LA POSICIÓN INSOSTENIBLE. (I DE II)
En
la primera Epístola del Apóstol San Juan, (II, 22) encontramos un texto
poco comprendido. El dice: «¿Quién es el embustero sino el que niega
que Jesús es Cristo?». A esos que lo niegan, les llama San
Juan «anticristos».
San Agustín nos aclara: Jesús es el nombre propio y Cristo Su oficio; negar su oficio como lo negaron los judíos, es estar fuera de la verdad (In Epist. Ioan, ad Parthos). No todos los herejes niegan a Jesús, sino que se creen todos ellos sus seguidores y muchos lo creen firmemente, pero ellos no dan oídos a la Iglesia, ni están unidos a Pedro que es el papa.
Y no son pocos los que estando
dentro de la misma Iglesia Católica remanente, en nuestro día, la ÚNICA
VERDADERA, pueden ser inscritos con el término de «anticristos». Si se
les predica algo contra lo que ellos creen, querrán convencerte de que
todo lo que dices es cosa tuya, pero si resulta y les demuestras que
todo lo que dices ha sido enseñado por los santos, por los papas, por
los Padres de la Iglesia, por el Magisterio, entonces comenzarán a
retorcer y a murmurar contra la misma Iglesia, anteponiendo sus falsas
ideas, sus falsas prudencias o pareceres humanos o mundanos, que en nada
pueden cambiar la Doctrina que la Iglesia ha enseñado de ella misma.
Con la seguridad de ser cuestionado
por muchos, he de exponer ante los soberbios e ignorantes de nuestro
tiempo, de los que ya hay tantos entre los fieles y entre los pastores,
doctores oscuros e improvisados, la doctrina de LA ABSOLUTA NECESIDAD DE
QUE LA IGLESIA TENGA SIEMPRE Y SIN FALTAR UN PAPA PARA QUE LA DIRIJA Y
UNIFIQUE, especialmente durante este tiempo de máximo desconcierto. Y
también la he de exponer ante esos prudentes y legistas tan claramente
condenados por nuestro Señor Jesucristo en Mat. 11, 25, en Luc. 10, 21, y
en 11, 46.
PARA SER CATÓLICO ES INDISPENSABLE
ESTAR ADHERIDO AL ROMANO PONTÍFICE.
San Ambrosio, (330-397), dice en «De
poenitentia», I, Cap. VII, lo siguiente: «No se puede tener parte en la
herencia de Pedro, sino a condición DE PERMANECER ADHERIDOS A SU SEDE».
En el «Diccionario de la Fe
Católica» de la Editorial JUS, 1953, encontramos en: «PAPA, primacía
del:»… el papaES EL CENTRO DE LA UNIDAD y de la comunión, siendo la
comunión con el papa, LA SEÑAL CARACTERÍSTICA DE LA ORTODOXIA
CATÓLICA». Es también, como veremos después, la señal característica que
distingue al verdadero cristiano.
La Iglesia siempre ha considerado a todo aquel que se separa de la Sede de San Pedro, cismático.
El Papa San León XI (1049-1054), en
carta del 8 de septiembre del año de 1053 a Miguel Cerulario,
decía: «…si no estás unido a la cabeza (el papa), NO PUEDES PERTENECER
AL CUERPO DE LA IGLESIA». (Hefele-Leclercq, Historia de los Concilios,
T. IV, 2a. parte, Pág. 1097).
El Papa Bonifacio
VIII (1294-1303), en su Bula «Unam Sanctam» de noviembre de 1302,
dice: «Definimos y abiertamente proclamados COMO DE NECESIDAD ABSOLUTA
PARA LA SALVACIÓN, LA SUBORDINACIÓN AL ROMANO PONTÍFICE DE TODA HUMANA
CREATURA». Bonifacio VIII toma este texto de Santo Tomás de Aquino
en «Contra Errores Graecorum», II, 27.
Y San Roberto Belarmino, en Dottr.
