Desaparecidos: Lopérfido se quedó corto. Por Nicolás Márquez.
Desde el pasado 10 de diciembre
(fecha en que en la Argentina volvió a regir la democracia), resulta
evidente que desde el ciudadano común hasta funcionarios de alto rango
han comenzado a animarse a opinar o escribir sin temor a las represalias
o censuras que, con brutal habitualidad fueron padecidas durante los 12
años de autoritarismo que signaron al kirchnerismo.
Es en este nuevo y liberador contexto
cuando el Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires Darío
Lopérfido espetó la siguiente verdad: “No hubo 30 mil desaparecidos, se
arregló ese número en una mesa cerrada”, agregando que la Argentina “es
un país con una historia violenta pero no menos violenta que en otros
países del mundo” y culminó su sentencia espetando: “La historia
argentina dice que los Montoneros construyeron la democracia cuando en
realidad la atacaron”.
La banda homicida Montoneros integrada por las hijas de Carlotto eran especialistas en asesinar niños.
Estas verdades tan obvias y conocidas
para cualquier argentino informado, resultaron un verdadero escándalo
para toda la ralea progresista y su corte de voceros, periodistas y
dirigentes bienpensantes, tal el caso de la mitómana Estela Carlotto,
quien en complaciente diálogo con el servil reporterito Gustavo
Silvestre señaló: “Qué maldad empezar a manejar esta
cifra. Si este señor (por Lopérfido) considera que ese no es el número,
que nos dé la lista de lo que el piensa que son”. Habría que explicarla a
iletrada Carlotto que un viejo y elemental principio del derecho nos
afirma que “la carga de la prueba recae sobre aquel que afirma la existencia de un hecho” y por ende, son precisamente los publicistas del slogan “30.000 desaparecidos”
quienes tienen la obligación grave de probar y demostrar la
verosimilitud de dicho coeficiente y no Lopérfido. Pero el hecho de que
la energúmena de Carlotto jamás haya aclarado ni detallado las fuentes
que arrojan su abultado número cabalístico, es algo que obedece a una
sola causa: tal fuente no existe porque el guarismo es
confirmadamente falso.
Habría que aclararle además a Carlotto
con respecto a la “maldad” que ella le adjudicó a Lopérfido, que nunca
constituye tal cosa decir la verdad, y que las cifras que fulminan la
cínica ficción de los “30.000 desaparecidos” no surge de una invención
del dicente Ministro de Cultura sino del listado oficial y estatal
confeccionado en el año 2006 por la Secretaría de Derechos Humanos del
gobierno kirchnerista (y publicado en la nueva versión del anexo del
libro Nunca Más), es decir del mismo régimen del que Carlotto obtuvo
tanto dinero, notoriedad y poder para acomodar a toda su parentela en la
rentable función pública.
Estela Carlotto, siempre abrazada con delincuentes que comparten sus mismos códigos morales.
Pues bien, del listado gubernamental
actualizado surge entonces que la cifra real de terroristas
desaparecidos durante el último gobierno cívico-militar fue la
siguiente: 6.809 desaparecidos. Datos que se encuentran
detallados en el listado oficial actualizado ya mencionado. Vale decir,
la empresaria Carlotto y sus secuaces toda vez que mienten al vociferar
la existencia de “30000 desaparecidos” no hacen más que quintuplicar la
mentira y la estafa historiográfica.
Libro “Nunca Más”: el texto que todo el zurdaje cita pero que nunca se encarga de leer.
Ahora bien, supongamos que la disminuida
cifra de 6809 desaparecidos confirmados nos siga pareciendo
“escandalosa” y reprochable, a tal coeficiente cabe anexarle el
siguiente interrogante: ¿los 6809 desaparecidos eran simples filántropos
que soñaban con un mundo igualitario o peligrosos asesinos al servicio
del terrorismo internacional?. Interesa la pregunta porque quien esto
escribe, se dedicó exhaustivamente a estudiar este asunto que luego
fuera plasmado en el documentado libro La Mentira Oficial, y de dicho trabajo yo mismo extraje las siguientes conclusiones:
La organización terrorista Montoneros
tuvo 5.750 caídos. El ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) padeció
1980 caídos y otras organizaciones terroristas de menor envergadura
(FAL, FAP; OCPO) padecieron un total de 700 caídos: o sea que hubo un
total de 8430 terroristas caídos en toda la guerra antisubversiva.
¿Y cómo se explica la diferencia de que
la cifra oficial de desaparecidos sea entonces de 6809 y el total de
caídos sea 8430?. Muy fácil. Del mismísimo listado oficial/estatal se
aclara que hay otros 751 guerrilleros que desaparecieron antes del
gobierno militar naciente el 24 de marzo de de 1976 (es decir que
desaparecieron durante el régimen peronista de Juan Perón, Isabel Perón y
López Rega), datos a los que cabría sumar otros 860 terroristas que
confirmadamente cayeron muertos en combate. Entonces, de todo este total
detallado se extrae que entre los desaparecidos en democracia (751),
más los desaparecidos en el gobierno de facto (6809) y más los muertos
caídos en enfrentamientos (860) una cifra de 8420 bajas, es decir casi
la misma que los 8430 guerrilleros caídos que denunciaron las mismísimas
organizaciones terroristas en sus partes de guerra.
Tras lo expuesto, cabe concluir entonces
que Darío Lopérfido no sólo dijo la verdad al reconocer que no
existieron 30.000 desaparecidos, sino que se quedó corto en su
afirmación, dado que cabría agregar que salvo aisladas excepciones,
todos los desaparecidos eran todos terroristas asesinos y como tales,
murieron en su ley en el marco de la guerra civil que ellos mismos
desataron, en la cual cometieron más de 21.700 atentados[1],
de los cuales incluyeron numerosos infanticidios, cientos de
secuestros, decenas de fusilamientos, miles de atentados con bombas y un
sinfín de torturados.
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Cita:
[1] Hechos y cantidades ratificados en la Sentencia de la Causa 13 que juzgó a los Comandantes en 1985.