miércoles, 17 de julio de 2013

SI NO LE DAN LA EXIMICION DE PRISION, JAIME HABLARIA

Si no le dan la eximición de prisión, Jaime podría hablar

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El juez Claudio Bonadío concedió a Ricardo Jaime la posibilidad de apelar su decisión de rechazar el pedido de eximición de prisión que presentó su defensa. El futuro del ex secretario de Transporte quedará ahora en manos de los jueces de feria de la Cámara Federal. Eduardo Freiler y Jorge Ballestero serán quienes intervengan en caso de que haya una resolución esta semana, mientras que, si se posterga para la próxima, la responsabilidad será de Eduardo Farah, Horacio Cattani y Martín Irurzun. En el gobierno ya hay pocas dudas acerca de que, si Ricardo Jaime no obtiene el beneficio de la eximición de prisión, optaría por mantenerse prófugo y tal vez encender el ventilador. La lista de eventuales damnificados abarcaría no sólo al ex presidente fallecido y a la presidente sino a unos cuantos ministros y ex ministros. Y para prueba basta un botón: el senador Aníbal Fernández dijo que debe resolver la justicia pero reconoció que le tiene afecto personal a Jaime. En cambio, el ex jefe de gabinete Alberto Fernández acusó al juez federal que dispuso la detención de Jaime, Claudio Bonadío, como un magistrado sin probidad. También reconoció haberle aconsejado en su momento a Néstor Kirchner la remoción como juez del ex subsecretario de Carlos Corach cuando éste era Secretario Legal y Técnico. Resultaron muy extraños estos dicho en un reportaje de Daddy Brieva en el cual Alberto Fernández se cuidó muy bien de atacar a Jaime. Señalan algunas fuentes que él le presentó el ex Secretario de Transporte a los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, que después pasaron a ser los mayores receptores de subsidios al transporte y canalizadores de retornos. Los conocía por su participación en la compañía de seguros Lua. Por ese entonces (1991-95) Fernández era Superintendente de Seguros del gobierno de Carlos Menem. Luego impuso a su sucesor, Carlos Moroni. Ambos son responsables de no haber ejercido el control suficiente para impedir que los hermanos Cirigliano llevaran a la quiebra a Lua. Hecho, este último, que originó una causa judicial que sigue radicada en el juzgado federal de Rodolfo Canicoba Corral.

Con pies de plomo

Volviendo al actual prófugo de la justicia, resulta por lo menos extraño que los Fernández (Aníbal y Alberto), que están uno marginado y el otro enfrentado con CFK, le enviaran señales de paz y amistad. Daría la impresión de que los dos estarían abriendo el paraguas tratando de que Jaime no los castigue. Los Fernández estaban en la Casa Rosada cuando él llevaba valijas o portafolios repletos de euros de los retornos de los subsidios a los concesionarios de transporte, tema harto denunciado. Pero además, los subsidios se pagaban de acuerdo a las disposiciones que firmaban, como jefes de gabinete, primero Alberto y después Aníbal F. Tal como están las cosas, Miriam Quiroga, una funcionaria menor, aunque de la confianza de Kirchner, vio claramente a Jaime y su marroquinería política, pero el jefe de gabinete, en cambio, nada sabía de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. No es muy distinta la situación de riesgo para Carlos Zannini y Julio de Vido (sobre todo para éste, que era el superior de Jaime). Ambos se llevaban mal con el ex Secretario de Transporte desde los días de éste en Santa Cruz a principios de los ’90. Por ese entonces era ministro de educación y tuvo que renunciar por un problema de polleras. Éste le tenía un especial afecto, que explica por qué le ofreció en los primeros días de su mandato una caja tan importante como la Secretaría de Transporte. La gestión de Jaime duró seis años, hasta que en el 2009 varios procesamientos hicieron que la presidente, que nunca lo quiso, le pidiera la renuncia. Hay fuentes del gobierno que sostienen, bastante preocupadas, que sólo Cristina parece no admitir ahora el peligro de que Jaime se convierta en el Bárcenas argentino y ponga al descubierto algo aún más grave que un caso de corrupción: el financiamiento ilegal de la política en la década ganada.