Crist. No. 54, dice: «La Iglesia es la sociedad de todos los fieles,
gobernada por nuestro Santo Padre el Papa» y en esta forma, decía el
Papa San León Magno, (440-461), «…en Pedro se asegura la fortaleza de
todos» (Serm. 3 de assumpt. sua ad Pontif.)
Innumerables son los textos que se
pueden aportar para afirmar esta doctrina, cosa que ahora no haremos,
porque para los detractores actuales de la ortodoxia, esta sigue siendo
una verdad confesada, por lo menos de dientes para afuera, y no se
necesitan grandes comprobaciones.
Se deben suceder, sin embargo, en el sagrado Trono de San Pedro, EN FORMA CONSTANTE, otros papas hasta el fin del mundo.
LOS PAPAS HAN DE TENER PERPETUOS SUCESORES
El primer Concilio Vaticano, (ses.
IV, en. 1), dice: «Si alguno dijere, pues, que no es institución de
Cristo mismo, es decir, DE DERECHO DIVINO, que el bienaventurado Pedro
tenga PERPETUOS sucesores en el Primado sobre la Iglesia universal sea
anatema».
Quiero anotar aquí a modo de
paréntesis, que he oído de un Obispo tradicionalista decir, que nunca
entendió el dogma de la infalibilidad pontificia; que ella es darle las
prerrogativas de Dios a un hombre; que no es necesario el papa
actualmente, porque hay «jerarquía», Sacramentos y todo lo necesario.
¡Este es un hereje formal!.
Jaime Balmes en su obra «La Religión
Demostrada», que escribió en 1841, T. 1, Pág. 927, dice: «…la autoridad
que la ha de regir y gobernar (a la Iglesia), no puede ser una
autoridad intermitente».
Y el «Catecismo Romano», edición de
la B. A. C., Pág. 227, dice: «El Primado debe ser perenne en la Iglesia…
Como consecuencia las afirmaciones precedentes, deducimos que en la
Iglesia ha de existir una autoridad suprema que ostente el Primado que
Cristo fundó».
PERPETUO, según el Diccionario de la
lengua, es «que dura permanece para siempre». PERENNE, es «continuo e
incesante». INTERMITENTE es, «que se interrumpe o cesa, y vuelve a
proseguir». ¿Se están verdaderamente entendiendo los términos, y una vez
entendidos, se aplican y practican?
Porque los hombres, y no Dios, han
de elegir al papa. Y ellos tienen la gravísima obligación de hacerlo.
Jesucristo no bajará para elegir ni para decir en qué momento hacerlo.
Los hombres son los que deben de cumplir este precepto de Jesucristo, EN
EL MISMO MOMENTO QUE HAYA SEDE VACANTE, sin que ninguna contingencia
humana, pretexto o razón, por grave que sea, dispense de hacerlo o
cambie esta obligación.
La Revelación nos dice: «Donde no
hay gobierno, va el pueblo a la ruina» (Prov., 11, 14), y el Magisterio
nos enseña que Pedro tendrá PERPETUOS SUCESORES por lo que es herética,
la afirmación de que es posible que se extinga en la Iglesia, el poder y
el deber de elegir papa. LA CONSTITUCIÓN DIVINA DE LA IGLESIA ES
INMUTABLE, enseña San Pío X (Denz. 3453 y 2053), y por lo tanto, NO ES
VARIABLE como las situaciones o los delitos, ni es relativa a las
variaciones situacionales. Afirmar lo contrario es herejía.
Esta perpetuidad, es muy claro, debe
ser porque la Iglesia siempre y en todo momento necesita de una
dirección y de un centro de unidad. Nuestro Salvador, imponiendo a Pedro
con solemne investidura e mandato de apacentar Su grey, lo constituyó
cabeza y pastor de la gran familia cristiana.
ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO QUE EN LA IGLESIA HAYA UN PAPA.
El Pbro. Dr. Joaquín Sáenz y Arriaga
en su libro «Donde está el papa, allí está la Iglesia», Pág. 90 y 91,
dice: «UN REBAÑO QUE NO TENGA PASTOR, VA A LA RUINA Y A LA
MUERTE… Pedro, pues, en cuanto Pedro, en cuanto fundamento de la
Iglesia, Pastor de los pastores, Vicario de Cristo sobre la tierra, ES
UN CARGO, UN OFICIO, UN MINISTERIO DEL CUAL LA IGLESIA NUNCA PUEDE
CARECER». ¡Que apunten muy bien estas palabras, sus antiguos
colaboradores y actuales detractores!.
San Roberto Belarmino, Doctor de la
Iglesia, (1542-1621), dice en su «Explicación más copiosa de la Doctrina
Cristiana Breve», que escribió por órdenes del Papa Clemente VIII y que
se tradujo al Español por órdenes del Card. Lorenzana a fines del siglo
XVIII, lo siguiente: «…es menester creer y confesar la santa ley de
Cristo, según la enseñan los Prelados y Predicadores de la misma
Iglesia; pero esto NO BASTA, sino que es necesario estar en la
obediencia del Sumo Pontífice Romano, reconocerle, Y TENERLE POR
SUPERIOR SUPREMO, y Vicario en lugar de Cristo». Es decir, que debe
estar presente en la Iglesia, porque la Piedra es el papa vivo y su
magisterio vivo y no el conjunto de papas que ya han muerto.
El «Catecismo Romano» de la B.A.C, dice en la Pág. 231: «UNA IGLESIA VISIBLE NECESITA TAMBIÉN, UN JEFE VISIBLE».
Jaime Balmes en la obra citada
antes, T. 1, Pág. 924, dice: «Me parece a mí que si Jesucristo no
hubiera establecido sobre la tierra UNA AUTORIDAD VIVIENTE para
enseñarnos la verdad, apartarnos del error y aclarar nuestras dudas, nos
habría dejado en una confusión tal, QUE NO NOS HUBIERA SERVIDO DE MUCHO
LA LUZ DE LA VERDAD DIVINA».
El «Catecismo Romano» mencionado
antes dice: «Particular atención merecen las notas y propiedades QUE
CARACTERIZAN A LA VERDADERA IGLESIA… 3) Porque uno es el JEFE VISIBLE,
el que ocupa la Cátedra de Roma, como legítimo sucesor de San Pedro,
príncipe de los Apóstoles» (Pág. 225). Y en la Pág. 226: «Ha sido
siempre unánime el sentir de los Padres, SOBRE LA NECESIDAD DE UNA
CABEZA VISIBLE, para establecer y confirmar la unidad de la Iglesia. San
Jerónimo escribe así a Joviniano: Uno solo es el elegido, para que
constituida la cabeza, SE QUITE TODA OCASIÓN DE CISMA».
Porque, efectivamente, la presencia
de Pedro, QUE ES EL PAPA REINANTE Y NO LOS PAPAS QUE HAN MUERTO, es un
antídoto puesto por el mismo Cristo para evitar los cismas. Porque, «NO
BASTA HABLAR DE SOLIDARIDAD, dice el «Catecismo Romano», Pág. 232, nota
174, Y DE COMPAÑERISMO. SI NO QUEREMOS TERGIVERSAR Y DESTRUIR NUESTRO
EVANGELIO, ES PRECISO LLEGAR A LA INTELIGENCIA, A LA APASIONADA
ELABORACIÓN DE UNA UNIDAD VIVIENTE».
«Al anteponer al bienaventurado
Pedro a los demás Apóstoles, en él instituyó (Cristo), UN PRINCIPIO
PERPETUO DE UNA Y OTRA UNIDAD (de Doctrina y gobierno) y un fundamento
visible, sobre cuya rortaleza se construyera un templo eterno»,
dice (sesión IV del 18 de julio de 1870, del Concilio Vaticano
I), la «Constitución Dogmática I sobre la Iglesia de Cristo».
Así también el Papa León XIII en su
Encíclica Satis Cognitum del 29 de junio de 1896, dice: «…es de todo
punto NECESARIA la verdadera autoridad y autoridad suprema, a la que ha
de someterse toda la comunidad…».
Por ese motivo, en la Constitución
del Papa Pío VI (1775-1799), Auctorem Fidei, contra el Sínodo de Pistoya
del 28 de agosto le 1794, se condenan ciertos derechos atribuidos a los
obispos, contra la autoridad del papa. Dice a este respecto: «La
doctrina del Sinodo por la que profesa: estar persuadido que el obispo
recibió de Cristo todos los derechos necesarios para el buen régimen de
su diócesis, como si para el buen régimen de cada diócesis no fueran
necesarias las ordenaciones superiores que miran a la Fe y a las
costumbres, o a la disciplina general, cuyo derecho reside en el Sumo
Pontífice y en los Concilios universales para toda la Iglesia, es
cismática, o por lo menos errónea».
EL PAPA ES EL CENTRO DE LA UNIDAD CONTRA LA DIVISIÓN.
Esta es una doctrina mantenida en
toda la historia de la Iglesia. San Jerónimo, por ejemplo, (340 o
350-420), en»Contra los luciferianos» , 26, carta 41, dice: «La Iglesia
está fundada sobre Pedro, el único escogido entre los doce Apóstoles, a
fin de que la autoridad de un jefe universal, IMPIDA TODO PELIGRO DE
ESCISIÓN».
San Pedro
Crisólogo (405-450), Arzobispo de Rávena, en su Carta 25, escribe:»…es
en él, (en el papa), donde el bienaventurado Pedro, sobre su propia
Sede, sobrevive y preside a fin de asegurar A LAS ALMAS LEALES, la
verdad de la Fe, y sin el consentimiento del cual, NINGÚN OBISPO PUEDE
CONOCER LAS CAUSAS DE LA IGLESIA Y DE LA FE»
San Ignacio de Antioquía desde el
año 69, en su Epístola a los romanos, dice que la Iglesia de Roma,
es»cabeza de la alianza de la caridad». (G. Rauschen, Compendio de
Patrología. Herder. Pág. 39. 1909). Y el Papa Pío IX(Denz.
1686), dice: «No hay otra Iglesia Católica, SINO LA QUE SE EDIFICA SOBRE
EL ÚNICO PEDRO, se levanta por la unidad de la Fe y la caridad en un
solo cuerpo conexo y compacto».
En el T. III, Pág. 297,
del «Catecismo de Perseverancia» del Abate J. Gaume, leemos: «LA UNIDAD
ES EL CARÁCTER ESENCIAL DE LA VERDAD, porque Dios es uno, y la verdad es
Dios revelado al hombre. El Salvador ha querido que Su Iglesia fuese
una, y la representa bajo la forma de un rebaño que tiene un solo
pastor, de una casa donde habita un solo jefe, de un cuerpo cuyos
miembros están perfectamente unidos. Por eso, la verdadera Iglesia, debe
ser una; una en su Fe, una en sus leyes, una en su esperanza, UNA EN SU
JEFE». Por eso la Iglesia organiza en perfecta gradación jerárquica,
uniendo a todos, y así, «los obispos (dice en el T. III, Pág.
300), todos se encuentran sometidos al Sumo Pontífice, jefe supremo de
la Iglesia, el cual, revestido de una primacía de honor se muestra más
elevado que todos, a fin de que todos vean en él, EL CENTRO DE LA
UNIDAD al que se reúnen todos los radios».
También, el Papa León XIII, en su
Encíclica «Satis Cognitum» antes mencionada, dice: «Mas, en cuanto al
orden de los obispos, entonces se ha de pensar que está debidamente
unido a Pedro, como Cristo mandó, cuando a Pedro está sometido y
obedece; en otro caso, NECESARIAMENTE, SE DILUYE EN UNA MUCHEDUMBRE
CONFUSA Y PERTURBADA».
El Papa Pío XII, en su
Encíclica «Mystici Corporis» también decía: «…los que están separados
entre sí, por la Fe O POR EL GOBIERNO, no pueden vivir en este único
cuerpo (la Iglesia), y en este único espíritu».
