domingo, 16 de junio de 2013

HARTOS DE EXCUSAS



Queridos amigos:
 
 
 La imagen de un tren de la línea del Ferrocarril Sarmiento
incrustado en otra formación mientras las camillas con heridos yacían en el piso no es una creación virtual, una confabulación opositora ni forma parte de un plan destituyente. A menos de un año y medio de la terrible tragedia ferroviaria del Once y con una larga secuela de accidentes menores, eslabonados a través del tiempo, es la demostración cabal de la incompetencia y la incapacidad para dar al menos una seguridad mínima a un servicio de transporte de pasajeros que es además incómodo, impuntual y fuertemente deficitario.
  La decisión de que el Ministerio del Interior pasara a ser también Ministerio de Transporte y que el Contador Florencio Randazzo asumiera esta enorme responsabilidad como una parte de sus obligaciones fue de la señora presidente. También lo fue que el Secretario de Transporte fuera el abogado Alejandro Ramos, ex Intendente de la localidad santafecina de Granadero Baigorria, sin experiencia en el área a su cargo. La experiencia e idoneidad de estos funcionarios en el tema transporte, como la de muchos otros en sus respectivas áreas poco parece importar a quien toma las decisiones de asignar cargos, pero lo que debe importarle son,  sin dudas, los resultados  y estos no solo son malos sino que resultan trágicos, medidos en términos de muertos y heridos.
  Los choques de trenes son noticia en el mundo por ser  hechos extraordinarios. En Argentina han pasado a tener el carácter de hechos frecuentes ya que aún estamos en las primeras etapas del juicio que dejó más de 50 muertos y cientos de heridos en el Once  y ya estamos iniciando los juicios y las investigaciones por el accidente de Castelar. El Ministro Randazzo se ha empeñado en señalar al factor humano como culpable del accidente pero el conductor afirma que fallaron los frenos. De cualquier modo, la responsabilidad en un servicio que no cuenta siquiera con mecanismos de frenado automático es ineludiblemente de la autoridad del área.
  El gobierno ha evidenciado que  es pésimo para gestionar medios de transporte, hecho verificable tanto en la parte terrestre como en la aérea, que son sostenidas con millones de dólares en subsidios. Las rutas son trampas mortales a punto tal que la Asociación Civil Lucha por la Vida ha presentado una estadística que habla de 21 muertos promedio por día, lo que hace  un total de  7665  por año solo en accidentes viales. Los servicios educativos y de salud son deficientes y la justicia es tan lenta que la condena al ex presidente Menem se produjo 18 años después de iniciado el juicio por el delito de Contrabando de Armas. Durante el gobierno de la actual administración se perdió el autoabastecimiento de energía y el combustible debe importarse en forma creciente.   La inflación es superior al 20 por ciento anual (1,57 % en Mayo según las mediciones privadas presentadas por el Congreso). Los productores agropecuarios han iniciado un paro de 5 días por su descontento con las políticas para el área y el escaso valor del dólar oficial con que se retribuyen sus ventas al exterior. En la calle. la indisciplina y el desorden perturban la vida cotidiana y la inseguridad cobra sus víctimas cada día de cada semana sin interrupciones.
La pregunta que se impone es ¿para que es bueno este gobierno? La respuesta que ensayamos es: para crear, aumentar y cobrar impuestos; para promulgar leyes de cualquier naturaleza  en tiempo récord y, fundamentalmente, para inventar excusas para sus errores y fracasos, encontrar falsos culpables, eludir responsabilidades y hacer propaganda.
El problema es que luego de diez años de gobierno del Frente Para La Victoria, casi seis de los cuales transcurridos bajo el mandato de la actual presidente, la mayoría de los  argentinos ya estamos HARTOS DE EXCUSAS.
 Cuando la señora presidente expresa ante el accidente ferroviario de Castelar  “siento un poquito de bronca e impotencia porque estamos poniéndole todo, muchísimos recursos económicos y humanos. Y que pasen cosas como estas nos duelen a todos” equivoca el tenor de los sentimientos y la intensidad de los mismos. En nuestro modo  de ver no debería experimentar   un poquito, sino un enorme sentimiento de responsabilidad además del dolor que nos es común, porque ella es quien designa a los funcionarios y decide las políticas en forma personalísima. Si las cosas salen mal es porque ha elegido y gestionado mal.
Pero el hartazgo no solo llega por las excusas interminables ante los errores de gestión sino también por el incesante desgaste que significa tratar de frenar los embates gubernamentales contra los baluartes institucionales de la república.
