FINAL EN LAS SANDWICH
Noviembre de 1982. Los británicos dinamitan la Estación "Corbeta Uruguay" en las islas Sandwich |
Las acciones en el Atlántico Sur no
finalizaron el 14 de junio en la capital de Malvinas, como todo el mundo supone, sino en islas Sandwich, una semana
después, donde aún permanecía sin rendirse un
destacamento argentino integrado por seis efectivos de la Armada, tres de la Fuerza Aérea y un civil, todos al mando
del teniente de corbeta Enrique Félix Peralta Martínez1.
Para los británicos, aquel
archipiélago de 420 km2 era un lugar excepcionalmente desagradable,
donde muy pocas personas habían estado, con no muy buenos recuerdos y muy pocas
ganas de regresar.
Como se recordará, la Argentina mantenía su
presencia desde noviembre de 1976, cuando el Proceso de
Reorganización Nacional envió una expedición militar para ocuparlas. En
aquella ocasión, efectivos de la
Armada, a bordo del rompehielos ARA “Gral. San Martín”,
desembarcaron en la Isla
Morrell, del grupo de las Thule del Sur y levantaron una base
científico-militar a la que bautizaron “Corbeta Uruguay”.
Inaugurado el 18 de marzo de 1977,
el destacamento se hallaba ubicado a 59° 57’52” de latitud Sur y 27° 20’ 12” de longitud Oeste, a 25 metros sobre el nivel
del mar, muy cerca de la costa, en un paraje conocido como Punta Hewison. Su
población fue siempre de 8 personas, tanto en invierno como en verano, la mayoría
personal científico perteneciente a la Marina de Guerra.
Tal como se dijo en capítulos anteriores, los británicos descubrieron la presencia argentina en diciembre de 1976 pero prefirieron no reaccionar, en espera de una solución diplomática. Finalizadas las hostilidades, el alto mando británico puso en marcha la Operación Keyhole, una acción de comandos destinada a desalojar a la reducida guarnición argentina que aún permanecía en el lugar, sin deponer las armas. A tales efectos, la Compañía M del Comando 42 embarcó en el HMS “Endurance”, nave insignia del Grupo de Tareas 317-9, integrado además por la fragata HMS “Yarmouth” (capitán de fragata Anthony Morton), el buque de reaprovisionamiento RAF "Olmeda” (capitán de navío O. P. Overbury) y el remolcador “Salvagement” (capitán de ultramar A. J. Stockwell). Lejos de allí, en la isla Morell, el teniente Peralta Martínez, enterado de la capitulación, solicitó al Comando del Atlántico Sur (COATLANSUR) el envió a las autoridades británicas del mensaje dado a conocer el 15 de abril respecto a la situación de la estación científica. Dando curso a la solicitud, se procedió a emitir el comunicado el mismo 15 de junio, dando cuenta de la condición política y legal del mencionado establecimiento, acorde a lo establecido por los tratados internacionales. Decía el mismo:
1- Que [la base] debe continuar funcionando como Estación Científica y de Comunicación. 2- Ejercer la soberanía como delegado del Gobierno Militar con asiento en Malvinas. 3- Si fuerzas británicas intiman desalojo, rechazar intimación invocando el derecho argentino de soberanía en las islas Sandwich del Sur, el carácter científico del personal y las tareas en ejecución. 4- De producirse una acción de fuerza o desembarco de fuerzas británicas, formalizar enérgica protesta dirigida al gobierno británico ante la situación de fuerza ejercida con medios de combate que imposibilitan resistencia, sobre estación y personal científico. 5- Destruir material científico ante presencia efectiva del enemigo. 6- Destruir equipo de comunicaciones previo [a la] captura del enemigo. 7- Informar a la brevedad a este Comando cualquier novedad que modifique la situación actual2.
EL 16 de junio, las unidades del Grupo de Tareas 317-9, al mando del comandante del HMS “Endurance”, capitán Nicholas Jon Barker, avanzaban hacia el helado archipiélago austral, siempre bajo un cielo plomizo y un mar encrespado, con vientos helados que por momentos alcanzaban los 30 nudos.
