Publicado por Revista Cabildo Nº 115
Meses Noviembre-Diciembre 2015-3era.Época
EL CAMPO ARGENTINO
Por Augusto Esteban Margueirat
Por Augusto Esteban Margueirat
LA
realidad del campo argentino desde el punto de vista económico es, en líneas
generales, como todos los demás sectores empresariales del país. La injerencia
del Estado en la actividad económica es cada vez mayor, a través de la carga
tributaria y de mecanismos de regulación de la actividad.A
esto hay que sumarle que los precios de los productos agropecuarios
(commodities) han sufrido una baja drástica en su precio, y los valores de los
insumos (en dólares) mantienen un aumento constante. Para el productor
agropecuario la ecuación (margen bruto) cada vez cierra menos o directamente
cierra en negativo.
La
carga tributaria no sólo es altísima sino que es regresiva y está totalmente
desvirtuada. La forma más equitativa para la redistribución de la riqueza es a
través del impuesto a las ganancias. El que más gana más paga. Y no con
impuestos a las ventas como son los derechos de exportación (retenciones).
Otro
impuesto totalmente desvirtuado y que tiene que ver con la distribución de la
riqueza es el inmobiliario. El pago es de acuerdo a la valuación fiscal y no de
acuerdo a su valor real que está relacionado con su capacidad productiva y
cercanía al mercado. Con la ventaja que la recaudación de este impuesto sería
para la provincia y no para la caja de la Nación.
Con
estos dos impuestos se podrían eliminar las retenciones a los granos y las
carnes. Pero el gobierno se queda sin caja. Por eso lo hizo. No estamos en
contra de una recta y decente intervención del Estado pero de forma clara y
trasparente, y pensando en el bien común de la Nación y no en beneficio del
gobierno o de algún sector.
Si
bien desde el gobierno de turno se cumplen con los mandatos supranacionales
emanados del norte también se aprovechan los mecanismos de regulación de las
distintas actividades para favorecer ciertos sectores que al gobierno le
interesa y no para defender los precios de los consumidores.
La
exportación de trigo y maíz está limitada por medio de "derechos de venta
al exterior" (ROE Verde). El gobierno otorga cupos de exportación
totalmente arbitrarios lo que provoca la caída de los precios tanto del trigo
como del maíz, adicional a lo causado por las retenciones.
En
el caso del trigo se beneficia a los molinos harineros que compran su materia
prima muy barata y en el caso del maíz se beneficia al engorde de pollos,
cerdos y vacunos (feedlot). En definitiva el productor agrícola está
subsidiando a la industria.
Como
pasa siempre con estas intervenciones del Estado los más favorecidos son los
grandes productores, los que tienen una economía de escala que les permite
negociar de otra forma tanto con los proveedores como con los organismos
recaudadores. Son conocidos los casos de grandes "pooles de siembra"
que acumulan deudas impositivas millonarias que luego negocian su cancelación por
valores irrisorios.
Cuanto
menor sea el margen de ganancia de la actividad más productores quedan fuera
del negocio y esto provoca la concentración de la producción en pocas manos.
Esto
viene pasando en el sector agrícolaganadero desde el auge de los precios
agrícolas (2003) primero porque los pooles de siembra podían pagar mayores
precios de alquiler por los campos y hoy porque el margen de ganancia es tan
bajo, o inexistente en algunos casos, que los pequeños y medianos productores
dejan de alquilar campos y los toman los grandes. Muchos propietarios prefieren
alquilar su campo a hacerlo producir y correr riesgos.
Uno
de los efectos más notorios de los pooles de siembre es que al concentrar
grandes superficies productivas tienen una gran necesidad de insumos de todo
tipo pero que no se compran en el lugar (pueblos) sino que se concentran las
compras en Buenos Aires en detrimento de la vida económica de los pueblos y del
interior en general.
Otro
perjudicado, pero desde vieja data, es el sector tambero. Primero se provocó
una concentración de las usinas lácteas que terminó en un oligopsonio (pocos
compradores). El productor recibe un bajo precio por la leche producida y el
consumidor paga un altísimo precio por el producto terminado, la diferencia queda
en manos de la industria.
Está
claro que desde el exterior se busca destruir la república Argentina entre
otras formas destruyendo al productor agropecuario arraigado a la tierra.
Pasando los habitantes del interior a depender laboralmente de las grandes empresas.
Pero en esta evolución de la crisis agropecuaria el productor tiene mucha
responsabilidad. Como ha pasado en toda la sociedad argentina la mayoría de la
gente se ha dejado ganar por el egoísmo, que es la base del liberalismo. Y en
este egoísmo el productor ha buscado la maximización de su ganancia sin reparar
en las consecuencias para su vecino ni para el sector.
Fue
lamentable ver como todo el campo argentino se fue convirtiendo en soja. Se
eliminaban superficies tamberas o ganaderas para sembrar soja. Fueron muy pocos
los que respetaron, mínimamente, las rotaciones agrícolas. Se recibían en
Liniers (mercado de carnes) vacas (o vaquillonas) para faena con un estado de
gestación avanzado.
El
consumo de agroquímicos fue en aumento, al igual que la contaminación
ambiental. La sustentabilidad del ecosistema está seriamente amenazada, al
igual que las producciones regionales. En el único momento que se puso un freno
a esto fue en el año 2008, y fueron los productores que estaban tan mal que ya
no tenían prácticamente nada que perder. A los que tenían algo que perder les
costó adherirse y los medianos y los grandes estaban haciendo cuentas para
aprovechar la situación por la falta de oferta de productos agropecuarios. Lo
único que los detuvo fue la gente que se movilizaba en las rutas ejerciendo
control.
Lamentablemente
no existe cohesión entre las entidades gremiales rurales, y mucho menos entre
los productores, que les permita un reclamo unificado pensando en el bien común
del sector. El reclamo justo del 2008 se escurrió como agua entre las manos en
cuanto las figuras más sobresalientes entraron en el perverso juego
electoralista de la partidocracia argentina.
Actualmente
el gobierno intenta parchar la situación con dádivas para los pequeños y
medianos productores, supeditadas a la liquidación de divisas por parte de los
exportadores, mediante unos mecanismos de subsidio segmentados de muy difícil
aplicación y de peor control. Solución ésta que seguramente va a terminar como
todas las anteriores del actual gobierno.
Este
embayere político-económico del sector en el que estamos metidos no lo
soluciona el actual gobierno ni la oposición por las buenas. Tampoco se
soluciona democráticamente con el consenso de la mayoría; la única solución es
que a través de alguno de los distintos cuerpos intermedios se tome las riendas
de un reclamo justo imponiéndolo por la fuerza si fuera necesario. •
********************************************************************************************************
********************************************************************************************************
SUBVERSIÓN MORAL
Un
hecho similar ocurrido recientemente me trajo a la memoria otro ocurrido en
2002 y me demuestra que nada ha cambiado. Una mujer policía, en defensa de su
familia asaltada por ' un precoz delincuente que había herido de dos balazos a
su hermano, un niño de pocos años, hizo uso legítimo de su arma reglamentaria
con consecuencias fatales para el agresor. En otros tiempos, los parientes
directos del delincuente, detenido por ladrón en tres oportunidades anteriores
y con varios hermanos presos por idéntico y excesivo amor a lo ajeno, se
hubiera refugiado en el silencio y la vergüenza. Pero no. Salió a la calle
acompañada por vecinos, insultó y apedreó la casa de la familia asaltada. Como
consecuencia de esta pequeña y repugnante pueblada, sus miembros debieron mudarse
por temor a mayores represalias.
Así,
a costa de una baja que la sociedad no puede llorar sino apenas apiadarse, la
delincuencia hizo valer sus fueros en el barrio ante la indiferencia del
ministerio público y la "neutralidad" de los asépticos periodistas
presenciales, que bien pudieron haberle preguntado a la madre vociferante:
"¿Pero señora, su hijo era un ladrón y homicida, ¿qué ha hecho Usted para
evitarlo y qué ha hecho para que el resto de sus hijos no tengan que estar
purgando en la cárcel sus crímenes? ¿Qué derecho tiene a reclamar enfurecida en
vez de pedir perdón?"
Hay
una tosca perversidad y un total desprecio por el prójimo en las conductas como
las descriptas; hay una subversión moral profunda cuya causa no hay que
buscarla, sino en mínima parte, en la marginación y en la pobreza. Reside
básicamente en el quiebre de la educación, que entre otras cosas no transmite
valores morales, refugiada como está en su asepsia. Aquí debe distinguirse
entre una pobreza digna y una pobreza abyecta. La primera se sobrelleva porque
está asentada en los valores cristianos transmitidos por la familia, la
catequesis y la escuela. Mas cuando estas instancias fallan o están ausentes,
la anomia y relativismo se adueñan de los espíritus. Entonces, ¿qué otro resultado
que el que vemos delante de nuestros ojos podemos esperar?
Es
hora de meditar sobre los daños sociales que la izquierda (llámenla
"progresismo" si quieren), dueña de la educación y de los medios, nos
ha infligido; es hora de pensar con libertad y sin temor a los sambenitos con
que fulminan los pontífices de esa cultura permisiva y agnóstica, que ha
confundido a tal punto que ya no se sabe distinguir entre el bien y el mal, la
república de la democracia y la dictadura de la tiranía. •
Eugenio Rodríguez Marangoni