jueves, 4 de julio de 2019

LOS DÍAS EN PRISIÓN

Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara a punto de dejar la cárcel

Quienes se mantenían activos detrás del grupo insurgente, eran los agentes secretos de Batista, quienes desde su llegada a territorio mexicano le seguían los pasos, tomando minuciosa nota de todos sus movimientos. De esa manera, chequeada la información, la enviaban a su gobierno y este, a través de su embajada, la daba a conocer a su par mexicano para que adoptase las medidas tendientes a neutralizar su accionar.
Por entonces Fidel había encomendado a un traficante, el mexicano Antonio del Conde Pontones, apodado “El Cuate”1, que consiguiese una partida de armas en Estados Unidos, su país natal y tratase de obtener una embarcación para transportar a los combatientes a Cuba, recomendándole expresamente mucha cautela.
Por aquellos días, una noticia que se había filtrado a través de la red de informantes, tenía preocupado al grupo revolucionario: el Servicio de Inteligencia Militar Cubano había enviado un sicario a México, con instrucciones de asesinar a Fidel.
Al tanto del plan, el jefe rebelde se ocultó en varias de las casas que había mandado alquilar en la capital azteca y en ellas dejó pasar el tiempo, en espera de que el peligro fuera neutralizado.
Viendo que su enemigo estaba al tanto de la operación, Batista ordenó a su asesino regresar a la isla pero dejó a varios de sus hombres para que auxiliasen a la policía local en sus trabajos de pesquisa, rastreo y detención.
El 20 de junio por la noche, Fidel Castro salió de una de las propiedades clandestinas que arrendaba en la capital mexicana y echó a andar por las solitarias calles del barrio en compañía de Universo Sánchez y Ramiro Valdés.
Repentinamente, al cabo de un par de cuadras, aparecieron varios automóviles de los que descendieron numerosos individuos apuntándoles con sus armas.
El propio Castro ha relatado los detalles de su detención en el libro Guerrillero del tiempo de Katiushka Blanco.


… no iba solo, nos repartimos, yo iba delante con otro compañero, detrás iba Ramirito como a 50 metros; pero parece que por allí, por alguna casualidad, andaban uno o dos carros de la Policía Federal y les pareció extraño aquel movimiento.
Entonces, cuando el otro compañero y yo íbamos llegando a otra esquina donde había una casa en construcción, vimos un carro que venía en la dirección contraria, frenó ruidosamente y de él se bajaron varios hombres; me puse detrás de una columna para impedir lo que parecía un secuestro, suponía a Ramirito detrás de mí, y fui a sacar una pistola automática con peine de 20 tiros.
Creía contar con Ramirito a 50 metros detrás. ¿Qué hizo la Federal de Seguridad? Operó de forma perfecta, parece que llegaron en dos carros: uno lo situaron delante, al llegar a la esquina bajó a los hombres; el otro venía detrás, a 80 metros más o menos del primero, capturó a Ramiro y bajó a sus hombres. En el momento en que yo estaba sacando el arma, un hombre de la Federal me puso la pistola en la nuca y no me  permitió moverme. Estaban bien entrenados los hombres de aquella institución. Yo estaba bien posesionado tras las columnas del edificio en construcción. Era un barrio de ricos, casi despoblado. Este episodio lo conté en detalles al comandante nicaragüense Tomás Borge, aparece en el libro Un grano de maíz.
Fue mucho mejor que las cosas ocurrieran así, porque si se produce el combate, habríamos podido matar a tres o cuatro hombres de la Federal, creyendo que se trataba de unos gángsteres [sic] o agentes de Batista. ¡Qué clase de problema habríamos creado! Fue muy peligroso aquel momento, tanto porque pudieron matarnos como porque habríamos podido matar a varios policías mexicanos que demostraron ser cumplidores y serios2.

Rodeado por los representantes del orden, al grupo de cubanos no le quedó más remedio que entregarse

-¡Las manos en alto! - gritaron los agentes sin dejar de apuntar.

Como Fidel tardó en reaccionar, los sujetos tomaron del cuello a Universo y Ramiro y utilizándolos como escudos, volvieron a repetir la directiva.

-¡¡Levante las manos ahora mismo!!

