lunes, 17 de junio de 2013

EÑ ASESINATO DE LA NIÑA ANGELES REVELA UN PAIS PODRIDO

El asesinato de la niña Ángeles
revela un país podrido


Como nin­guno de los dis­pli­cen­tes miem­bros de las “cla­ses cul­tas” es el padre ni el her­mano de la pobre­cita niña Ánge­les que fue ase­si­nada ante­ayer, ellos leen o ven la noti­cia en TV y se impre­sio­nan un momento –en el mejor de los casos– pero nada más. No sacan nin­guna con­clu­sión de la triste noti­cia del cri­men, ni toman reso­lu­ción alguna para que el demo­nio que la vejó y la mató cau­sán­dole varias heri­das, sea cas­ti­gado como corresponde.
El número de las heri­das revela que la heroica niña se defen­dió hasta la muerte. Pido a la San­tí­sima Vir­gen que haya tenido mise­ri­cor­dia de ella y la haya lle­vado al cielo por esa defensa que hizo de su virtud.
Los que que­da­mos en esta tie­rra mal­dita y no repu­dia­mos en sus cau­sas y sufi­cien­te­mente este cri­men y los muchos otros que se come­ten a dia­rio, y no actua­mos deci­di­da­mente en con­se­cuen­cia, nos hace­mos cóm­pli­ces indi­rec­tos de los ase­si­nos. Ya somos cóm­pli­ces por­que hace rato que estos horro­res están ocu­rriendo, en el marco de un des­or­den social des­ma­drado, sin que haya sín­toma alguno de que exista una volun­tad sin­cera y varo­nil de reaccionar.
* * *
El país es un caos que abarca todos los ámbi­tos y todos los nive­les de la socie­dad. O se pone reme­dio a ese caos o todo será peor, la san­gre de los inocen­tes seguirá corriendo, la auda­cia de los cri­mi­na­les seguirá cre­ciendo y la des­ar­ti­cu­la­ción del país lo con­ver­tirá en una jun­gla domi­nada por los peo­res y los más fuertes.
Una mues­tra repul­siva de este fenó­meno, aun­que menor, podía verse hoy, al día siguiente del secues­tro y ase­si­nato de Ánge­les sin que hubiera ni un poli­cía que la defen­diera, ni un civil valiente que pudiera hacerlo con una arma de fuego para dete­ner a la bestia.
La calle Via­monte, entre Recon­quista y San Mar­tín, donde se encuen­tra el Rec­to­rado de la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires, estaba cor­tada con vallas pues­tas por la Poli­cía, como todos los miér­co­les, cus­to­dia­das por más de 20 poli­cías, algu­nos de ellos ves­ti­dos de civil y dos con motos.
Según dicen, es “por orden judi­cial” para pre­ve­nir mani­fes­ta­cio­nes estu­dian­ti­les. Sin embargo, rara vez las hay, de manera que es la pro­pia Poli­cía la que hace el “piquete”. Excep­cio­nal­mente, hoy había 7 moco­sos (con­ta­dos) y un bombo que hubie­ran podido ser obli­ga­dos a reti­rarse por 2 de esos veinte poli­cías, en vez de cor­tar todo el trá­fico de Via­monte, con el con­si­guiente caos del tráfico.
Es decir, la Poli­cía se dedica a aumen­tar el des­or­den, en vez de cus­to­diar el orden y las vidas de los habi­tan­tes inde­fen­sos, como la pobre­cita Ánge­les. ¡Y hay que ver con qué pre­po­ten­cia la Poli­cía hace valer su “auto­ri­dad” (armada) con­tra los civi­les que se atre­ven a pro­tes­tar con­tra ese absurdo! A mí, un ofi­cial uni­for­mado me atacó con vio­len­cia por­que intenté cru­zar Via­monte desde Recon­quista hacia San Martín.
Pocos metros más allá, sobre la calle San Mar­tín, frente a la Igle­sia de las Cata­li­nas, hace meses que está ins­ta­lada una espe­cie de ver­du­le­ría, con dece­nas de cajo­nes con fru­tas y ver­du­ras, ser­vida por un enorme camión y una camio­neta esta­cio­na­dos ade­lante y atrás del mon­taje aten­dido por cinco o seis negra­zos patibularios.
