jueves, 14 de enero de 2016

Lecciones Góticas del 711 para el mundo de hoy


Lecciones Góticas del 711 para el mundo de hoy

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Lecciones Góticas del 711 para el mundo de hoy

(cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia)
Enrique de Zwart

Si hay un pueblo que se ganó el rótulo de “creadores de España” es el de los visigodos. Luego del Völkerwanderung[1] que siguió al desmembramiento del imperio romano, los visigodos emergieron victoriosos en Iberia y consolidaron el poder en toda la península, y un poco más allá de los Pirineos también. Todas las tribus bárbaras que cruzaron los Pirineos a partir del otoño del 409 tuvieron sus 15 minutos de gloria en Hispania, pero fueron al final los visigodos quienes prevalecieron.
Claudio Sánchez-Albornoz, hombre de izquierdas, sostenía que la civilización hispana generada por los visigodos fue nueva y única, y definió la historia de España y de su gente inclusive durante los siglos de ocupación árabe[2]. En su reciente obra el Padre Santiago Cantera los contrapone a otros célebres sucesores: los reyes católicos fueron restauradores, los visigodos fundadores[3].


Hoy en día Europa está nuevamente experimentando otro Völkerwanderung y esta vez no desde las forestas germánicas o las estepas siberianas, sino desde la extensa medialuna islámica que abarca de Afganistán a Marruecos, y más al sur aún. Volveremos a esto más luego.

Creadores de España

2Leovigildo fue quién logró la unificación territorial de la península ibérica en el  585[4]. Por aquel entonces los visigodos eran arrianos, negando la divinidad de Cristo. Leovigildo también intentó lograr la unidad religiosa proponiendo una versión suave del arrianismo. Su objetivo era atraer a la población hispanorromana, en su mayoría católica. Así es que admitió que Cristo era Dios, pero no el Espíritu Santo. Y debido a esto el segundo proyecto de Leovigildo no fue exitoso.
Leovigildo. Plaza de Oriente, Madrid. Wikimedia.
Ese honor lo tendría su hijo Recaredo  quien se convirtió y una vez en el trono arrastró tras él a la mayoría de los godos al catolicismo en el 587. El cerebro detrás de esta operación fue San Leandro de Sevilla (534-596), hermano de Isidoro de Sevilla (556-636), santo, Padre de la Iglesia y polímata. Este fue un punto de inflexión que forjó la unidad social y religiosa entre visigodos e hispanorromanos.
El reino visigodo dio otros grandes estadistas, incluyendo a Sisebuto, arquetipo del rey filósofo y sabio; y Recesvinto, cuyo legado fueron las leyes del Liber Iudiciorum (o Lex Visigothorum). Pero todo lo bueno llega a su fin. La calidad de las elites visigodas menguó luego de estos grandes reyes.
3Cronología de los últimos tiempos visigodos, reyes e hitos. CdT denota Concilio de Toledo.

