Hubo un poco de lío en algunos foros, anoche, a la finalización del
nuevo programa de Jorge Lanata. Tuvimos la poco saludable idea de
comentar que no nos había parecido un programa demasiado feliz.
Hay una peligrosa fanatización respecto de Lanata, y no porque Jorge
represente algún peligro o no sea un hombre digno de confianza,
sino porque hay una gran cantidad de gente que, acaso por necesidad
de creer en algo, termina creyendo a pie juntillas en todo, sin
cuestionar absolutamente nada. Fanatizarnos nunca nos ha servido en
la Argentina. Ahí tiene, sin ir más lejos el asunto de Susana
Trimarco, ahí tiene a Maradona, y no sé si alguien estará llevando
flores a la tumba de Alicia Muñíz, aquella bella esposa de Carlos
Monzón.
Es un problema esto de meterse, en un momento inadecuado, con temas
que no garpan; así le fue a Carrió cuando empezó a decir quienes
eran los Kirchner. 1.8%. No es buena cosa decirle a la gente lo que
no tiene ganas de escuchar.
La crítica bien entendida no debe ser necesariamente buena o mala;
basta con intentar que sea lo más objetiva posible. Y, a la hora de
la objetividad, vimos un tratamiento de la problemática de la trata
y la prostitución, demasiado obvio en su direccionamiento.
Como si se tratara de un fenómeno meramente K, se dejó campeando la
idea de que la red de trata de blancas va desde el norte kirchnerista,
al kirchnerista sur. A lo largo del envío casi que se implicó que
prostitución es trata, cuando esa lógica solo aplica por la inversa.
Trata sí es prostitución, servidumbre y hasta privación ilegítima de
la libertad, si quiere. Pero la profesión más antigua del
mundo no pasa únicamente por allí.
Uno sabe bien quienes son los Kirchner y los aborrece. Pero también
sabe otras dos cosas. Que prostitución no implica necesariamente
trata de personas, y que en la Argentina, este problema no es
patrimonio K. Si caemos en la trampa de pensar de esta manera,
estamos corriendo el riesgo de que muchos crean que cuando se vaya
Cristina Kirchner se acabarán todos los males de este país. Tengo
malas noticias amigos, apenas se nos estará yendo el mal mayor. Nos
quedarán todos los otros, que no son pocos.
Se hizo un amarillismo innecesario con el caso de la joven Cecilia
Zamora, víctima de la trata, quien en Resistencia, Chaco, relataba
su penosa historia al periodista más exitoso del momento.
Se jugó con la sensibilidad del espectador mostrando un largo último
plano del perfil de la infortunada mujer, con su ajada pero aún
bellísima tristeza, y con una sentida música de fondo.
Cortá con tanta dulzura
Muchísima gente quedó conmovida, y cuando no
habían pasado 15 minutos del fin del envío, apareció un mediático
diputado provincial de UDESO, con la siguiente proclama.
"Mañana voy a buscar a Cecilia Zamora, la víctima de Trata en Chaco. La vamos a ayudar. Entre todos los q no podemos dormir hoy después de esuchcar su historia."(SIC) . Fue demasiado, al menos para nosotros.
Al tratamiento amarillista de la TV, se le sumaba la hipocresía
demagoga de un diputado opositor. La gente le agradecía y lo
felicitaba...un muchacho le ofreció un terrenito que tiene en
Córdoba.....
Tené cuidado, nena....
La verdad es que no hace falta venir a escribir una nota para resaltar lo mismo que mostró Jorge Lanata, porque sería hacerle perder su tiempo al lector, y jugar el mismo juego del diputado demagogo al que citamos más arriba. El que llegó a diputado y cuando vio a una víctima de trata, por TV, se quedó sin poder dormir, se horrorizó, y salió corriendo para el Chaco......Probablemente haya sido electo diputado por el distrito autónomo de Disneylandia. Tampoco importa mucho si se coincide o no con nuestra apreciación sobre el programa de Lanata, lo que sí importa es entender algunas otras cosas. Los argentinos estamos experimentando un proceso inédito, porque tenemos un gobierno singularmente siniestro, que se nos está llevando puesto el sistema nervioso, y porque estamos interconectados como nunca lo estuvimos, gracias a las redes sociales. Entonces la opinión del otro y el debate están ahí nomás, a un click. Pero acá hay que entender que asistimos a una guerra entre el gobierno y el grupo Clarín, donde todo vale, y en la cual se están tirando con lo que tengan a su alcance. Y que aunque muchos estemos circunstancialmente parados en uno de esos bandos, no podemos dejarnos ganar por manipulaciones de ningún lado, ya nunca más. Es muy sencillo criticar al que no nos gusta; el verdadero desafío es criticar al que nos gusta, porque es un poco, criticarnos a nosotros mismos. Me encanta Jorge Lanata y creo que es uno de los mejores periodistas de este país. De hecho, tengo en claro que hoy incluso, está jugando para mi equipo. Pero eso no significa que todo lo que diga y haga me tenga que resultar maravilloso, o tenga que salir a suscribirlo sin análisis crítico previo. La trata es un grave problema que debe ser seriamente abordado, como también lo es la sustracción y venta de niños que terminan recalando en Escandinavia, a causa del mercado negro de la adopción internacional, del que nadie habla por televisión. Como también lo es y en grado aún mucho mayor el narcotráfico, como los estragos que causa el paco en todos los conurbanos del país, o como el excesivo y devastador consumo de alcohol de jóvenes y niños, o como tantos otros temas que podríamos enumerar, que nos están despedazando como sociedad y se están cargando el futuro de este país. Pero esta sociedad debe aprender, de una vez y para siempre, a darse cuenta cuándo se la está informando, cuándo se la está pulsando, y cuándo se la está manipulando. Porque si no aprendemos eso, nos aguardan muchos otros kirchners a por padecer. Vendrán con ojos claros o de corbata y saco; vendrán proclamando amor y paz, diálogo y apertura republicana. Vendrán a decirnos exactamente lo que queremos escuchar. Pero seguirán existiendo los mismos problemas sociales que nos acosan y demuelen, porque nosotros estaremos conformes con habernos sacado de encima al mal mayor. ¿Acaso nadie se pregunta por qué motivo en el entramado de los negociados kirchneristas que hace Clarín, casi nunca se avanza demasiado sobre Cristóbal López, siendo que todo el mundo sabe que siempre fue un alfil del grupo K, tal como Lázaro? ¿Será porque investigarlo a fondo implicaría revelar sus lazos con el jefe de gobierno de la CABA? ¿Es verdaderamente bueno confiar ciegamente en todo lo de Clarín, los mismos que les hicieron las campañas presidenciales a Néstor y Cristina Kirchner?
