Nos hemos propuestos colocar en este blog, el libro que el Padre Julio nos dejara como obra maravillosa para entender nuestra fe Cristiana, "EL JUDIO EN EL MISTERIO DE LA HISTORIA". Nuestro trabajo esperamos no concluya con esto, sino tenemos pensado poder transmitirlo en audio. Comenzamos en principio copiando tres prólogos de las seis ediciones efectuadas. Luego de una breve introducción, contarán con la primera de ellas realizadas por el mismo autor en el año 1936.
Pese a presumir los términos que muchos aplicarán
a nuestra actitud, de pretender transformar en audio, a un libro escrito por el
Padre Julio Meinvielle, que tituló finalmente “EL JUDIO EN EL MISTERIO DE LA
HISTORIA”, oportunamente muy cuestionado.,., El maestro,., no solo de catecismo,
sino de todo aspecto de “VIDA CRISTIANA”, ha sabido asirse de medios para
transmitir verdades, pese a que quienes se ufanan tras objetivos distintos,
reducen su obras a “perversidades imaginativas”, “alucinaciones fanáticas”, “actos de
rebeldes religiosos”, “nazi-fascista, burgués reaccionario de extrema derecha”,
“fundamentalistas” y otros calificativos propios de la verborragia
marxistoide y gramsciana, de lo que generalmente no se tienen idea que desean decir,
pero en principios creerse “elegantes triunfadores” de una presunta contienda. Por
lo que sugerimos previamente analizar e historiar el contenido y fundamentaciones,
compararlo a resultados actuales y llegando a su fin, creemos no muy difícil identificar.,.,
si ¿ES VERDADERO O FALSO ESTE TEOLÓGICO RELATO?.,., Los ambientes que debimos
sostenerlo y cobijarlo como escudo y espada del buen combate, no acompañamos íntegramente
esa gestión. Los tres prólogos relatan de mejor manera los objetivos de la obra.
EL JUDIO EN EL MISTERIO DE LA
HISTORIA
Por el Reverendo Padre: Julio
Meinvielle
PRÓLOGO A LA
PRIMERA EDICIÓN
No es posible disimular que el tema del
presente libro es sumamente difícil y sumamente apasionante. Difícil, porque el
pueblo judío llena toda la historia de Dios y de los hombres. ¿Qué período de
la historia se puede escribir sin mencionar a este pueblo? Sin mencionar a este
pueblo glorificándolo o condenándolo, pero es forzoso hacer mención de él. Dos
son los misterios de la historia, ha dicho un escritor judío. ¡Jesús es un
misterio como Israel es un misterio! Y cuando ponéis juntos estos dos misterios,
¿queréis que os diga qué pasa? Hay un misterio más misterioso, él solo, que los
otro dos! Apasionante, porque ¿quién puede sin ocuparse del judío sin un
sentimiento de admiración o de desprecio, o de ambos a la vez? Pueblo que un
día nos trajo a Cristo, pueblo que le rechazó, pueblo que se infiltra en medio
de otros pueblos, no para convivir con ellos, sino para devorar insensiblemente
su substancia; pueblo siempre dominado, pero pueblo lleno siempre de un deseo
insolente de dominación. Más apasionante aún ahora, porque este la dominación
de este pueblo, aquí y en todas partes, va cada día siendo más efectiva. Porque
los judíos dominan a nuestros gobiernos como los acreedores a sus deudores. Y
esta dominación se hace sentir en la
política internacional de los pueblos, en la política interna de los partidos,
en la orientación económica de los países; esta dominación se hace sentir en
los ministerios de Instrucción Pública, en los planes de enseñanza, en la
formación de los maestros, en la mentalidad
de los universitarios; el dominio judío se ejerce sobre la banca se y
sobre los consorcios financieros, y todo el complicado mecanismo del oro, de
las divisas, de los pagos, se desenvuelve irremediablemente bajo este poderoso
dominio; los judíos dominan las agencias de información mundial, los rotativos,
las revistas, los folletos, de suerte que la masa de gente va forjando su
mentalidad de acuerdo a moldes judaicos; los judíos dominan en el amplio sector
de las diversiones, y así ellos imponen las modas, controlan los lupanares,
monopolizan el cine y las estaciones de radio, de modo que las costumbres de
los cristianos se van modelando de acuerdo a sus imposiciones. ¿Dónde no domina
el judío? Aquí, en nuestro país, ¿Qué punto vital hay de nuestra zona donde el judío
no se esté beneficiando con lo mejor de nuestra riqueza, al mismo tiempo que
está envenenando nuestro pueblo con lo más nefasto de las ideas y diversiones?
