Nosotras, las mujeres.
Por Fernando Paz
Me asalta la interrogante democrática
cada vez que observo cómo determinadas cofradías del más diverso pelaje
se autoarrogan la representación de según qué colectivos. ¿Quién ha
decidido que ciertos grupos de presión gais sean los legítimos
representantes de los homosexuales? ¿Quién, que ciertas asociaciones
feministas lo sean de las mujeres? Dicho de otro modo ¿pero quién
demonios les ha votado?
Hace pocas fechas se levantaba en el
Congreso de los Diputados la podemita Ione Belarra –doliente, como
suele– a replicar el parlamento de Pablo Casado. Este, a cuenta del
asesinato de Laura Luelmo, justificaba la necesidad de castigar a los
asesinos con mayor dureza, mientras ella iba a lo suyo : “Las mujeres no
necesitamos pistoleros, sino políticas antes de que nos maten”. A
continuación de lo cual enfatizó su indignación apartando el micrófono
desdeñosa, ante la mirada complacida del otro Pablo, su Pablo, el macho
alfa.
¿Por qué Ione Belarra se permitía
increpar a Pablo Casado en el nombre de las mujeres? ¿Quién le ha
elegido portavoz de las mujeres, ignoro si a nivel nacional (“estatal”,
supongo) o mundial, universal, cósmico?
¿Alguien se imagina que Casado le
hubiera respondido en términos de “los hombres no necesitamos lecciones
de personas que, como usted, son partidarias de poner en la calle a
probados criminales que ya habían asesinado a otras mujeres
anteriormente”?
En realidad, Casado quizá debiera haber
respondido a la señora Belarra negándole su condición de representante
de nada que no sean los votantes de Podemos, por cierto, hombres y
mujeres a partes más o menos iguales.
Y ya puestos, un Casado inocente de
complejos y complicidades ante el progresismo, podría haberle contestado
a la citada señora que él representa a un número de mujeres mayor que
el de ella. Bastante mayor. E incluso, en un alarde de osadía, que no es
imprescindible ser mujer para plantear políticas referentes a este
tema.
Pero Casado…
La cosa es que, a estas horas, seguimos
sin saber quién ha elegido a Ione Belarra como portavoz de las mujeres; e
igualmente ignoramos cuál es la naturaleza de esa presciencia que le
faculta conocer lo que piensan y quieren estas; así, todas, sin
excepciones…las mujeres.
En todo caso, Belarra debiera saber que
una de las funciones de la cadena perpetua (e incluso de su aguada
versión, la permanente revisable) es la de prevenir los delitos futuros;
y que no hay prevención más segura que mantener en el cárcel al asesino
que –como en el caso justamente de Laura Luelmo– reincidirá las veces
que se lo permitan quienes, como la señora Belarra, están en contra de
mantenerlos en la cárcel.
Belarra y los suyos están contra esa
cadena perpetua que hubiera impedido el crimen; Belarra y los suyos
están contra la única política efectiva de prevención que, no sé por
qué, a ella le parece que es de “pistoleros”.
Pues con esa política de “pistoleros”
hoy Laura Luelmo estaría viva. Quizá, Belarra y los suyos debieran
sacrificar algo de su dogmática cuando esta choque con la realidad. Así
no tendrían que perder el tiempo haciendo vídeos desmintiendo a quienes
anuncian su defunción política. Y se ahorrarían que, cada vez que
comienzan un parlamento con ese pretencioso “nosotras, las mujeres”,
muchos entendamos “nosotros, los cómplices”.
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