La muerte indigna del kirchnerismo
Por Nicolás Márquez
Tras el revés electoral que sufrió el régimen kirchnerista el 11 de
agosto pasado, si el gobierno tuviese una mínima cuota de amor propio,
entereza y orgullo, no vacilaría en reafirmar sus convicciones (supuesto
que las tengan), ni tampoco en sostener su pretendida revolución
nacional y popular manteniendo los mismos valores y las mismas banderas
que dicen venir empuñando desde hace una década, independientemente de
las resultas del ocasional marketing electoral.
Sin embargo, temerosos de la confirmación y/o profundización de la
derrota en las elecciones de octubre y del triste desenlace de su
proyecto político (con el fantasma de la cárcel a cuestas), en las
últimas horas los kirchneristas pegaron un inocuo giro copernicano
reconociendo tardíamente que existe inseguridad, que la inflación no es
la del INDEC, que hay una galopante crisis energética y encima
modificaron el impuesto a las ganancias durante un corto plazo meramente
electoralista.
Como si estas traiciones al discurso de ellos mismos fueran
insuficientes, el Frente para la Victoria escogió como candidato en las
tierras bonaerenses a un tal Martín Insaurralde, vagamente conocido no
por su militancia revolucionaria ni por su desaliñado perfil estético de
tinte “seisieteochezco”, sino por lucir higienizado, hablar pausado,
mostrarse amable y ser un habitual frecuentador de vistosas bataclanas
de farándula. Seguidamente, a los efectos de popularizarlo un poco más,
la Presidente se llevó al galán bonaerense a entrevistarse y
fotografiarse con el “ex genocida” Papa Francisco, en gesto de notoria
hipocresía que obró de antesala para que luego el Alcalde de Lomas de
Zamora asistiera a mendigar votos nada menos que al canal TN, del
demonizado Grupo Clarín.
Lo cierto es que esta repentina amabilidad preelectoral y las muchas
incongruencias que viene protagonizando el kirchnerismo en las últimas
horas, no han hecho más que confirmar que al oficialismo nada lo ata a
valores objetivos, sino que su angurria por la conservación del poder
los ha llevado cultivar la discordancia ideológica a extremos tan
audaces, que si las encuestas así lo indicaran hasta serían capaces de
permutar su relato setentista maldiciendo a los montoneros y abrazándose
con Alfredo Astiz, si es que tal meneo les permitiera conseguir algún
votito extra en las contiendas que se avecinan.
A pesar de estas zigzagueantes maniobras de último momento, todos los
sondeos y estudios estadísticos confirman que la muerte del kirchnerismo
de cara a octubre sería terminal e irreversible, por más retrasada
cordialidad que sus personeros pretendan ofrecer en el minuto 90´ del
segundo tiempo (futbolísticamente hablando).
El kirchnerismo (o lo que queda de él), nunca ha tenido magnanimidad en
sus años de exitismo electoral ni tampoco han sabido vivir con altura su
hegemonía. Ahora, cuando la suerte les es hostil y se les acortan las
perspectivas de vida, Cristina y sus lacayos, fieles a su esencia
modificaron todos sus paradigmas de un martes a un jueves especulando
con conseguir de esta manera alguna cuota de supervivencia política.
Vale decir, el kirchnerismo llega al ocaso de sus vidas demostrando que
no sólo no tienen entereza para soportar la adversidad con las botas
puestas sino que además no cuentan siquiera con dignidad para morir.
¿Dónde quedó la supuesta épica camporista tan divulgada en los
insufribles entretiempos de las transmisiones de Fútbol para Todos?
Pero como nadie muere hasta que no está definitivamente muerto y como el
kirchnerismo es una enfermedad que sólo se cura con la muerte, resulta
indispensable que las cosas no queden libradas al azar y que en octubre
la tripulación que detenta el poder del Estado sea colocada en su justo
sitio, porque tal como dijo cierta vez ese notable artista francés del
Siglo XX Francois Desnoyer “Hay muertos a los que conviene matar”, por
lo tanto, al proyecto político kirchnerista no debe dársele siquiera la
posibilidad de una muerte digna, dado que, como vimos, tampoco han hecho
el menor mérito para merecerla.
(*) Twitter: @nickymarquez1
…………………………………………………………………………………………………….
El nuevo libro del autor se titula “CUANDO EL RELATO ES UNA FARSA, la
respuesta a la mentira kirchnerista”, en coautoría con Agustín Laje.
Prólogo de Carlos Alberto Montaner. Prontamente estará a disposición del
lector. Reservá ya mismo tu ejemplar a precio promocional clickeando
aquí.
…………………………………………………………………………………………………….