La década kirchnerista ha
transcurrido en una permanente independencia entre lo que se dice, lo
que se hace y el cómo se hace. Kirchner, que había asumido su mandato
sin poder de urnas, tuvo que construirlo sobre la marcha. La fascinación
por los poderosos acercó a varios, al resto se lo pudo adornar con
discurso, presupuesto y, cuando no, con algún que otro cargo. La
costumbre de maltratar a los que apoyan, no es un invento de Cristina.
Señalar culpables entre las tropas y soltarles la mano ante una
tragedia, tampoco. Encontrar corruptelas ajenas en aquel que se
interpone en el choreo propio menos.
El Estadista jodón
Dos
mil cinco no arrancó el primero de enero, sino dos días antes. El 30 de
diciembre de 2004, unas cuatro mil personas ingresaron a un lugar que
violaba todo lo que podía violarse en materia de seguridad. El recital
de Callejeros no había terminado de arrancar cuando todo se cubrió de
humo. Ciento noventa y cuatro muertos y mil quinientos heridos después,
la realidad nos arrojaba por la cabeza que, por más buenas intenciones
que pueda haber a la hora de hablar, el negocio personal está primero.
Omar Chabán pagaba coimas a los inspectores municipales, a los bomberos y
a la policía; Callejeros sabía que no entraba más gente en el local
–igual que Chabán- y no les importó, Chabán tenía trabada la puerta de
emergencia y todo esto lo vieron los inspectores y no lo sancionaron.
Aníbal Ibarra, que había llegado a la jefatura del Gobierno con la
Alianza, había renovado su mandato hacía un año, obviamente, de la mano
del kirchnerismo. En marzo de 2006, Ibarra sería destituido.
En años electorales la tarasca lo es
todo. A una mente brillante se le ocurrió mandar a Ricardo Jaime a
España con la idea de pasar la gorra entre las empresas con intereses en
Argentina y así juntar dinero para la campaña de Cristina Senadora
2005. Jaime les exigía una pequeña contribución, un palito por cabeza, a
voluntad. No sería la última vez: en 2007 también le manguearon un
millón y medio de pesos al Grupo Marsans –por entonces, Aerolíneas
Argentinas- para las presidenciales. De aquellos viajes, Jaime también
trajo material ferroviario por la ganga de 1.600 millones de dólares,
material que, como corresponde, nunca se usó. Parte del mismo aún puede
verse pudriéndose en terrenos del ferrocarril Roca, como un monumento
al choreo.
El cuerpo diplomático del gobierno
intentaba que algún chino levantara el teléfono para ver qué onda con
las inversiones por 5 mil millones de dólares que habían prometido. Así y
todo, varios años antes de Héctor Timerman, las relaciones
internacionales argentinas ya brillaban por el doble discurso, con lo
que representaba fielmente en el exterior la gestión puertas adentro. En
mayo, la Corte Suprema denegó el pedido de extradición de Jesús María
Lariz Iriondo a España. El tipo era tan solo un terrorista de ETA, y era
acusado de algunos delitos menores, como un par de atentados con coches
bomba. Gracias a esta mano judicial, Lariz Iriondo no tuvo que
suspender su labor docente en la Universidad de las Madres de Plaza de
Mayo. En julio de 2005, la Justicia también denegó la extradición de
Sergio Galvarino Apablaza a Chile, quien más tarde conseguiría el asilo
político. Para mantener la coherencia, exigíamos a Irán la entrega de
los sospechosos de perpetrar el atentado contra la Amia.
En tiempos de campaña, varios perdieron
el pudor y se hicieron más kirchneristas que nunca, como Aníbal
Fernández, Carlos Tomada, José Pampuro y Ginés González García, quienes
no tuvieron mayores problemas con el fuerte contenido acusatorio de los
discursos de Cristina y Néstor. La candidata a Senadora llamaba “El
Padrino” al expresidente Duhalde –a tan sólo veintiséis meses de haber
asumido como la primera dama del candidato oficialista- y hasta acusó a
Chiche Duhalde de ser portadora de apellido, cuando nadie recordaba que
el apellido de soltera de Cristina, es Fernández. La falta de defensa de
los funcionarios para con sus antiguos líderes, no es patrimonio
exclusivo del justicialismo. Graciela Ocaña se sumó al gobierno de
Néstor en 2004, y se llevó consigo la banca de Diputada a la que había
llegado un año antes, con el ARI de Lilita Carrió. Durante la campaña
electoral de 2005, Néstor dijo que Carrió no podía justificar los
aportes de su campaña. Ocaña no se inmutó. Se ve que le costaba expresar
su bronca y por eso tardó cuatro años más en molestarse por los
negociados con las obras sociales.
