El invierno es obviamente una fría estación en la cambiante ruta del año, pero es también para muchos un estado de ánimo.
Las inclemencias del tiempo invernal predisponen mal a
muchos, y hacen fuertes a otros. Desanimados y optimistas se
reparten en las calles los premios invernales sobre los estados
de ánimo.
Y ante el invierno acude la metáfora obvia, aunque la modernidad
ha ido trocando con sus neologismos las formas de poesía en el
hablar del día a día. Sí, quedan también en los rincones del decir,
metáforas que nos acercan a la poesía aunque nos alienten el
lamento tales como: “es invierno en mi corazón”, u otras optimistas y
esperanzadoras, como: “no hay invierno que pueda enfriar un
corazón enamorado”.
Cursis o no, convengamos que al menos se asoma en ellas un algo de poesía. Un esfuerzo que vale la pena.
Cursis o no, convengamos que al menos se asoma en ellas un algo de poesía. Un esfuerzo que vale la pena.
Arjona también tiene su lado cursi cuando habla del invierno
cantando: “Y aunque he pagado los impuestos, de esta bancarrota que
es vivir sin ti, ya no me queda presupuesto, para otro invierno sin
que estés aquí”. Reconozcámosle al hombre su capacidad sublime
para triunfar con poco.
Claro que uno siempre prefiere echar mano a la poesía mayor para
contrastar por el absurdo lo cursi con lo sublime. Echar mano a Don
Manuel Machado en su “Canción del Invierno” nunca está de más: “cae la
lluvia sucia de las nubes de plomo… / Y la ciudad no sabe lo que le
pasa, / como el pobre corazón no sabe lo que quiere. Cerremos la
ventana a este cielo de cobre./ Encendamos la lámpara en los
propios altares … /y tengamos, en estas horas crepusculares,
/una mujer al lado, en el hogar un leño … ”
Gustos son gustos… dijo una señora que se vistió de negro y se rodeó de secuaces.
Cuando yo era chico mi abuela, que eran tan pero tan pesimista que
jamás se esperanzó ni siquiera con diez planes quinquenales de
peronismo (con eso les digo todo), para estas fechas repetía la misma
letanía cruel: “A los viejos, Julio los prepara y Agosto se los
lleva”. Por eso no faltaba un primero de agosto en que no se empinara
un vaso de caña con ruda en ayunas, como sortilegio primitivo y
ancestral para sobrevivir al despiadado mes.
Abuela murió ensimismada en sus creencias. Los tiempos cambian.
Ahora vacunamos a nuestros viejos cada invierno. Es menos poético, y
tal vez la Pachamama rezongue gemidos crepusculares de
identidad, pero es mucho más efectivo para las garras de ese Agosto
que arrastraba abuelos hacia las fauces desalmadas de la parca.
Los tiempos han cambiado, claro que sí. En verdad creo que
siempre “los tiempos cambian”. Por suerte. Y lo vientos mutan… o
rotan. Y eso está bueno para quien sabe hacia dónde va. Para los que no
lo saben, nunca serán buenos los vientos.
Yo era chico y ya escuchaba a mi abuelita, que murió esperando
“tiempos mejores”, decir “¡¡cómo han cambiado los tiempos!!”.
Lo decía cuando veía a sus hijas más chicas salir con minifaldas y
plataformas. Ella no podía entender semejante desvergüenza en su
propia sangre.
También mi abuela decía en los 70 que “inviernos eran los de
antes”, y me hablaba de sabañones y bolsas de agua caliente metidas
entres las sábanas. Mi abuela lo decía en tiempos de la frisa sin
imaginar siquiera el polar.
Los tiempos cambian… siempre cambian.
En algunas cosas para mejor, y en otras para peor. Y ahí está
entonces el Hombre y su tiempo haciendo una sociedad a su imagen y
semejanza. Y el Hombre y su tiempo luchando para cambiar la
Historia. Y el devenir de la historia hacia otros tiempos
modernos.
