Necesaria defensa de la hispanidad – Ramiro De Maetzu
(Sobre
las leyendas negras de la conquista española en América) Alguna vez ha protestado España contra estas
falsedades. Generalmente, las hemos dejado circular, sin enterarnos. Pero esto
de no enterarnos es inconsciencia, y la inconsciencia es una forma de muerte.
Lo característico de la conciencia es la inquietud, la vigilancia constante, la
perenne disposición a la defensa. Ser es defenderse.
La inquietud no es
accidente del ser, sino su esencia misma. Conocida es la antigua fábula latina:
“Erase la Inquietud, que cuando cruzaba un río y vió un terreno arcilloso,
cogió un pedazo de tierra y empezó a modelarlo. Mientras reflexionaba en lo que
estaba haciendo, se le apareció Júpiter. La inquietud le pidió que infundiera
el espíritu al pedazo de tierra que había moldeado. Júpiter lo hizo así de
buena gana. Pero como ella pretendía ponerle a la criatura su propio nombre,
Júpiter lo prohibió y quiso que llevar el suyo, Mientras disputaban sobre el
nombre, se levantó la tierra y pidió que se llamase como ella, ya que le había
dado un trozo de su cuerpo. Los disputantes llamaron a Saturno como juez. Y
Saturno, que es el tiempo, sentenció justamente: “Tú Júpiter, porque le has
dado el espíritu, le diste el cuerpo, te llevarás su espíritu cuando muera; tu,
Tierra, como le diste el cuerpo, te llevarás el cuerpo; tú, Inquietud, por
haberlo moldeado, lo poseerás mientras viva. Y como hay disputa sobre el
nombre, se llamará: “Homo”, el hombre porque de “humus” (tierra negra) está
hecho”.
Vivir es asombrarse de estar en el mundo, sentirse
extraño, llenarse de angustia ante la contingencia de dejar de ser, comprender
la constante posibilidad de extraviarse, la necesidad de hacer amigos entre
nuestros con-seres, la contingencia de que sean enemigos, y de estar alerta a
lo genuino y a lo espúreo, a la verdad y al error. La inquietud no es un
accidente, que a unos les ocurre y a otros no. Está en la esencia misma de nuestro
ser. Y por lo que hace a la patria, en
cuanto la patria es espíritu y no tierra, es el ser mismo. Nuestra inquietud
respecto de la patria es, en verdad, su quinta esencia. Somos nosotros, y no de
ella, los que hemos de vivir en centinela; nos hemos de anticipar a los
peligros que la acechan, sentir por ella la angustia cósmica con que todos los
seres vivos se defienden de la muerte, velar por su honra y buena fama, y de
reparar, si fuese necesario, los descuidos de otras generaciones…
La defensa de la patria no excluye, sino
requiere, el respeto del os derechos de las otras patrias… Es tan esencial a
las instituciones del Estado y a los valores de la nación como a la vida de la
Iglesia. Si no se sostiene, caen las instituciones y perecen los pueblos. Es
más importante que los mismos ejércitos, porque con las cabezas se manejan las
espadas, y no a la inversa. Esto que aquí inició la “Acción Española”, que es
la defensa de los valores de nuestra tradición, es lo que ha debido ser, en
estos dos siglos, el principal empeño del Estado no sólo en España, sino en
todos los países hispánicos. Desgraciadamente no lo ha sido. No defendimos
suficiente nuestro ser. Y ahora estamos a merced de los vientos.
Ramiro
de Maetzu – En defensa de la Hispanidad – Editorial Poblet – Bs.As. 1952 –
Págs. 38-41.
Nacionalismo Católico San Juan Bautista