viernes, 22 de enero de 2016

NACIONALES:Carlos José DÍAZ- Acerca del egoísmo militante de los liberales

 Publicado por Revista Cabildo Nº115
Meses Noviembre/Diciembre 2015-3era.Época

NACIONALES

Carlos José DÍAZ

Acerca del egoísmo militante de los liberales



 NO de los rasgos más característicos de las sociedades 'liberales y democráticas es el individualismo. Este fenómeno desemboca en uno de las peores tendencias de la concupiscencia humana: el egoísmo.

No se puede entender de otra manera los reclamos de las llamadas clases media-alta. Si se quejaran por la inseguridad (personal y nacional), por la entrega de recursos nacionales o por la educación naturalista que reciben sus hijos, estaríamos de acuerdo.


Pero las quejas van apuntadas a la compra de dólares, a la posibilidad de viajar al extranjero (igualmente lo hacen), a la perentoriedad por acceder a mercancías importadas, y sobre todo a algo muy injusto, el impuesto sobre los salarios, pero argumentado de la peor manera posible; esto es, contraponiéndolo con la función subsidiaria del Estado, por ejemplo: con las jubilaciones y la ayuda a los pobres. Que se utilicen de manera ilícita esas ayudas no anula la licitud de las mismas.

Cuántas veces hemos escuchado la frase "a cuántos negros mantengo yo". Ojalá se pudiera cumplir con el principio cristiano de que el más fuerte ayuda al más débil, fuera negro o blanco. El problema es que nuestros mantenidos gozan de privilegios que les están negados al ciudadano de a pie, y que una parte gruesa de esa manutención se la llevan los gobernantes.

La única vez que muchos representantes de ese egoísmo de clase se movilizaron con vehemencia fue cuando le confiscaron los ahorros que no pudieron salvar, a pesar de que muchos estaban avisados por Cavallo y su banda de ladrones y se llevaron nomás los dólares. Pero no se movilizaron cuando el futuro de la patria se diluía en manos de los privatizadores de los bienes públicos. Es para mirar sorprendidos a estas almas carcomidas por el egoísmo, y que tienen una inmediatez alarmante en su pensamiento; mas allá de que son manipulados por los medios económicos a través de las redes de comunicación, y por el régimen partidocrático.

Los grandes movimientos nacionalistas tenían una clara impronta orgánica y social. Aquellos hombres que amaban a sus patrias veían indignados el avance del marxismo y del liberalismo, de la injusticia social tanto como de la lucha de clases. ¿Qué pensarían hoy estas personas egoístas, que se dicen cristianas, ya no por cierto de las propuestas en pro de los más necesitados de la Falange o del Fascismo, si no de los círculos obreros católicos? ¿Qué pensarían de Julio Steverlynck y su constante ayuda a los obreros?

Este egoísmo liberal es un peligro para todos y gana fácilmente las almas. No podemos olvidar que muchas cosas que predicamos nosotros, como la función social de la propiedad privada, el corporativismo o la lucha contra los plutócratas y usureros, son banderas propias arrebatadas por marxistas, para publicidad ideológica, no para dar soluciones a los más necesitados. Si no se reacciona ante es falsa disyuntiva, el saqueo extranjero se llevará a cabo sin problemas. Incluso será con alegría; si hasta la revolución de la alegría la llaman, aquellos que identifican a la política con el individualismo,' con la gestión eficiente pero descreída del Bien Común. Si el Estado no cumple su fin, en tanto persona de bien, la política no tiene sentido.

Intentemos crecer en las virtudes, para ser fieles a Jordán Bruno Genta que decía que la esencia de la actividad política y económica "tiene que ser la voluntad de servir y el espíritu de sacrificio". Nadie morirá por el mercado o la bolsa de valores, ni por un dólar más barato, las acciones o los bonos, o la última tablet. Pero siempre es bueno predicar que vale la pena combatir el egoísmo y a dar la vida por Dios y por la Patria. •