Buenos Aires, esta gran Babilonia nos ofrece
un ejemplo típico. Cada día es mayor su progreso, cada día es mayor
también en ella el poder judaico. Los judíos controlan aquí nuestro dinero,
nuestro trigo, nuestro maíz, nuestro lino, nuestras carnes, nuestro pan,
nuestra leche, nuestras incipientes industrias, todo cuanto puede reportar utilidad,
y al mismo tiempo son ellos quienes siembran y fomentan ideas disolventes
contra nuestra Religión, contra nuestra Patria y contra nuestros Hogares; son
ellos quienes fomentan el odio entre patrones y obreros cristianos, entre
burgueses y proletarios; son ellos los más apasionados agentes del socialismo y
del comunismo; son ellos los más poderosos capitalistas de cuanto dáncing y
cabaret infecta la ciudad. Diríase que todo el dinero que nos arrebatan los judíos de la fertilidad de
nuestro suelo y del trabajo de nuestros brazos, será luego invertido en
envenenar nuestras inteligencias y corromper nuestros corazones. Y lo que aquí
observamos se observa en todo lugar y tiempo. Siempre e el judío, llevado por
el frenesí de la dominación mundial, arrebata las riquezas de los pueblos y
siembra la desolación. Dos mil años lleva en esta tarea, la tenacidad de su
raza y ahora está a punto de lograr una efectiva dominación universal. ¡Y
pensar que este pueblo proscrito, que sin asimilarse vive mezclado en medio de
todos los pueblos, a través de las más diversas vicisitudes , siempre y en
todas partes intacto, incorruptible, in- confundible, conspirando contra todos,
es el linaje más grande de la tierra! El linaje más grande, porque este linaje
tiene una historia de 6.000 años. El linaje más grande porque de él tomó carnes
el Cristo, Hijo de Dios vivo. Y bien, este pueblo que aquí y en todas partes,
ahora y en los veinte siglos de civilización cristiana, llena todo a pesar de
ser una infinitésima minoría, ¿qué origen tiene?, ¿cómo y por se perpetúa?,
¿qué suerte le cabe en la historia?, ¿qué actitud hay que tomar frente a él? He
aquí lo que espero explicar en los capítulos siguientes. Explicar, digo, porque
estas páginas pretenden ser una explicación del judío, y en este caso, la única
posible, una explicación teológica. La Teología es la ciencia de los
misterios de Dios. Los misterios de Dios
son los juicios inescrutables del Altísimo que nos son conocidos cuando Él se
digna manifestárnoslos. Sin su manifestación jamás podríamos ni vislumbrarlos.
Ahora bien, el judío, como enseña la Teología católica, es objeto de una
especialísima vocación de Dios. Sólo a la luz teológica puede explicarse el
judío. Ni la psicología, ni las ciencias biológicas, ni aun las puras ciencias
históricas, pueden explicar este problema del judío, problema universal y
eterno, que llena la historia por sus tres dimensiones; problema que por su
misma condición requiere una explicación universal y eterna, que valga hoy,
ayer y siempre. Explicación que, como Dios, debe ser eterna, es decir,
teológica. ¿Será menester advertir que estas lecciones, que tocan al vivo un
problema candente, no están de suyo, destinadas a justificar la acción semita
ni la antisemita? Ambos términos tienden a empequeñecer un problema más hondo y
universal. En el problema judaico no es Sem contra Jafet quien lucha, sino
Lucifer contra Jehová, el viejo Adán contra el nuevo Adán, la Serpiente contra
la Virgen, Caín contra Abel, Ismael contra Isaac, Esaú contra Jacob, el Dragón
contra Cristo. La Teología Católica, al mismo tiempo que derramará la luz sobre
"el que misterio ambulante" que es todo judío, indicará las
condiciones de convivencia entre judíos y cristianos, dos pueblos hermanos que
han de vivir separados hasta que la misericordia de Dios disponga su
reconciliación.
Padre Julio Meinvielle
BUENOS AIRES, 1936.