Si bien la primera dama tenía domicilio
en Río Gallegos y ocupaba su banca de Senadora por la provincia de Santa
Cruz, se presentó como candidata por Buenos Aires, enfrentó a Chiche, y
ganó. La relación entre Kirchner y Lavagna –el único incómodo de los
heredados de la gestión Duhalde- ya estaba rota y, el por entonces
ministro de Economía, contaba en la Cámara Argentina de la Construcción
que hubo al menos 10 casos de kirchnereo por sobreprecio en obras
públicas. El estadista de mirada distinta acusó recibo y dijo que “la
obra pública no es un gasto, sino una inversión”, aunque no quedó muy en
claro cuál parte del sobreprecio iba a invertir. Lavagna salió
eyectado. Fue reemplazado por Felisa Micelli.
Una
perlita casi olvidada de aquella elección tuvo lugar cuando Alberto
Fernández hizo uso de su agenda y consiguió que Eduardo Lorenzo
Borocotó, diputado electo por el PRO, abandonara el partido y se aliara
al kirchnerismo antes de asumir su banca. Poco importó que Borocotó haya
sido aliado político de Patti en los ’90 y de Cavallo más tarde.
Después de todo, Alberto Fernández también lo fue y nadie se ponía mal
por ello. El barrilete cósmico del Jefe de Gabinete enfatizó que no hubo
ningún ofrecimiento a cambio del pase. Un cable de inteligencia lo
desmentiría tiempo más tarde. Otro incidente legislativo se produjo con
el diputado electo Luis Patti, quien se vio impedido de asumir debido a
las razones morales que impuso el oficialismo, con Miguel Bonasso a la
cabeza, a quien nadie cuestionó por sus razones morales. En su lugar
asumió Dante Camaño, que no terminó de sentarse en su banca y ya era
kirchnerista.
En noviembre de 2005 vivimos uno de esos
tantos momentos que caen en el olvido: una parva de gente prendió fuego
la estación Haedo del ferrocarril Sarmiento, los trenes, un par de
patrulleros y, de paso, se hicieron la tardecita saqueando los comercios
de los alrededores. Entre Aníbal Fernández y el gobernador bonaerense
Felipe Solá, no sabían de qué disfrazarse. Aníbal dijo que estuvo
Quebracho en el quilombo. Solá, en cambio, puso los gobelinos en la
mesa, se la jugó y dijo lo que había que decir: se trató de un grupito
de agitadores que aprovecharon la ocasión para hacer desmanes. Menos de
veinticuatro horas después, los agitadores refirieron que se dirigían a
la III Cumbre de los Pueblos, en Mar del Plata, una joda que se organizó
como contrapartida de la IV Cumbre de las Américas. Los participantes
marcharon por las calles de La Casi Feliz hasta el estadio Mundialista,
dónde pudieron hacer pogo con el recital de Silvio Rodríguez y hasta
disfrutaron de un show de variedades que incluían a Hebe de Bonafini,
Evo Morales y el Diego de la gente. El espectáculo fue conducido por un
exultante Hugo Chávez, que repetía “ALCA rajo – ALCA rajo”. Terminado su
discurso anticumbre, Chávez saludó y se fue a la cumbre, no sin antes
decir “patria o muerte” con acento venezolano, acompañado de un músico
cubano y el presidente de Bolivia, porque en ese entonces la patria
también era el otro. El otro país.
Néstor estuvo a cargo del discurso de
apertura de la cumbre y, fiel al estilo que caracterizó tanto a su
gestión como a la de Cristina, se disfrazó de marciano recién llegado al
tercer planeta del sistema solar, y se quejó de las políticas
neoliberales de la década del ´90. Afuera, el pueblo no daba más de la
alegría y prendía fuego un par de bancos, para luego jugar al quemado
con los gases de la policía. Como ir a la costa y no traer recuerdos
sería un desperdicio, también saquearon locales de Havanna.
El
15 de diciembre de 2005, Néstor anunció el pago de la deuda al Fondo
Monetario Internacional, acto que para el militante promedio está a la
altura del milagro de la multiplicación de planes. Íntegra, contante y
sonante, ni un cobre de menos en el pago. Símbolo de época: el Fondo no
se metería más en nuestros asuntos, ahora le rendiríamos cuentas a
Venezuela. Chávez fue un amigazo y, sólo en 2005, compró bonos
argentinos por cinco mil millones de dólares, tendencia que se continuó
en 2006, independientemente de los préstamos al 15% anual que nos
facilitó generosamente. Evidentemente, la independencia económica es tan
sólo una cuestión de ser amigo de nuestro acreedor.
