domingo, 16 de junio de 2013

NO PODEMOS SEGUIR CONFIANDO EL GRUESO DE LA ACTIVIDAD POLITICA

Por una sociedad civil más fuerte


El descrédito de las instituciones política españolas da mucho que hablar en medios y redes sociales. Lo habitual es que se identifique erróneamente el origen del problema en cuestiones muy concretas: la monarquía, el bipartidismo, las autonomías o los partidos políticos. Después se proponen recetas mágicas para arreglar la situación: la república, listas abiertas, una reforma constitucional, centralización o transparencia.
Ciertamente, algunas de esas recetas ayudarían a solucionar algunos de los problemas que padecemos. Pero sólo algunos. No obstante, hay que tener en cuenta que todo cambio político requiere que quienes lo lleven a cabo sean los mismos estamentos políticos que han generado buena parte del problema. Francamente, yo no espero que nos restituyan los derechos arrebatados los mismos políticos que los han usurpado durante décadas. No lo van a hacer a menos que reciban una fuerte presión por parte de la sociedad. Y con fuerte presión no me refiero, por supuesto, a los escraches. La violencia no es presión, sino coacción, y si dejamos que la violencia se convierta en argumento político, entonces acabarán saliéndose con la suya los más violentos, y no los ciudadanos con buenos argumentos.
Una de las graves carencias de la democracia en España es la debilidad de la sociedad civil. Si España ha caído en el círculo vicioso de la partitocracia es porque los propios españoles hemos confiado a los partidos el grueso de la actividad política, como si los partidos fuesen el único cauce válido o eficaz para actuar en política. Y no lo son. Hay más cauces: desde los propios medios de comunicación hasta herramientas mucho más cercanas a los ciudadanos, como las redes sociales, los blogs, los foros, las asociaciones y movimientos cívicos, etc. Son estos instrumentos los que hay que fortalecer en España, para lo cual hacen falta ideas y principios claros, constancia, esfuerzo y compromiso. Todo ello, aunque no tenga un coste económico tan elevado como el que supone un partido, sí que implica un coste considerable en tiempo y energías. Como ya apunté aquí el martes, en España solemos optar por lo fácil y por eso la sociedad civil, con contadas excepciones, no es todo lo fuerte que sería deseable. Obviamente, es mucho más fácil ir a votar una vez cada 4 años que escribir un blog con una periodicidad fija, o que pertenecer a una asociación, pagando una cuota y colaborando en sus actividades. Votar, además, no te expone tanto como manifestar tu opinión sobre cualquier tema en público, aunque sólo sea desde una cuenta de Twitter o de Facebook. Pero ¿aún no nos hemos dado cuenta de cuáles son las consecuencias de que dejemos en las manos de los partidos asuntos que deberíamos defender, en primer lugar, nosotros mismos?
Pues esas consecuencias son bien visibles: políticos que incumplen sus promesas porque piensan que eso les saldrá gratis; partidos que traicionan sus principios porque creen que es más barato plegarse a las tendencias de opinión -a menudo dictadas por ciertos medios sin respaldo social- que encontrar un sustento para la defensa de esos principios en una sociedad que se desentiende de la política; reformas que no se hacen o que se hacen tarde y mal por las mismas razones… ¿Hasta cuándo vamos a dejar que se reproduzca una y otra vez este escenario? En España necesitamos una sociedad civil más fuerte, capaz de poner en jaque a los partidos políticos. Confiarlo todo a los políticos, o incluso pretenden iniciar cambios tomando como base un partido recién creado, es como pretender empezar una casa por el tejado. Antes bien, necesitamos cimientos sociales fuertes que sirvan para impulsar y consolidar cambios sociales y políticos. Por supuesto, esto no se logra en dos días. No hay soluciones mágicas para los problemas que tiene España, porque la situación que vivimos no tiene su origen ni en la monarquía, ni en las autonomías, ni en el bipartidismo ni en los partidos políticos. Antes bien, en España estamos como estamos por el abandono por parte de los ciudadanos del necesario control social de la clase política. Si el poder político cree tener el camino libre para hacer lo que le da la gana es porque piensa que no tiene que rendir cuentas a nadie por ello de forma cotidiana. Le basta con montar un show electoral cada cuatro años.