Crepúsculo

Una faceta deletérea en los últimos lustros del reino fue la cristalización en el seno de la aristocracia de grandes clanes político-familiares, cuyas luchas por el trono constituyeron un poderoso factor de desintegración de la monarquía. Especialmente en la segunda mitad del siglo VII. Ejemplo de esta decadencia política son las luchas de Wamba contra Erivigio, de Erivigio contra Égica, y de los witizanos contra Rodrigo.
En paralelo a esta caída política parece haber habido una eclesiástica. Las conjuras palaciegas, con consecuencias nefastas para el reino, vieron involucrados a los más altos clérigos. Algo común luego de que la “era isidoriana” llegara a su fin al morir su último gran representante, Julián de Toledo. Algunos historiadores, como R. Collins mencionan el misterio en torno al último concilio de Toledo (XVIII) celebrado probablemente en el 702, que habría sido “heterodoxo[5] pero cuyas actas se perdieron. ¿Fue esta heterodoxia síntoma de problemas más graves?
Del pasaje de ciertas leyes también se puede inferir un grado de decadencia moral a priori no asociado con aquellos tiempos. En el reinado de Égica fue necesario emitir un canon del concilio XVI de Toledo y de una nueva ley civil (LV, III, 5, 7) penalizando la sodomía.
A esto hay que sumarle rebeliones de los vascones en la Galia Narbonense, la provincia más allá de los Pirineos; y la ominosa presencia del Islam en el norte de África tras una agresiva expansión religiosa-militar que empezó a sentirse mediante ataques sarracenos al litoral español.
Los intentos de convertir a los judíos –e integrarlos a la sociedad con el fin de evitar la alienación y el comportamiento financieramente depredador de los hebreos– tuvieron consecuencias aciagas. Parte de la población judía emigró de la península; otros se convirtieron en apariencia y recibieron el bautismo. Pero estos cristianos criptojudíos dieron lugar a la aparición en España de un «problema judío», que constituyó un factor de desintegración social y político en la monarquía  gótica.
Aparte de ser resentidos por sus prácticas usureras ciertos elementos dentro de la colectividad judía fueron acusados de hechos más graves aun. En el XVII Concilio de Toledo del año 694, el rey Égica  denunció una conspiración de los judíos españoles con los del norte de África para destruir el reino cristiano visigodo. Esta acusación parece que tuvo fundamento real ya que es remarcada por historiadores en los extremos opuestos del espectro político como J. Orlandis[6] y E.A. Thompson[7].
Égica emitió leyes restringiendo las actividades mercantiles de los judíos en el comercio de ultramar. El temor no era solo por una probable colaboración con el invasor mahometano sino también debido a las febriles expectativas de una inminente venida del Mesías que se propagaron entre los judíos del siglo VII desde Iberia hasta Persia. La prohibición de intervenir en el comercio ultramarino buscaba impedir las relaciones de los judíos hispánicos con otras comunidades del litoral oriental y africano del Mediterráneo.
Finalmente llegó la peste bubónica del 693, coronada con una racha de malas cosechas y las hambrunas del 707-709.

Fin del reino visigodo

Luego de la muerte de Witiza en el 710, Roderico (don Rodrigo) fue elegido rey, a pesar de los intentos del poderoso clan witizano de retener el trono en poder del grupo familiar.
Pero los witizanos no se resignaron, y por mediación de un enigmático personaje —el conde don Julián— gobernador de Ceuta y la región del Estrecho, y antiguo “cliente” de Witiza, entraron en relación con los vecinos jefes musulmanes con la idea de que los árabes intervinieran en España a favor de sus pretensiones políticas. Tras una incursión exploratoria en el verano del 710, en la noche del 27 al 28 de abril del 711 se realizó́ el desembarco de un ejército al mando de Tarik, compuesto en su mayor parte por bereberes. Rodrigo se hallaba en el otro extremo del reino en plena campaña contra los vascones.
Ante la noticia del desembarco islámico, Rodrigo interrumpió la campaña vascona y emprendió la marcha hacia el sur. Entre tanto, los 7000 hombres que componían el primer contingente desembarcado con Tarik fueron reforzados por Musa con 5000 nuevos soldados. A orillas del Guadalete —según la hipótesis más probable— chocaron los dos ejércitos. Rodrigo había confiado el mando de las alas a los hijos de Witiza, que en pleno combate abandonaron la lucha (o de acuerdo a otros se mantuvieron a un lado sin intervenir), dejando desamparado el centro, dirigido por el rey. La derrota fue terrible, y el propio Rodrigo perdió la vida. Era, probablemente, el 23 de julio del año 711.
Con Guadalete –que guarda ciertas similitudes con Hastings en 1066–  desapareció el reino visigodo español. El factor decisivo de la pérdida de España fue el impetuoso asalto del Islam en expansión. La disposición de los judíos hispánicos ante la invasión musulmana fue más favorable a los árabes que a los godos, ya que se sentían enemigos del reino toledano en cuyas tierras moraban. Su comportamiento durante la campaña de Tarik y Muza —según el testimonio de los historiadores islámicos— facilitó la rápida ocupación de la Península.
La decadencia interna sin dudas facilitó el derrumbe. En una carta al rey Etelredo de Mercia, fechada en el 746–747, San Bonifacio atribuía el derrumbamiento del reino visigodo a “la degeneración moral de los godos”.[8] Otras crónicas también buscan una justificación más allá de lo terrenal, y creen encontrarla —como la Crónica franca de Moissac— en los graves pecados cometidos durante su reinado por Witiza y el pueblo. La Crónica Rotense considera la ruina del reino de los godos como un castigo de Dios: “porque los reyes y los obispos abandonaron al Señor, todos los ejércitos de España perecieron”.
Otro era el parecer de los mozárabes, los cristianos de origen hispano-visigodo, que luego de la invasión islámica tuvieron la desdicha de vivir bajo el yugo musulmán en al-Ándalus. Estos pobres se dieron cuenta que habían saltado de la sartén al fuego. Sufrieron persecuciones y deportaciones masivas a África, o simplemente fueron matados. Y todos eran dimmíes, ciudadanos de segunda clase que debían tributar por el solo hecho de ser cristianos. Por eso la Crónica Mozárabe del 754 es más pragmática. Los mozárabes del siglo VIII mencionan al reinado de Witiza como los “buenos tiempos” antes de la “pérdida de España” que recordaban con nostalgia desde el infortunio de la servidumbre islámica. Pero si la recordaban así es porque España ya existía, los visigodos la habían hecho.

