jueves, 13 de junio de 2013

HAGA PATRIA, MATE UN VIEJO

 
El juez Fayt es, según la presidente, un hombre “casi centenario”. ¿Que quiso decir la presidente con eso de “hombre casi centenario”?, ¿Es solo una definición referida a la edad  o es la nueva consigna de la presidente para que “la campora” salga a hacer lo que sus conmilitones de ayer- y a los que ella abandonó miserablemente para “hacer guita”- no pudieron llevar a cabo cuando “El Viejo” les paró los pies a pura triple A y les dijo que “las revoluciones no se hacían tirando viejos por la ventana…”?.
 Hay cosas que tenemos que poner en claro en esta presunta guerra que parecería declararse. Primero, porque la presidente- aunque su corte de buchones esté siempre presta a responder lisonjeramente cada vez que ella pregunta: “espejito, espejito…”- no es ninguna jovencita y ha llegado a la edad en que los años nos dejan inermes ante la crueldad de la vejez. Segundo, las guerras tienen por causas definidas el odio y el miedo. ¿Qué porcentaje hay de odio y de miedo en la presidente al atacar al Juez Fayt?.
 Quizás nunca lo sabremos aunque siga empeñada en una guerra producto del odio que ella le tiene al recuerdo de su antiguo miedo que le ensuciaba los calzones hace cuarenta años. Hoy la oportunidad se la han servido en bandeja no solos sus alcahuetes; también aquellos que clamaron por los derechos humanos una vez que el peligro había pasado, una vez que los ilusos de siempre hubieran hecho el trabajo sucio para que esa clase mafiosa que a través de los años se reproduce a si misma en el robo, en la trapacería y en la traición- los políticos argentinos- pudiera seguir medrando con espurias canonjías.
 Digámoslo con todas las letras. De lo que estamos hablando es que la política de reparación de “derechos humanos” que lleva adelante el gobierno ya ni siquiera es una guerra, es una vulgar y asquerosa masacre que se va cobrando la vida de los presos políticos- doscientos cuatro ya han muerto en condiciones de infame abandono en los penales federales- esos ilusos que creyeron que no solo defendían a la Patria sino a la sociedad en su conjunto. Sociedad que en su miedo les pedía a grito pelado que llenaran de patíbulos la República y que una vez que todo volvió, gracias a ellos, a la normalidad los abandonó a su suerte y los dejó- ya ancianos- inermes en las manos de aquellos que en su momento huyeron dejando como recuerdo de su “valentía” las tumbas de anónimos perejiles o la posibilidad de hacer negocios con los que se llenaron los bolsillos y hoy, junto a la venganza con la que creen justificar sus agachadas, le refriegan por la jeta a esa sociedad grosera y cobarde el peso de sus bolsas mal habidas. Así que, con altibajos, pero de manera inexorable, el gobierno y sus sicarios- sean estos jueces, médicos o simples esbirros. Sea en el circo máximo de los tribunales orales federales o en los gulag del SPF- están asesinando a aquellos que en los setenta se enfrentaron a la subversión.
 Basándonos en el sistema de linchamiento que su gobierno ha implementado, señora presidente, si el juez Fayt la molesta siempre puede mandarlo a Marcos Paz, Bouwer o Ezeiza donde solícitos degolladores se harán cargo de él y de sus casi centenarios años. Si no se le ocurre ningún pretexto para esto, siempre puede acusar a Carlos Fayt, y ya que está a todos los jueces de la corte junto a él, por haber convertido en papel higiénico la hoja de la Constitución Nacional donde estaba escrito el artículo 18. Aquel que decía: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa”.
 Lo recuerda, ¿No?
Buenos Aires, 12 de junio de 2013

JOSE LUIS MILIA
josemilia_686@hotmail.com