Los amigos del barrio podían volver a desaparecer...
Cuántas veces te llamaron "facho", por criticar a Néstor Kirchner?. De cuántas reuniones de amigos o hasta familiares debiste levantarte y retirarte, señalado como golpista o vendepatria, por decir que los principios del matrimonio Kirchner eran una mentira que los engañaba mientras se robaban el país a cuatro manos?
¿Cuántos amigos perdiste durante la década ganada? ¿Cuántos afectos? ¿Cuántos vecinos te empezaron a mirar de reojo? ¿Para cuántos conocidos pasaste a ser casi lo mismo que Videla?
En 2013, la absurda reina de los derechos humanos y las reivindicaciones históricas pone nada menos que al frente del ejército y de la inteligencia argentina a un militar de pasado comprometido. A un militar que despierta más sospechas que muchos de los que, en estos años, fueron condenados y purgan cárcel o murieron en prisión.
El ejemplo que mostró Jorge Lanata acerca del Gral Milani, y su pasado incierto y sospechoso durante la pasada dictadura militar, nos hizo detonar la certidumbre de los afectos perdidos, de los distanciamientos, y de la división social que el kirchnerismo instaló en la Argentina desde el año 2003.
Y llegamos a la penosa conclusión de que el kirchnerismo nos ha dejado una larga lista de desaparecidos. Todos aquellos que fueron desapareciendo de nuestras vidas, porque criticábamos a esa pareja que ellos tanto admiraban. Porque veíamos lo que ellos aún no estaban en posición de ver. Porque, sencillamente, nos habíamos dado cuenta antes.
He compartido una buena parte de mi vida con gente con tendencia de pensamiento izquierdista. Gente del mundo de la cultura y de las artes; músicos, artistas, gente vinculada a la cultura, al progresismo, gente de buena voluntad. Gente que tenía claro que la solidaridad y la comprensión por los demás era lo natural, lo que correspondía sentir y manifestar, en un país tan históricamente golpeado como la Argentina. Gente que creció durante la dictadura, gente que padeció.
Gente que creció con uno y que durante décadas puso su mano junto a la nuestra para levantar las mismas banderas de vida.
Pero una enorme parte de esa gente compró el relato artero y falaz de Néstor y Cristina Kirchner en caja cerrada, envuelto en papel para regalo y con el moño K. Y se alejó.
Se fueron, no están más, uno no sabe que ha sido de sus vidas: Desaparecieron.
La verdad es que la espiral descendente del kirchnerismo pone de manifiesto quienes tenían razón, y quienes no. Pero sabés qué? No es importante. Y no es importante porque el daño ya está hecho. El dolor ya está incorporado y todo lo que consiguieron quebrar, ya está quebrado.
Las frases hirientes ya están vertidas. Los silencios incómodos ya fueron padecidos, los afectos ya fueron salpicados, la coincidencia ya ha sido dinamitada y los caminos hace tiempo que se bifurcaron.
Ante situaciones como estas, uno toma prestadas, con el mayor de los respetos, las consignas de los familiares de víctimas de toda naturaleza. Y exige una reparación. Una reparación moral, en este caso.
La reparación que exijo consiste en ver presos a todos estos inmorales que vinieron a hacernos tanto daño. Yo quiero que paguen por las heridas que nos infligieron. Quiero el escarnio público y la cárcel para los que nos robaron no solamente el país sino también todas esas cosas que el dinero no puede comprar, pero que se llevaron igual.
Fabián Ferrante