para presentar en las PASO, sin mayor éxito. Tiene motivos para encontrarse en ese estado. Ha llegado a este año electoral, donde se juega nada menos que la gloria o Devoto, siendo la principal víctima política de su propio modelo. Hay que decir que el de Néstor Kirchner nunca fue un plan de gobierno sustentable en el tiempo, sino un modelo de transición, para unos pocos años, luego de los cuales debía virarse hacia otro tipo de políticas. Un modelo heredado, por cierto. Esto era hacia el año 2007, cuando CFK llegó a la presidencia, y era el momento de, por ejemplo, comenzar a disminuir paulatinamente los subsidios otorgados a las empresas de servicios, básicamente transportes y energía, hacer una sólida política de captación de inversiones extranjeras para generar puestos de trabajo, y tratar de reinsertar a la Argentina con potencial propio en el mundo. No hicieron nada de esto. Ni supieron cómo hacerlo ni tampoco les interesó demasiado. Se refugiaron en el populismo demagógico, dedicaron su tiempo a los negocios personales, y dejaron al país en un piloto automático cuyas coordenadas las proporcionaban la soja y la interdependencia comercial con Brasil. Creyeron que la fiesta iba a ser eterna. Mentalidad de pueblo chico. El modelo que nunca existió cayó víctima de tormentas autogeneradas por su propia impericia. Se quedaron sin autoabastecimiento de combustibles, sostuvieron el populismo a pura emisión descontrolada, entraron en un ciclo inflacionario que ya lleva mas de 6 años, se ubica entre los mayores del mundo y destruyó la moneda, se vieron obligados a cerrar importaciones para sostener el superávit comercial, comenzaron a comerse las reservas del central, y llegan a la situación actual donde corren desesperadamente detrás de cada dolar, porque sencillamente, lo que entra, no alcanza. Como las erogaciones van siempre en alza, llegamos al momento en el cual el ingreso de los dólares por exportación tampoco les alcanza , porque, por ejemplo, deben pagar el nuevo y creciente pozo de obligaciones en dólares, que es el déficit energético. Para dar una idea de la magnitud de este gasto. Si las importaciones de energía (básicamente gas y gas oil) llegan a U$S 14.000 millones (como alertan los mismos expertos que avisaron sobre este problema en el verano) y las exportaciones rondan los U$S 4.500 millones, el rojo de la balanza energética se aproximará a los U$S 9.500 millones, para finales de 2013. Es decir, unos U$S 600 millones más de los que se le adeudan al Club de París, solo a modo de ejemplo.
"Como para interpretar la notable impericia del oficialismo: El gobierno de Cristina Kirchner perdió U$S 13.000 millones de reservas del Banco Central, en 2 años "
Básicamente puede decirse que los dólares que ingresan no alcanzan. Y eso provoca una sangría de las reservas. El gobierno apeló al blanqueo para tratar de conseguir los U$S 4000 millones que necesita para llegar a las elecciones sin que la economía muestre el inicio de un grave colapso, y los haga entonces perder la elección de forma contundente.
La presidente hoy, pierde apoyo y popularidad, y ninguno de los serios problemas que afronta su gobierno tiene solución de corto plazo. Pero en el cortísimo plazo de apenas 60 días, debe afrontar nada menos que la elección más importante de su década. Está atrapada en las redes de su propio relato. Kirchner fue tan farsante que a la primera que engañó con las supuestas bondades de su modelo, fue a su propia esposa. Le hizo creer que estaba gobernando con un plan y con un modelo, cuando lo único que estaba haciendo era administrar frutos recogidos por las políticas de sus predecesores, y cerrando buenos negocios personales. A Cristina le estalla su propia impericia para conducir un barco que su marido le dejó averiado y sin rumbo. Y tiene la desgracia de que cada vez más gente se está dando cuenta
 
Fabián Ferrante