La roña, el des­par­pajo, la insa­lu­bri­dad, la mala impre­sión que esa inso­len­cia impune causa a los tran­seún­tes, entre los cua­les me encuen­tro, es otro sín­toma del caos en que vivimos.
Hace unos día hice la denun­cia, con nom­bre, ape­llido y direc­ción, ante un Sub­ofi­cial de la Poli­cía Fede­ral que estaba a 50m. de esa “ver­du­le­ría”. Él tomo nota en un pape­lito que, por supuesto, habrá tirado a la basura pues no tuvo resul­tado alguno, mien­tras que el agente que lo acom­pa­ñaba me tra­taba con inso­len­cia inten­tando impe­dir mi queja.
* * *
Todo esto viene al caso por­que cada vez es más evi­dente que la Poli­cía no tiene la menor inten­ción de pre­ve­nir los crí­me­nes y la mayor parte de los hechos en que muere un agente enfren­tando a delin­cuen­tes es por­que él mismo es víc­tima de un asalto y trata de defen­derse. A los pocos héroes poli­cia­les que han sido muer­tos por defen­der a civi­les, vaya mi home­naje y mis con­do­len­cias a sus fami­lias. Pero esos héroes se deben sen­tir mal en un cuerpo poli­cial que bri­lla por su ausen­cia y que, para peor, está minado por pre­po­ten­tes y hasta por delin­cuen­tes y cuya prin­ci­pal acti­vi­dad es acom­pa­ñar a la grúa que se lleva autos mál esta­cio­na­dos, cus­to­diar casas de fun­cio­na­rios o Ban­cos, hacer bole­tas o para moles­tar a los transeúntes.
Hace unos días, un patru­llero per­se­guía a unos delin­cuen­tes que se refu­gia­ron en una villa mise­ria. Ape­nas se acercó el auto­mó­vil poli­cial, fue reci­bido a pedra­das por lo cual se retiró sin inten­tar per­se­guir a los ban­di­dos. Es decir, la Poli­cía res­peta el “refu­gio” deli­cuen­cial que son las “villas miseria”.
Por estas cosas, la Poli­cía está en camino de per­der todo res­peto de la ciudadanía.
* * *
Pero esto no es lo más grave. Lo más grave es que los fun­cio­na­rios de los tres pode­res, Eje­cu­tivo, Judi­cial y Legis­la­tivo, están en manos de delin­cuen­tes de guante blanco, des­ver­gon­za­dos e impu­nes, a los que les importa un bledo el bien común y el bie­nes­tar gene­ral. Ellos son el modelo de los cri­mi­na­les que delin­quen pis­tola en mano y sus mejo­res alia­dos por­que han con­ver­tido todo el país en una “zona libe­rada” en la que pue­den robar y matar cuando, como y a quién les plazca.
Todos los polí­ti­cos, de todos los par­ti­dos y no sólo los ofi­cia­lis­tas, son más o menos cul­pa­bles de más de un delito en forma cons­tante, sin que nadie nadie los haga res­pon­sa­bles. Pero: ¡¡¡una encuesta publi­cada la semana pasada informa que al 60% de los argen­ti­nos no les importa que los polí­ti­cos roben!!!
* * *
Los perio­dis­tas fin­gen ser cam­peo­nes de la hones­ti­dad pero son en reali­dad cam­peo­nes de una estafa infor­ma­tiva. Los medios de comu­ni­ca­ción son cóm­pli­ces de este caos gene­ral. Lo son por­que se dedi­can a idio­ti­zar a la pobla­ción de varias maneras:
1) Todos los días nos sir­ven, como un refrito, noti­cias sobre los robos de per­so­na­jes cuya sola cara es una auto­de­nun­cia de inmo­ra­li­dad. Perio­dis­tas como Lanata enca­be­zan el menú con denun­cias con­tra Báez, Fariña, Nés­tor K, Elas­kar, López, etc. que dis­traen la aten­ción que debe­ría­mos pres­tar al peor de los males que es el estado de anor­ma­li­dad total en que vivi­mos, la ile­gi­ti­mi­dad de la supuesta Pre­si­dente y demás auto­ri­da­des de los tres pode­res, el caos social, el mono­po­lio del poder en manos de una “diri­gen­cia” corrupta e inepta, la inde­fen­sión de la ciu­da­da­nía (mien­tras el gobierno se dedica a des­ar­marla, fin­giendo igno­rar que los delin­cuen­tes no le piden per­miso al RENAR para armarse y cazar­nos como “sit­ting ducks”, [patos sen­ta­dos], como se dice en EEUU).
