6-D ¿ARGENTINA, CAMINO A QUE NOS TRANSFORMEN EN SIRIA?.
Una es la del optimismo, en virtud del cual, de la conjunción de
cacerolazos y de paros saldría poco menos que la solución nacional. No
esperamos nada de la masa, voluble y díscola por naturaleza y movilizada
antes por razones subalternas que sustanciales. Tampoco esperamos nada
del proverbial “día después” de estos actos, sea que su llegada se
conciba en términos literalmente cronológicos o electorales.
Mientras perviva el Régimen, aguardar algo virtuoso que de él emane, es utopía o demencia.
Pero una segunda actitud debe ser también mirada con reserva. Es la
de quienes evalúan este variopinto suceso sociológico como un simple
estertor del bolsillo colectivo, o una mera jugada de opositores que no
son tales, o la extraña movida entre sombras de alguna embajada
extranjera. Más allá de que la presencia de tales factores nunca debe
descartarse, y más allá incluso de la funcionalidad al sistema que tales
manifestaciones puedan tener mientras conserven el actual tono
políticamente correcto, aquí hay otra cosa. Algo más.
Parece acertar, sin proponérselo, el gobierno, cuando fingiendo una
indiferencia que no es cierta y mintiendo una subestimación ficticia,
les reclama a los protestones que se consigan un partido político y se
sumen a la próxima tómbola sufragista. Es decir, les pide extrema,
completa y prolija funcionalidad regiminosa.
Pero es entonces cuando vamos llegando al núcleo de una crisis que
tiene, por lo menos, una década de tosca explicitación callejera. La
sociedad intuye la ventaja del que se vayan todos, desconfiando de sus
representantes pasados, presentes y potenciales; y antes que confiar en
partidos vetustos o novatos o en dirigentes fatalmente corruptos,
preferiría hacerlo en su propia aunque imperfecta capacidad para
levantar el dedo acusador.
Es la representatividad partidocrática la que ha perdido legitimidad y
garantía; y lo sepan o no los movilizados (no; no lo saben, y si lo
supieran no se atreverían a decirlo), es la democracia la causa
eficiente de sus desdichas.
Pedirles que se consigan un partidito o un conductor potable, es
asegurarse de que nada se saldrá del cauce previsto, de que a nadie se
le ocurrirá pensar en otra variante. Y lamentablemente, unos y otros
—gobierno infame y sociedad convulsa— no están dispuestos a ver más allá
de sus narices.
¿De qué han servido estas movilizaciones multitudinarias?
De fondo y con miras mediatas, creemos sinceramente que de nada.
Pero en lo inmediato y en la superficie algo se dejó ver que no debería desaprovecharse.
Por lo pronto, que el sueño monstruoso de una Wilhelm Eterna es tan
frágil como la salud mental y moral de la destinataria del anhelo. La
única eternidad de la que posiblemente vayan a hacerse acreedores estos
crápulas, es la del infierno.
Que la tiranía de la mujerzuela mafiosa y de sus rufianes acabe en el
descrédito y en el repudio generalizado, es un final más edificante que
el que ellos conciben para sí mismos: ingresar a la historia cual una
nueva raza inmortal de hiperbóreos.
Que les llegue la vindicta del endiosado pueblo, oyendo del mismo que
sus tumultuosos miembros hacen rimas obscenas con sus nombres y sus
actos, forma parte de esa justicia inmanente que desborda el Palacio de
los Tribunales.
Que a él y a ella no les deseen un destino peraltado sino el rugiente
retorno a la madre que los parió, es expresión de esa inviolabilidad
del Orden Natural que vuelve por sus fueros.
Que la usura internacional, a la que han servido desde sus jóvenes
años de buitres cipayos afincados en la Patagonia, les cobre ahora la
lonja de carne, es un desenlace ominoso que quedará inscripto en la
crónica de sus jornadas viles.
Que la evidencia del daño inmenso causado sea tan palpable como la
inmundicia personal de los Kirchner, salva al menos los penates del
sentido común, lo que ya es algo. Después —como siempre y como en todo—
Dios proveerá.
En medio del burgués gentío del 8-N, divisamos una pancarta
solitaria, bajo la cual no se cobijaba sino una pequeña aunque
convencida grey.
Todo un símbolo. Y rezaba esa pancarta: Cristo Jesús, en ti la patria
espera. Hacemos nuestra esta plegaria. Porque no concebimos otro modo
de dedicarnos a la política que empezar por la impetración a Nuestro
Señor, mientras con el mazo damos y damos sin pedir tregua alguna.
AC
NO NOS OLVIDEMOS DE LA BASE BRITANICA EN MALVINAS Y EL CONNIVENTE CHILE.
TAMPOCO DEJEMOS DE LADO EL DESARME DE NUSTRAS ARMADAS, FIRMADO ENTRE EL INMUNDO CIPAYO MENHEM CON INGLATERRA.
LA VERDAD SOBRE SIRIA Y SU DRAMATICO FINAL.
ARGENTINA = SIRIA