El aludido obedeció y casi enseguida, dos fornidos agentes le cayeron encima para maniatarlo y subirlo a un furgón. Lo mismo hicieron con sus compañeros y al cabo de unos segundos, los vehículos partieron a toda prisa, haciando rechinar sus neumáticos sobre el pavimento.
Los detenidos fueron conducidos a la estación migratoria de la calle Miguel Schultz 27 y allí quedaron alojados, a disposición de la justicia.
Al día siguiente, a las 11 de la mañana, agentes federales irrumpieron en el departamento de María Antonia y arrestaron a la dueña de casa y a otros dos individuos que se encontraban allí3.
Durante las redadas, fueron detenidas más personas, entre ellas Hilda, que con su pequeña hija en brazos fue conducida a la estación migratoria para ser interrogada sobre el paradero de su marido.
Fidel manifestó, tiempo después, que la policía los creía una organización delictiva dedicada al contrabando de mercancías desde Estados Unidos, pero eso contradice sus propias versiones en cuanto a que Batista había enviado agentes de inteligencia para colaborar con las fuerzas locales.
Fidel Castro en prisión

Como no podía ser de otro modo, con el correr de los años surgieron tardías versiones de torturas, apremios y extraños individuos hablando inglés en los lugares de detención (ésta última aportada por Hilda), pero ninguna de ellas parece tener consistencia. Cuando se repara en las fotografías que muestran a los guerrilleros en la cárcel, se los ve a todos de buen aspecto y sin indicios de haber recibido malos tratos por lo que es dable suponer que se trata de versiones destinadas a adornar la historia.
Ese mismo día Guillén Zelaya, Cándido González y Julio Díaz fueron trasladados a la cárcel migratoria de la 6ª Sección, donde quedaron alojados en celdas separadas. En la ciudad, mientras tanto, continuaban las detenciones.
El día 24, el cuartel guerrillero de “Santa Rosa” fue rodeado por fuerzas policiales; sus trece ocupantes, ignorantes de lo que acaecía en la capital, fueron obligados a arrojarse al piso y ahí estuvieron tirados, con las manos sobre la nuca, hasta que se les ordenó abordar los furgones en los que fueron trasladados a la cárcel de Miguel Schultz.
Pierre Kalfon ofrece la descripción más colorida de aquel copamiento:

Cuando la policía informa a Castro que harán una redada en el campamento de Santa Rosa, del que le enseñan incluso fotografías, éste reacciona inmediatamente. Tiene que evitar un enfrentamiento tan mortífero como inútil, pues el enemigo está en Cuba y no en México. Consigue acompañarlos. El 24 de junio, cuando los jeeps y vehículos de la policía se acercan a la hacienda, Guevara está de centinela en la copa de un árbol. Mientras los vehículos se detienen, descubre a Fidel que se adelanta solo, al descubierto, durante doscientos metros, para que sus amigos atrincherados puedan reconocerlo. Estuve a punto de permanecer oculto en mi árbol – confesará más tarde Ernesto a Hilda-, pero Fidel pidió que nos rindiéramos todos. Rece hombres son detenidos. Escapan Raúl Castro y un pequeño grupo que se encarga de ocultar las armas tras una colina vecina4.

La policía mexicana también detuvo a la novia ocasional de Fidel Castro, a la que mantuvo bajo arresto durante tres días. El hecho fue verídico pero el relato que la joven hizo varios años después, parece viciado de fantasía: “La gente de Batista, me agarró en la calle. Estuve tres días encerrada. Me tenían drogada, sólo recuerdo que hubo un tiroteo muy fuerte y que me rescataron”5. Según la española, su “caballero andante” fue el mismísimo Fidel6, aunque no queda del todo claro como hizo para rescatarla cuando en ese momento se encontraba en la cárcel junto al resto de la legión.
Los arrestos continuaron durante todo el día 25 y finalizaron el 3 de julio, con la captura de los dos últimos cubanos, elevando el número de detenidos a veintisiete.
La prensa mexicana cubrió el acontecimiento, dedicándole amplios espacios en los medios.
Las autoridades acusaron a Castro de tramar un golpe para asesinar a Batista, ayudado por militantes comunistas de su país y de la tierra que le había dado acogida y basado en esa premisa, el gobierno de Cuba pidió su extradición, junto a la de todos sus connacionales.
El 6 de julio Ernesto les escribió una inquietante carta a sus padres:


México, Julio 6 de 1956. Cárcel de la Gobernación.

Queridos viejos:

Recibí tu carta (papá) aquí en mi nueva y delicada mansión de Miguel Schultz, junto con la visita de Petit que me informó de los temores de ustedes. Para que tengas una idea historiaré el caso.
Hace un tiempo, bastante tiempo ya, un joven líder cubano me invitó a ingresar a su movimiento, movimiento que era de liberación armada de su tierra, y yo, por supuesto, acepté. Dedicado a la ocupación de preparar físicamente a la muchachada que algún día debe poner los pies en Cuba, pasé los últimos meses manteniéndolos con la mentira de mi cargo de profesor. El 21 de junio (cuando hacía un mes que faltaba a mi casa en México pues estaba en un rancho de las afueras) cayó preso Fidel con un grupo de compañeros y en la casa figuraba la dirección donde estábamos nosotros, de manera que caímos todos en la redada. Yo tenía mis documentos que me acreditaban como estudiante de ruso, lo que fue suficiente para que se me considerara eslabón importante en la organización, y las agencias de noticias amigas de papá empezaron a bramar por todo el mundo.
Eso es una síntesis de los acontecimientos pasados; los futuros se dividen en dos: los mediatos y los inmediatos. De los mediatos, les diré, mi futuro está ligado a la revolución cubana. O triunfo con ésta o muero allá. (Ésta es la explicación de una carta algo enigmática y romántica que mandé a la Argentina hace algún tiempo) Del futuro inmediato tengo poco que decir porque no sé qué será de mí. Estoy a disposición del juez y será fácil que me deporten a la Argentina a menos que consiga asilo en un país intermedio, cosa que estimo sería conveniente para mi salud política.
De todas maneras tengo que salir al nuevo destino, quede en esta cárcel o salga libre. Hilda retornará al Perú, que ya tiene nuevo gobierno y ha dado amnistía política.
Por motivos obvios disminuirá mi correspondencia, además, la policía mexicana tiene la agradable costumbre de secuestrar las cartas, de modo que no escriban sino cosas de la casa, banales. A Beatriz les das un beso, le explicás por qué no escribo y le dicen que no se preocupe en mandar diarios por ahora.
Estamos en vísperas de declarar una huelga de hambre indefinida por las detenciones injustificadas y las torturas a que fueron sometidos algunos de mis compañeros. La moral de todo el grupo es alta.
Por ahora sigan escribiendo a casa. Si por cualquier causa que no creo puedo escribir más y luego me toca las de perder consideren estas líneas como de despedida, no muy grandilocuente, pero sincera.
Por la vida he pasado buscando mi verdad a los tropezones y ya en el camino y con una hija que me perpetúa he cerrado el ciclo. Desde ahora no consideraría mi muerte una frustración, apenas como Hikmet: “Sólo llevaré a la tumba la pesadumbre de un canto inconcluso.”
Los besa a todos.

                       Ernesto7

Nueve días después, le hizo llegar a su madre una nueva misiva con mayores detalles e incluso reproches por manifestar cierta falta de visión.


México, Julio 15 de 1956

No soy Cristo y filántropo, vieja, soy todo lo contrario de un Cristo, y la filantropía me parece cosa de... (palabra ilegible), por las cosas que creo, lucho con toda las armas a mi alcance y trato de dejar tendido al otro, en vez de dejarme clavar en una cruz o en cualquier otro lugar. Con respecto a la huelga de hambre estás totalmente equivocada: dos veces la comenzamos, a la primera soltaron a 21 de los 24 detenidos, a la segunda anunciaron que soltarían a Fidel Castro, el jefe del Movimiento, eso sería mañana, de producirse como lo anunciaron quedaríamos en la cárcel sólo dos personas. No quiero que creas como insinúa Hilda que los dos que quedamos somos los sacrificados, somos simplemente los que no tienen los papeles en condiciones y por eso no podemos valernos de los recursos que usaron nuestros compañeros. Mis proyectos son los de salir al país más cercano que me dé asilo, cosa difícil dada la fama interamericana que me han colgado, y allí estar listo para cuando mis servicios sean necesarios. Vuelvo a decirles que es fácil que no pueda escribir en un tiempo más o menos largo.
Lo que realmente me aterra es tu falta de comprensión de todo esto y tus consejos sobre la moderación, el egoísmo, etc, es decir las cualidades más execrables que pueda tener un individuo. No sólo no soy moderado sino que trataré de no serlo nunca, y cuando reconozca en mí que la llama sagrada ha dejado lugar a una tímida lucecita votiva, lo menos que pudiera hacer es ponerme a vomitar sobre mi propia mierda. En cuanto a tu llamado al moderado egoísmo, es decir, al individualismo ramplón y miedoso, a las virtudes de XX debo decirte que hice mucho por liquidarlo, no precisamente a ese tipo desconocido, menguado, sino al otro, bohemio, despreocupado del vecino y con el sentimiento de autosuficiencia por la conciencia equivocada o no de mi propia fortaleza. En estos días de cárcel y en los anteriores de entrenamiento me identifique totalmente con los compañeros de causa. Me acuerdo de una frase que un día me pareció imbécil o por lo menos extraña, referente a la identificación tan total entre todos los miembros de un cuerpo combatiente, que el concepto yo había desaparecido totalmente para dar lugar al concepto nosotros. Era una moral comunista y naturalmente puede parecer una exageración doctrinaria, pero realmente era (y es) lindo poder sentir esa remoción de nosotros...
(Las manchas no son lágrimas de sangre, sino jugo de tomate.)
Un profundo error tuyo es creer que de la moderación o el «moderado egoísmo» es de donde salen inventos mayúsculos o obras maestras de arte. Para toda obra grande se necesita pasión y para la revolución se necesita pasión y audacia en grandes dosis, cosas que tenemos como conjunto humano. Otra cosa rara que te noto es la repetida cita de Tata Dios, espero que no vuelvas a tu redil juvenil. También prevengo que la serie de S.O.S. que lanzaron no sirve para nada: Petit se cagó, Lezica escurrió el bulto y le dio a Hilda (que fue contra mis órdenes) un sermón sobre las obligaciones del asilado político. Raúl Lynch se portó bien, desde lejos, y Padilla Nervo dijo que eran ministerios distintos. Todos podían ayudar pero a condición de que abjurara de mis ideales, no creo de vos que prefieras un hijo vivo y Barrabás a un hijo muerto en cualquier lugar cumpliendo con lo que él considere su deber. Las tratativas de ayuda no hacen más que poner en aprietos a ellos y a mí....
Además es cierto que después de deshacer entuertos en Cuba me iré a otro lado cualquiera y es cierto también que encerrado en el cuadro de una oficina burocrática o en una clínica de enfermedades alérgicas estaría jodido. Con todo, me parece que ese dolor, dolor de madre que entra en la vejez y que quiere a su hijo vivo, es lo respetable, lo que tengo obligación de atender y lo que además tengo ganas de atender, y me gustaría verte no sólo para consolarte, sino para consolarme de mis esporádicas e inconfesables añoranzas. Vieja, te besa y te promete su presencia si no hay novedad.
Tu hijo,
                       el Che8


El 22 de ese mes, Fidel redactó una epístola en la que se desvinculaba de toda relación con la izquierda, aclarando que su verdadero vínculo era con el Partido Ortodoxo del fallecido dirigente anticomunista Eduardo Chibás.
Mientras tanto Raúl, que había logrado evadir a las fuerzas policiales, tomó contacto con Juan Manuel Márquez, otro colaborador de su hermano recién llegado de Estados Unidos y entre los dos contrataron a dos abogados de prestigio, los doctores Alejandro Guzmán Gutiérrez e Ignacio Mendoza Iglesias, para que tomasen el caso y solicitasen el levantamiento de la incomunicación que pesaba sobre los detenidos.
El juez Manuel Lavalle Fuentes recibió el petitorio de manos de Guzmán y tras estudiar el caso detenidamente, dispuso frenar las extradiciones de los presos a Cuba y ordenar su inmediata liberación. El ministro del Interior se opuso a aquella medida, argumentando que se había puesto en marcha una conjura marxista contra su país y la nación caribeña pero nadie le creyó, ni siquiera su propio gobierno, por lo que el 6 de julio salió libre el primero de los acusados, seguido tres días después por otros veinte y uno más el 10 de julio. Solo permanecieron en la cárcel Fidel, Calixto García, el Che Guevara y dos hombres más, acusados de situación ilegal por tener sus visados vencidos.
Fidel se las arregló para hacer llegar un extenso artículo a la revista “Bohemia” en La Habana, donde volvía a desvincularse del marxismo y recordaba que en 1940 Batista había sido candidato comunista, filiación a la que según el escrito, pertenecían muchos de sus funcionarios.
El Che junto a su hija Hildita
en el patio de la cárcel
Después de dos meses en prisión, el 24 de julio de 1956 el cabecilla del grupo fue liberado. Dos días después salió otro de sus hombres y el 31 lo hicieron dos más, todo gracias a la intervención del ex presidente Lázaro Cárdenas. Ernesto y Calixto, en cambio, permanecieron en prisión y para agravar las cosas, durante uno de los interrogatorios, el primero se declaró comunista y eso complicó aún más su situación9. Lo primero que Castro hizo una vez fuera, fue mover cielo y tierra para lograr la excarcelación de sus dos compañeros.
Mientras los abogados iban y venían, Hilda, siempre con su pequeña hija en brazos, visitó varias veces a su marido en prisión. Incluso hay una fotografía de Ernesto con la pequeña en el patio del penal, que lo muestra sonriente y en buen estado.
En uno de esos encuentros, el Che le entregó a su esposa un poema que había escrito en el rancho de “Santa Rosa” y pensaba entregar a Fidel una vez que estuviesen en alta mar. Como dice Kalfon, se trataba de un canto al líder de la revolución en el que el joven médico argentino exteriorizaba toda su admiración10.
No hacía mucho, habían mantenido ambos, Fidel y él, una conversación en la que Ernesto lo había conminado a seguir adelante y no poner la revolución en peligro por él, un simple extranjero ilegal que llevaba sobre sus hombros un bagaje de cargos. De acuerdo a sus palabras, si debía hacerse algún esfuerzo en su favor, debía ser para extraditarlo a algún país cercano y no a la Argentina.

