El
discurso de la ex presidente, Cristina Kirchner, enfatizó lo que se
vendrá si llega al poder. Esta vez no se expresó, sobre el fin de la
República, como en otros, sino sobre cuál va a ser su política
económica, si gana las elecciones.
Su idea no es novedosa, pero sí
apreciada, sobre todo, desde el primer gobierno de Perón, donde el
empresario Dr. José Ber Gelbard ya se relacionaba con él, como hombre
que defendía las ideas y programas que fascinan hoy a Cristina Kirchner y
su entorno, también, por qué no decirlo, a otros sectores de la
oposición política, industrial, sindical, como, así también, a los
hombres de la Iglesia. De origen comunista fue ministro de economía
durante las presidencias de Héctor Cámóra , Raúl Lastiri, y luego la
tercera de Perón .
El modelo elegido desde 1946 fue la creación de
un sólido mercado interno, basado en una poderosa estructura sindical
bajo el ideario keynesiano de la doctrina social de la Iglesia, con
altas tasas de empleo, elevada participación en la distribución del
ingreso y defensa, de la soberanía nacional. Pretendieron eliminar las
causas que tienden a la concentración de la riqueza yendo contra la gran
empresa y el capital internacional, con un Estado productor de bienes y
servicios y gran participación en la vida económica.
No querían
dejar nada por controlar, inversiones extranjeras, cambios,
exportaciones y depósitos bancarios, los cuales se nacionalizaron para
dirigir como quisieran el crédito .Hubo un Plan Trienal planeado antes
de morir Perón, para cubrir de 1973 a 1977. Contó con la aceptación de
Perón antes de morir, fueron consultados todos los sectores económicos
para diseñarlo. Los planes quinquenales fueron su inspiración. Por obra y
gracia de José López Rega es reemplazado el Dr. Gelbard por el Dr.
Gómez Morales pero nada cambió en Argentina, se continuó con ésta
política salvo en breves períodos, en parte del gobierno del Dr.
Frondizi y en los gobiernos del Dr. Menem.
Cristina quiere volver a
ese pasado que buena parte de los argentinos repudia por sus reiterados
fracasos. Pero tiene su lógica, al fin y al cabo: sabemos que la
posibilidad de un gobierno kirchnerista inspira terror en el exterior,
la figura intolerante de Cristina, sus críticas al sistema capitalista,
la posibilidad de que no cumpla contratos ni deudas,su amistad estrecha
con dictadores, hacen temer, con razón, una situación similar a la de
Venezuela. No es necesario describirla.
Cristina sabe que no podrá
contar fácilmente con crédito y ayuda internacional de ningún tipo. El
mundo democrático le desconfía. Aunque lo deseara, no podrá recurrir a
sus favores, debe encerrarse y encerrarnos como el caracol. Tendrá que
esquilmar a los grandes empresarios, para tener controlada la calle, con
subsidios y dádivas. Aumentará retenciones al sector más productivo, el
campo, y presionará a las empresas, como dijo en su discurso, que no
compartan con los necesitados. De eso se trata la “justicia social”.
No
funcionarán bien las cosas y por ello además del control de la economía
deberá controlar las Instituciones que la han agredido, mostrándola
como la jefa de una mafia organizada desde el Gobierno y, por último, a
la sociedad toda, para convertir a sus miembros en esclavos
aplaudidores. Ya sufrimos el inicio cuando enviaban inspectores,
vigilaban y amenazaban con los revólveres sobre la mesa. ¿Quién no
recuerda el patoterismo de Guillermo Moreno y otros funcionarios que
rompían diarios frente a las cámaras de televisión?
Seguirá con la
enseñanza en las escuelas y Universidades. sobre las bondades del
modelo y contra los “ imperialismos democráticos” sobre todo el de EEUU.
Se ligará a Cuba, Irán, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Rusia.
Aquí también hay muchos recursos para regalar.
No es equivocado decir que el Kirchnerismo en el Gobierno irá hacia una dictadura. No tiene remedio.
Compraremos,
obligados, lo nuestro porque se reactivará al sector nacional, sin
reparar en que la idea de incentivar con subsidios a empresas elegidas
por el Estado lleva a debilitarlas y atrasarlas. Si bien pueden obtener
más ganancias, debido al proteccionismo estatal, también deberán pagar,
por insumos, precios mucho mayores. Ninguna empresa puede estar
preparada para competir en el exterior cuando debe desplegarse con
amparo del Estado, al margen de la competencia. Las industrias, para
desarrollarse, no necesitan de subsidios sino de que se le remuevan los
obstáculos que pesan sobre la producción, la productividad, y por lo
tanto sobre la gente, que debe comprar peores bienes y servicios a
precios más elevados.
Los planes dirigistas que intentan el manejo
de la economía sin atacar la causa, que no es otra que el sistema
económico incorrecto, también, como hemos visto recientemente, obligan a
corromper a los empresarios, quienes deben participar a los
funcionarios para ser parte de los beneficiados.
El
sistema que pretende implantar Cristina mediante un pacto social
general, además de erróneo es quimérico, porque por las razones arriba
expuestas, no tendrá financiamiento exterior y si recurren a la emisión
monetaria caerán, sin remedio, en la hiperinflación.
Como le
reclamamos al presidente Macri, el país necesita de reformas
fundamentales. No hay plan que pueda ser exitoso si como el del Dr
Gelbard, mantiene inmune, la concepción dirigista . No sirvieron ni
sirven medidas como, precios máximos, concertados o administrados, ni
reducción de las tarifas y precios oficiales que no permiten a las
empresas financiarse como deben.
Ya sabemos por tantas veces
repetido, que planes con medidas como las citadas, terminan en un
necesario sinceramiento de la economía y un violento ajuste, como
ocurrió con el Rodrigazo. ¿Cuantos planes, desde los quinquenales,
Trienal, Austral, Primavera, por nombrar algunos, han fracasado? También
el gobierno actual, con sus reformas parciales, en una economía
privado-estatal de medias tintas.
Es por ello que las próximas
elecciones tendrán una importancia especial. Si el nudo del problema
económico es el déficit y el gasto público, o sea gastar mucho más de lo
que se debe, estrangulando de este modo a la actividad privada, con
impuestos, y obligando por el resultado, a emitir sin respaldo o a
endeudarse demasiado, sin tener capacidad de pago, hay que dedicarse a
resolverlo. No es con el plan de Cristina ni con el del economista
Roberto Lavagna, de promover el mercado interno, sino por un cambio de
sistema económico. Puede llevarlo adelante Mauricio Macri, mejor que la
ex presidente, pero no puede salir a competir, como lo hará Cristina,
con un plan fracasado. Tiene la ventaja de ser considerado un presidente
democrático, respetuoso de las instituciones. Eso es una gran ventaja
ante los argentinos y los extranjeros de bien, quienes rechazan el
cambio de la Constitución propuesto por la ex mandataria, con la
intención expresa de gobernar de acuerdo a su voluntad.
El plan de
Cristina Kirchner contempla, ir hacia una Argentina cada vez más
regulada y reglamentada, hacia la absorción de la actividad privada por
el Estado. No nos engaña. El actual presidente, en cambio, tiene
lenguaje muchas veces liberal pero, en la práctica, es social-demócrata,
mantiene la inflación y políticas ambiguas de claro tinte
intervencionista, similar a la que defienden radicales y peronistas
moderados, en la actualidad. No hablan de bajar el gasto disminuyendo el
papel del Estado en la economía, traspasando la producción de bienes y
servicios al sector privado aún cuando la realidad muestra que la
eficiencia es mucho mayor, tampoco se refieren a las reformas
previsional, estatal, impositiva y laboral.
Hay una única salida y
es un cambio hacia una propuesta liberal, la economía capitalista que
solo se lleva bien con la libertad política y económica. Triunfó en
nuestro país siempre que se aplicó. Nuestra raíz es liberal, lo
demuestra la Constitución de 1853 a la que pocos se dignan respetar. Esa
es la esperanza a la que debiéramos regresar. Para ello es necesario
que políticos y economistas se animen a ver la realidad como es,
estudiando los casos exitosos de otros países. Las mudanzas asustan pero
hay que decidirse a encararlas si son para mejorar. Solo se necesita
vocación de estadista.
Elena Valero Narváez
Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia
Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas
Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas)
Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed Lumiere, 2006)

