¿POR QUE UNA CONFEDERACIÓN DE AGRUPACIONES NACIONALISTAS?
C.A.N: la unión de la militancia Nacionalista |
La recientemente constituida Confederación de Agrupaciones Nacionalista,
que aglutina a varias y diversas organizaciones que desde hace ya
bastante tiempo vienen llevando a cabo una militancia real en varias
provincias, no es un antojo aventurero, ni una iniciativa irreflexiva de
corte voluntarista.
Por el contrario, es la coherente puesta en acto de una decisión a la que se llegó luego de un análisis realista de la situación por la que atraviesa el nacionalismo argentino. En efecto, en lo que respecta a la tan anhelada, y aparentemente utópica, unidad de los nacionalistas, es evidente que la diversidad de matices doctrinales y la ausencia de un líder indiscutido, han impedido la conformación de un único Movimiento nacionalista en nuestra Patria.
Por el contrario, es la coherente puesta en acto de una decisión a la que se llegó luego de un análisis realista de la situación por la que atraviesa el nacionalismo argentino. En efecto, en lo que respecta a la tan anhelada, y aparentemente utópica, unidad de los nacionalistas, es evidente que la diversidad de matices doctrinales y la ausencia de un líder indiscutido, han impedido la conformación de un único Movimiento nacionalista en nuestra Patria.
Si bien es cierto, esto fue así desde los orígenes mismos de nuestro
movimiento, hogaño esta situación es mucho más perjudicial que antes por
la sencilla razón de que el Sistema de Dominación se ha consolidado de
tal modo que no existe ante él prácticamente resistencia alguna, y ello
ha convertido ya a nuestro país en una nación inviable.
Lo mismo podemos decir respecto a la estrategia a seguir a los efectos de alcanzar el umbral de poder suficiente para lograr la independencia de la Patria y el Bien Común de los argentinos. En ese sentido la disputa enconada entre aquellos que consideran posible una accionar dentro de la partidocracia, y los que se oponen a cualquier concesión con el Sistema; así como las diferentes vías de acción propuestas, sean estas culturales, de capilaridad, de influencia en los factores de poder, etc.; han hecho imposible un accionar mínimamente concurrente.
Todas estas divergencias -a las que se les deben sumar las infaltables rencillas personales producto de las miserias humanas- configuran un panorama desolador para nuestro movimiento, que se visibiliza en la existencia de tan solo unas pocas y minúsculas agrupaciones, ateneos, organizaciones, etc., que actúan en forma individual e irregular, con una constancia y una eficiencia relativa y dispar, a lo largo y ancho del país.
Ante este cuadro de situación la opción de vincular a la máxima cantidad posible de organizaciones, manteniendo cada una de ellas su autonomía pero coordinando su accionar mediante un órgano, representativo de todas ellas, que fije una estrategia común, planifique y decida acciones, podría dar buenos resultados y ser una solución al menos parcial a los inconvenientes descriptos.
Por cierto que en otras oportunidades se intentó esta metodología de acción con escaso o nulo resultado; también es cierto que no es esta la única alternativa a seguir, y que cada grupo podría seguir haciendo su aporte individual en forma aislada y conforme a su propia estrategia; sin embargo nada impide que arbitrando correctamente los medios –buenos operadores, organicidad adecuada, etc.- esta vez una confederación como la que se intenta hacer pueda funcionar; de tal modo que la dispersión, desunión y discordia entre los nacionalistas deje de ser una fatalidad sin remedio.
En ese sentido los primeros pasos ya han sido dado, ahora resta continuar aunando a todas aquellas voluntades dispersas que concuerden en la necesidad de construir un proyecto político común para el nacionalismo. Y por supuesto, perseverar ante los inconvenientes que de seguro no faltaran, teniendo siempre presente lo que supo decir el General San Martin: “… que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”.
Lo mismo podemos decir respecto a la estrategia a seguir a los efectos de alcanzar el umbral de poder suficiente para lograr la independencia de la Patria y el Bien Común de los argentinos. En ese sentido la disputa enconada entre aquellos que consideran posible una accionar dentro de la partidocracia, y los que se oponen a cualquier concesión con el Sistema; así como las diferentes vías de acción propuestas, sean estas culturales, de capilaridad, de influencia en los factores de poder, etc.; han hecho imposible un accionar mínimamente concurrente.
Todas estas divergencias -a las que se les deben sumar las infaltables rencillas personales producto de las miserias humanas- configuran un panorama desolador para nuestro movimiento, que se visibiliza en la existencia de tan solo unas pocas y minúsculas agrupaciones, ateneos, organizaciones, etc., que actúan en forma individual e irregular, con una constancia y una eficiencia relativa y dispar, a lo largo y ancho del país.
Ante este cuadro de situación la opción de vincular a la máxima cantidad posible de organizaciones, manteniendo cada una de ellas su autonomía pero coordinando su accionar mediante un órgano, representativo de todas ellas, que fije una estrategia común, planifique y decida acciones, podría dar buenos resultados y ser una solución al menos parcial a los inconvenientes descriptos.
Por cierto que en otras oportunidades se intentó esta metodología de acción con escaso o nulo resultado; también es cierto que no es esta la única alternativa a seguir, y que cada grupo podría seguir haciendo su aporte individual en forma aislada y conforme a su propia estrategia; sin embargo nada impide que arbitrando correctamente los medios –buenos operadores, organicidad adecuada, etc.- esta vez una confederación como la que se intenta hacer pueda funcionar; de tal modo que la dispersión, desunión y discordia entre los nacionalistas deje de ser una fatalidad sin remedio.
En ese sentido los primeros pasos ya han sido dado, ahora resta continuar aunando a todas aquellas voluntades dispersas que concuerden en la necesidad de construir un proyecto político común para el nacionalismo. Y por supuesto, perseverar ante los inconvenientes que de seguro no faltaran, teniendo siempre presente lo que supo decir el General San Martin: “… que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”.
EDGARDO ATILIO MORENO
Circulo Nacionalista de Santiago del Estero