Antes nos jodían y solo sabíamos que estábamos jodidos. Ahora nos joden
y sabemos que nos estan jodiendo. Mañana estaremos jodidos debajo de
un puente jodidamente jodidos. Lo que se comenta y publica en este blog
está bajo protección del articulo 19 de la declaración de los derechos
del hombre adoptados por la Asamblea General de la ONU en Paris el 10 de
diciembre de 1948, que estipula que cada persona tiene EL derecho de la
libertad de la opinion y de la expresion, que implica el derecho de no
ser acosado por sus opiniones ni por buscar, recibir y publicar, sin
límites de fronteras, información e ideas por cualesquiera medios de
expresion.
LOS MONSTRUOS DEL SIGLO XX: GUERRA:
“Historia” de los campos “FEMA”. Cómo los hicieron funcionar los
“ALIADOS”: UN MILLÓN DE MUERTOS.
Se siente,
pero la historia de estos “campos” tiene mucho que ver con nosotros y
nuestra aquiescencia cuando no nos ha tocado, precisamente, directamente
a nosotros.
Pues ahí los tenemos, listos para actuar, ejecutar instrucciones al uso (de un solo bando) les sea o no conveniente.
Sea por “atentados naturales” (Declaraciones del Gobierno de los EE.UU, Rusia, China…), por separación de “etnias” al uso en determinados lugares para prevenir “males mayores”, por posibles “estados de excepción”, “leyes marciales”,
“aislamiento por falsas pandemias provocadas o no (H1N1, H5N1, H7N9,
Coronavirus…)… lo cierto e insistiendo, los campos de concentración
siguen estando de moda y desde siempre; siempre actuales y latentes….
La cuestión, en lo concerniente a este informe, es en cómo
perpetraron los “aliados” crímenes de lesa humanidad hacia la población
ya rendida de alemanes y con profusión de detalles. Y le escueza a
quien le escueza.
Sabe uno que toca tema que puede levantar ampollas entre “los malos y los buenos”
pero si a estas alturas no sabemos que siempre hemos sido, y
especialmente en el siglo XX, “ismos ” e istas” y recientemente números
del sistema, es que no nos hemos enterado o no queremos enterarnos de
cúales son nuestras sinergias a dia de hoy, o sea nulas.
Provocadas, por cierto, como simplificación máxima, por determinados indivíduos ya expuestos reiteradamente.
La historia (de ellos) está ya escrita y nosotros sufriremos las consecuencias, “a menos que vengan los de Orión o las Pléyades a procurarnos exactamente lo mismo que nos procuran ellos” los de aquí.
Aunque el Universo esta plagado de vida y
energía, cada vez me consta más, y sin ombligo del mundo, que si no nos
sacamos estos chinches de encima, también me consta, ya sin
esteorotipos e ismos y “familias” que no podremos aprovechar lo que
siempre tuvimos y nos ha sido dado: o sea: la eternidad, de una manera u
otra.
¿Y que más me dá cómo sea?
Aquí el artículo:
Campos de concentracion aliados para alemanes. Un millón de alemanes muertos en cautividad.
Llámelo crueldad, llámelo represalias, llámelo una política de hostil
negligencia: un millón de alemanes capturados como prisioneros por los
ejércitos de Eisenhower murieron en cautiverio después de rendirse.
En la Primavera de 1945, el III Reich
de Adolf Hittler estaba a punto del colapso, atrapado entre el Ejército
Rojo avanzando desde el este hacia Berlín y los ejércitos
norteamericanos, británicos y canadienses, bajo el comando total del
General Dwight David Eisenhower, moviéndose desde el oeste a lo largo
del río Rhin. Desde el desembarco del día D en Normandía, el pasado
junio, los aliados occidentales habían recapturado Francia y los Países
Bajos y algunos Comandantes de la Wehrmacht estaban tratando de negociar
las rendiciones locales. Otras unidades, sin embargo, continuaban
obedeciendo las órdenes de Hitler de luchar hasta el último hombre. La
mayoría de los sistemas, incluyendo el transporte, habían colapsado y
los civiles huían en pánico, de los rusos que avanzaban a lo largo.
“Hambrientos y atemorizados, yaciendo
en terrenos de cultivos, a 15 metros de nosotros, esperando el momento
apropiado para saltar con sus manos alzadas“: Así es como el Capitán H. F. McCullough del 2º Regimiento anti-tanques de la 2ª División Canadiense, describe el caos de la rendición alemana al final de la Segunda Guerra Mundial.
En un día y medio, de acuerdo con el Mariscal de Campo Bernard Montgomery, 500.000 alemanes se rindieron a su 21º Grupo de Ejército en el norte de Alemania. Poco después del día V-E – el 8 de mayo de 1945- los británicos y canadienses capturaron a más de dos millones de alemanes. Virtualmente casi nada del tratamiento que les fue dado, sobrevive en los archivos en Ottawa o en Londres, sólo algunas escasas evidencias del Comité Internacional de la Cruz Roja, los ejércitos involucrados y los relatos de los prisioneros mismos que indican que la mayoría continuaron con buena salud. En todo caso, la mayoría fueron pronto liberados y enviados a casa, o fueron transferidos a Francia para ayudar en el trabajo de reconstrucción de post-guerra. (El ejército francés había capturado poco menos de 300.000 prisioneros.)
Tal como los británicos y canadienses, los norteamericanos se enfrentaron con un sorprendente número de soldados alemanes rendidos. La cuenta final de prisioneros capturados por el ejército norteamericano en Europa (excluyendo Italia y el Norte de África) fue de 5,25 millones. Pero los norteamericanos respondieron en forma diferente.
En un día y medio, de acuerdo con el Mariscal de Campo Bernard Montgomery, 500.000 alemanes se rindieron a su 21º Grupo de Ejército en el norte de Alemania. Poco después del día V-E – el 8 de mayo de 1945- los británicos y canadienses capturaron a más de dos millones de alemanes. Virtualmente casi nada del tratamiento que les fue dado, sobrevive en los archivos en Ottawa o en Londres, sólo algunas escasas evidencias del Comité Internacional de la Cruz Roja, los ejércitos involucrados y los relatos de los prisioneros mismos que indican que la mayoría continuaron con buena salud. En todo caso, la mayoría fueron pronto liberados y enviados a casa, o fueron transferidos a Francia para ayudar en el trabajo de reconstrucción de post-guerra. (El ejército francés había capturado poco menos de 300.000 prisioneros.)
Tal como los británicos y canadienses, los norteamericanos se enfrentaron con un sorprendente número de soldados alemanes rendidos. La cuenta final de prisioneros capturados por el ejército norteamericano en Europa (excluyendo Italia y el Norte de África) fue de 5,25 millones. Pero los norteamericanos respondieron en forma diferente.
