lunes, 22 de julio de 2013

SOBREVIVIENDO EN EL CAOS


 
Queridos amigos:
La obtención de  los objetivos fijados en una institución de cualquier naturaleza sólo puede alcanzarse a través de una adecuada organización y un ordenado planeamiento. La carencia de estos dos elementos esenciales en la integración y coordinación de los recursos humanos y materiales de una institución y en la secuencia de acciones a ejecutar, bloquea el camino entre los líderes y su visión ya que aunque tengamos resuelto el “qué” o sea el objetivo y el “quién” o sea el recurso humano, nos faltará un elemento esencial que es el “cómo” para guiar  la acción en forma eficiente y  eficaz hacia la obtención de las metas establecidas.
El proceso de planeamiento es relativamente sencillo de desarrollar en ambientes estructurados pero tiende a complicarse en ambientes de alta incertidumbre, como sucede en las complejas sociedades actuales, obligando a trabajar creando escenarios alternativos y dotando al sistema de una gran flexibilidad. Cuando se llega al extremo de que el ambiente se torna caótico, es decir que se transforma en un sistema sin leyes, el planeamiento y la previsión se tornan de imposible cumplimiento y obligan a actuar simplemente reaccionando a los estímulos, dominados  por el azar y buscando la supervivencia a través del aprovechamiento de las oportunidades que puedan surgir en medio del caos.
 Este ambiente caótico se ha instaurado en la Argentina desconcertando tanto a los simples ciudadanos como a los empresarios y productores. Los primeros, condenados a convivir en  condiciones anormales  de inseguridad, normas que cambian constantemente, precios fluctuantes, presión impositiva y mensajes contradictorios que emanan de quienes deberían ser sólidos y confiables referentes sociales, deben resignarse sin otra arma que la espera del cambio que puede producir una elección o el efecto de una protesta activa. Los otros, hombres de empresas serias nacionales  o extranjeras, se retraen y retiran tratando de preservar su capital y proteger a sus accionistas, dejando el terreno libre para aventureros, aprovechadores de “río revuelto” y empresarios cómplices de funcionarios inescrupulosos que son los únicos que pueden usufructuar los nichos de negocios.
 Un ejemplo muy claro de esta situación es el tratamiento que han sufrido los temas energéticos, en particular en lo vinculado al petróleo. En Argentina se han vivido variados episodios de apertura a la participación extranjera que luego fueron anulados por gobiernos de distinto signo. La novedad que estamos viviendo en este momento histórico es un cambio de reglas de juego ejecutado por un mismo gobierno, llevando al sistema de la alta incertidumbre al caos. Solo así puede encasillarse la acción de expropiar YPF a la empresa española REPSOL  con argumentos de fuerte tono nacionalista para firmar 15 meses después un contrato con la empresa norteamericana CHEVRON, a la que se le conceden prerrogativas  y ventajas para la explotación que se negaron a su antecesora. Lo cierto es que el gobierno que suceda a la Presidenta Cristina Fernández, autora de estos desaguisados,  tendrá entre sus legados que enfrentar los juicios iniciados por Repsol, los compromisos por 35 años generados con Chevron, la pérdida de autoabastecimiento, la disminución de reservas  y  varios años de fuertes inversiones para comenzar recién, en caso de ser exitoso, a revertir  el grave déficit en la producción de hidrocarburos. Eso, siempre y cuando las actuales autoridades, en su caótico accionar, no generen nuevos entuertos que compliquen aún más esta crítica situación.    
 La labilidad del sistema normativo que impone el gobierno, se manifiesta en la adaptación de las reglas a la cambiante necesidad o voluntad presidencial, aun cuando ello implique sonoras contradicciones con sus propias premisas, tal cual se hizo evidente en el tratamiento de la situación del General César Milani. La propuesta de ascenso del nuevo Jefe de Estado Mayor General del Ejército ha sido cuestionada con los mismos remanidos e insustentables argumentos con que muchos militares han sido acusados, encarcelados y truncados en sus carreras y ascensos. El Operativo Independencia, por ejemplo, ordenado por un gobierno democrático para enfrentar en Tucumán a movimientos guerrilleros que amenazaban y atacaban al gobierno para tomar el poder por la fuerza, fue una operación legítima y honrosa. Cualquiera que en su transcurso hubiere cometido un delito deberá responder por ello como ante cualquier delito común o militar, con sus procedimientos y prescripciones, ya que de modo alguno la participación de las Fuerzas Armadas en ese escenario se puede encuadrar en la definición de “lesa humanidad” que incluye delitos que se  configuran  cuando se cometen como parte de un “ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque” (Estatuto de Roma. Artículo 7).
Por otra parte,  y tal como citaron los miembros del Centro de Estudios  Legales  y Sociales y la presidente de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, no se debe prejuzgar y citando textualmente a Carlotto: “si presumimos que  cada miembro de una fuerza que estuvo en un lugar determinado es responsable, tenemos que juzgar a todos sus integrantes”.    
Cabe acotar que estas elementales normas jurídicas se han ignorado sistemáticamente hasta el presente y es de estricta justicia que todos los recaudos e investigaciones que se toman para evaluar la situación del señor General Milani, sean inmediatamente aplicados a todos los casos en  curso ante situaciones similares en que ha bastado la acusación de un testigo aislado o el haber ocupado un cargo determinado, para que el causante sea procesado y encarcelado sin más trámite.