A este respecto, el «Catecismo
Romano», ya mencionado, Pág. 229, apunta: «San Optato de Milevi dice: No
te puede excusar la ignorancia porque tu bien sabes que en Roma tiene
sentada su Cátedra episcopal, sobre la cual él se sentó como cabeza de
todos los Apóstoles, para que todos tuvieran en él sólo, la unidad de la
Cátedra, y no pretendieran cada uno de los Apóstoles IMPONER LA SUYA
PROPIA. Y así sea cismático y prevaricador quien contra esta suprema y
única Cátedra, pretendiera levantar otra».
Pero se puede pensar que Pedro y sus
sucesores, necesariamente deben tener siempre su sede en Roma,
confundiéndose así la ciudad con la Iglesia Romana, porque aunque es
normal que la Iglesia Católica Romana tenga su sede en esta ciudad, no
pueden estar ligadas, si acaso el papa pudiera estar en otro lugar.
LA IGLESIA ROMANA, ES EL PAPA,
Y SI NO HAY PAPA, NO HAY IGLESIA ROMANA.
San Pedro
Damián, (1007-1072), dice: «VOS MISMO, SOIS LA IGLESIA ROMANA; no es a
la mole de piedra de la que está formada a la que yo recurro, sino
solamente a aquél en quien reside toda la autoridad de esa misma
Iglesia» (D’Ales. Dictionnaire Apologetique de la Foi Catholique, T.
III, Col. 1487).
También San Hilario escribe: «Hacéis
muy mal en amar tanto los muros, en fincar así en los edificios vuestro
respeto por la Iglesia, y cubriros de este pretexto para invocar una
pretendida paz: ¿Puede dudarse que el Anticristo, se sentará en los
mismos lugares?» (Biblia de Mons. Straubinger. Ediciones Progreso.
Tlalnepantla, Edo. de México. Pág. 199. 1969).
Por esto, el Beato Papa Benedicto
XI (1303-1304), al abandonar Roma en 1303, exclamó: «¡Roma, no está ya
en Roma: toda entera está, donde yo esté!». Y así decía León XIII en su
Carta Testem benevolentiae, al Cardenal Gibbons, un 22 de enero de
1899: «…con razón se llama (la Iglesia) Romana; pues donde está Pedro,
allí está la Iglesia», misma doctrina, que enseñó San Ambrosio.
JESUCRISTO Y EL PAPA, SON LA MISMA CABEZA.
En el «Catecismo de
Perseverancia» mencionado antes, t. III Pág. 311, leemos: «En el cuerpo
humano, existe una cabeza que rige todos los demás miembros, que influye
en cada uno de ellos por las emanaciones que le envía; un corazón de
donde la sangre parte y a donde vuelve para purificarse y tomar calor y
para partir otra vez; además, el cuerpo está animado, vivificado por un
alma que le comunica el movimiento, la hermosura y el vigor. Así mismo,
en el cuerpo de la Iglesia, hay una cabeza, nuestro Señor Jesucristo, el
cual rige todos los miembros, que influye en cada uno de ellos, por
medio de Sus gracias; un corazón que es la santa Eucaristía, de donde el
amor parte y a don de vuelve para purificarse, para tomar calor y para
partir de nuevo; finalmente un alma, el Espíritu Santo, el cual
diseminándose por todas partes en tan admirable cuerpo, le comunica la
hermosura, la fuerza, la vida de gracia en la tierra y la vida de la
gloria en la eternidad».
De estas doctrinas, se han basado
muchos para predicar el gravísimo error de que Cristo gobierna a la
Iglesia, cuando no hay papa, y por lo tanto, no habiéndolo ahora El
gobierna a Su Iglesia, de lo que concluyen que el papa no es necesario.
No ha de efectuarse, pues, un cónclave que se presenta temerario,
apresurado, imprudente. Se han de esperar mejores condiciones, mejores
tiempos, o situaciones que Jesucristo propicie para la elección que
vendrá cuando El qui ra. Oración, paciente espera, y acatamiento de la
divina Voluntad. Y esta es una herejía muy rayana en la protervia
herética. Muchos ignorantes quieren doctorar en religión, como quien
pretende curar a un enfermo con sólo leer el libro de medicina.
San Francisco de
Sales (1567-1622), decía: «LA IGLESIA, NO PUEDE ESTAR SIEMPRE REUNIDA EN
UN CONCILIO… En las dificultades que sobrevienen diariamente, ¿a quién
sería mejor recurrir, de quién podría tenerse la ley más segura, la
regla más cierta, que del jefe general y Vicario de Jesucristo?… LA
IGLESIA TIENE SIEMPRE LA NECESIDAD DE UN CONFIRMADOR INFALIBLE AL CUAL
NOS PODAMOS DIRIGIR, de un fundamento que las puertas del Infierno y
principalmente el error no puedan echar abajo y que su pastor (o sea los
obispos o sacerdotes), no pueda conducir al error a sus hijos». (R.
Sineux. Los Doctores de la Iglesia. Pág. 394-395. Dictionnaire
Apologetique de la Foi Catholique, de A. D’Ales, t. III, Cois. 1445-1446
que cita la fuente: Oeuvres, Ed. de Annecy, 1892, t. I, Pág. 305).
Jesucristo EDIFICA a Su Iglesia por
medio del Sumo Pontífice, y no lo hace por medio de los papas que ya han
muerto, o por el Derecho Canónico, o por los Cánones de los Concilios, o
por las Encíclicas, o por medio de la Doctrina, o por las Sagradas
Escrituras, o por la opinión de un lider firulete cualquiera. Antes que
nada y por sobre todas las cosas, es necesario el papa y luego todo lo
demás, porque si falta el papa, NO HAY IGLESIA.
Pues esto es lo que pretenden los
nuevos herejes, yo no sé cuánto materiales, y cuánto formales, que
pululan en el mundo «tradicionalista», engañando a muchos, con el truco
diabólico de que por la crisis tan terrible que ahora padece la Iglesia,
es necesario esperar mejores condiciones, y los seguidores de estos
pastores, no se han dado cuenta, que precisamente la enormidad de la
crisis hacen más urgente la presencia de Pedro, para unificar a todos y
luchar contra los apóstatas del Vaticano.
Santo Tomás de Aquino, en su
comentario al Evangelio de San Mateo, v. 18, del Cap. 16, dice: «…a
éste (a Pedro) especialmente lo premia: A ti te digo que tu eres Pedro,
etc.. Primero le dá el nombre, y en segundo lugar el poder… Y en cuanto a
lo primero, primeramente dá el nombre y en seguida la razón del nombre:
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Pues a esto he venido al
mundo, a fundar la Iglesia. Isaías, 28, 16: ‘He aquí que pongo por
fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental:
quien tuviere fe en ella, no vacilará’. Marcada está como la piedra que
sirvió de cabecera a Jacob y que él ungió, como dice el Gen. XXVIII… Y
esta piedra es Cristo, y por esta unción, todos son llamados
cristianos POR LO CUAL NO NOS DECIMOS CRISTIANOS SOLO POR CRISTO, SINO
POR LA PIEDRA. Por lo cual especialmente le impuso el nombre (a
Pedro): Tu eres Petrus, por la piedra que es Cristo… Propiedad de la
piedra es que se ponga como fundamento y también para que dé firmeza…
Sobre esta piedra, esto es, sobre tí, piedra: porque de mí que soy
piedra, te viene que tu seas piedra. Y así como yo soy piedra, así,
sobre tí, piedra, edificaré».
Sería bueno que apuntaran y
reflexionaran muchos, las palabras de Sto. Tomás: «NO NOS DECIMOS
CRISTIANOS SOLO POR CRISTO, SINO POR LA PIEDRA». Y a la luz de las
doctrinas consagradas en la Revelación y recibidas por toda la Tradición
y la Teología, que en parte mínima y suficiente hemos transcripto aquí,
descubrieran la terrible desviación que es, negarse a tener en la
Iglesia al papa pensando que Jesucristo la gobernará sin Su Vicario,
cuando dijo otra cosa.
