LA OPINIÓN HIPER FAVORABLE DEL OBISPO DE ROMA SOBRE EL DELINCUENTE ANTICRISTIANO MUJICA
MÁS DATOS SOBRE EL QUE BERGOGLIO CONSIDERA UN “HOMBRE SABIO”
José Mujica:
de ladrón a Presidente…!
Corría
el año 1964 y la República Oriental del Uruguay era un pacífico país
gobernado por el democrático Consejo Nacional de Gobierno. Aún faltaban 9
largos años y varios gobiernos democráticos antes de instaurarse la
dictadura militar del año 1973.
José
Mujica Cordano alias “El Pepe”, un ex rapiñero urbanita (no se le
conoce profesión u oficio legal), vistiendo su estudiado disfraz de
humilde trabajador rural. Al momento de esta foto, llevaba ya varias
décadas mamando de la teta del Estado, con salarios de privilegio,
despacho de lujo, en un acogedor ambiente rodeado de profesionales de
traje y corbata, secretaria privada, muebles caros de madera noble,
moqueta gruesa, aire acondicionado y obras de arte de primer nivel.
Si
bien esa democrática paz ya estaba siendo distorsionada desde hacía un
año por esporádicos atracos progresistas, como los cometidos contra el
Tiro Suizo y el Banco de Cobranzas, por los delincuentes Julio Marenales
y Jorge Manera, dirigidos por el cabecilla Sendic (Partido Socialista),
la otra organización criminal, MLN Tupamaros, aún no había sido
formalmente creada. Estos datos cronológicamente exactos, desmienten la
falaz “historia” que muchos de los jóvenes Orientales aceptan, inducidos
mediante engaño a creer que los marxistas se levantaron en armas contra
un gobierno dictatorial, luchando por la libertad, cuando realmente
hicieron todo lo contrario… lucharon contra la democracia, intentando
imponer una dictadura.
Fue
en este contexto histórico, que el periódico El Diario, el de mayor
tiraje por aquel entonces, el 2 de Julio de 1964 publicó en sus páginas
una crónica sobre un intento de rapiña ocurrido en Montevideo:
“Un viejo delincuente que
hace tiempo manteníase inactivo, intentó asaltar en compañía de un
feriante a un cobrador de Sudamtex, cuando llegaba con dinero para el
pago de obreros. Los sujetos utilizaron una motocicleta a efectos de
poder huir rápidamente del lugar, en Lavalleja y Acevedo Díaz. Sus
movimientos fueron percibidos por personal de la firma que dio aviso a
autoridades de la Seccional 7ª y se frustró el golpe, deteniendo los
policías a uno de los atracadores, JOSÉ ALBERTO MUJICA CORDANO, oriental, casado, de 29 años. Se encuentra prófugo quien planeó el golpe, Rúben Anchetta”.
Nótese que en el año 1964, el actual Presidente de Uruguay, ya era considerado “un viejo delincuente“,
prueba además de que antes de convertirse en un criminal “idealista”
con sus cómplices Tupamaros, ya era un experimentado delincuente común,
igual que los que actualmente asolan a la población honesta del Uruguay.
Nótese además, que este “defensor de los trabajadores”, fue detenido
con las manos en la masa intentando apropiarse por la fuerza de los
salarios de unos obreros. A Don Mujica parecía importarle poco que su
parasitario modo de vida, dejara por varios días a muchas humildes
familias proletarias sin siquiera un mendrugo de pan en la mesa (hasta
que la empresa pudiera reunir nuevamente el dinero que el simpático
“Pepe” pretendía rapiñar).
Este
asunto hace surgir una duda que tal vez un ideólogo marxista sea capaz
de aclarar (los invito a dejar sus comentarios explicativos). Entre los
participantes de la crónica, surge claramente que por un lado Sudamtex
es parte de la burguesía y sus obreros son parte del proletariado, pero,
¿a qué clase social pertenece el rapiñero Mujica? Y además, de haber
tenido éxito la rapiña, ¿no se habría quedado Mujica con la plusvalía?