Lo peor que nos puede pasar es terminar pensando que se puede
confiar a pleno en todos los que confronten con los K. Hay que
entender que nunca más esta sociedad debe fanatizarse. Con nadie. Ni
con un político, ni con un periodista, ni con una conductora de
almuerzos televisivos, ni con un 10 zurdo y habilidoso. Para
entender lo que implicamos, basta con
mirar quienes son los dos políticos con mejor imagen en la Pcia de
Buenos Aires, y quien seguramente va a ganar la Capital.La verdad es que no hace falta venir a escribir una nota para resaltar lo mismo que mostró Jorge Lanata, porque sería hacerle perder su tiempo al lector, y jugar el mismo juego del diputado demagogo al que citamos más arriba. El que llegó a diputado y cuando vio a una víctima de trata, por TV, se quedó sin poder dormir, se horrorizó, y salió corriendo para el Chaco......Probablemente haya sido electo diputado por el distrito autónomo de Disneylandia. Tampoco importa mucho si se coincide o no con nuestra apreciación sobre el programa de Lanata, lo que sí importa es entender algunas otras cosas. Los argentinos estamos experimentando un proceso inédito, porque tenemos un gobierno singularmente siniestro, que se nos está llevando puesto el sistema nervioso, y porque estamos interconectados como nunca lo estuvimos, gracias a las redes sociales. Entonces la opinión del otro y el debate están ahí nomás, a un click. Pero acá hay que entender que asistimos a una guerra entre el gobierno y el grupo Clarín, donde todo vale, y en la cual se están tirando con lo que tengan a su alcance. Y que aunque muchos estemos circunstancialmente parados en uno de esos bandos, no podemos dejarnos ganar por manipulaciones de ningún lado, ya nunca más. Es muy sencillo criticar al que no nos gusta; el verdadero desafío es criticar al que nos gusta, porque es un poco, criticarnos a nosotros mismos. Me encanta Jorge Lanata y creo que es uno de los mejores periodistas de este país. De hecho, tengo en claro que hoy incluso, está jugando para mi equipo. Pero eso no significa que todo lo que diga y haga me tenga que resultar maravilloso, o tenga que salir a suscribirlo sin análisis crítico previo. La trata es un grave problema que debe ser seriamente abordado, como también lo es la sustracción y venta de niños que terminan recalando en Escandinavia, a causa del mercado negro de la adopción internacional, del que nadie habla por televisión. Como también lo es y en grado aún mucho mayor el narcotráfico, como los estragos que causa el paco en todos los conurbanos del país, o como el excesivo y devastador consumo de alcohol de jóvenes y niños, o como tantos otros temas que podríamos enumerar, que nos están despedazando como sociedad y se están cargando el futuro de este país. Pero esta sociedad debe aprender, de una vez y para siempre, a darse cuenta cuándo se la está informando, cuándo se la está pulsando, y cuándo se la está manipulando. Porque si no aprendemos eso, nos aguardan muchos otros kirchners a por padecer. Vendrán con ojos claros o de corbata y saco; vendrán proclamando amor y paz, diálogo y apertura republicana. Vendrán a decirnos exactamente lo que queremos escuchar. Pero seguirán existiendo los mismos problemas sociales que nos acosan y demuelen, porque nosotros estaremos conformes con habernos sacado de encima al mal mayor. ¿Acaso nadie se pregunta por qué motivo en el entramado de los negociados kirchneristas que hace Clarín, casi nunca se avanza demasiado sobre Cristóbal López, siendo que todo el mundo sabe que siempre fue un alfil del grupo K, tal como Lázaro? ¿Será porque investigarlo a fondo implicaría revelar sus lazos con el jefe de gobierno de la CABA? ¿Es verdaderamente bueno confiar ciegamente en todo lo de Clarín, los mismos que les hicieron las campañas presidenciales a Néstor y Cristina Kirchner?
Hay que entender que luego de votar, si gana nuestro candidato, debemos ser los primeros en comenzar a controlarlo.
Porque de la confianza ciega y del fanatismo, nos nacen hijos inesperados. Y en este país ya hemos parido muchísimo más de lo que nos hubiera gustado.
"Mi mamá me enseñó que debo ir por la calle siempre mirando para abajo", decía Luisa Albinoni a Jorge Porcel, en la recordada peluquería de Don Mateo.
Argentinita no escarmienta. Ya tiene 7 pibes y parece que está otra vez un poco embarazada.....
Fabián Ferrante