Como regalo de reyes de 2006, a
principios de enero los asambleístas de Gualeguaychú cortaron el puente
hacia Fray Bentos en protesta por la instalación de la pastera Botnia en
la otra orilla del río Uruguay. Mientras Néstor no decía nada y las
lunetas de los autos se llenaban de calcos que rezaban “No a las
Papeleras”, nos enteramos que en Argentina había decenas de pasteras y
que, en todo caso, los Uruguayos nos hicieron dumping al no cobrar la
cometa que le pidieron a Botnia en Argentina. Para pacificar los ánimos,
Néstor alentó a los asambleístas personalmente. El conflicto se
proyectaría por años.
En Agosto de 2006 se armó el “Encuentro
Federal” en el que participaron varios gobernadores y doscientos
intendentes, todos pertenecientes a la Unión Cívica Radical. Nombres
como Daniel Katz (Mar del Plata), Enrique García (Vicente López),
Gustavo Posse (San Isidro) y gobernadores como Miguel Saiz o Arturo
Colombi, escucharon al nuevo líder: el gobernador de la provincia de
Mendoza, Julio Cleto Cobos. La historieta siguió una semanita después,
en la Convención Nacional de la UCR, en Rosario, donde no participaron
los radicales que habían estado en el encuentro anterior. Al toque se
anunció la Concertación Plural, que era algo así como la Concertación de
Partidos por la Democracia de Chile, pero con toda la onda que el
kirchnerismo puede garantizar. Se oficializaba el radicalismo K.
Durante el mes de septiembre, Jorge Julio
López desaparecería de su domicilio para nunca más dar señales de vida.
Pasaron los años y sigue sin dar señales. Y eso que Cristina pidió que
no tengamos miedo, que en democracia no desaparece nadie. Un par de
años más tarde, Luciano Arruga acompañaría a López en la actitud
golpista y desestabilizadora de contradecir a la Presi y desaparecer en
democracia.
Si
agosto fue radicheta, octubre fue un mes bien peronista. El traslado de
los restos de Juan Perón a la quinta de San Vicente fue planificado por
meses y se realizó, obviamente, un 17 de octubre. Fue una auténtica
fiesta peronista en todos sus aspectos: viejos que salían a la calle con
sus cuadritos amarillentos y lloraban al ver pasar el féretro, y
sindicalistas a los tiros. Ese mes, personal no médico del Hospital
Francés tomó las instalaciones del mismo en reclamo de alguna solución a
los tres meses de salarios adeudados, la paralización de los servicios y
otras yerbas. Cayó una patota, produjo destrozos en las instalaciones,
tomaron de rehenes a los empleados y a un Comisario Inspector de la
Federal. Adentro estaba lleno de barrabravas que se vieron acorralados
por el personal del hospital –que aseguró que la patota fue enviada por
el gobierno-, en los pasillos estaban los gremialistas y, por si faltaba
alguien, apareció el grupo Quebracho con botellas de nafta que eran
colocadas en las ventanas del edificio. Afuera se encontraba la Guardia
de Infantería de la Federal con más ganas de entrar que Néstor frente a
una caja fuerte. Los uniformados lograron sacar a la patota en un
colectivo de la Federal y se la llevó custodiada hasta el barrio de
Flores.
Dos mil seis pintó lindo. Las políticas
aplicadas por el gobierno en materia energética nos trajeron de regalo
la pérdida de autoabastecimiento gasífero, la necesidad de volver a
contar con el gas boliviano luego de años de no hacerlo, más el apuro
por importar combustible para la generación eléctrica. Guillermo Moreno
ya daba sus primeras predicciones imbatibles y refería que pronto
llovería gasoil. No le pifió: los hidrocarburos que le compramos a
Chávez provocaron lluvia ácida en La Boca, Barracas y Dock Sud.
Un año tan productivo no podría terminar
de otro modo. Casi sobre el filo, entre champán y pan dulce, aprendimos
una nueva palabra: Skanska. Para la asimilación del vocablo “Relato” aún
faltaba, aunque ya nos tenían entrenados con tanta realidad distinta a
la que nos contaban.
Lunes. Se fue la segunda.