La diferencia de criterios, particularmente por parte de las pseudo asociaciones de derechos humanos al acusar a militares, policías, jueces y empresarios, parecen ensañarse con quienes son opuestos al actual gobierno y mostrar singular benevolencia con quienes muestran afinidad al oficialismo. Digamos que la justicia para ellos, es solo una justicia de amigos.
 Esta cuestión de la existencia de una justicia benévola para los amigos ha tenido singular repercusión con las órdenes de detención y posterior eximición de la misma en el caso del ex Secretario de Transportes, Ricardo Jaime. Luego de prolongadas demoras, de descartar pruebas por razones de procedimiento y de acumular causa sobre causa,  finalmente el Juez Federal Claudio Bonadío y el fiscal cordobés Maximiliano Hairabedíán, pidieron la captura de Jaime en dos causas diferentes. Desde su situación de prófugo, inclusive con pedido de captura internacional, Jaime tramitó y obtuvo la eximición de prisión por parte de la Sala I de la Cámara Federal porteña que fue seguida por el Tribunal Oral Federal Número 2 de Córdoba. A los ojos de un lego, estos tribunales no deberían haber tratado la eximición si antes el procesado no se presentaba detenido y dejaba su situación de prófugo ya que su actitud de rebeldía no era una presunción sino un hecho concreto. Sin embargo, Ricardo Jaime solucionó el entuerto con una fianza de200.000 pesos y nos dejó la sensación de que hasta que quienes fueron sus  amigos y compañeros en la función pública no dejen el poder, su situación procesal se desarrollará con la misma lentitud con que se tratan las acusaciones contra Lázaro Báez, Schoklender y otros imputados   que estuvieron próximos al oficialismo.
Cabe acotar que las virulentas críticas presidenciales a la justicia, cuando los fallos no favorecen los designios del gobierno, brillaron ahora por su ausencia y que Jaime no está procesado por cuestiones de su vida privada sino por supuestos delitos de corrupción, cometidos en ejercicio de su cargo como funcionario, que debió haber sido controlado y supervisado  por sus jefes y los órganos institucionales de control.
 Quienes no pueden escapar al caos son, sin dudas, los sufridos automovilistas que en las rutas argentinas y muy especialmente en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quedan prisioneros y rehenes de los piquetes, marchas y demás formas de  protesta que toman a las calles como escenario. Sabido es que el actual gobierno ha sacralizado estas formas de manifestación ciudadana  y hasta ha hecho doctrina de su negativa a “criminalizar la protesta social”. Ante estas evidencias de casi diez años de resignación, la pretensión del Secretario de Seguridad, Sergio Berni, de cargar la responsabilidad de disolver los piquetes en el gobierno de la Ciudad y su policía metropolitana es más de lo que puede soportarse aun en medio de una campaña electoral. Hasta la desvergüenza verbal y declarativa debería tener  un límite. El mismo funcionario señaló que en Tigre (obviamente en el municipio de un opositor político) “se refugian los mayores narcotraficantes del mundo” olvidando quizás que el narcotráfico es un delito federal y no una contravención municipal. Pero todo parece valer a la hora de tratar de ayudar en la campaña electoral denigrando opositores aun con argumentos harto falaces.
 Llegamos así a la mentada campaña, madre de todas las batallas y no precisamente por ser el campo de batalla de las ideas como dijera Friedrich Hayek.
El oficialismo, que ha perdido espacio según las encuestas, realiza maniobras extrañas en la provincia de Buenos Aires donde apuesta buena parte de su futuro. Es inédito que su primer candidato a diputado nacional recorra la Provincia sin hablar casi, mostrándose junto a la imagen del gobernador Scioli y escuchando pasivamente los discursos que solo pronuncia la señora presidente. ¿Qué clase de representante del pueblo puede ser este señor sin voz, ni proyectos, ni personalidad? Su subordinación y dependencia a la figura presidencial es harto evidente y resignada y además la asume sin complejos ni pudor. Tampoco puede explicarse en la tribuna de campaña a la señora Estela Carlotto que ya ni siquiera disimula su condición de oficialista militante que claramente perjudica  a la causa a la que nominalmente adscribe, como titular de la organización de Abuelas de Plaza de Mayo. Pero todo parece valer en la luchas por aferrarse al poder,  y los subsidios y demás prebendas que de él devienen.
 Lejos de tanto despliegue de medios, de las luces de Tecnópolis y las excusas de las inauguraciones, los opositores de verdad, los que no queremos ser la continuidad del modelo ni una versión adecentada de un progresismo decadente, esperamos los segundos de radio y  televisión que el Ministerio del Interior se digne asignarnos a partir del lunes 22 de julio para que en medio de una maraña técnico administrativa, intentemos competir contra el omnipresente aparato estatal. Si a pesar de tanta desigualdad y discrecionalidad comenzamos a percibir que la coraza oficialista se resquebraja, es porque las cosas andan tan mal en la Argentina que el enseñoramiento del caos se hace muy visible  y cada día se hace más duro sobrevivir en este ambiente.
 Paciencia y fortaleza queridos compatriotas, que en pocos días, voto mediante, empezaremos a cambiar nuestro destino y si Dios quiere será para bien.
Un abrazo para todos.
 Juan Carlos Neves, presidente de Nueva Unión Ciudadana
www.nuevaunionciudadana.org