ENDEUDAMIENTO. Los muchachos de JP Morgan esperan en el banco a que Alfonso firme la entrega
Los supuestos negociadores argentinos ante Griesa no sólo se bajaron
los pantalones, sino que acometieron una serie de actos obscenos. Nadie
les había pedido tanto. Dicho de manera menos escatológica, aceptaron
todas las condiciones puestas por el extorsionador Singer, incluso
pagarle unos 250 palos verdes a sus abogados, lo que equivale a
ofrecerse a pagar la construcción dle patíbulo y hasta la soga de cáñamo
con la que se ahorcara, no a ellos, claro, sino a nosotros. Si el
equipo de Prat Gay llega a consumar esta proeza, será reemplazado por el
de los “yipi morgan”. Y es que su inutilidad es manifiesta: vean lo
destacado en rojo. El JP Morgan Chase es hoy el principal banco de los
Estados Unidos. El sometimiento de la Argentina al Imperio no podía ser
más claro. JS
JP al poder
El JP Morgan original, fallecido en 1913, tenía cara de canalla y debía serlo. Aqui amenazando con su bastón a un fotógrafo.
El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay,
fue ejecutivo de JP Morgan en Nueva York y Londres. El secretario de
Finanzas, Luis Caputo, trabajó en el JP Morgan en Buenos Aires y Nueva
York.
El director Ejecutivo y jefe para América Latina del JP Morgan,
Vladimir Werning, fue designado como secretario de Política Económica y
Planificación del Desarrollo. Uno de los directores del Banco Central
Demian Reidel comenzó su carrera en el sector financiero en el área de
investigación sobre mercados emergentes en JP Morgan. El mismo origen de
estos funcionarios motivó al titular de la asociación que reúne a la
banca extranjera en el país, Claudio Cesario, a definir al primer equipo
económico del gobierno de Macri como “el Barcelona”. Por los resultados
conseguidos hasta ahora en los partidos actividad económica, empleo,
inflación y mercado cambiario, es el Barcelona que perdió por goleada
global 7 a 0 con el Bayern Munich en la semifinal de la Champions League
2012/2013.
La primera tarea requerida al JP Morgan fue que determine el valor de
tres nuevos títulos Bonar con diferentes fechas de vencimiento (2022,
2025 y 2027), sin cotización en el mercado. Esos bonos nacieron del
Megacanje II. La definición de ese valor teórico fue clave para fijar el
monto de dólares que un grupo de bancos extranjeros (uno de ellos JP
Morgan, además del Santander, HSBC, Citi, BBVA Deutsche, UBS) entregó al
Banco Central para abultar las reservas. Fueron unos 5000 millones de
dólares a cambio de bonos por 10 mil millones de dólares en garantía de
ese pase financiero. JP Morgan cotizó los bonos a la mitad, y el BCRA
aceptó. Fue una transacción abusiva de la banca, además con un costo
financiero de 300 millones de dólares por la tasa de interés pactada,
facilitada por haber definido antes el también costoso Megacanje II.
Esos papeles surgieron de ese trueque de papeles entre el Tesoro y el
BCRA, operación que debe considerase como el disparo de largada para un
nuevo ciclo de endeudamiento gigantesco. El JP Morgan participará
también en la colocación de deuda para conseguir los dólares del pago en
efectivo a los fondos buitre.
Este aporte del equipo económico es razón suficiente para el elogio
de la banca extranjera, aunque las previsiones y resultados iniciales de
la gestión no sean para celebrar. Antes de asumir como ministro,
Prat-Gay publicitaba que la eliminación de las regulaciones cambiarias
no iba a provocar una escalada inflacionaria porque los precios estaban
fijados en un valor entre 13,50 y 14,50 pesos. No fue así. Prometió
transparencia en el manejo del Indec y estalló una nueva crisis de
credibilidad sobre cómo se elaborarán los indicadores con la designación
como director técnico del Instituto de Fernando Cerro, a quién él
denunció en la justicia por manipulación de los índices. Recibió una
economía con un déficit fiscal de 2,3 por ciento y con contabilidad
creativa y con propias medidas de desfinanciamiento del Estado
(eliminación de retenciones y reducción de impuestos) lo infló hasta el
7,0 por ciento, cifra que le sirve como excusa para el ajuste y el
endeudamiento. En una presentación que hizo ante la Corte de Apelaciones
de Manhattan como amicus curiae a favor de Argentina en el litigio con
los buitres, en 2013, había afirmado “¿qué tan justo sería que los
holdouts consigan un mejor acuerdo, así sea un centavo más que los que
entraron en el canje?”. Ahora presenta un pacto con los fondos buitre
que es la capitulación argentina, como lo describen en detalle los
principales medios financieros internacionales. No sólo se reconocerá el
capital, intereses y punitorios a los buitres, sino que Argentina se
comprometió a pagar los gastos de los abogados de Paul Singer por unos
250 millones de dólares.