Sonará muy Hegeliano, pero es en definitiva el espíritu del
mundo, que es lo que en realidad dirige las historia. ¿Alguna vez
coincidirán en nosotros el espíritu de la de la época con el
espíritu del pueblo?… veremos.
Siempre cambian los tiempos. Si hasta el genial Charles Chaplin
se burlaba de los nuevos tiempos en la memorable película
“Tiempos Modernos”, allá en los años 30 del 1900.
Cuando el cine recién se desperezaba con imágenes y música. Sin
palabras. Cuando los geniales eran geniales sin subsidios
millonarios sacados de los bolsillos de los más pobres.
Los tiempos y la historia en nuestro país, no son nunca una serie
casual o azarosa de hechos, sino más bien una repetición poco casual
de un ideario peronista que varía según los vientos de las
conveniencias de los sin escrúpulos.
Ver un racimo de millonarios avalar, en un país lleno de
necesitados, una política que los subsidia con fondos de los que
menos tienen para películas sin taquilla, parte el alma.
Los tiempos y la historia en nuestro país no son nunca una serie
casual o azarosa de hechos, sino más bien una repetición poco casual
de un ideario peronista que varía según los vientos de las
conveniencias de los sin escrúpulos.
Que tras una década ganada en pleno siglo XXI una funcionaria nos
enseñe la receta del pan para amasar en casa, causa náuseas. He visto
muchas cosas y cada vez mi capacidad de asombro vuela mucho más bajo.
Pero que la política de estado se contente con hacer que el kilo de
pan cueste 10 pesos hasta las tres de la tarde, no tiene parangón.
Tiempos Modernos… un rebaño de ovejas simula hombres entrando a
una fábrica que los explota con trabajos automatizados contra
reloj. El Hombre por el Hombre y el Hombre contra el Hombre. El
Hombre que enloquece el Hombre que se rebela el Hombre que va preso y
el Hombre que a pesar de todo no baja los brazos ni pierde las
esperanzas en un futuro que hacemos entre todos.
La Patria no es el otro, pues la Patria no excluye a nadie. La Patria
somos todos, aunque la Historia la escriban unos pocos. Escucho a
un joven oficial del ejército Argentino (las minúsculas son adrede)
hablar en el espacio que Radio Gualeguay “cede gentilmente” al
gobierno municipal. El oficial blablá, habla de la fiesta que habrá
este fin de semana, y cuenta cómo a él le gustaba de chico ver los
tanques, y los soldados y los cañones y cómo se emociona ahora
cuando ve a la gente acercarse al ejército… “como dijo nuestra
presidenta, hubo en otras épocas una distancia importante, pero
ahora es el ejército de la gente… ”. Parece que al oficial blablá lo
adoctrinaron. Le ocultaron que en la “épocas” de la que tanto se
llena la boca su presidenta, a él lo hubieran matado por la espalda
esperando un colectivo, solo por haber portado uniforme. Eran
épocas donde el terrorismo se ensañó con nuestra Patria para lograr
con la muerte, lo que hoy han logrado con la democracia: quedarse
para siempre, sea como sea y caiga quien caiga.
Por la ventana se cuela un viento helado. En la radio suenan los
que me gustan: “… Y aunque a veces me acuerdo de ella, dibujé su cara
en la pared. Solamente muero los domingos… y los lunes ya me siento
bien… ”. Sonrío. Confesiones de invierno se llama el tema. Y no
habla de la presi ni de Lanata. Los tiempos cambian, pero algunas
cosas, nunca.
Es el mismo invierno, con otras metáforas. Afuera hace frío. Y la
locutora dice en la radio que el día “está bueno para cucharear”. Se
me apura una mueca. ¡Adiós poesía, adiós!
Fuente: El Día de Gualeguay Gualeguay Entre Rios
Autor: Horacio R. Palma