Las fotos de los delin­cuen­tes que se enri­que­cen al calor de la polí­tica, mues­tran sus aspec­tos repul­si­vos. Todos los días están en la TV y en los dia­rios. Mien­tras tanto, los polí­ti­cos que fin­gen ser pala­di­nes de la hones­ti­dad, como la Sra. Carrió, hacen denun­cias cuyo obje­tivo es hacerse pro­pa­ganda a sí misma por­que saben que si no se resuelve el pro­blema de fondo, del cual ella misma es parte, no hay solu­ción para las rate­rías de los Fariña, Báez y cía.
2) La polí­tica, según la prensa, se reduce exclu­si­va­mente a las idas y veni­das de esos indi­vi­duos insig­ni­fi­can­tes como per­so­nas, car­ga­dos de pron­tua­rios, todos pero­nis­tas o de izquierda, que son los “polí­ti­cos famo­sos”, famo­sos por­que para la prensa son los úni­cos “dig­nos” de ser men­cio­na­dos, aun­que no debe­rían figu­rar sino en las pági­nas de las “policiales”.
Pare­ce­ría que el resto de los 40.000.000 de argen­ti­nos somos una tropa de atra­sa­dos men­ta­les y que no hay gente capaz de reem­pla­zar con ven­taja a la Sra. de Kir­ch­ner, a Aníbal Fer­nán­dez, a Ran­dazzo, a Macri, a Pino Sola­nas, a Pinedo, a Nar­váez, a Massa, etc.
Todos ellos son cul­pa­bles del caos en que vive el país. Por dema­go­gia, man­tie­nen las “villas mise­ria”, las pavi­men­tan, les rega­lan los terre­nos usur­pa­dos, les dan luz, cloa­cas, etc. a sabien­das de que están con­so­li­dando los “aguan­ta­de­ros” de cri­mi­na­les, como el que mató a la niña Ánge­les y donde el nar­co­trá­fico actúa a sus anchas.
Los medios de comu­ni­ca­ción no per­mi­ten, mediante una “con­jura del silen­cio”, que los argen­ti­nos sepan que hay quie­nes son mucho mejo­res y podrían con­tri­buir a recu­pe­rar el país. Nunca publi­can sus opi­nio­nes y es así que el público no los puede cono­cer, cosa que en esta paro­dia demo­crá­tica en que vivi­mos, los pros­cribe de facto.
* * *
Ahora se acer­can las elec­cio­nes de legis­la­do­res. ¿Ha visto Ud. que los dia­rios y la TV sólo hablan de los mis­mos de siem­pre y de sus con­tu­ber­nios des­pre­cia­bles, silen­ciando sus pron­tua­rios? ¿Quién puede atre­verse a decir que esto es una “demo­cra­cia”? Sólo los cíni­cos de la prensa y los bene­fi­cia­rios del mono­po­lio del que goza la “diri­gen­cia” corrupta e inepta.
Entre­tanto, los camio­ne­ros están pla­neando parar el país den­tro de pocos días y otros sin­di­ca­lis­tas igual­mente pre­po­ten­tes y des­ho­nes­tos, cor­tan calles y rutas.
* * *
Así las cosas, creo que el país ha entrado en un camino sin retorno. La incu­ria cobarde de las cla­ses cul­tas, la com­pli­ci­dad del alto clero con el caos, la usur­pa­ción de todos los pode­res públi­cos por una mujer des­ca­rada y toda una clase polí­tica que no le va en zaga en mate­ria de cinismo, la tira­nía esta­tal que está apre­tando el dogal al cue­llo de los pobres ciu­da­da­nos que tra­tan deses­pe­ra­da­mente de pro­te­ger lo poco que tie­nen y la delin­cuen­cia común, oronda y pipante, eli­giendo sus víc­ti­mas como el coci­nero elige el pollo en el galli­nero, la vio­len­cia delic­tiva e impune de los sin­di­ca­lis­tas y pique­te­ros, todo eso, es sín­toma de un país en diso­lu­ción rumbo al comunismo.
Autor: Cosme Beccar Varela