Los medios de comunicación como productores de sentido
Alberto Buela (*)Hay dos clases de ignorancia, enseña Sócrates al bello Alcibíades: una consiste en creer saber lo que no se sabe y otra, en no saber algo y darse cuenta de ello. Esta última es la nos permite avanzar en el conocimiento de uno mismo y de las cosas y la primera nos transforma en necios.El no saber y creer que se sabe es lo que produce el error y la equivocación, mientras que el no saber algo y darse cuenta lo evita pues preguntamos al que sabe.La hegemonía que ejercen sobre nuestras conciencias los mensajes mass mediáticos nos han transformado en necios, pues a diario, veinticuatro horas sobre veinticuatro, nos convencen de cómo se piensa, qué se piensa, dónde se piensa, quiénes piensan y para qué se piensa.
Hoy el hombre cree saber lo que no sabe e
ignora lo que debe saber. Así, cree saber que fueron seis millones los muertos en
los campos de concentración, cuando esa cantidad de hebreos no había en toda
Europa e ignora el holodomor ucraniano del 33 al 35 que dejó diez millones de
muertos. Claro está, ningún mass media nacional
e internacional lo afirma. Los presstitutes
al tener el opresor internalizado no hablan de eso.
Es que existe un discurso mediático en donde
los buenos son los negros, los gays, los judíos, los indios, las mujeres
delgadas, el relativismo de los valores y los malos todos los otros. Hoy el
ranking de los malos los encabezan los fundamentalistas islámicos, luego los
narcotraficantes colombianos y mejicanos, después los patriotas que defienden
su identidad cultural ante la homogeneización mundial, y más atrás los
heterosexuales, los cazadores de ciervos, los fumadores, las mujeres gordas y
los católicos de sólidas convicciones. El Papa es aceptado, en tanto y cuanto,
sostenga dentro de su devaneo ideológico tesis no católicas (la anulación del
celibato, la ordenación de mujeres, la eutanasia selectiva, la admiración por
los gays, la inseminación de las mujeres solteras, que todas las religiones
recen al mismo Dios, la construcción de una ética mundial y cosas por el
estilo). Pero cuando afirma que “el
aborto es un mal absoluto”, eso no sale publicado.
La producción de sentido de los mass media radica en la selección e
interpretación de las noticias que realizan a diario. Nunca la inauguración de
un puente o un hospital en Bolivia, pero siempre la insulsa primaria de las
elecciones en USA. Siempre un cura pedófilo, pero nunca un rabino.
El círculo mediático de producción de sentido
funciona así: se lanza una idea, por ejemplo en estos últimos años, se condena
al asesinato de las mujeres (femicidio), que luego es recogida por el discurso
de los políticos como un topos insoslayable, posteriormente se crean Ongs y
organismos del Estado reivindicando ese objetivo, que terminan recaudando
dinero público y privado, parte del cual será invertido como propaganda en los
propios medios.
¿Quiénes son los instrumentos de este círculo
mediático?: los periodistas, esos analfabetos locuaces, que no paran de hablar
de lo que no saben. Hoy los periodistas, sobre todo los locutores radiales y
televisivos son los verdaderos filósofos de este tiempo. Los que tienen
respuesta para todo y para todos. Eso sí, siempre la respuesta es una respuesta
única, la producida de antemano por los mass
media que los emplean. Los analfabetos locuaces como los futbolistas son
los nuevos esclavos, así unos venden su alma (conciencia) y otros su cuerpo (su
primera juventud).
De modo tal que hoy y desde hace más de medio
siglo, el discurso político es el producido por los medios de comunicación y no
por aquellos que dicen gobernarnos. Se ha producido una subordinación del
discurso político al discurso mediático, de los políticos a los periodistas y
de estos, verdaderos presstitutes, a los medios donde trabajan.
En Argentina existe un ejemplo emblemático que
es el del diario Clarín. Este medio nació allá por el año 1945, como nos
enseñara nuestro maestro, el tucumano José Luis Torres (1901-1965)[1]en su denuncia del
negociado de las tierras pública del Palomar realizado por Roberto Noble, entre
otros, que compraron a 10 centavos y vendieron a 100 pesos el metro. Con ese
dinero más el apoyo de la masonería y del partido socialista liberal independiente
fundó el diario. Su norma fue “liberal en economía y de izquierda en cultura”.
A mediados de los años 50 recibe el espaldarazo de Rogelio Frigerio, un ex
miembro del partido comunista, que se transforma en el Deus ex machina del futuro
presidente Arturo Frondizi, también antiguo PC, con lo cual el diario Clarín
comienza una carrera ininterrumpida de negocios con el Estado argentino, que
llega hasta el primer período de gobierno de Kirchner. Éste rompe con el diario
cuando no acepta su demanda de cederle el 15% de su propiedad. [2] Kirchner murió, su mujer
pasó al desván de la historia o de la histeria y Clarín está hoy vivito y
coleando con el nuevo gobierno de Macri que cumple al dedillo con su ideario,
ser liberal en economía y progresista en cultura.
Este ejemplo vale, urbi et orbi, para todos los grandes medios de comunicación, que puestos
en funcionamiento por un aporte importante de capitales, sumandos a la
construcción de un discurso único, utilizando el mismo tipo de agentes y
mecanismos, para la instalación en el poder político de agentes que sean
obedientes a sus demandas o propuestas, terminan formando un poder hegemónico,
prácticamente, incontrastable.
Hoy es imposible hacer política sin el apoyo
de los medios y menos aún en contra de ellos. Inmediatamente se es marginado a
través de la compaña del silencio no publicando nada sobre uno. En el supuesto
caso que el agente político, cultural o social lograra trascender es de inmediato demonizado
a través de la reductio ad hitlerum u
otras falacias ad hominem.
En definitiva, lo que ha logrado este poder
mediático hegemónico es que el hombre deje de pensar con cabeza propia a través
la introducción en su conciencia de prejuicios y preconceptos que lo logran extrañar
de sí mismo, de su historia y de su ethos
nacional.
[1] Cfr. Algunas maneras de vender la patria (Buenos
Aires, varias ediciones y editoriales). La última Ed. Docencia, Bs.As. 2013
[2]
Néstor Kirchner inauguró en Argentina la corrupción estructural que vino a
reemplazar a la vieja corrupción por cobro de comisiones indebidas (cohecho o
coimas), pues en lugar de limitarse a cobrar comisiones buscó y logró
participaciones en las empresas beneficiadas por su influencia al momento de
hacer un negociado.