Encuentre las diferencias

A pesar de deficiencias en sus últimas etapas y de la perdida de España los visigodos merecen figurar en la historia grande por tres aportes fundamentales:
  • La configuración de España como entidad nacional y soberana desde la época de Leovigildo. Bajo su reinado la península fue unificada por primera vez volviéndose un ideal y punto de referencia para subsecuentes monarcas.
  • La identificación de España con el catolicismo, desde que Recaredo se hiciera bautizar en 587. El legado intelectual y litúrgico de la iglesia visigoda contribuyó a la formación de una cultura específicamente española.
  • El legado de los códigos jurídicos visigodos (Lex Visigothorum) con Recesvinto que “ocupan un lugar destacado en la historia del derecho europeo”.
Los visigodos fueron brutalmente desposeídos, pero ahora podemos ver que esa desposesión fue solo una prueba de Arriba que, si era superada, le permitiría a la ya existente España alcanzar glorias mayores. A veces la desposesión es el único camino para llegar a donde se debe, en los versos de T.S. Eliot:
In order to possess what you do not possess
You must go by the way of dispossession.

Casi ocho siglos después de Guadalete los Reyes Católicos, descendientes de los visigodos, reinstauraron el Reino de España basándose en el antiguo Reino Visigodo. Y quien sabe, quizás sin Guadalete no hubiera habido América como la conocemos.
Es difícil no encontrar analogías entre la situación contemporánea y la España visigoda de comienzos del siglo VIII: en particular en cuanto a la decadencia moral y política, el declive religioso y cultural del clero, las pretensiones secesionistas en ciertas regiones y, especialmente, una creciente inmigración/invasión musulmana.
Pero no todo es igual ya que “la historia ocurre dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa“, Marx dixit. Los visigodos pelearon en Guadalete; ahora los musulmanes entran caminando al estilo Le Camp des Saints y las elites los recibe con brazos abiertos. Los visigodos intentaron contener los pecados contra natura; ahora se ensalza la sodomía y el aborto. Los visigodos no renegaban públicamente de las gestas sus ancestros; ahora…
En la frívola clave liberal, las generaciones pasadas son solo un mero preludio para el último y definitivo triunfo demócrata progresista. Pero no se llega al fin de la historia porque los apparatchik del sistema de turno así lo digan. Dependiendo de cómo reaccione Europa puede que haya pueblos que perduren, como los vascos sobrevivieron la invasión indoeuropea y los visigodos se “reinventaron” en el oeste frente al peligro huno; o puede que haya pueblos como los vándalos y los alanos que desaparezcan en la noche del tiempo. Esperemos que esta España sea un ejemplo de aquello y no de esto.
Que no te la cuenten…
Enrique de Zwart

[1] El período de las grandes migraciones de los pueblos bárbaros luego de la caída del imperio romano.
[2] Sánchez Albornoz, C. 1956.  España, Un Enigma Histórico. Buenos Aires, Sudamericana. 767 p.
[3] Cantera, S. 2014. Hispania, Spania. El Nacimiento De España. Actas. 563 p.
[4] Aunque estrictamente hablando fue Suintila quien logró el control de toda Iberia al expulsar al último bastión bizantino en 625.
[5] Collins, R. 2004. Visigothic Spain 409-711. Blackwell, 272 p.
[6] Orlandis, J. 2011. Historia del reino visigodo español. Rialp. 3era Ed. 464 p.
[7] Thompson. E.A. 2011. Los godos en España. Alianza Editorial. 3era Ed. 471p.
[8] Thompson. E.A. Ibídem.