Entre los primeros cautivos en manos de
EEUU había uno, el Cabo Helmut Liebich, que había trabajado en un grupo
anti-aéreo experimental en Peenemunde en el Báltico. Liebich fue
capturado por los norteamericanos el 17 de abril, cerca de Gotha en el
centro de Alemania. Cuarenta y dos años después,
recuerda perfectamente que no habían tiendas de campaña en el Campo
Gotha, tan sólo un cerco de alambres de púas alrededor de un campo que
pronto se transformó en un barrial.
Los prisioneros recibían una
pequeña ración de alimentos el primer día, pero fue reducida a la mitad.
Para obtener la ración fueron forzados correr una manga. Agachados
debían correr entre los guardias norteamericanos, que les golpeaban con
palos mientras se movían hacia el alimento. El 17 de abril, fueron
transferidos al campo norteamericano Heidesheim más hacia el oeste,
donde no hubo alimentos durante días; luego muy pocos.
Al aire libre, hambrientos y sedientos los hombres comenzaron a morir. Liebich vio sacar a entre 10 y 30 cuerpos cada día desde su sección, la “B”, que al principio tenía alrededor de 5200 hombres. Vio a un prisionero golpear a otro hasta la muerte para obtener su pequeño trozo de pan. Una noche, mientras llovía, Liebich vio a los costados del agujero donde estaban refugiados, agujeros cavados en la blanda tierra arenosa, colapsar sobre los hombres que estaban muy débiles para luchar por salir. Se ahogaban antes de lograr sacarlos. Liebich se sienta y comienza a llorar: “Me es muy difícil creer que los hombres puedan ser tan crueles unos con otros”
Al aire libre, hambrientos y sedientos los hombres comenzaron a morir. Liebich vio sacar a entre 10 y 30 cuerpos cada día desde su sección, la “B”, que al principio tenía alrededor de 5200 hombres. Vio a un prisionero golpear a otro hasta la muerte para obtener su pequeño trozo de pan. Una noche, mientras llovía, Liebich vio a los costados del agujero donde estaban refugiados, agujeros cavados en la blanda tierra arenosa, colapsar sobre los hombres que estaban muy débiles para luchar por salir. Se ahogaban antes de lograr sacarlos. Liebich se sienta y comienza a llorar: “Me es muy difícil creer que los hombres puedan ser tan crueles unos con otros”
El tifus estalló en el Campo Heidesheim
aproximadamente desde principios de mayo. Cinco días después del día
V-E, el 13 de mayo, Liebich fue transferido a otro campo norteamericano
de prisioneros, a Bingen Rüdesheim en Rhineland cerca de Bad Kreusnach,
donde se le dijo que había una gran cantidad de prisioneros, algo así
como entre 200.000 y 400.000, todos ellos sin algo para cobijarse, sin
alimentos, sin agua, ni medicinas o suficiente espacio.
Pronto se sintió enfermo con disentería y
tifus. Fue transferido nuevamente, semi inconciente y delirando, en
carros de ferrocarril sin techos hacia el nororiente bajando el Rhine,
con un desvío a través de Holanda, donde los holandeses se apostaban
sobre los puentes para lanzar piedras sobre las cabezas de los
prisioneros. A veces los guardias norteamericanos disparaban tiros de
advertencia hacia los holandeses para mantenerlos alejados, A veces no.
Después de 3 noches, sus compañeros prisioneros le ayudaron tambaleante, a ingresar al enorme campo en el Rheinberg, cerca de la frontera con Holanda, nuevamente sin protección ni alimentos. Cuando llegó una pequeña cantidad de alimento, estaba descompuesto. En ninguno de los cuatro campos vio Liebich protección alguna para los prisioneros.
La tasa de muertes en los Campos norteamericanos en el Rhineland en ese momento, de acuerdo con los datos de sobrevida de una encuesta médica, fue del 30 por ciento al año; la tasa normal de muertes de la población civil en 1945, estaba entre el 1 y el 2 por ciento.
Después de 3 noches, sus compañeros prisioneros le ayudaron tambaleante, a ingresar al enorme campo en el Rheinberg, cerca de la frontera con Holanda, nuevamente sin protección ni alimentos. Cuando llegó una pequeña cantidad de alimento, estaba descompuesto. En ninguno de los cuatro campos vio Liebich protección alguna para los prisioneros.
La tasa de muertes en los Campos norteamericanos en el Rhineland en ese momento, de acuerdo con los datos de sobrevida de una encuesta médica, fue del 30 por ciento al año; la tasa normal de muertes de la población civil en 1945, estaba entre el 1 y el 2 por ciento.
Un día en junio, a través de sus
alucinaciones por la fiebre que le consumía, Liebich vio a los “Tommies”
que llegaban al Campo, Los británicos se hacían cargo del Campo
Rheinberg y eso probablemente salvó su vida. En ese momento, Liebich que
mide 1,75 mts. pesaba 43 Kg. De acuerdo con las historias referidas por
otros ex prisioneros del Campo de Rheinberg, el último acto de los
norteamericanos, antes que los británicos tomaran el control del Campo,
fue aplanar con buldózer una sección del campo mientras aún había
hombres vivos en los agujeros que habían cavado en la tierra.
Eisenhower mismo firmó la solicitud para crear una categoría de prisioneros que no era cubierta por la Convención de Ginebra.
Bajo la Convención de Ginebra, tres
derechos fundamentales están garantizados para los prisioneros de
guerra, (a) que serán alimentados y cobijados en la misma forma que las
tropas de base o de reserva de las Fuerzas que capturan, (b) que podrán
enviar y recibir cartas y (c) que serán visitados por delegados del
Comité de la Cruz Roja Internacional quienes reportarán en secreto,
acerca del trato que reciben a un Poder de Protección. (En el caso de Alemania, como el gobierno se desintegró en las etapas finales de la guerra, Suiza había sido designada como Poder Protector)
De hecho, a los prisioneros alemanes capturados por el ejército norteamericano a fines de la Segunda Guerra Mundial, se les negaron estos y la mayoría de los otros derechos, a través de una serie de decisiones y directivas específicas, que se originaban principalmente desde Cuartel Central del Ejército norteamericano o SHAEF –Cuartel Central Supremo de las Fuerzas Aliadas Expedicionarias.
De hecho, a los prisioneros alemanes capturados por el ejército norteamericano a fines de la Segunda Guerra Mundial, se les negaron estos y la mayoría de los otros derechos, a través de una serie de decisiones y directivas específicas, que se originaban principalmente desde Cuartel Central del Ejército norteamericano o SHAEF –Cuartel Central Supremo de las Fuerzas Aliadas Expedicionarias.
