Susurros al oído en la noche de CRECES
Hace poco comenzábamos un post en los siguientes términos:
Años atrás (2006), durante la reunión anual de CRECES (Comunión Renovada de Católicos y Evangélicos en el Espíritu Santo), el cardenal Bergoglio se puso de rodillas para recibir la "imposición de manos de los protestantes".
Allí se generó una fotografía que luego diera la
vuelta al mundo, y que muestra al Arzobispo de Buenos Aires arrodillado
mientras los protestantes le imponen las manos.
Quien desee leer algo al respecto de estas reuniones CRECES, pueden ver un informe AQUÍ
Lo que no sabíamos es que en ese encuentro de 2006, fue tomada otra fotografía, la que ilustra este post, que ha publicado CATAPULTA, y que presentamos aquí por no poder resistir la tentación de mostrarla.
¿Qué habrá llevado a nuestro ex cardenal, a necesitar del consuelo y del
afecto que parece estar recibiendo en la imagen del joven protestante
Juan Francisco Taborda, que vendría con el tiempo a ser su tocayo?
Tratemos de entrever algo en la nota publicada por Vatican Insider:
La ternura de Francisco
Begoglio, con la cabeza inclinada en el hombro de un joven que le
susurraba palabras al oído, como si quisiera consolarlo. La singular
escena fue captada el 29 de junio de 2006 por el fotógrafo argentino
Enrique Cangas, de 41 años y profesor en una escuela de Avellaneda, a
pocos kilómetros del centro de Buenos Aires.
Estaban en el Luna Park de Buenos Aires, en la avenida Madero (número
420), en pleno centro, una estructura que alberga manifestaciones
públicas, conciertos y grandes eventos deportivos; hace poco la anciana
propietaria, Ernestina de Lectoure, la donó a la Cáritas de Buenos Aires
y a los salesianos.
Las personas que aparecen en la foto rodeando a Bergoglio y a su
aparente confidente dirigen la mirada hacia adelante, mientras escuchan a
alguien que está hablando ante el público. Si pudiéramos ver el resto
de la escena, descubriríamos algunas pancartas que revelan la naturaleza
del encuentro. Se trataba de una reunión ecuménica entre evangélicos y
cristianos, uno de las muchas en las que Bergoglio como cardenal
participó durante sus años como obispo, arzobispo y cardenal. La foto
retrata la reunión ecuménica en la que se reunieron 7 mil personas bajo
el lema: «que sean una sola cosa».
La foto forma parte de una serie de 25 imágenes en las que aparece el
actual Papa entre 2003 y 2012; estas imágenes conformaron la exposición
que se pudo visitar en el Monasterio Santa Catalina de Buenos Aires a
principios de julio de 2013. Bajo la foto en cuestión, el autor puso la
siguiente didascalia: «La ternura... denota fortaleza de ánimo y capacidad de compasión».
Pero aún hay más. Porque tras la imagen hay una historia muy original. Trataremos de reconstruir sus detalles principales.
El chico que está con Bergoglio se llama Juan Francisco Taborda. Tiene
22 años y en ese entonces tenía sólo 16. Nació en la localidad de San
Fernando, en la provincia de Buenos Aires, y vivía con el padre jubilado
y su madre en el barrio Los Polvorines, en el municipio de Malvinas
Argentinas, a poco menos de una hora del centro de Buenos Aires.
Es un adventista del séptimo día y había ido al encuentro en el Luna Park porque dos amigas evangélicas lo habían invitado.
Al acabar la escuela secundaria, obtuvo una beca, misma que, al
principio, había pensado usar para estudiar teología en la Universidad
adventista de la provincia de Entre Ríos. Quería convertirse en pastor.
Después cambió idea y se inscribió en la Universidad pública de Buenos
Aires, en donde estudia historia. Para mantenerse, trabaja como portero
suplente en un edificio situado en la calle Republica Árabe de Buenos
Aires.
Juan Francisco Taborda no sabía a quién había abrazado en el Luna Park
aquel día de San Pedro y San Pablo. Lo descubrió el miércoles 13 de
marzo de 2013, día de la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor
de Pedro.
Pero esta historia no termina nunca de sorprender. Entre el día en el
que Bergoglio reclinó la cabeza en el hombro del joven y cuando lo
reconoció, Juan Francisco Taborda se volvió a encontrad dos veces con
Bergoglio.
La primera vez fue en 2008, cuando trabajaba en el edificio Torres del Botánico, en avenida Las Heras.
«Había apenas empezado el turno, a las 21, y cinco minutos después me llamó mi hermana para decirme cómo le había ido en una operación a un primo que quiero mucho. Estaba muy triste, procupado por las noticias que había recibido. Veo entrar a un sacerdote que va hacia el elevador. Él también me ve, me nota turbado, vuelve y empezamos a hablar. Se quedó largo rato para darme ánimos.No lo reconocí, no vi en él al sacerdote que había abrazado en el Luna Park. Me dijo que habría rezado por mí, por mi primo, me pidió el número de teléfono. Me transmitió una paz enorme, es lo que más recuerdo. La paz y la energía que dicen sentir los adventistas cuando rezan todos juntos yo la sentí en aquel momento. Una semana después, para mi sorpresa, me llamó de verdad, se acordaba de mi nombre, me preguntó cómo estaba mi primo».
Hubo un segundo encuentro entre ambos, un año después, en el mes de abril de 2009, en la catedral metropolitana de Buenos Aires.
Juan Francisco tenía que hacer una investigación para la facultad sobre
el sincretismo religioso. Había ido a la catedral para contar las
estatuas de los santos y las imágenes religiosas que había. En cierto
momento, se le acercó de nuevo aquel sacerdote. Se acordaba de él y de
su primo, de quien le pidió noticias; después, cuando le explicó por qué
estaba allí, le hizo un “tour” por la catedral y le dio toda la
información que necesitaba.
Juan Francisco Taborda estaba pendiente de la elección de Bergoglio,
como todos los argentinos. Y celebró con sus compatriotas en la catedral
el 13 de marzo por la noche.
Cuatro días después, una persona publicó la foto de Enrique Cangas en su página de Facebook. «Cuando vi la fotografía me quedé sin aliento», dijo todavía incrédulo.
Y reveló lo que le estaba susurrando al oído: «No quería rezar él, me
pidió que lo hiciera yo, y pronuncié una invocación al Señor para que
nos acompañe y nos muestre el camino...».
Hasta aquí la nota de Vatican que nos ha descubierto el tenor de los susurros de aquella noche de 2006.
El joven Taborda debió saber que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la
Vida, por lo cual creemos que su oración pedía le sea mostrado en
camino de la unidad, es decir, del regreso a casa.
Por sí no se lo hubiera indicado el Cardenal Bergoglio, se lo dejamos
aquí, pues fue perfectamente establecido y marcado por Pío XI en la
Enciclica Mortalium Animos (17,18):
Vuelvan, pues, al Padre común, que olvidando las injurias inferidas ya a la Sede Apostólica, los recibirá amantísimamente...Vuelvan, pues, a la Sede Apostó1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella.Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división.
Por último, les dejamos algunos videos de CRECES 2006, oportunidad en que se tomó la foto al tierno Arzobispo de Buenos Aires.
UN PREDICADOR DE LA CASA PONTIFICIA
UN PROTESTANTE "APRIETA" A CANTALAMESA