-Yo no te abandono- le dijo Fidel cuando su amigo le hizo el planteo.

A todo esto, hubo movilizaciones y manifestaciones de apoyo en todoe México por parte de estudiantes, periodistas, intelectuales, representantes, dirigentes obreros, políticos y artistas, entre ellos, Lázaro Cárdenas, quien fuera su ministro de Marina, Heriberto Jara, el líder del Partido Laborista Lombardo Toledano y los pintores Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros11.
Así pasaron los días hasta que, finalmente, el 19 de agosto, los dos últimos detenidos abandonaron el penal. Jon Lee Anderson hace hincapié en que Fidel pudo haber pagado un soborno para ello y según palabras del Che, había hecho cosas por amistad que llegaron a poner en riesgo su actitud revolucionaria.
Cierto o no, era imperioso acelerar los tiempos y pasar a la clandestinidad lo antes posible porque el cerco sobre el grupo se estrechaba y era cuestión de horas que las autoridades volviesen a arremeter contra ellos.
Fidel Castro, excarcelado un tiempo antes, pasa por el Che al ser liberado



Notas
1 Nacido en Nueva York el 5 de enero de 1926, había sido capitán del ejército mexicano y piloto civil.
Katiuska Blanco Castiñeira, Fidel Castro Ruz. Guerrillero del Tiempo, Primera Parte, Tomo II, Ruth Casa Edotorial, Panamá, 2012, pp. 387-388.
3 Pierre Kalfon dice que los arrestos de María Antonia y otros cinco individuos se produjeron la misma noche en que fue detenido Castro.
4 Pierre Kalfon, op. Cit, pp. 167-168.
5 Juan José Robledo, “El amor imposible de Fidel”, diario “El País”, Reportaje-Historia, 9 de noviembre de 2008 (http://elpais.com/diario/2008/11/09/eps/1226215610_850215.html).
6 ¿Cómo es posible que Fidel Castro haya rescatado a Custodio cuando se encontraba detenido?
7 Ernesto Guevara Lynch, op. Cit, pp. 136-137.
8 Ídem, pp. 140-142.
9 Juan Carlos Rivera Quintana, Breve historia de Fidel Castro, Ediciones Nowtilus S.L., Colección Breve Historia, Madrid, 2009, p. 115.
10 Vámonos/ardiente profeta de la aurora/por recónditos senderos inalámbricos/a liberar el verde caimán/que tanto amas/Vámonos/derrotando afrentas con la frente/plena de martianas estrellas insurrectas/juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte/Cuando suene el primer disparo y se despierte
en virginal asombro la manigua entera/allí/a tu lado/aguardando la postrer batalla nos tendrás/Y cuando
llegue al final de la jornada la sanitaria operación contra el tirano/allí a tu lado/aguardando la postrer batalla nos tendrás/El día que la fiera se lama el flanco herido donde el dardo nacionalizado le dé/allí a tu lado, con el corazón altivo/nos tendrás/No pienses que puedan menguar nuestra entereza las decoradas pulgas armadas con regalos/pedimos un fusil, sus balas y una peña/Nada más/Y si en nuestro camino se interpone el hierro/pedimos un sudario de cubanas lágrimas para que se cubran los guerrilleros huesos en el tránsito a la historia americana/Nada más.
11 Ver Biografía del Che (8º) http://urumelb.tripod.com/che/literatura/biografia08.htm 
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