Sin presentar un programa fiscal y financiero, Prat-Gay lanzó una
amenaza: si no se aprueba el acta de rendición a los buitres, el ajuste
fiscal será mayor y las provincias no serán asistidas por la Nación para
financiar obras o desequilibrios de las cuentas. No es así. Claudio
Scaletta lo explicó en varias oportunidades en sus editoriales en el
suplemento económico Cash, la convocatoria a participar de un
endeudamiento extraordinario de Prat-Gay no servirá para aliviar el
déficit fiscal. La deuda que se tomará es en dólares, no en pesos. El
déficit de las cuentas públicas es en pesos. Los dólares de la nueva
deuda permitirán atender el déficit de cuenta corriente, no el fiscal.
La Nación y las provincias pagan en pesos sus gastos, no en dólares.
Gobernadores y legisladores deben conocer esta diferencia conceptual y
práctica para eludir los mecanismos extorsivos que ha desplegado el
oficialismo para conseguir el respaldo a las condiciones de rendición a
los buitres.
Las divisas que ingresarán al Banco Central por la colocación de
deuda (de la Nación, provincias y empresas) tendrán como contrapartida
la emisión de pesos. Como la conducción de la entidad monetaria es
ortodoxa monetarista, y tiene como dogma que la emisión es la causa de
la inflación, diseñará una estrategia de absorción monetaria de esa
expansión provocada por el endeudamiento en dólares. Aumentará así la
deuda en pesos vía Lebac del Banco Central. El saldo será entonces un
doble endeudamiento: en dólares para pagar a los buitres y para cubrir
el desequilibrio del sector externo, y en pesos en el balance del BC
para limitar la expansión monetaria de esa nueva deuda. Un resultado
inquietante en relación al nivel de solvencia global de las cuentas
públicas.
Si se trata de financiar el desequilibrio autoinfligido por el
macrismo de las cuentas públicas y de asistir financieramente a las
provincias, el Banco Central contará con abultados recursos ociosos por
las ganancias en pesos que contabilizará por la megadevaluación. Pero el
fundamentalismo monetarista predomina con el JP en el poder, y bien
vale una recesión y alza de la desocupación en el altar de un dogma que
es un fiasco por sus resultados económicos y sociolaborales.
La estrategia de la extorsión no es una originalidad del macrismo. En
los noventa fue habitual con Domingo Cavallo en Economía y el FMI
auditando cada tres meses las cuentas de la economía. Las leyes de
privatización de empresas públicas, flexibilización laboral o de déficit
cero eran presentadas como la salvación o el caos. Ahora es firmar la
capitulación ante los buitres o un ajuste aún más fuerte. Quien ha
definido los términos de la extorsión política fue el juez Thomas
Griesa, quien para avalar el pacto con los buitres exigió a los
representantes del gobierno argentino la derogación de las leyes Cerrojo
y Pago Soberano y que se cancele los compromisos del juicio antes del
14 de abril. El equipo de Prat-Gay aceptó esas ofensivas condiciones.
Cuando se ingresa en ese
círculo vicioso de acceder a ese tipo de exigencias del dispositivo de
poder de las finanzas globales, e incluso festejarlas como hizo el
ministro en conferencia de prensa, se pierde el control sobre la gestión
de la política económica doméstica. Esta queda dominada por los
intereses de los financistas. En este nuevo ciclo
político, inicialmente puede no haber contradicciones porque está en
línea con la fórmula Macri al gobierno-JP al poder, pero en su
transcurso y con sus previsibles efectos negativos en la economía esa
sociedad puede empezar a padecer un deterioro en su legitimidad social y
política. En las últimas semanas se manifestó en el mercado cambiario.
Una conducción del Banco
Central que se presentó en sociedad como experta y profesional fue
puesta a prueba dejando al descubierto su inexperiencia y soberbia. Dejó
el control de una variable clave (el tipo de cambio) en manos del
mercado (complejo agroexportador y bancos) desatando una corrida
inesperada y muy intensa teniendo en cuenta que fue contra un gobierno
“amigable con el mercado”, en luna de miel con la mayoría de la
población, con protección mediática y alivio en el mundo de los negocios
por el regreso del neoliberalismo. Bajo esas extraordinarias
condiciones favorables el Banco Central perdió reservas por casi 2500
millones de dólares en un bimestre (el 50 por ciento del pase oneroso
con la banca extranjera) y la cotización del dólar superó los 16 pesos.
Los resultados poco favorables en materia de inflación y en las
variables financieras motivaron al gobierno a disfrazarlos con una
sobreactuación acerca de la herencia recibida. La gestión económica,
cambiaria y monetaria improvisada (por caso, el Banco Central subió
fuerte la tasa de interés, luego la bajó, para después volver a subirla,
bruscos movimientos en menos de tres meses) es un potente motor de
inestabilidad económica. La ortodoxia dura exige más ajuste fiscal,
opción que sólo acelerará el sendero de la crisis construida por el
macrismo. Esos fundamentalistas
del orden de las cuentas públicas están esperando que el grupo de ex JP
culmine el trabajo de capitulación con los fondos buitre para saltar del
banco de suplente y mandar a los vestuarios a este equipo económico,
que más que Barcelona se mostró como un rejunte de jugadores amateurs
que sólo saben de negocios financieros para rédito de sus anteriores
empleadores.