Fieles escapando de Bergoglio
La
burbuja mediática del Papa Bergolgio aún existe. Sobre para con los no
creyentes. Pero entre los católicos el 2015 ha sido en cambio el año de
la deflación, como lo demuestran los desastrosos datos sobre la caída de
la afluencia de los fieles en sus encuentros.
Incluso “Repubblica”, aunque someramente, ha debido
reconocerlo: “Los datos oficiales proporcionados por el Vaticano
certifican que el arranque del Jubileo ha traído incluso un reflujo. El
número de peregrinos que ha participado en los encuentros públicos del Papa en
el mes de Diciembre disminuyó de manera sensible respecto al mismo mes
el año 2014: un treinta por ciento menos, de los 461 mil de hace un año
se redujo a 324 mil”.
Un 30 por ciento menos en un año es una caída precipitada. La misma caída en la presencia de fieles en el rezo del Ángelus papal: “150 mil peregrinos contra 390 mil del mismo periodo en el año 2014”.
Ha habido un fracaso en la ceremonia de inicio del Jubileo, el 8 de
diciembre, en la cual participaron la mitad de las personas previstas
(50 mil).
“Repubblica” escribe que sin embargo hubo mucha gente en el
Jubileo de la familia. Pero que en aquel caso el número se encontraba
“estimulado” por una razón extrabergoglio: la presencia masiva en Roma
de miles de familias del Camino Neocatecumenal (las mismas que llenaron
la Plaza de San Juan el pasado 20 de junio).
El Vaticano está en efecto más alarmado porque desde hace dos años está en curso una verdadera huida de Bergoglio.
El Jubileo se convocó para esto, para tratar de engrosar la presencia
de fieles en el Vaticano y demostrar que “el pueblo unido” está con su
“Revolución”.
En las intenciones del promotor del Año Santo se debería “maquillar”
la derrota, que es ahora más evidente si consideramos todos estos tres
años de pontificado (cuando, entre otras cosas, no existía la excusa del
miedo de atentados, como en Diciembre pasado).
Tres años de caída
En los datos relativos a la presencia en las audiencias papales que
la Prefectura de la Casa Pontificia ha proporcionado – como de costumbre
– para la centésima audiencia de Bergoglio, la cosa más clara es la
caída que se ha verificado del primer al tercer año de su
pontificado: 1.548.500 presencias a las 30 audiencias en 2013, a
1.199.000 presencias en las 43 audiencias del 2014 y – atención –
400.100 presencias en las 27 audiencias sostenidas hasta el 26 de agosto
del 2015.
Números terribles. Y la tendencia está confirmada también por el cálculo de la media de presencias a las audiencias generales, de hecho en
el 2013 la media de los presentes fue de 51.617 personas, en el 2014 se
redujo a la mitad, a 27.884 y en el 2015 la media se redujo a la
mitad, una vez más, a 14.818 personas.
Si consideramos todo el año 2015 y todos los encuentros públicos del Papa (no solo las audiencias) los presentes han sido en total 3
millones y 210.860, es decir, un 45 por ciento menos que en el 2014
cuando fueron 5 millones y 916.800 y son menos de la mitad de 6 millones
y 623.900 durante nueve meses del pontificado bergogliano del 2013.
¿Qué significa esto? Que el entusiasmo inicial de los primeros meses
ha sido seguido por una gran desilusión con la consecuente huida de los encuentros papales.
Es un fenómeno hasta ahora rotundo si se considera la máquina
propagandística que desde hace tres años mitifica al pontífice argentino
– e incluso hoy – evita reportar este gran alejamiento del papa
Bergoglio.
Dentro de la Iglesia responden que no son los números los que juzgan a
la fe. Es verdad. Pero los números son importantísimos cuando un
pontificado pretende “revolucionar” el catolicismo prometiendo que así
informarán a la gente de la iglesia.
Si se desmantela la enseñanza de siempre de la Iglesia y se
proclama aquello que el mundo quiere oír, porque así, -significa- que
entendemos y aceptamos a los hombres de hoy día, volviéndose obligatorio
y decisivo verificar si a continuación “el hombre moderno” coge el
gancho.
Bueno, me parece que en este caso la negación de los actos sea estruendosa. Los datos que he citado son de un total fracaso.
A continuación los medios continuarán representando la era de
Bergoglio con un tono triunfal, se vuelve ahora más imperante buscar el
controlar y decir como están las cosas verdaderamente.