“exterminados”.
El general Dwight Eisenhower era el
Supremo Comando de SHAEF – de todos los ejércitos al noroeste de Europa y
el Comandante General de las Fuerzas norteamericanas en el teatro
europeo. Estaba sujeto al Staff Combinado de Jefes (CCS) de Bretaña y
EEUU, a la Junta del Staff de Jefes (JCS), y a las políticas del
Gobierno norteamericano, pero en ausencia de directivas explícitas –de
lo contrario o de otra forma- la responsabilidad última para el trato
dado a los prisioneros alemanes en manos norteamericanas, yacían en él.
“Dios, cómo odio a los alemanes” escribió Eisenhower a su mujer, Marnie, en septiembre de 1944. Antes, en frente del embajador británico en Washington, había dicho que todos, los 3.500 aproximadamente, de los oficiales del Staff de Generales alemanes deberían ser
“Dios, cómo odio a los alemanes” escribió Eisenhower a su mujer, Marnie, en septiembre de 1944. Antes, en frente del embajador británico en Washington, había dicho que todos, los 3.500 aproximadamente, de los oficiales del Staff de Generales alemanes deberían ser
En marzo de 1945, un mensaje al Staff
Combinado de Jefes e iniciado por Eisenhower recomendaba la creación de
un nuevo tipo de prisioneros -Fuerzas Enemigas Desarmadas, o DEF
-quienes a diferencia de los prisioneros de Guerra, definidos por la
Convención de Ginebra, no serían alimentados por el ejército después de
la rendición de Alemania.
Esto era una directa violación de la Convención de Ginebra. El mensaje datado el 10 de Marzo, argüía en parte: “El compromiso adicional de manutención que conlleva el declarar a las Fuerzas armadas alemanas, Prisioneros de Guerra (sic) haría necesaria provisiones de raciones en una escala igual a las tropas de base, lo que podría estar más allá de la capacidad de los Aliados, incluso si todas las fuentes alemanas fueran usadas.” Finaliza: “Se solicita su aprobación, ya existen planes preparados sobre esta base.”
Esto era una directa violación de la Convención de Ginebra. El mensaje datado el 10 de Marzo, argüía en parte: “El compromiso adicional de manutención que conlleva el declarar a las Fuerzas armadas alemanas, Prisioneros de Guerra (sic) haría necesaria provisiones de raciones en una escala igual a las tropas de base, lo que podría estar más allá de la capacidad de los Aliados, incluso si todas las fuentes alemanas fueran usadas.” Finaliza: “Se solicita su aprobación, ya existen planes preparados sobre esta base.”
El 26 de Abril de 1945, la combinación
de Jefes aprueba el Status DEF, solamente para los Prisioneros de
Guerra alemanes en manos de los norteamericanos: Los miembros británicos
habían rehusado adoptar el plan norteamericano para sus propios
prisioneros. La Combinación de Jefes estipuló que el status de las
tropas alemanas desarmadas sería mantenido en secreto. En ese momento,
el general del Cuartel Central de Eisenhower en el SHAEF, el General
Robert Littlejohn, había ya reducido dos veces las raciones de los
prisioneros y un mensaje del SHAEF firmado “Eisenhower” había informado al General George Marshall, Jefe de Staff del Ejército de EEUU, que los corrales para los prisioneros “no tendrán refugios, o techo u otros acomodos“.
Las provisiones no eran un
problema, había material suficiente acumulado en Europa para construir
locaciones de Campos de Prisioneros. El ayudante especial de Eisenhower,
el General Everett Hughes, había visitado los enormes almacenes de
provisiones en Nápoles y Marsella e informado: “Existe más stock del que podamos llegar a usar. Puesto en línea hasta donde la vista puede alcanzar“.
Los alimentos no habían sido un problema, más bien, en Estados Unidos
la sobreproducción de trigo y maíz eran las mayores de toda la historia,
y existía un record de cultivos de papas. El ejército mismo tenía tanto
alimento de reserva, que un almacén totalmente cargado fue sacado por
accidente de las listas de vituallas en Inglaterra y no se dieron cuenta
hasta 3 meses después. Además, el Comité Internacional de la Cruz Roja
tenía más de 100.000 toneladas de alimento en almacenes en Suiza. Cuando
la Cruz Roja intentó enviar dos trenes cargados con alimentos al sector
norteamericano de Alemania, oficiales del Ejército
norteamericano hicieron volver los trenes, diciendo que sus almacenes ya
estaban sobresaturados de alimentos de la Cruz Roja, alimento que ellos
jamás distribuyeron.
Sin embargo, fue a través de la
provisión de alimentos que la política de aniquilación fue llevada a
cabo. Agua, alimentos, tiendas de campaña, espacio, medicinas, – todo lo
necesario para los prisioneros fue fatalmente negado. En el Campo
Rheinberg, donde el cabo Liebich, arribaría a mediados de mayo, con
tremores por la disentería y el tifus, no tenía algo de alimentos el 17
de abril cuando fue inaugurado. Tal como en los otros Campos, en las
“praderas de Rhine”, abiertos por los norteamericanos a mediados de
abril, allí no había torres de vigilancia, tiendas de campaña,edificios,
edificación para cocinar, agua, letrinas o alimentos.
George Weiss, un mecánico de tanques que ahora vive en Toronto, recuerda el Campo donde estuvo junto al Rhine: “Toda
la noche teníamos que estar sentados uno contra otros. Pero la falta de
agua era la cosa peor de todas. Durante tres día y medio no tuvimos
nada de agua, Teníamos que beber nuestra orina….”
El soldado Heinz T. (su nombre
se mantiene en reserva ante su solicitud) había cumplido justo 18 años
en el hospital, cuando los norteamericanos entraron en su sala el 18 de
abril, él y sus compañeros heridos fueron sacados del hospital y
llevados al Campo en Bad Kreuznach en el Rhineland, donde ya se
encontraban varios cientos de miles de prisioneros. Heiz llevaba
solamente un pantalón corto, zapatos y una camisa.
Heinz estaba lejos de ser el más joven en el campo, Había niños de 6 años entre los prisioneros, así como mujeres embarazadas y hombres de más de 60 años. Al comienzo cuando los árboles comenzaron a crecer en el campo, algunos lograron cortar sus ramas para hacer fuego, Los guardias ordenaron apagar el fuego. En muchos lugares estaba prohibido cavar agujeros en el suelo para hacer refugios. “Todo lo que teníamos para comer era el pasto“. Recuerda Heiz.
Heinz estaba lejos de ser el más joven en el campo, Había niños de 6 años entre los prisioneros, así como mujeres embarazadas y hombres de más de 60 años. Al comienzo cuando los árboles comenzaron a crecer en el campo, algunos lograron cortar sus ramas para hacer fuego, Los guardias ordenaron apagar el fuego. En muchos lugares estaba prohibido cavar agujeros en el suelo para hacer refugios. “Todo lo que teníamos para comer era el pasto“. Recuerda Heiz.
Charles von Luttichau estaba
convaleciente cuando decidió entregarse voluntariamente a las tropas
norteamericanas que estaban cerca de su casa. Fue llevado al Campo
Kripp, en el Rhine cerca de Remagen.
Fuimos mantenidos en hacinadas prisiones de alambres de púas, al aire libre, con escasos alimentos, recordaba recientemente. “Más de la mitad del tiempo no tuvimos alimentos, el resto del tiempo teníamos una pequeña ración K. Pude ver desde el encierro que nos estaban dando una décima parte de lo que le entregaban a sus propios hombres…Le reclamé al Comandante norteamericano del Campo que estaban violando la Convención de Ginebra, pero simplemente me dijo: ¡Olvide la Convención, ustedes no tienen ningún derecho!“
Fuimos mantenidos en hacinadas prisiones de alambres de púas, al aire libre, con escasos alimentos, recordaba recientemente. “Más de la mitad del tiempo no tuvimos alimentos, el resto del tiempo teníamos una pequeña ración K. Pude ver desde el encierro que nos estaban dando una décima parte de lo que le entregaban a sus propios hombres…Le reclamé al Comandante norteamericano del Campo que estaban violando la Convención de Ginebra, pero simplemente me dijo: ¡Olvide la Convención, ustedes no tienen ningún derecho!“
“Las letrinas eran sólo
una tabla sobre una zanja junto al cerco de alambre de púas. Por las
enfermedades, los hombres tenían que defecar en el suelo. Pronto muchos
de nosotros estábamos demasiado débiles para sacarnos los calzoncillos.
Así nuestra ropa estaba infectada, y así estaba también el barro donde
caminábamos, nos sentábamos o nos acostábamos. Es esas condiciones
nuestros hombres muy pronto, dentro de pocos días, hombres que habían
ingresado sanos al Campo estaban muertos. Vi a nuestros hombres llevar
muchos cuerpos a la entrada del Campo donde eran apiñados arriba de un
camión que se los llevaba“.
La madre de Luttichau era norteamericana y
él posteriormente emigró a Washington D.C., donde llegó a ser
historiador y escribió una historia militar para el ejército
norteamericano.Estuvo en el Campo Kripp cerca de tres meses.
Wolfang Iff, que estuvo prisionero en Rheinberg y aún vive en Alemania, informa que, en su sección de aproximadamente 10.0000 prisioneros, se sacaban de 30 a 40 cuerpos cada día. Como miembro del equipo de enterradores, Iff dice que ayudaba a sacar los cuerpos del espacio cercado hasta la entrada del Campo, donde los cuerpos eran llevados en carretillas hasta grandes garages de fierro. Allí Iff y su grupo le sacaban la ropa a los cuerpos, partían en dos sus medallas de identificación, ponían los cuerpos en hileras de 15 a 20 hombre, aplicaban 10 paladas de pegamento rápido sobre cada hilera de cuerpos hasta que alcanzaban un metro de alto, ponían los efectos personales en una bolsa que entregaban a los norteamericanos y luego se iban.
Wolfang Iff, que estuvo prisionero en Rheinberg y aún vive en Alemania, informa que, en su sección de aproximadamente 10.0000 prisioneros, se sacaban de 30 a 40 cuerpos cada día. Como miembro del equipo de enterradores, Iff dice que ayudaba a sacar los cuerpos del espacio cercado hasta la entrada del Campo, donde los cuerpos eran llevados en carretillas hasta grandes garages de fierro. Allí Iff y su grupo le sacaban la ropa a los cuerpos, partían en dos sus medallas de identificación, ponían los cuerpos en hileras de 15 a 20 hombre, aplicaban 10 paladas de pegamento rápido sobre cada hilera de cuerpos hasta que alcanzaban un metro de alto, ponían los efectos personales en una bolsa que entregaban a los norteamericanos y luego se iban.
Algunos de los cuerpos habían muerto
de gangrena como consecuencia del congelamiento (fue una lluviosa y fría
primavera anormal ese año). Una docena o más estaban tan débiles para
sostenerse en las tablas sobre la zanja de las letrinas que habían caído
allí y se habían ahogado.
Los campos de prisioneros de guerra a lo largo del Rhin marcan el éxito final del avance al interior de Alemania. Los oficiales del ejército norteamericano capturaron 5,25 millones de prisioneros.
Las condiciones en los Campos
norteamericanos a lo largo del Rhine a finales de abril fueron
observadas por dos coroneles del Cuerpo Médico del Ejército
norteamericano, James Mason y Charles Beasley, quienes escribieron en un
informe publicado en 1950: “
El 4 de mayo de 1945, los primeros
prisioneros de Guerra alemanes fueron transferidos al status DEF [hoy
los sionistas usan el status de ‘Combatiente Enemigo para justificar
Guantánamo’]. El mismo día el Departamento de Guerra de EEUU prohibió
toda la correspondencia desde y hacia los Prisioneros. (Cuando el Comité
Internacional de la Cruz Roja sugirió un plan para considerar el fin de
la Guerra en una semana, una orden del SHAEF firmada “Eisenhower” los
anuló el 15 de mayo.
Ese mismo día, de acuerdo con una minuta de una reunión, el General Eisenhower y el Primer Ministro Churchill hablaron acerca de la reducción de las raciones de los Prisioneros. Churchill pidió un acuerdo en la cantidad de ración para los prisioneros, porque el quería anunciar pronto un recorte en las raciones británicas de carne y quería estar seguro que los Prisioneros “podrían ser alimentados con esos suministros que nos podríamos perfectamente ahorrar“. Eisenhower replicó que él ya había “prestado a esa materia una atención considerable“, pero que estaba pensando revisar todo este asunto para ver “si era o no posible una reducción aún mayor“. Le dijo a Churchill que los prisioneros de Guerra estaban recibiendo 2150 calorías diarias (El Cuerpo Médico del ejército de EEUU ha obtenido que 2.200 calorías diarias es el mínimo absoluto para el nivel de subsistencia de adultos sedentarios viviendo bajo techo en un refugio. Las tropas norteamericanas eran provistas de 4.000 calorías diarias). Lo que no le dijo a Churchill fue que el ejército ya no estaba alimentando a los DEF, (Fuerzas enemigas desarmadas), o los estaba alimentando con mucho menos que aquello que recibían el status de-Prisioneros-de- Guerra.
Ese mismo día, de acuerdo con una minuta de una reunión, el General Eisenhower y el Primer Ministro Churchill hablaron acerca de la reducción de las raciones de los Prisioneros. Churchill pidió un acuerdo en la cantidad de ración para los prisioneros, porque el quería anunciar pronto un recorte en las raciones británicas de carne y quería estar seguro que los Prisioneros “podrían ser alimentados con esos suministros que nos podríamos perfectamente ahorrar“. Eisenhower replicó que él ya había “prestado a esa materia una atención considerable“, pero que estaba pensando revisar todo este asunto para ver “si era o no posible una reducción aún mayor“. Le dijo a Churchill que los prisioneros de Guerra estaban recibiendo 2150 calorías diarias (El Cuerpo Médico del ejército de EEUU ha obtenido que 2.200 calorías diarias es el mínimo absoluto para el nivel de subsistencia de adultos sedentarios viviendo bajo techo en un refugio. Las tropas norteamericanas eran provistas de 4.000 calorías diarias). Lo que no le dijo a Churchill fue que el ejército ya no estaba alimentando a los DEF, (Fuerzas enemigas desarmadas), o los estaba alimentando con mucho menos que aquello que recibían el status de-Prisioneros-de- Guerra.
Las raciones fueron prontamente reducidas
después de esto: una reducción directa fue grabada en los informes del
Cuartel Central. Pero las reducciones indirectas también fueron
llevándose a cabo. Una de estas, fueron las extraordinarias diferencias
entre el número de prisioneros en las listas de raciones y el conteo
oficial “a mano”, y entre el conteo oficial “a mano” y el número real de
prisioneros en los Campos.
El meticuloso General Lee estaba
tan abrumado acerca de la s discrepancias que envió un cable desafiante
desde su Cuartel Central en París al Cuartel Central del SHAEF en
Frankfurt: “Este Cuartel Central está teniendo considerables
dificultades en establecer una base adecuada para requerir raciones para
los Prisioneros de Guerra actualmente mantenidos en el teatro…..En
respuesta a interrogantes de este Cuartel Central…… Varios declaraciones
difieren del número de hombres en nuevos campos o implica alguna nueva
organización para obtener raciones de la población civil alemana para
ellos“. Los hombres están donde estaban. Todo lo que
sucedió fue eso, por el ruido de una máquina de escribir, su escaso y
poco alimento del ejército de EEUU fue detenido.
El efecto de una política
arreglada entre libros de contabilidad y transportada entre guiños y
movidas de cabezas -sin órdenes escritas- primero mistificó, luego
frustró y finalmente cansó a los oficiales de rango medio que eran los
responsables de los Prisioneros de Guerra.
Un coronel en el Cuartel Central de la sección de unidades de combate avanzada norteamericana escribió una petición personal al General Robert Littlejohn del Cuartel Central el 27 de abril; “Aparte de la 750 toneladas recibidas del 15º Ejército, no se ha recibido subsistencia y tampoco la espero recibir. Las deseables raciones de Clase II y IV han sido totalmente debido al sufrimiento del ejército, sobre la petición personal y ha sido insignificante en relación a la demanda que ha sido puesta sobre nosotros por la influencia de los Prisioneros de Guerra“.
Un coronel en el Cuartel Central de la sección de unidades de combate avanzada norteamericana escribió una petición personal al General Robert Littlejohn del Cuartel Central el 27 de abril; “Aparte de la 750 toneladas recibidas del 15º Ejército, no se ha recibido subsistencia y tampoco la espero recibir. Las deseables raciones de Clase II y IV han sido totalmente debido al sufrimiento del ejército, sobre la petición personal y ha sido insignificante en relación a la demanda que ha sido puesta sobre nosotros por la influencia de los Prisioneros de Guerra“.
Los rumores acerca de las condiciones en los Campos corrieron a través del ejército norteamericano, “Muchacho, esos Campos fueron una mala noticia“ dijo Benedict K. Zobrist, un Sargento técnico en el Cuerpo médico. “Fuimos advertidos de mantenernos tan alejados como fuese posible“.
En mayo y a principios de junio un grupo de médicos del Cuerpo Médico
del Ejército de EEUU hizo una encuesta en algunos Campos del Rhineland,
que mantenían más de 80.000 Prisioneros de Guerra alemanes. Su informe
está perdido de la sección correspondiente en los Archivos Nacionales de
EEUU en Washington, pero dos fuentes secundarias reproducen parte de lo
encontrado. Los tres mayores asesinos fueron las diarreas y la
disentería (tratadas como una categoría), las enfermedades cardíacas y
la neumonía. Pero al buscar la terminología médica, los doctores también
apuntaron a las muertes por “falta de alimentos y agotamiento total“ y sus datos revelan un índice de muertes 80 veces más alto que las normas en tiempos de paz.
Sólo el 9,7% de los Prisioneros habían
muerto por causas claramente asociadas a la falta de alimentos, tal como
extrema desnutrición, deshidratación y “agotamiento“. Pero las
otras enfermedades, directamente atribuibles a la exposición a un
hacinamiento, suciedad extrema y la falta de medidas sanitarias fueron
indudablemente exacerbadas por el estado agónico. Tal como el informe
hace notar, “Contagio, hacinamiento en las jaulas y la falta
de alimentos y lugares de sanidad todos ellos contribuyeron a este
índice excesivo de muertes“. Los datos, debe
recordarse, fueron tomados de los campos de Prisioneros de Guerra no de
los Campos DEF (Fuerzas Enemigas Desarmadas).
A finales de mayo, habían muerto más
personas en los campos norteamericanos que morirían con el estallido de
la Bomba Atómica en Hiroshima.
El 4 de junio de 1945, un cable firmado “Eisenhower”
decía a Washington que era urgente reducir el número de prisioneros,
que a la primera oportunidad había que deshacerse de toda clase de
prisioneros que no fueran aptos para ser requeridos por los aliados. Es
difícil de comprender a qué incitaba este cable. No hay ninguna razón
para esto, y es evidente en el masivo tráfico de cables que
sobrevivieron el período en los archivos de Londres, Washington, y
Abilene Kansas. Y está muy lejos de ordenar a Eisenhower de capturar o
mantener prisioneros. El mensaje de la Combinación de Jefes del 26 de
abril, le ordenó no capturar más prisioneros después del Día V-E,
incluso para trabajos. Sin embargo más de dos millones de DEF fueron
encerrados después del 8 de mayo. Durante junio, Alemania
fue dividida en zonas de ocupación y en julio de 1945 SHAEF fue
desmantelada, Eisenhower es relevado de su único cometido como
Comandante General de EEUU en Europa: se transforma en Gobernador
Militar de la zona norteamericana. Continúa manteniendo alejados a los
representantes del Comité de la Cruz Roja Internacional y el ejército de
EEUU también informa a los grupos de socorro que la zona estaba cerrada
para ellos. Fue cerrada también para todos los embarques de ayuda hasta
diciembre de 1945 cuando se produjo una leve relajación.
También a comienzos de julio, los
norteamericanos entregaron entre 600.000 y 700.000 cautivos alemanes a
los franceses para ayudar a reparar los daños hechos a su país durante
la guerra. Muchos de los transferidos estaban en 5 campos agrupados
alrededor de Dieterheims, cerca de Mainz, en la sección de Alemania que estaba justo en la porción de Alemania que quedaría en las manos de Francia (la mayoría de los que restaban estaban en campos norteamericanos en Francia).
El 10 de julio, una unidad del
ejército francés tomó Dietersheims y 17 días después el Capitán Julien
arribó para asumir el mando. Su informe sobrevive como parte de una
investigación del ejército en una disputa entre Julien y su predecesor.
En el primer Campo al cual entró, dijo haber encontrado un terreno
fangoso “habitado por esqueletos vivientes“
algunos de los cuales murieron mientras los observaba. Algunos se
apretujaban unos junto otros bajo trozos de cartón a pesar de que el día
de julio era cálido. Mujeres que yacían en agujeros cavados en el suelo
le miraban directamente con edemas de hambre en sus abultados vientres
en una grotesca parodia de embarazo; ancianos con largas barbas grises
le miraban débilmente, niños de seis o siete años con los anillos de un
mapache en sus ojos del hambre le miraban con sus ojos faltos de vida.
Dos médicos alemanes en el “hospital” estaban tratando de cuidar a los
moribundos en el suelo, bajo el cálido cielo, entre las marcas dejadas
por las tiendas de campaña que los norteamericanos se habían llevado con
ellos. Julien que había luchado contra los alemanes con su regimiento, el Tercer Regimiento de Tiradores Escogidos Argelinos, se encontró a sí mismo pensando en el horror: “Esto es exactamente igual a las fotografías en Buchenwald y Dachau“.
Había 103.500 personas en los cinco
campos alrededor de Dietersheims; entre ellos los oficiales de Julien
contaron a 32.640 que absolutamente no podían trabajar. Estos fueron
liberados inmediatamente. En total, dos tercios de los prisioneros
tomados por los franceses ese verano que venían de Campos en manos de
los norteamericanos en Alemania y en Francia eran inservibles para el trabajo de reparación de post-guerra.
En el Campo en Saite Marthe, según los
informes, 615 de los 700 cautivos eran incapaces de trabajar. En
Erbiseul, cerca de Monz en Bélgica, de acuerdo a un reclamo escrito, 25%
de los hombres recibidos por los franceses eran “deshechos” o basura.
En julio y agosto, tal como el General Littlejohn del Cuartel Central
señala a Eisenhower a su debido tiempo, las reservas de alimentos del
ejército en Europa habían crecido en un 39 por ciento.
El 4 de agosto, en una frase, firmada “Eisenhower”
condenaba a todos los prisioneros de guerra, que aún estaban en manos
de los Campos norteamericanos, al status DEF (Fuerza Enemiga Desarmada):
“Con efecto inmediato todos los miembros de las
Fuerzas Alemanas que se mantienen en custodia norteamericana en la zona
de ocupación en Alemania, serán considerados como Fuerzas Enemigas Desarmadas y no tendrán el status de Prisioneros de Guerra“
No se dieron razones; las cuentas
semanales de los sobrevivientes sugieren que ambas clasificaciones
fueron preservadas, pero, para los prisioneros que ahora eran tratados
como DEF, la tasa de muertes se cuadruplicó en pocas semanas, de un 2
por ciento por semana, a un 8 por ciento. Durante largo tiempo los DEF
fueron muriendo a casi cinco veces esa tasa de muertes.
El “Weekly PW & DEF report” [Informe semanal de Prisioneros de Guerra (POW) y Fuerzas Enemigas Desarmadas (DEF)]
para la semana que finalizaba el 8 de septiembre de 1945, aún existía
en los Archivos Nacionales de EEUU en Washington, muestra un agregado de
1.056.482 prisioneros que estaban en manos de los norteamericanos en el
teatro europeo, de los cuales cerca de dos tercios son identificados
como Prisioneros de Guerra (POW). El otro tercio 363.587 hombres son
Fuerzas Enemigas Desarmadas (DEF). Durante una semana 13.051 de estos
últimos murieron.
En noviembre de 1945, el General
Eisenhower alcanzó el puesto de George Marshal como Jefe de Staff del
Ejército norteamericano y retornó a EEUU.
En enero de 1946, los campos aún mantenían un número considerable de cautivos pero EEUU había rebajado el número de sus prisioneros casi a cero a finales de 1946. Los franceses continuaron manteniendo a cientos de miles durante 1946, pero gradualmente redujeron el número hasta la nada cerca de 1949. Durante el año 1950 la mayoría del material no archivado, con relación a los Campos de Prisioneros en manos norteamericanas fue destruido por el Ejército.
En enero de 1946, los campos aún mantenían un número considerable de cautivos pero EEUU había rebajado el número de sus prisioneros casi a cero a finales de 1946. Los franceses continuaron manteniendo a cientos de miles durante 1946, pero gradualmente redujeron el número hasta la nada cerca de 1949. Durante el año 1950 la mayoría del material no archivado, con relación a los Campos de Prisioneros en manos norteamericanas fue destruido por el Ejército.
Eisenhower lamentaba la inútil defensa alemana del Reich
en los últimos meses de la guerra por la pérdida de vidas. Pero por lo
menos 10 veces más alemanes, sin duda 800.000, quizás más ciertamente
900.000 y bastante probable, más de un millón de alemanes – murieron en
los Campos norteamericanos y franceses, más que aquellos que murieron en
todos los combates en el Frente Occidental al norponiente de Europa,
desde que EEUU entró en la guerra en 1941 hasta abril de 1945.-
Los Campos de La Muerte de Eisenhower: La Historia de un Guardia Americano
En octubre de 1944, a la edad
de dieciocho años, fui reclutado en el ejército de los Estados Unidos.
Debido en gran parte a la “Batalla de las Ardenas”, mi formación fue
interrumpida. Mi permiso se redujo a la mitad, y me enviaron de
inmediato al extranjero. Llegamos a Le Havre, Francia, y fuimos
rápidamente cargados en los coches y enviados al frente. Cuando llegamos
allí, yo sufría gravemente los síntomas de la mononucleosis, y fui
enviado a un hospital de Bélgica. Como entonces, la mononucleosis se
conocía como la “enfermedad de los besos”, envié miles de cartas de
agradecimiento a mi novia.
Para cuando salí del hospital, el equipo con el que me había formado en Spartanburg, Carolina del Sur estaba en el interior de Alemania,
por lo que, a pesar de mis protestas, me reubicaron en un depósito de
reposición. Perdí el interés en las unidades en las que fui asignado y
no recuerdo a todos ellos: las unidades de no-combate no eran
ridiculizadas en ese tiempo.
A finales de marzo o principios de abril de 1945, fui enviado a la
guardia de un campo de prisioneros de guerra cerca de Andernach a lo
largo del Rin. Tuve cuatro años de idioma alemán en la escuela
secundaria, por lo que podía hablar con los presos, aunque estaba
prohibido. Gradualmente, sin embargo, se me utilizó como intérprete, y
se me pidió encontrar miembros de las SS (jamás encontré alguno)
En Andernach, cerca de 50000 prisioneros de todas las edades estaban
encerrados en un campo abierto rodeado de alambre de púas. Las mujeres
se mantenían en un recinto apartado que no vi hasta más tarde. Los
hombres que vigilaba no tenían refugios ni mantas; muchos no tenían
abrigos. Dormían en el barro, húmedo y frío y sin letrinas. Era una
fría, húmeda primavera y su miseria por la exposición, era evidente por
sí sola.
Aún más sorprendente fue ver a los prisioneros meter césped y malezas
en una lata para preparar una sopa. Me dijeron que lo hacían para a
aliviar el dolor del hambre. Rápidamente, empezaron a demacrarse. La
Disentería apareció, y así dormían entre sus propios excrementos,
demasiado débiles para llegar a las letrinas. Muchos rogaban por comida,
enfermos y muriendo ante nuestros ojos. Teníamos abundante comida y
suministros, pero no hicimos nada para ayudarlos, ni siquiera asistencia
médica.
Indignado, protesté a mis oficiales y me encontré con la hostilidad o
la cruel indiferencia. Cuando presioné, me explicaron que estaban bajo
órdenes estrictas de “más arriba”. Consciente de que mis protestas eran
inútiles, le pedí a un amigo que trabaja en la cocina si él me podría
deslizarme algunos alimentos adicionales para los presos. También dijo
que estaban bajo órdenes estrictas de no alimentar a los presos y que
esas órdenes provenían de “más arriba”. Pero él dijo que había más
alimentos de los necesarios y que me pasaría algunos.
Cuando arroje la comida sobre el alambre de púas a los prisioneros,
me atraparon y me amenazaron con encarcelarme. Repetí la “ofensa”, y un
oficial con enojo me amenazó con dispararme. Asumí este era nada hasta
que encontraré a un capitán en una colina por encima del Rin disparando a
un grupo de civiles alemanas con su pistola calibre .45. Cuando le
pregunté por qué, Murmuró, “Práctica de tiro”, y disparó su pistola
hasta acabar su munición. Vi que las mujeres corrían para protegerse,
pero, a esa distancia, no podía saber si alguna había sido alcanzada.
Esto fue cuando me di cuenta que se trataba de asesinos de sangre
fría llenos de odio moralista. A su juicio, los alemanes eran una raza
infrahumana y digna de ser extermininada; otra expresión de la espiral
del racismo. Artículos en los periódicos de los soldados, el “Star and
Stripes”, enfatizaban la importancia de los campos de concentración
alemanes, completos con fotos de cuerpos descuartizados, lo que
amplificaba nuestra moral y crueldad, lo que hizo que fuese más fácil de
imitar el comportamiento al que se supone que nos oponíamos. También,
creo, los soldados que no fueron expuestos al combate, trataban de
demostrar que tan duros eran disparando a los prisioneros y los civiles.
Me enteré que estos presos eran en su mayoría agricultores y obreros,
tan simples e ignorantes como muchas de nuestras tropas. A medida que
paso el tiempo, más de ellos parecían “zombis” por su indiferencia,
mientras que otros trataban de escapar en una forma demente o suicida,
corriendo a través de campos abiertos en plena luz del día hacia el Rin
buscando apaciguar por su sed. Fueron fusilados. Algunos presos estaban
tan deseosos por cigarrillos como por comida, diciendo que calmaban su
hambre. En consecuencia, soldados “emprendedores” adquirían hordas de
relojes y anillos a cambio de puñados de cigarrillos o menos. Cuando
empecé a tirar cajas de cigarrillos a los prisioneros para arruinar este
comercio, fui amenazado por soldados y oficiales de alto rango.
La única luz en este sombrío panorama llegó una noche cuando fui
asignado al puesto en el “cementerio”, de dos a cuatro AM, en realidad,
hubo un cementerio en la cuesta arriba de este lado del recinto, no a
muchos metros de distancia. Mis superiores habían olvidado de darme una
linterna y no me había molestado en preguntar por una, como estaba
disgustado con toda la situación de ese momento. Fue una noche bastante
brillante, y pronto vi un prisionero que se arrastraba por debajo del
alambrado hacia el cementerio. Se suponía que debíamos disparar a
cualquier escapista en vista, así que empecé a levantarme del suelo para
advertirle para que regresara. De repente me di cuenta que otro preso
se arrastraba desde el cementerio de nuevo hacia el alambrado.
Arriesgaban sus vidas para llegar al cementerio por algo, tenía que
investigar.
Cuando entré en la oscuridad de este matorral, ese arbolado
cementerio, me sentía totalmente vulnerable, pero de alguna forma la
curiosidad me hacia seguir. A pesar de mi cautela, tropecé con las
piernas de alguien en posición prona. Tratando de recuperar la
compostura de la mente y el cuerpo, pronto me sentí aliviado de no haber
disparado accidentalmente. La figura se sentó. Poco a poco, pude ver la
hermosa pero aterrorizada mirada de una mujer con una cesta de picnic.
Los civiles alemanes no podían alimentar, ni siquiera acercase a los
prisioneros, por lo que rápidamente le asegure que aprobaba lo que
estaba haciendo, le dije que no tenga miedo, y que me iría del
cementerio para no entrometerme.
Lo hice de inmediato y me senté, apoyado contra un árbol al borde del
cementerio para parecer distraído y no asustar a los prisioneros. Me
imaginé entonces, y todavía lo hago ahora, lo que sería encontrar a una
bella mujer con una cesta de picnic, en esas condiciones como
prisionero. Nunca olvidadare su rostro.
Eventualmente, más presos se arrastraban de nuevo hacia al alambrado.
Vi que arrastraban alimentos para sus compañeros y sólo podía admirar
su valor y devoción.
El 8 de mayo, Día VE, tomé la decisión de celebrar con algunos presos
que vigilaba el horno donce hacian el el pan que de vez en cuando
recibían otros presos. Este grupo comió todo el pan que podía, y
compartimos el jovial ánimo generado por el final de la guerra. Todos
pensamos que pronto iríamos a casa, una patética esperanza de su parte.
Estábamos en lo que sería la zona francesa, donde pronto sería testigo
de la brutalidad de los soldados franceses cuando transferimos nuestros
prisioneros a ellos para sus campamentos de mano de obra esclava.
Ese día, sin embargo, nos sentimos felices.
Como gesto de amistad, vacié mi fusil y lo paré en la esquina,
incluso les permití jugar con el a su antojo. Este fondo “rompió el
hielo”, y pronto cantábamos canciones que nos habíamos enseñado o que yo
había aprendido en la escuela secundaria. Por agradecimiento, me
hornearon un pequeño pan dulce especial, el único regalo posible que les
quedaba por ofrecer, que eran los que habían dejado de ofrecer. Lo
guarde en mi chaqueta y volví a mi cuartel, y lo comí en mi privacidad.
Jamás había probado un pan tan delicioso, ni sentí un sentido más
profundo de la comunión mientras comía.
Poco después, algunos de nuestros débiles y enfermizos presos
marcharon con soldados franceses a su campamento. Íbamos en un camión
detrás de esta formación. Temporalmente, bajaba la velocidad y paraba,
tal vez porque el conductor estaba tan conmocionado como yo. Siempre que
un alemán preso cayese o tratara de escapar, lo mataban a culatazos.
Los cuerpos eran apartados a la orilla de la carretera para ser
recogidos por otro camión. Para muchos, esta muerte rápida podría haber
sido preferible para frenar el hambre en nuestros “campos de la muerte.”
Cuando finalmente vi a las mujeres alemanas en el recinto aparte,
pregunté el motivo por que se las tenía presas. Me dijeron que eran
“seguidoras del campamento” (camp followers) seleccionadas como mujores
reproductoras de la SS para crear una súper raza. Hablé con algunas y
debo decir que nunca conocí un grupo más enérgico o atractivo.
Ciertamente, pensé que nunca merecieron estar presas.
Cada vez más era utilizado como intérprete, y especialmente fui capaz
de impedir que algunos fueran detenidos injustamente. Una vez un
divertido incidente con un viejo agricultor que estaba siendo arrastrado
por varios soldados. Me dijeron que tenía una “lujosa medalla nazi”
la cual me mostraron. Afortunadamente, tenía una tabla con la
identificación de esas medallas. El había sido premiado por haber
concebido cinco hijos. Quizá, su esposa estaba algo aliviada por
sacárselo de la espalda, pero no me parecía que uno de nuestros campos
de la muerte fuera un castigo justo por su contribución a Alemania. Los soldados estaban de acuerdo y lo soltaron par que continúe su “trabajo sucio”.
El hambre empezó a propagarse entre la población civil alemana
también. Era una algo común ver mujeres alemanas hasta sus codos en
nuestra basura en busca de algo comestible – es decir, si no eran
perseguidas.
Cuando entrevisté a los alcaldes de los pequeños pueblos y aldeas, me
dijeron que su suministro de alimentos había sido quitado por “personas
desplazadas” (extranjeros que habían trabajado en Alemania),
los cuales empacaron la comida en camiones y se la llevaron. Cuando me
informé de esto, la respuesta fue una de encoger los hombros. Nunca vi a
la Cruz Roja en el campamento o ayudando a los civiles, a pesar de que
su café y rosquillas estaban disponibles en cualquier lugar para
nosotros. Entre tanto, los alemanes tuvieron que confiar en la
distribución de los almacenes ocultos hasta la próxima cosecha.
El Hambre hizo a la mujer alemana más “disponible”, pero a pesar de
esto, la violación era frecuente y, a menudo, acompañada de violencia
innecesaria. En particular, recuerdo a una mujer de dieciocho años, que
le rompieron su rostro con la culata de un rifle, y luego fue violada
por dos soldados. Incluso los franceses se quejaron de que las
violaciones, saqueos y destrucción por embriaguez por parte de nuestras
tropas eran excesivas. En Le Havre, nos habían dado folletos de
advertencia de que los soldados alemanes habían mantenido un alto nivel
de comportamiento con la población civil francesa que era pacífica, y
que debíamos hacer lo mismo. En esto, miserablemente hemos fracasado.
“¿Y qué?” Algunos diran. “Las atrocidades del enemigo fueron peores
que las nuestras.” Es cierto que sólo he experimentado el final de la
guerra, cuando ya estábamos los victoriosos. La oportunidad alemana de
cometer atrocidades se ha perdido; la nuestro estaba al alcance de la
mano. Pero dos errores no hacen un acierto. En lugar de copiar los
crímenes de nuestros enemigos, debemos tratar de una vez por todas de
romper el ciclo de odio y venganza que ha asolado y distorsionado la
historia de la humanidad. Esta es la razón por la que estoy hablando
ahora, cuarenta y cinco años después del crimen. Nunca
podremos evitar crímenes de guerra individuales, pero podemos, si una
cantidad suficiente de nosotros hablase, influir en la política
gubernamental. Podemos rechazar la propaganda del gobierno, que
representa a nuestros enemigos como infrahumanos y alienta la clase de
ultrajes de los que fui testigo. Podemos protestar por el bombardeo de
objetivos civiles, que siguen en la actualidad. Y podemos negarnos
siempre a condonar el asesinato de prisioneros desarmados y derrotados
de la guerra por parte de nuestro gobierno.
Me doy cuenta de que es difícil para el ciudadano común y corriente admitir haber atestiguado un crimen
de tal magnitud, especialmente si lo implica a uno mismo. Incluso
soldados que se compadecían de las víctimas me dijeron que tenían miedo
de quejarse y meterse en problemas. Y el peligro no ha cesado. Desde que
hablé hace algunas semanas, he recibido amenazas telefónicas y
rompieron mi buzón de correo. But its been worth it. Pero vale la pena.
Escribir sobre estas atrocidades ha sido una catarsis de sentimientos
que he reprimido durante mucho tiempo, una liberación, y quizás
recordará a otros testigos que “la verdad nos hará libres, no tengan
miedo.” Incluso podemos aprender una lección suprema de todo esto: sólo
el amor puede conquistar todo.
Eso que han leído es el relato del Profesor Martin Brech, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente retirado y ex profesor adjunto de la catedra de Filosofia y Religion de la Universidad de Mercy, New York.
Martin Brech (Adjunct
Professor, Philosophy & Religion, Mercy College; Ex-G.I., Finally
Free)Fuente: Reimpreso de El Diario de Revisión Histórica, vol. 10, no.
10, no. 2, pp. 2, pp. 161-166. 161-166.
FUENTE: (Ojo para los sensibles): TERCER REICH