“Fíjense que cuando nos paramos frente a un micrófono,
no nos paramos ni a descalificar ni a agraviar, ni a denunciar o a
insultar. ¿Saben por qué? Porque nos paramos frente al micrófono a
contar las cosas que hemos hecho, que estamos haciendo y que vamos a
seguir haciendo”
Cristina Kirchner
LOS SIMULADORES
Nadie cree que luego de un mes y medios de efectuadas las
denuncias, la justicia pueda encontrar algo en los lugares en que
supuestamente, se podrían hallar las pruebas. Hay una especial
necesidad (y apuro) en demostrar que Lázaro Báez es un empresario
impoluto, que todo lo hizo trabajando, que no tiene “caletas de
dinero sucio”, que jamás truchó una empresa, que lejos está de las
acusaciones de lavado de dinero y que nunca se le cruzó por la cabeza
evadir al fisco o manejar dinero sucio. Nadie cree que no sea así,
obviamente, a pesar del esfuerzo de algunos jueces y fiscales por
llegar tarde para no encontrarse con lo indeseable: las pruebas.
Todo es una simulación y el objetivo es despejar el camino para el
último gran asalto a la obra pública: las represas sobre el río
Santa Cruz.
Lo que en otro país sería un escándalo de proporciones, en
Argentina genera solo expectativas y algún tipo de inquietud
pasajera entre la población. A nadie le llama la atención (o a muy
pocos, parece) que se comiencen a realizar allanamientos
un mes y medio después de realizadas las denuncias y cuando se
batieron los parches en la opinión pública con acciones
distractivas para darle el tiempo suficiente a los sospechados
del delito de lavado de dinero, a que arrasen con todas las pruebas
físicas.
En esta Argentina de la simulación, donde el gobierno aparenta un
operativo de la AFIP para apretar a un periodista, donde el
Congreso aprueba dos leyes para condonarle las deudas a los amigos,
una legislatura que no duda en abrirle la puerta a un blanqueo de
dinero sucio, en medio de una investigación por lavado en la cual
están involucrados la familia presidencial, funcionarios y
amigos con bienes a cargo; en una Argentina donde diputados y
senadores avalan la politización de la Justicia para someterla
al capricho oficial, o donde nombran 21 conjueces, todos
militantes K y de allí sale el sustituto de la jueza subrogante de
Río Gallegos; en esa Argentina de la simulación permanente, todo
es posible.
¿Cómo no sería posible, entonces, que después de un mes y medio en
que se hicieron las denuncias, el Juez Sebastián Casanello
ordenara “allanar” el Banco Santa Cruz y otras dos propiedades de
Báez, para “comprobar” si existen indicios de algún delito?. ¿Dónde
quedó el principio de la inmediatez y la sorpresa en las
diligencias judiciales, para evitar que las pruebas no se alteren
o desaparezcan? Todo es posible en nuestro país. Es
absurdo, en esta argentina de la simulación, pensar con buena fe,
cuando se observa que la buena fe está ausente detrás de cada medida
gubernamental o de los jueces adictos.
A mi criterio, Casanello ha demorado lo suficiente las
diligencias judiciales para darle el tiempo necesario a Lázaro y
su gente, para “limpiar” desde las cajas de seguridad hasta los
posibles lugares donde habría guardado el efectivo y los papeles
comprometedores, en esta vapuleada acción delictiva de lavado de
dinero. La “estrategia”, ante la catarata de pruebas insalvables
que lo imputan, es aparentar “normalidad” sabiendo que cuando “la
justicia K” llegue allí, se limitará a dejar asentado que en ese lugar, no pasa nada.
Por eso en una noche, abogados, escribanos y contadores de
Báez se esforzaron por cambiar los Directorios de las empresas y simular normalidad en sociedades que por años estuvieron a cargo de familiares, socios o amigos del poder. Todo parece ser una gran simulación para apurar los tiempos y cerrar las causas. Está
claro que un empresario sospechado de corrupción o investigado
por lavado de dinero, no puede formar parte de una licitación
millonaria como la de las represas sobre el río Santa Cruz.
Todo lleva a pensar que la urgencia de “limpiar” la imagen de
Báez, responde a otra gran necesidad del gobierno por hacer pie en
esta megaobra y para ello, seguramente, no dudará en seguir
alargando los tiempos de la licitación, si es que el amigo
constructor aún no tienen “en orden sus papeles ; y hacia eso vamos.
El problema de la presidenta, de Lázaro y de los jueces y fiscales corruptos, es que los rastros de tantos años son indelebles.
Y aún cuando la Fiscal se haga la desentendida mirando para otro
lado, el Juez se tome su tiempo para ordenar la investigación y los
abogados defensores del empresario se ufanen por tapar las
pruebas con el sutil maquillaje de la simulación, tantos años de impunidad y los miles de millones de pesos que pasaron por los túneles de la corrupción, han
dejado tantas huellas que hace imposible cualquier esfuerzo por
ocultarlo. No resistiría la mínima investigación seria y
concienzuda.
Creo que estamos asistiendo a una verdadera simulación de la
Justicia, todo detrás de una estrategia desesperada de
ocultamiento y aparente normalidad. Ahora, como nunca el
kirchnerismo depende del pueblo para sostener su impunidad, pues
sabe que si cae, las posibilidades de sobrevida, sin tener que
caminar los Tribunales, son escasas. Pero la necesidad de
“limpiar” rápidamente al empresario amigo tiene como supremo
objetivo, allanar el camino para que los capitales chinos de
Synohidro no se espanten y persistan en sostener el consorcio
que hará las represas Condor Cliff-La Barrancosa. Es que
nadie en el gobierno (y menos Julio de Vido) esperaba este escándalo,
justo en el momento en que la adjudicación de la megaobra es un
hecho y la empresa que lo usufructuará se encuentra envuelta en
sospechosas maniobras de lavado de dinero.
Solo la impunidad que hay en esta Argentina de doble moral, haría
posible que, a pesar de todo, el amigo de la familia presidencial
se favorezca con esta licitación, donde todo el proceso
licitatorio, para estar en sintonía con el contexto, suena a otra
gran simulación.
Fuente: Agencia OPI Santa Cruz
Autor: Rubén Lasagno