La jueza federal Servini de Cubría declaró inconstitucional la reforma al Consejo de la Magistratura que modificaba su conformación alterando su equilibrio y sobre todo, lo referente  a elegir a sus miembros a través de las listas partidarias en actos electorales. Este esperado e ineludible fallo fue apelado por el gobierno ante la Corte Suprema de Justicia utilizando el mecanismo de “per saltum” que fue aceptado por esa institución. Para preparar el terreno la misma presidente ya había maltratado a los miembros de la Corte recordando el pasado político de algunos de ellos, la elevada edad de otro y el hecho de que el gobierno de su difunto esposo los hubiera designado a casi todos. La Corte deberá dejar de lado la mortificación que debe haber producido este insólito agravio y también la presión que significa, para fallar conforme a derecho, lo que debería llevarla a la misma conclusión de la jueza de primera instancia ya que la forma de elección propuesta es una aberración jurídica y una burla al espíritu de la creación del Consejo de la Magistratura y de la división de poderes que consagra la Constitución.
En síntesis, que no habrá elección de miembros del Consejo de la Magistratura (la inscripción de listas ya fue negada por Servini de Cubría) pero continuamos malgastando tiempo y esfuerzo en promulgar leyes  y generar disputas que solo sirven para afectar el buen funcionamiento de las instituciones  y  perder valioso tiempo que los asuntos de Estado requieren.
  Si buscamos una razón para comprender por qué las leyes de reforma de la justicia, al igual que la ley de medios, terminan sujetas a las decisiones de la Corte Suprema, debemos buscarla en el hecho de que esas leyes no se promulgaron pensando en el buen funcionamiento de lo que procuran legislar sino en brindar al gobierno un poder que la Constitución no le otorga y una discrecionalidad impropia de un poder republicano.
  Otra ley que tuvo un efecto pernicioso es la Ley de Democratización de la Representación Política que detrás de su título altisonante esconde una complejidad notable para el buen funcionamiento de las elecciones y otorga al Ministerio del Interior un poder y atribuciones inusitadas.
En la semana que pasó, los partidos políticos y sus figuras representativas jugaron una interminable partida de ajedrez para poder acomodar de la mejor manera sus posibilidades electorales. Los territorios en que más se desarrolló esta trama fueron la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma porque allí se encuentran algunas de las figuras políticas con mayor proyección presidencial para el año 2015. Finalmente, como en las historias de suspenso, el desenlace solo se definió en los últimos minutos y como en toda buena trama quedó abierta la posibilidad de que surja una saga  o de que el monstruo renazca. La velocidad con que los jugadores cambian de bando y la incógnita de la participación personal o no del Intendente de Tigre, Sergio Massa, mantiene en vilo al ambiente político aunque, en general, el grueso de la ciudadanía está preocupada por otros temas  más concretos e  inmediatos. En las huestes del Frente de la Victoria, como siempre, la vida política se redujo a esperar las decisiones presidenciales, cruda muestra de un autoritarismo que se corresponde con una obsecuencia lastimosa.
  En nuestro espacio político, Los miembros del  grupo de partidos de Centro con que encaramos la rueda de encuentros con otras fuerzas políticas tomó diversas decisiones, acorde con el espíritu soberano de sus integrantes.  Nueva Unión Ciudadana se sumó como  miembro fundador de la Alianza UNIÓN CON FE, integrada también por el Partido Fe, el Movimiento Vecinalista Provincial, PAIS y el Partido Autonomista Bonaerense. Adhirieron a UNION CON FE, Acción por la República y la Democracia Cristiana. La figura más instalada de la Alianza es el dirigente sindical Gerónimo Venegas.
Las razones por la que tomamos esta decisión fueron fundamentalmente porque en este espacio encontramos la posibilidad de participar más allá de la conformación de listas, opinando  con consideración y respeto sobre el proyecto y las estrategias políticas y por la firme definición de Venegas de plantarse en una posición de oposición que otros espacios no nos garantizaban. El tiempo dirá si acertamos pero pondremos nuestro mejor empeño para acercar la realidad a nuestros sueños.
  En cuanto al gobierno nacional, estamos convencidos de que el hartazgo que la ciudadanía experimenta por las interminables e incesantes excusas ante su ineficacia e ineficiencia lo llevará a un cambio de paradigmas  o a hundirse con sus obcecaciones. Por lo visto hasta el presente tenemos fundado temor en que adoptará esta última opción y nos dejará  una enorme tarea a quienes tengamos que reparar todo el daño causado. Pero no teman, estamos preparándonos  para hacerlo con esperanza  y con fe.
Un abrazo para todos y feliz día del padre.
  Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana