Tucumán se convertía en Vietnam: un 5 de enero pero de 1975.
En el fragor de la dramática guerra
civil acaecida en la Argentina en los años 70´, un tema tan esencial
como poco explorado (y en torno del cual giró la contienda), fue el
intento por parte del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)- la
organización guerrillera mejor preparada y más aguerrida del continente-
de llevar la guerra a la selva de Tucumán con el propósito de dominar
la provincia, expandir su imperio a las provincias del norte, segregar
una porción del territorio argentino e intentar conseguir el aval de la
comunidad internacional para que fuera reconocido Estado Independiente, y
desde allí, bajar a Buenos Aires y hacer un golpe de Estado
revolucionario de filiación castro-comunista.
Formación
del ERP en plena selva tucumana lista para entrar en combate. El ERP
llegó a contar con 7200 terroristas entrenados para matar por la
revolución comunista en la Argentina.
Miles de terroristas del ERP al mando
del emblemático guerrillero Mario Roberto Santucho, se lanzaron al
ataque contra la democracia en búsqueda de ese objetivo. Para tal fin, a
partir de mayo de 1974 (tercera presidencia de Perón) los castristas
locales montaron numerosos campamentos guerrilleros en la selva de
Tucumán secundados por un formidable aparato de retaguardia tanto en
zonas urbanas de esa Provincia como en las provincias aledañas. Atacaron
numerosos cuarteles, guarniciones militares y dependencias policiales
en todo el país, con el propósito de conseguir armamentos y reforzar la
Compañía de Monte en la Cuna de la Independencia. Crearon sofisticadas
fábricas de armas, imprentas clandestinas, asesinaron familias enteras
(niños incluidos) y llevaron adelante un plan sistemático de secuestros a
empresarios y militares (muchos de ellos seguidos de muerte), para
canjearlos por dinero o negociarlos por guerrilleros detenidos por las
fuerzas legales.
Terroristas
del ERP en sus fábricas clandestinas, preparando bombas y granadas para
asesinar a sus víctimas. Entre ellas, hubo numerosos niños.
Por entonces, la experiencia cubana, el
ejemplo del Che Guevara y otros episodios ideológicamente afines, fueron
el faro que marcó la senda de la guerrilla local. Pero sin dudas, fue
la guerra de Vietnam la que atravesó y marcó por
completo al ERP y la virtual guerra de secesión que vivió la Argentina
entre 1974 y 1977. El Che Guevara había ordenado a sus feligreses “crear dos, tres, cien Vietnam” y
encender la pradera revolucionaria en el conosur. Santucho y sus miles
de combatientes leían permanentemente a los doctrinarios vietnamitas,
estudiaban sus estrategias, se entrenaban en función de ellas; a Buenos
Aires la llamaban “Saigón”. Su objetivo era cumplir el papel
del Vietcong (ejército irregular que peleó contra las tropas americanas
en Vietnam) y para tal fin, escogieron la zona geográfica más parecida
posible a la existente en Vietnam. Ahora la selva vietnamita sería
reemplazada por la de Tucumán (que era más cerrada y espesa) y los
cañaverales de azúcar ocuparían el lugar de los arrozales. Sendos
ámbitos eran ideales para “pegar y esconderse” tal el dogma de la
“guerra de guerrillas”. Asimismo, la gran densidad de población y la
pobreza imperante en Tucumán, les permitiría (según ellos creían)
ganarse el apoyo masivo de la gente.
Conferencia
de prensa clandestina del ERP. En la imagen, se puede ver a los
terroristas encapuchados y secundados por un estandarte del asesino
serial Ernesto Che Guevara: su guía y referencia a imitar.
El ERP no estaba sólo: peleó con tropas
de refuerzo de guerrillas provenientes del MIR de Chile, del ELN de
Bolivia, de Tupamaros del Uruguay y de otros países. El entrenamiento y
adoctrinamiento fue proporcionado por el estado totalitario de Cuba y
fue el único campo de batalla donde el ERP realizó tareas de guerra
conjuntas con Montoneros.
No
había día en que los diarios no informaran acerca de los atentados
terroristas tanto a unidades militares como a instituciones civiles.
En tanto, el gobierno nacional, en medio
de una situación pre-anárquica en un país en grave riesgo de ser
segregado, tras varios fracasos y bajas tenía previsto en lanzar una
drástica respuesta militar de guerra prolongada y para tal fin, el día 5
de enero de 1975 (del que hoy se cumplen exactamente 41 años), se envió
a un avión del Ejército al corazón de la selva para efectuar tareas de
reconocimiento, pero la nave nunca regresó: dicho avión fue derribado
por el ERP a través de un fusil lanzamisiles de origen ruso y murieron
13 oficiales[1].
La noticia fue catastrófica para el
Gobierno, quien seguidamente apuró el lanzamiento semanas después del
“Operativo Independencia”, ordenándole a las Fuerzas Armadas entrar en
guerra y aniquilar a través de operaciones de combate el accionar de los
elementos subversivos obrantes en Tucumán.
Uno
de los tantos aviones atacados por el terrorismo en Tucumán. En la
foto, un C-130 de Gendarmería totalmente destruido durante la guerra
revolucionaria que durante los últimos doce años se quiso silenciar.
Durante los primeros tiempos, dicho
Operativo fue encabezado por el General Acdel Vilas. No es casualidad
que dadas las condiciones de una guerra que por imposición del bando
atacante siguiera a pie juntillas la experiencia vietnamita, meses
después fuera convocado a comandar el Operativo el General Antonio
Domingo Bussi, quien fuera entrenado precisamente en Vietnam en 1968.
Nunca se imaginaría Bussi que casi un lustro después, todo lo allí
aprendido debería aplicarlo en su país, ahora no como aprendiz y
espectador, sino como protagonista y conductor. Tanto sea por el lado de
la guerrilla como por el de las fuerzas legales, el emblema de Vietnam
sobrevolaba Tucumán (el corazón de la guerra revolucionaria) y por
añadidura el resto del país.
El
Gral. Antonio Domingo Bussi revistando sus tropas, las cuales tras dos
años de combates lograron aniquilar el terrorismo en Tucumán.
Los documentos, los dramáticos
testimonios, el fanatismo ideológico, la estructura sectaria del ERP,
los combates, los objetivos, el nexo con tropas guerrilleras
extranjeras, la vida en los campamentos terroristas, el apoyo de
Montoneros, el Operativo Independencia, la respuesta militar, la lucha
por ganar el consenso de la población, los enfrentamientos terrestres,
aéreos y todos los detalles de esta dramática guerra, constituyen el
objeto de análisis de un libro que yo publicara hace ocho años, y que
ahora relanzamos en edición limitada para interés del lector.