Actualmente
el pueblo uruguayo se encuentra asolado por una cada vez más numerosa y
violenta delincuencia, y daría la impresión que el gobierno de Don
Mujica no toma ninguna medida tendiente a reprimirla y revertir esa
dramática situación. Si bien aún no podemos definir con precisión a esa
tercera clase social a la que necesariamente pertenecen los delincuentes
de ayer y los de hoy, sin duda podemos adelantarnos a los sociólogos y
afirmar que parece existir entre ellos una clara solidaridad
intergeneracional.
“PASCASIO BAEZ:
EL TRABAJADOR RURAL”
El Presidente de la República Oriental del Uruguay se trasladó a Caraguatá, para celebrar y homenajear a los “trabajadores rurales” en su día.
El
jefe de estado uruguayo -como siempre- habló, habló y continuó
hablando. Fiel a su estilo chavista, entre asado y vino, sin saber
mayormente de lo que hablaba.
Durante
ocho horas, defendió a los peones rurales, sus necesidades de
alimentación, su descanso, etcétera. En definitiva, defendió lo que
todos defendemos, esto es, la calidad de vida que merece cualquier ser
humano.
En su maratonica retórica, José Mujica se arrogó ser el primer presidente en la historia del Uruguay que asistía a celebrar el día del trabajador rural, pero olvidó que ese día -el de los trabajadores del campo- debió haber recordado al “Mandela” de los peones rurales.
El presidente obvió mencionar a Pascasio Báez, y pedir perdón por su asesinato.
Lo correcto hubiera sido que recordara que él también es el primer jefe de estado que ha sido cómplice, desde su propio pasado, del homicidio de un humilde “peón rural”.
Antes
de que otros intenten poner arriba de los libros falsas historias -como
se han ocupado de hacerlo hasta el día de la fecha, mostrándose como
supuestas “almas buenas”-, es menester recordar a Báez.
Pascasio
Báez era -como ya se dijo- un peón rural. Tenía 46 años, era casado y
tenía hijos, y siempre había residido en el campo, preferentemente por
la zona de Pan de Azúcar. Votaba a los Blancos, pero jamás había
militado en política. Se ganaba la vida con changas: éstas arribaban en
la forma de trabajos en la construcción, confeccionando alambrados, o lo
que ‘saliera’.
Ese
día en particular, había salido a buscar el caballo perdido de un
vecino. Esto sucedió a fines de diciembre del año 1971. Existía
democracia; había parlamento… pero también habían Tupamaros.
En su búsqueda, Báez llegó hasta la cabaña “Espartaco”, localizada en la Ruta 9, a unos diez kilómetros de Pan de Azúcar; se topó con un hombre que salía de una tatucera. Aquella era la “Caraguatá”, quizás la más importante del MLN, a los efectos de extender su radio de operaciones hacia el interior del país.
Pascasio Báez fue detenido, y su destino final comenzó a jugarse.
Esas instalaciones valían mucho para los guerrilleros Tupas, y las alternativas que se manejaron fueron tres: detenerlo indefinidamente, llevarlo al exterior, o ejecutarlo.
La decisión fue darle muerte.
A
fines del ’71, la dirección del MLN estaba integrada por Mauricio
Rosencof, Henry Engler, Wasem Alaniz, Donato Marrero y Píriz Budes.
El ejecutor, Ismael Bassini, fue quien le dio la inyección letal de pentotal a Báez.
Dejarlo suelto los hubiera forzado a abandonar la tatucera y perder su costo; abandonar Espartaco y todo lo hecho allí. Se arriesgaban la suerte y el destino de muchos “compañeros”.
Así
encontró la muerte Pascasio Báez. Asesinado -con premeditación y
alevosía- bajo el justo manto del eufemismo “ejecutado”, por el grave
delito de toparse con un señor terrorista que salía de una tatucera en medio del campo… para mayor gloria de los santos Tupamaros.
Porque el valor de una tatucera era superior a la vida de un humilde peón rural.
Visto
el olvido del Presidente Mujica y su entorno, sería oportuno que la
oposición recordara y rinda homenaje a Pascasio Baez en el Parlamento, y
proponga que el dia del “Trabajador Rural” sea denominado, desde hoy, “Pascasio Báez”.
Quizás,
este accionar de la oposición política sirva al noble objetivo de
refrescar la memoria y la consciencia del Presidente José Mujica…