Por lo tanto, nuestro Señor
Jesucristo y Pedro, SON LA MISMA PIEDRA. Por ese motivo, Pío
XII (1939-1958), en su Encíclica «Mystici Corporis», 35, dice: «CRISTO Y
SU VICARIO, CONSTITUYEN UNA SOLA CABEZA» . Y así también
en «Controversiarum de Summo Pontífice», Ed. de Vives, París, 1870, San
Roberto Belarmino, dice que nuestro Señor Jesucristo puso a Pedro este
nombre, porque con este mismo nombre El es designado en el Antiguo y en
el Nuevo Testamento: Isaías, 4, 14 a 28; Daniel, 2, 35 y 45; Salmo 107,
22; Mateo, 21, 42; Rom., 9, 1; Cor., 10, 1; Efe., 2, 1; I de Pedro, 2,
4, etc. «Sólo con Pedro, dice, comunica Cristo SU NOMBRE, el nombre que
lo significa a El mismo, para indicar que a Pedro, LO HACE FUNDAMENTO Y
CABEZA DE LA IGLESIA, CON EL».
Corrobora esta doctrina el Papa San
León, que en su epístola 89 ad Vienn. prov. escribe: «Esto
dijo, (Cristo),expresando una ASOCIACIÓN DE INDIVISIBLE UNIDAD, lo que
era él mismo quiso significarlo diciendo: Tu eres Piedra…». Y en el
sermón que pronunció para conmemorar el tercer aniversario de su
elevación al sumo pontificado, dijo: ,»Así como mi Padre te reveló mi
divinidad, así también yo te hago notar tu excelencia, porque tu eres
Pedro; esto es, de la misma manera que yo soy piedra invulnerable, yo la
piedra angular, QUE DE UNA Y OTRA, HAGO UNA SOLA, yo el fundamento, en
lugar del cual ninguno puede ponerse, con todo, TU TAMBIEN ERES LA
PIEDRA, y para que afirmado con mi virtud, las cosas que son propias de
mi poder, sean también tuyas, en participación conmigo».
También el Papa Bonifacio VIII, en
su Bula «Unan Sanctam», del 18 de noviembre de 1302, dice: «La Iglesia,
pues, que es una y Unica, tiene un solo cuerpo, UNA SOLA CABEZA, Y NO
DOS COMO UN MONSTRUO, ES DECIR, CRISTO Y EL VICARIO DE CRISTO, PEDRO Y
SU SUCESOR, pues que dice el Señor: Apacienta a mis ovejas». Porque la
Iglesia está gobernada POR EL SUCESOR, uno sólo, de San Pedro, y no
todos los anteriores, que con Cristo hace UNA SOLA CABEZA Y SON LA MISMA
PIEDRA, por voluntad del Señor. Doctrina tan firme enseñada siempre por
la Iglesia, negada ahora por quienes quieren que Cristo los gobierne
sin el papa para atenerse a libros, a inspiraciones o a la voluntad
caprichosa de los obispos, divididos en muchos gobiernos. Deberían
estudiar bien la Encíclica «Mystici Corporis» para averiguar DONDE QUEDA
ESA PRETENDIDA JURISDICCION ORDINARIA QUE CREEN TENER CUANDO SE NIEGAN A
ELEGIR AL SUMO PONTIFICE, Y COMO QUEDA TODO AQUELLO QUE ES CONSECUENCIA
DE ESA JURISDICCION.
