Ingratitud castigada: Memorias biográficas de Don Bosco
El
amor al dinero es más intenso en el corazón de los ricos que en el de los
pobres…
Vivía en Turín un matrimonio con una fortuna
de varios millones: después de veinticinco años de casados no tenían hijos.
Estaban por esto muy angustiados al pensar que debían dejar su herencia a
personas extrañas a la familia. Con oraciones y peregrinaciones habían pedido
esa gracia, sin ser escuchados.
Finalmente se presentaron a Don Bosco a quién
le rogaron los bendijera, prometiendo que si tenían el hijo suspirado darían al
Oratorio y a la Iglesia, una suma respetable.
Don
Bosco, los animó a considerar la gracia como recibida y efectivamente tuvieron
un hijo robusto, sano que era una delicia. Fueron a visitar a Don Bosco, se
deshicieron en palabras de agradecimiento, pero nada hablaron de la promesa.
Don Bosco se la recordó, pero esos señores se excusaron aduciendo pretextos.
-Yo no tengo nada que ver en este asunto-
terminó diciendo Don Bosco -, pero vuestra ingratitud tendrá su recompensa.
Observen bien, que quien os dio el hijo, os lo puede quitar.
En efecto, después de algunos meses, el niño
acometido por misteriosa enfermedad, murió.
Los padres, agobiados por el dolor,
estuvieron cerca de un año sin visitar a Don Bosco; pero al fin volvieron a
verlo; confesando su culpa, le pidieron una nueva bendición y renovaron su
promesa.
Don Bosco, conmovido por sus lágrimas, les
dio algunos consejos saludables; los bendijo y les prometió que rezaría, asegurándoles
la gracia.
Tuvieron
efectivamente un segundo hijo y esta vez, ni se tomaron la molestia de ir al
Oratorio y se olvidaron de los pobres niños de Valdocco.
Don Bosco esperó más de un año y fue a
hacerles una visita. Lo recibieron un tanto confusos y cuando el Santo les dijo
que, con la Virgen no se juega, le contestaron que, los años malos, los grandes
impuestos, los gastos extraordinarios, algunas pérdidas sufridas, habían disminuido
las entradas, por lo que no podían dar nada.
Don Bosco se retiró convencido de que no
quedaría impune tan vergonzosa avaricia. He aquí que el niño se enferma. Corren
a llamar a Don Bosco que no quiso ir a aquella casa y el niño murió y la
colosal herencia pasó a quienes esos padres no hubieran querido dejarla.
San Juan Bosco: Un
Gran Pescador de Almas – Luis Terrone S.D.B. Ed. Don Bosco Bs. As.1964. Págs. 158, 159.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista