El pensamiento religioso de `Clarín` y la muerte de Monseñor Angelelli. Por Ernesto Alonso
Las siguientes reflexiones tienen como único y exclusivo destinatario al periodista Sergio Rubín, especialista en temas religiosos del matutino Clarín, quien el pasado sábado 9 de junio firmó una columna titulada Beatifican al obispo Angelelli y a otros tres religiosos asesinados por la dictadura (p. 64, sección Sociedad).
Señor Rubín, el “obispo
Angelelli y los otros tres religiosos asesinados por la dictadura” que
Usted avanza como un hecho probado en el titular, es en realidad una
versión; es la versión impuesta por el fraile Antonio Puigjané,
guerrillero atacante del cuartel militar de La Tablada (enero, 1989),
que activó la re-apertura de la causa en el 2010. En buen romance, la
del asesinato es una versión amañada que marginó definitivamente el
hecho del accidente de Monseñor Angelelli.
Señor Rubín, juzgar que la
muerte de Monseñor Angelelli fue un homicidio “y condenar al ex general
Luciano Benjamín Menéndez y al ex comodoro Luis Fernando Estrella, por
considerarlos autores mediatos” del asesinato no es sino una curiosísima
rareza jurídica que deja impunes a los autores inmediatos. ¿No será que
dicha impunidad radica, sencillamente, en el hecho de que jamás
existieron dichos autores?
Señor Rubín, describiendo la
muerte de Angelelli de acuerdo con el discurso del homicidio abunda en
detalles que estarán en la causa, aunque no consta que Usted haya tenido
acceso directo a las fojas judiciales. Con todo, hábil escribiente como
es, detalla que “un auto lo cerró, el coche volcó, el prelado quedó
inconsciente y recibió un mazazo en la cabeza”. El único testigo
presencial del hecho en 1976 declaró que ningún auto merodeaba la zona y
que nadie se acercó al lugar donde el automóvil y el cuerpo de
Angelelli quedaron varados.
Señor Rubín,
el “terrorismo de Estado” y la “cruel represión de la última dictadura”
son expresiones blindadas que provienen del ´vocabulario hegemónico´
impuesto por la izquierda gananciosa de la guerra lingüística y cultural
desde diciembre de 1983 hasta hoy. Por mi parte, y apoyado en abundante
documentación aportada por militantes de la izquierda revolucionaria de
los 70, declaro que terrorismo de Estado es el que practicó Cuba,
entrenando en sus campos a innumerables guerrilleros sudamericanos, y
también el que promovió la Unión Soviética proveyendo armas para la
revolución socialista.
Señor Rubín, cita Usted al
“entonces presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Jorge
Bergoglio” quien “en la homilía al cumplirse los 30 años de la muerte
señaló que Angelelli recibía pedradas por predicar el Evangelio y
derramó su sangre por ello”, citando la conocida sentencia de Tertuliano
de que ´la sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia´.
Quisiera recordarle que Monseñor Angelelli y muchos sacerdotes,
religiosos y religiosas de aquellos años finales de los 60 pertenecieron
o adhirieron al Tercermundismo (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo), fundado en Córdoba (según Ceferino Reato).
Señor Rubín, el Tercermundismo eclesial
de los 70 secundaba la lucha armada, en especial de Montoneros, contra
la ´violencia de arriba´, indicando con tal expresión la violencia
institucional de la oligarquía, el imperialismo, etc. Justifican los
tercermundistas la ´violencia de abajo´ con la pretendida confluencia
entre Cristianismo y Revolución, una suerte de mesianismo liberador de
las masas oprimidas, alimento poderoso con el cual muchos curas y
religiosos mandaron a la muerte a innumerables jóvenes; e igualmente
murieron muchos de esos curas y religiosos. Ni por asomo se advierte en
su nota una referencia, aunque sea lejana, a tal contexto histórico
ampliamente documentado sobre todo por la historiografía de izquierda.
Señor Rubín, no
puede hablar Usted de “los primeros cuatro mártires (…) de la Iglesia
católica” porque no sabe lo que es el martirio aunque sea el
´especialista en temas religiosos de Clarín´. Monseñor Angelelli no
derramó ninguna sangre martirial por ´odio a la Fe Católica´, que es la
condición esencial del martirio católico. Nadie lo asesinó a Angelelli;
pero si, por caso, hubiese sido un homicidio, se trató de una ´muerte
política´ y de la peor; esto es, lo habrán asesinado por ser aliado y
“capellán” de Montoneros. No digo que sea legítimo matar a un Obispo,
entiéndame. Por lo demás no es difícil, señor Rubín, googlear
la famosa y largamente reproducida foto en la que se ve a Monseñor
Angelelli celebrando una Misa con la bandera de Montoneros detrás.
Señor Rubín, documéntese mejor,
es la primera sugerencia que le propongo; la segunda es más laboriosa y
sería que fuese capaz de abrirse a la verdad; la tercera es imperiosa y
le ruego que cese de mentir; no me ponga en la penosísima y deshonrosa
situación de tener que estar de acuerdo con Guillermo Moreno y CFK,
cuando decían “Clarín miente”. ¿Lo recuerda, no?