Se han convertido por esto, en
estrellas errantes, sumergidos en su soberbia, que llevan a la
desviación más grande a las almas confiadas a ellos. Porque si se han
encontrado razones suficientemente poderosas para negarse a seguir la
Doctrina, o si se piensa que no se está negando ninguna doctrina, o que
es muy lógica su actuación debido a las contingencias sumamente
especiales de nuestro tiempo, ENTONCES YA SE TIENE UNA PRUEBA
INDISCUTIBLE DE QUE SE HA CAIDO EN LA HEREJIA. Con mucha razón San Pablo
anunció que vendrían tiempos en los que la sana doctrina, NO SERIA
SOPORTADA.
NO QUERER ELEGIR AL PAPA, ES NO QUERER ESCUCHAR A JESUCRISTO
Y DESPRECIAR SUS LEYES Y GOBIERNO
El Dr. Mons. José S. Correa, en su
libro «La Infalibilidad del Romano Pontífice», escribe: «Es claro que
quien se rehusa a escuchar al Pontífice, se rehusa en realidad, de
verdad, a escuchar a Dios». y añade en la Pág. 101: «y ahora los
herederos de la perfidia judaica, PONEN SOBRE EL ALTAR UN ANTICRISTO
CUALQUIERA, POR NO PONER AL VICARIO DE CRISTO: «et nunc Antichristis
multi facti sunt»: hay en la actualidad muchos anticristos, dijo San
Juan en su Epístola (II, v. 18) como si lo hubiera dicho para nuestros
tiempos actuales».
Hay una profunda ignorancia de los
textos bíblicos. Nuestro Señor Jesucristo dijo, que El «EDIFICARIA» Su
Iglesia sobre la Roca, sobre Pedro, y edificar es una palabra que tiene
muchos y más amplios significados. Generalmente sólo se toma en este
texto, por «construir».
EDIFICAR, según el Diccionario de
sinónimos y palabras afines, es «construir, fabricar, levantar, elevar,
obrar; ejemplarizar, moralizar; combinar, fundar». MORALIZAR,
es: «sanear, educar, edificar, ejemplarizar». ELEVAR, es:»alzar, erigir,
levantar, edificar, construir; encumbrar, exsaltar, realzar,
engrandecer, ennoblecer, promover, aumentar, subir, ascender». EDUCAR,
es: «enseñar, instruir, doctrinar, perfeccionar, afinar», etc. Muy sabia
palabra utilizada por nuestro Señor Jesucristo. No es, pues, solamente
construir la Iglesia.
Pedro EDIFICA, y lo hace Cristo por
él, construyendo la Iglesia y no destruyéndola; elevándola,
moralizándola, es decir, enseñando, legislando; fundando, saneando, es
decir, defendiendo a la Iglesia de las herejías; obrando, es decir,
estando presente como un centro de unidad; alzando, levantando,
construyendo, encumbrando, exsaltando, engrandeciendo a la Iglesia que
debe triunfar sobre todos sus enemigos; doctrinando, perfeccionando y
afirmando, es decir, confirmando a todos en la Fe. Así es como Cristo
gobierna a Su Iglesia. Mediante el magisterio vivo del Sumo Pontífice,
que no es un acto puramente humano y natural, estando fundado en la Fe
sobrenatural y regido por ella. «Esta potestad aunque se ha dado a los
hombres, y se ejerce por un hombre, no es humana, sino antes bien,
divina» (Denz. 874 y 469). La Causa primera que es Cristo, NO ELIMINA
LAS CAUSAS SEGUNDAS. Solamente cuando se confieren las gracias
sacramentales, es Dios el autor único. Pero por Su ley ordinaria se vale
de ministros humanos a modo de causas instrumentales. «El derecho
divino que procede de la gracia, no abroga el derecho humano, que se
funda en la razón natural» (Sum. Theo. 2-2, 10, 10). Querer confundir
las cosas, es querer corregir el plan divino y juzgar lo que El ha
establecido. El habla por Pedro, gobierna por Pedro, construye por Pedro
y combate por Pedro contra todos Sus enemigos. Gobierna invisiblemente
por Pedro. Esperar que por medios sobrenaturales obre lo que no dijo,
está lleno de fábula y de soberbia y es un gravísimo pecado de tentar a
Dios: «NO TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS».