jueves, 7 de enero de 2016

EL CONCEPTO TABÚ: DESIGUALDAD

 

Lorena Vázquez- EL CONCEPTO TABÚ: DESIGUALDAD

HOMBRES… MUJERES… UNA PRETENDIDA IGUALDAD INEXISTENTE

Veamos qué criterios sigue el mundo…, la falsa iglesia que hoy eclipsa y confunde, y los seguidores de ambos, que buscan igualar cosas que nunca lo serán, hombre y mujer…
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José María Castillo es claro representatnte de esa iglesia adúltera. Aquí se puede leer lo que expone sobre la mujer:
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2016/01/06/jose-maria-castillo-la-lucha-por-la-dignidad-de-la-mujer-tiene-que-ser-ante-todo-politica-juridica-social-y-laboral-iglesia-religion-dios-jesus-papa.shtml
La violencia contra la mujer no tendrá solución, en las religiones, mientras la sociedad, en cada país y en cada cultura, no deje resuelto y zanjado para siempre el problema de la igualdad de derechos y garantías entre la mujer y el hombre. Dicho más claramente, mientras las mujeres no tengan los mismos derechos y las mismas garantías que los hombres, la violencia contra las mujeres seguirá haciendo los estragos que viene realizando desde hace miles de años.
 
Como igualmente se puede afirmar que el día que la sociedad suprima las desigualdades (en dignidad y derechos) entre las mujeres y los hombres, ese día las religiones no tardarán en reconocer, aceptar y poner en práctica la igualdad de los que por, por su condición de género, son diferentes.
Las sociedades mediterráneas del siglo primero eran, como es sabido, sociedades en las que la propiedad pertenecía al patriarcado. Solamente el “paterfamilas” tenía la propiedad, no sólo de los bienes, sino además de las personas en el grupo familiar. El padre era el propietario, el jefe, el amo, el que concentraba todos los derechos. La mujer, los hijos y los esclavos no tenían más remedio que vivir sometidos al patriarca.
De ahí que las religiones, lo mismo en Israel que en Egipto, en Grecia o en Roma, eran religiones patriarcales, machistas y justificantes de todas las desigualdades que se derivaban del modelo de familia patriarcal.
Es verdad que, según los evangelios, Jesús tuvo un trato excepcional de respeto, delicadeza y aceptación de la mujer, fuera cual fuese su origen o su conducta. Pero bastantes años antes que los evangelios (según la redacción que la Iglesia ha aceptado como canónica o auténtica), se empezaron a conocer las cartas de Pablo y las llamadas deutero-paulinas (Ef y Col) hasta las pastorales.
Y en estos documentos se acepta y se impone el sometimiento y el silencio de la mujer en la sociedad, en la familia y en la Iglesia. Como igualmente sabemos que Pablo aceptó la condición de los esclavos y el sometimiento al emperador (Rom 13, 1-7). Por eso, la Iglesia prohibió la esclavitud cuando eso ya estaba prohibido en la sociedad, aunque -por desgracia- las autoridades religiosas se callan, tantas veces, ante las nuevas formas de esclavitud vigentes en este momento. Por no hablar de los silencios jerárquicos ante las dictaduras políticas.
La lucha, en defensa de los derechos y de la dignidad de la mujer, tiene que ser ante todo una lucha política, jurídica, social y laboral. Mientras las mujeres no tengan la misma autonomía económica que los hombres, las mujeres seguirán aguantando amenazas, insultos, palizas y hasta la misma muerte. Si esta situación no se resuelve, la violencia contra la mujer no tiene solución.
Los clérigos seguirán diciendo cosas acertadas (y quizá algunas desacertadas) sobre este asunto. Como es igualmente cierto que en las iglesias se oyen bellos sermones sobre los derechos humanos. Pero la pura verdad es que nos creeremos los discursos eclesiásticos (sobre toda clase de dignidades y derechos) el día que la Iglesia modifique su Derecho Canónico de forma que en él quepan los Derechos Humanos, todos los derechos, concretamente los de la mujer.
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Hasta aquí el pseudo-teólogo-católico…, siendo pseudo lo único real en él… Como mujer, debo decir que me da vergüenza leer este tipo de noticias, que en lugar de presentar y defender lo femenino, tienden al feminismo, virus que está, desde ya hace muchísimo tiempo, enfermando y matando la sociedad. La mujer nunca será igual al hombre, porque naturalmente son distintos y han sido creados por Dios para distintos fines. Se habla de derechos, pero en realidad, es una equiparación desmedida de ambos, varón y mujer. Lógicamente, nadie avala la violencia que se ejerza contra la mujer; lo cual ha sucedido a lo largo de la humanidad, especialmente antes del cristianismo; pero esto también es una consecuencia de las diferencias que hay entre hombre y mujer —por ejemplo la fragilidad de ella— y del pecado. Cada uno ha sido creado con diferentes fines y cualidades. Nunca nadie le dio mayor valor a la mujer que Nuestro Señor Jesucristo. Y dentro de las diferentes religiones, no hay religión que cuide y realce a la mujer como la verdadera Religión, la Religión Católica. La mujer a lo largo de la historia de la humanidad, se ha ido desvirtuando como tal, ha ido perdiendo ese lugar de reina del hogar, de educadora, de protectora, de compañera, de ser la delicadeza, para convertirse en alguien que solo compite con el hombre tratando de demostrar que puede hacer las mismas actividades y que lucha incansablemente por alcanzar ese mismo lugar que no le es propio, perdiendo de esta manera, el “ser” mujer.
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Hoy, lamentablemente nos enfrentamos a un mundo vacío, carente de valores en pos de esta igualdad, desigualada, que tantas consecuencias ha traído y trae a la sociedad.
Tratemos de no dejarnos confundir con todas estas artimañas del demonio, que sólo busca destruir el corazón de la sociedad, que es la mujer… Y la mujer no debe olvidar que ha sido formada del hombre; Dios creó a Adán, y de Adán formó a Eva; de ahí la sujeción de la mujer al hombre. Esta sujeción no debe ser vista como algo malo; eso es propio del modernismo que destruye hasta lo más recóndito de la sociedad; al contrario debe ser vista como algo perfecto porque proviene de Dios que es la perfección absoluta. Sepamos por tanto, leer entre líneas, y ver dónde el astuto tentador busca hacernos caer…