La “plutocracia” no es una forma de gobierno
muerta en el muy difundido reinado de la “democracia”. Tiene una estrecha relación
con la promoción e instauración de un “gobierno mundial”.
En la “plutocracia” y en la “oligarquía”, la
designación de la titularidad del poder no se hace en la persona o personas que
más lo merecen ni en las más capaces, sino a los más ricos; con lo cual se
origina una contradicción política y social con los más pobres, que normalmente
son mayoría. En consecuencia, la “plutocracia” u “oligarquía”
por un lado y la “democracia” por el otro, hacen referencia cuantitativa
respecto al ejercicio del poder – los pocos y la mayoría- e implícitamente, cualitativas
– los ricos y los pobres- lo que genera relaciones inversamente proporcionales
entre sí.
Es falso que en la actualidad existan “democracias”
como formas de gobierno. Lo que verdaderamente existe es la forma más cruda y
cruel de la “plutocracia u oligarquía” o el “gobierno de los más ricos” -
empleando esta expresión en el sentido clásico de la teoría política -
revestidas de formalidades y seudo legitimaciones democráticas, para lo cual
usan a los políticos y a sus partidos como meros títeres o gerentes.
Las
“plutocracias oligarquías nacionales” – a su vez – están absolutamente
subordinadas a la “plutocracia u oligarquía internacional”, encarnadas en el
“imperialismo internacional del dinero” identificado por Pío XI. Sin embargo,
la “plutocracia” actual se diferencia de la que existía en el Siglo XIX. En esa
época era ejercida por grandes y separadas concentraciones nacionales del poder
financiero, la que normalmente se limitaba al control del poder político de los
respectivos gobiernos, a pesar de que se especializaban en transacciones internacionales.
En cambio, la “plutocracia
del Siglo XX” – hasta nuestros días - particularmente después de 1930, resulta
de la gigantesca concentración e integración de las riquezas de la alta finanza
en un sistema internacional o global, capaz de ejercer el control de los
poderes políticos nacionales, en cualquier parte del mundo, a una escala también
internacional o global. En consecuencia, es lógico y coherente que la
internacionalización del poder financiero se corresponda con la existencia de
una “plutocracia internacional”, que ejerza el control del poder político a
nivel mundial, para lo cual debe procurar la disolución de los Estados Nacionales
en un único Estado o Gobierno Mundial bajo su control.
La materia prima o el mecanismo de control de
la “plutocracia internacional” lo constituye el “dinero” bajo las formas de
préstamos e inversiones. Como ya se ha explicado, monopoliza la creación del
dinero de la nada, lo reproduce geométricamente por el ejercicio de la usura y
el endeudamiento permanente, concentra su regulación mediante los Bancos
Centrales privados y de los organismos multilaterales de crédito como el FMI,
el BM, el BID, etc., a los que también domina a través de los gobiernos. De
esta forma, progresivamente el dinero que ha pasado a ser la medida de todas
las cosas, no sólo es idolatrado, sino que además es el instrumento que le permite
a la plutocracia internacional crear y manipular la opinión pública con los
medios de comunicación bajo su control (radio, televisión, periódicos,
revistas, editoriales, cinematografía, Internet, etc.); dominar la educación,
comprar los partidos políticos mediante su financiamiento y penetrar y manejar
muchos de los sindicatos obreros.
Carlos
Marx, ya en 1841, refiriéndose a “la contradicción entre el poder político y el
poder del dinero”, sostenía que “mientras que la primera predomina idealmente
sobre el segundo, en la práctica se convierte en sierva del poder del dinero”.
A pesar de haberse dado cuenta de esta situación, nunca más se ocupó de la
naturaleza del dinero ni de la extraordinaria concentración de la riqueza a
través de la plusvalía de la usura y del interés.
Boletín CCP Nº 172 y 174 - Enero y abril de 2012
Suplementos del periódico Patria Argentina Nº 284 y 286, respectivamente
Nacionalismo Católico San
Juan Bautista