El Jubileo (un extrañísimo Jubileo donde no se habla ni siquiera de
“indulgencias” para no enfadar a los protestantes) se ha convocado para
camuflar este abandono en masa.
Por esto, para atraer a la gente, se ideó un evento incomprensible
como la exposición en Roma del cuerpo del padre Pío, así como también la
canonización de la Madre Teresa (dos santos que son lo opuesto del Papa
de la Teología de la liberación).
Pero el fracaso de la presunta “primavera” debido al “efecto
Bergoglio” permanece. Tan es así que puede constatarse en la práctica
dominical de las parroquias.
Según los datos del Istat más recientes, los relativos al 2014, el segundo año del pontificado bergogliano, la
frecuencia de ir a la Misa dominical en Italia se derrumbó al 28.8 por
ciento mientras que con Benedicto XVI era sobre el 30 por ciento.
Por lo tanto el efecto Bergoglio se da, pero en contra: no atrae a los alejados, sino que hace huir a los cercanos. ¿Por qué? ¿Qué cosas no gustan del mensaje de Bergoglio?
La lista de las cosas que no van sería muy larga, sobre todo en
materia doctrinal y pastoral. Pero hay un tema muy sensible que
ciertamente ha contrapuesto al pueblo (también el pueblo cristiano) a
Bergoglio: la inmigración.
Bergoglio es Toni Negri
En su homilía de Capodanno (Año Nuevo) el Papa argentino
volvió, por enésima vez, a hablar de la inmigración como hace tres años,
en el desafortunado discurso de Lampedusa, representando la onda
migratoria como una marea humana que no se puede y no se debe ni
siquiera contener, frenar o regular.
Al parecer Bergoglio piensa que debemos dejar que se abatan las fronteras, la identidad nacional, la economía y los estados.
El Papa sudamericano ha vuelto a usar la categoría de “multitud” que no existe en el magisterio de la Iglesia, pero que se encuentra en cambio, en el pensamiento de Toni Negri[1], en donde tal categoría sustituye a la vieja “clase obrera”.
La “multitud”, escribe en “Imperio”, es la nueva “subjetividad política”, con el “potencial revolucionario” más grande en contra del Imperio.
Bergoglio rompe con el magisterio tradicional de la Iglesia que
siempre ha resaltado la diferencia de roles entre la Iglesia (la cual
debe vivir la caridad y la acogida) y el Estado que debe defender la
estabilidad, el orden y el bienestar de su pueblo.
En cambio, “en la visión de Francisco”, escribió hace unos días
Sandro Magister: “parece desvanecerse la distinción entre el Estado y la
Iglesia. La tranquillitas ordinis que es deber del Estado el garantizarla a los ciudadanos, es absorbida y juzgada por la sola misericordia, propia de la Iglesia”.
Mejor Mattarella
La ruptura de Bergoglio respecto a la tradición de la Iglesia es tan
radical que – como ha subrayado todavía Magister – incluso el presidente
Matarella[2],
quien viene del catolicismo progresista, en su discurso de fin de año,
ha dicho cosas opuestas a Bergoglio acerca de la emigración.
De hecho “para el Papa Bergoglio todo se soluciona en una palabra: ‘acogida‘. Y en la condena a todos aquellos que, incluyendo instituciones públicas, no se muestran del todo de acuerdo” (Magister).
Al contrario, Mattarella ha afirmado que “se debe gobernar” el fenómeno migratorio.
El presidente explicó que es necesario distinguir de entre los refugiados que huyen de guerras y persecuciones, y los “otros migrantes que deberían ser repatriados, siempre asegurándoles un trato digno”.
Para Mattarella junto a la acogida va el “rigor”, porque “aquí en Italia se debe respetar las leyes y la cultura de nuestro país…
Aquellos inmigrantes que, en cambio, cometan crímenes deben ser
detenidos y castigados, como es el caso de los italianos que delinquen.
Aquellos que resulten peligrosos serán expulsados. Las comunidades
extranjeras en Italia están llamadas colaborar con las instituciones, en
contra de los predicadores del odio y en contra de aquellos que
practican la violencia”.
Pero la emigración es solo uno de los tantos motivos por el cual el
pueblo cristiano se aleja de Bergoglio. Ni siquiera es el más grave. El 2016 será el año de la verdad.
Antonio Socci
[Traducido por Grabriello Sabbatelli]