La
flotilla descendió el conglomerado de islas por el oeste hasta llegar
al grupo de las Thule, bordando la isla Morrell por el norte hasta
doblar Beach Point y seguir sus contornos en dirección sur.
Los primeros en llegar fueron el "Endurance" y el "Salvagement"; lo
hicieron la madrugada del 19, fondeando en la caleta situada al oeste de
la estación científica, donde quedaron a cubierto por las elevaciones
de la bahía Ferguson. De manera inmediata, se comenzó a alistar el grupo antártico a ser desembarcado y a irradiar mensajes por las
frecuencias internacionales instando a la guarnición a deponer las armas:
Atención. Al personal argentino en las islas Thule.
Será enviado un remolcador para evacuar su dotación, ustedes se encuentran en
territorio británico. Esperamos no sea por la fuerza.
En comunicados posteriores, los británicos advirtieron que cualquier
tipo de resistencia sería absurda e inútil y de no obtenerse una
contestación en las siguientes 24 horas, la base sería atacada. La respuesta fue el silencio más absoluto.
El
asentamiento argentino disponía
de varias instalaciones metálicas a excepción de una casilla destinada
al
equipo de radiosondeo. Se hallaban todas edificadas sobre estructuras
sobreelevadas,
con amplios espacios abiertos para facilitar la circulación del aire. La
casa-habitación, construida sobre módulos unidos entre sí con un frente
curvo de cara a la dirección de los vientos, disponía de un salón
comedor,
camarotes, baño, cocina y un módulo que contenía el sismógrafo, el
equipo de
radio y la enfermería.
Una casa de emergencia se alzaba a
cierta distancia, en previsión de posibles
incendios y algunos depósitos flexibles de almacenamiento
de combustible, dos tinglados destinados a los vehículos polares, el hangar de
helicópteros y el obrador con su taller de mantenimiento y los dos generadores
de electricidad, completaban el dispositivo.
El obrador también servía como casa de emergencia al disponer de
alojamiento para 20 personas. Había también un depósito de víveres con una
cámara frigorífica, otro de alimentos, una usina eléctrica con tres generadores y una plataforma para el aterrizaje de
helicópteros en la península Murrell, más allá del complejo de antenas.
A cierta distancia de la base se
alzaba el refugio “Teniente Esquivel” que los argentinos habían construido en
diciembre de 1955, a
escasos 200 metros
de donde ubicaron la baliza “Gobernación Marítima de Tierra del Fuego”, que
pusieron en funcionamiento en enero del año siguiente.
Tal como explican los ingleses, la
defensa de la base era imposible porque además de carecer de armamento
adecuado, solo disponía de algunos vehículos oruga, dos de ellos de importancia
y un bote de goma inflable con motor fuera de borda con capacidad para diez
personas.
El 19 de junio, después de recorrer
una distancia cercana a los 900 kilómetros,
las dos primeras unidades del Grupo de Tareas 317-9 llegaron a las
Sandwich del Sur y de manera inmediata hicieron varios simulacros de
desembarco para
confundir a los argentinos.
Esa misma mañana, diez integrantes de la Compañía M abordaron uno de los Wessex de la dotación del “Endurance” y
despegaron en dirección a la Península Morrell.
Después
de sobrevolar la estación
argentina, el helicóptero depositó al pelotón al mando de un teniente
sobre la ladera este del volcán central y se retiró, percibiendo a lo
lejos las columnas de humo que se elevaban desde los edificios.
Los
comandos antárticos se
desplegaron sobre un terreno tortuoso y se posicionaron en la base de la
elevación, efectuando observaciones. Se trataba de expertos
especialmente entrenados para operar en
regiones árticas, con adiestramiento en Noruega y Groenlandia, quienes
gracias a su preparación, podían soportar temperaturas superiores a los
-20° bajo cero, tormentas huracanadas, borrasca y nieve, pero lo que
sucedió durante la noche superó todos sus cálculos.
Los
soldados se ubicaron detrás de
unos hielos, cerca del refugio Teniente Esquivel y desde ese punto a
observar los movimientos de la base. A escasos metros del primero se
distinguía la baliza Gobernación
Marítima de Tierra del Fuego, al sur la de Punta Herd y en el extremo
oriental de la península, la Teniente Sahores y la de Punta Hewison, con
las rocas Twitcher inmediatamente detrás.
En la mañana del 19 de junio el
centinela que desde hacía dos horas cubría el turno de vigilancia,
corrió hasta la habitación principal de la base para informar a su jefe
la presencia de naves enemigas. La dotación solamente disponía de
fusiles y
pese a que cualquier tipo de resistencia iba a ser imposible, algunos de
los hombres
se proveyeron de ellos y tomaron posiciones.
Por
orden del teniente Peralta
Martínez, el personal procedió a destruir la documentación, los libros
de
códigos y las claves. En horas de la tarde, luego de ser sobrevolados en
varias oportunidades por helicópteros Wasp y Wessex, los argentinos
volaron el material científico y el
combustible almacenado, así como los equipos de comunicación.
Las
detonaciones fueron oídas desde las embarcaciones y llamaron la
atención del personal antártico desembarcado que con sus prismáticos
observaba atentamente el despliegue argentino.
La
situación se tornó grave para éstos últimos cuando los vientos giraron
desde el sur y a una velocidad de 60 nudos descendieron amenazadoramente
la temperatura hasta los -52º. Abandonando la misión, aplicaron las
técnicas de supervivencia en espera de ser rescatados.
En
horas de la tarde, más precisamente a las 20.00 (23.00Z) del 19 de
junio, el teniente Peralta Martínez se apresuró a informar al COATLANSUR
que helicópteros enemigos acababan de cruzar el espacio aéreo de la
isla y por esa razón, siguiendo las instrucciones propias para esos
casos, había destruido documentos, equipos de comunicaciones y todos los
elementos que pudiesen ser de utilidad para los atacantes.
Thule es sobrevolada por tres
helicópteros. Se procede a destruir claves, material científico y
combustible. El enemigo desembarca fuerzas con muchas precauciones,
posiblemente por el humo y explosiones de la destrucción del material.
Se mantendrá contacto radioeléctrico hasta mayor acercamiento de las
fuerzas del enemigo3.
Inmediatamente después se cortó la comunicación y eso dejó a la dotación librada a su suerte.
A las 04:00 del 20 de junio hicieron su
arribo el "Yarmouth" y el "Olmeda", posicionándose a corta distancia de
las otras dos embarcaciones. De manera inmediata, el capitán Barker
llamó a los comandantes a una reunión a efectos de planificar la
operación y ante el agravamiento de las condiciones climáticas, rescatar
a los efectivos de la Compañía M varados en las faldas del cráter.
Se decidió iniciar las acciones
cañoneando las rocas Twicher que emergen entre la isla Morell y su
vecina Cook, a escasos metros de la baliza Punta Hewison y de persistir
los argentinos en su negativa, abrir fuego directamente sobre las
instalaciones.
Con las primeras luces del día, un
helicóptero procedió a evacuar a la sección apostada en la base del
volcán central y reemplazarla por otra al mando del sargento Brum Richards, quien debía reglar el fuego de artillería y avanzar posteriormente sobre el asentamiento. Los hombres se encontraban en muy mal estado y no pudieron tomar parte en las acciones.
Por entonces, las unidades del Grupo
de Tareas 317-9 se hallaban a la vista de la guarnición argentina, con el HMS
“Yarmouth” listo para abrir fuego con su cañón de proa de 110 mm.
El
bombardeo comenzó antes del mediodía y se prolongó hasta las 12.20. Las
explosiones sacudieron los alrededores haciendo temblar la tierra y las
construcciones, en especial la casilla de madera situada junto a la
baliza de Punta Hewison.
La escasa dotación argentina contemplaba la escena en posición de combate pero sabía perfectamente que ante semejante poder de fuego, toda resistencia iba a ser inútil.
La escasa dotación argentina contemplaba la escena en posición de combate pero sabía perfectamente que ante semejante poder de fuego, toda resistencia iba a ser inútil.
A
la hora indicada, Peralta Martínez le ordenó al operador tomar contacto
radial para anunciar que deponía las armas. Inmediatamente después
mandó colocar una
bandera blanca en el frente del edificio y casi enseguida apareció uno
de los dos Sea King de la dotación del "Olmeda", el cual se posó lentamente en la plataforma de la península Morrell.
El grupo del sargento Richard
inició cautelosamente la aproximación y apuntando al personal con sus
armas se dispuso a ocupar la dependencia, reduciendo a los diez
científicos de la guarnición. Se les ordenó arrojar los fusiles y
colocar las manos sobre la cabeza, manteniéndolos así durante algunos minutos, a efectos de ser revisados e interrogados.
La capitulación se llevó a cabo de
acuerdo a las normas vigentes, adoptándose las formalidades propias de la
ocasión. Ese día en la Argentina, se celebraba el Día de la Bandera.
Los Royal Marines abandonaron el lugar llevando a los prisioneros bajo fuerte vigilancia.
Estaban urgidos por dejar la región
porque existía la posibilidad de que las unidades navales quedasen atrapadas
entre los hielos. Por eso, después de subir a los argentinos al helicóptero, procedieron
a clausurar la base sellando sus
edificios para evitar el deterioro del clima. Ni bien finalizaron
regresaron al Sea King y una vez en su interior despegaron rumbo al “Olmeda” para partir de inmediato junto a la "Yarmouth", hacia la “seguridad” de
las Georgias.
Al cabo de cuatro días estaban en Grytviken; de allí siguieron a Puerto Leith donde desembarcaron una partida de Royal Marines y continuaron rumbo a Malvinas donde, al cabo de cuatro días, se los regresó al continente. Habían
llegado a aquel desolado páramo a principios de año y permanecieron allí
durante todo el conflicto, efectivizando una ocupación que databa de 1976.
Mientras tanto, en las Sandwich, el
"Endurance" y el "Salvagement" cumplían nuevos procedimientos. Con las
primeras luces del 21 de junio, una nueva sección de Royal Marines
desembarcó nuevamente en la isla Morrell para supervisar las
instalaciones y reconocer sus alrededores. Se habían recibido partes
dando cuenta de un décimo militar argentino que permanecería escondido
en las inmediaciones y la existencia de trampas explosivas.
Los trabajos de búsqueda fueron intensos
pero no arrojaron resultados positivos. Los británicos regresaron a sus
naves y el 23 zarparon rumbo a las Malvinas.
Pero el drama no
terminó ahí.
Tras la captura del archipiélago, la base
argentina en las Thule del Sur permaneció abandonada sin que el Reino
Unido efectivizase su
ocupación. Solo la Union
Jack flameando en el mástil de la estación científica
señalaba la jurisdicción del Reino Unido en el área.
Varios
meses después, en noviembre
de 1982, un buque científico británico se hizo presente en la isla
Morrell a efectos de desembarcar un grupo de hombres con la orden de
supervisar el sector. Grande
fue su sorpresa cuando en lugar de la Unión Jack hallaron flameando una bandera
argentina, faros y hasta una estafeta postal, señal evidente de que efectivos de esa nacionalidad habían estado
allí en algún momento, entre julio y octubre.
A fines de ese mes, partió desde las Malvinas un barco de guerra transportando tropas para destruir la estación definitivamente. Los cuadros desembarcaron
a fines de diciembre, sembraron la abandonada base con cargas explosivas y una vez finalizada la tarea, el equipo de demolición accionó el
dispositivo borrándola de la faz de la Tierra. Hoy en día, hierros retorcidos y unas pocas columnas chamuscadas señalan el sitio4.
Fue el broche final de la crisis,
el último capítulo del drama, el epílogo de una guerra que había tenido al
mundo en vilo y puesto a las naciones de la OTAN en máximo estado de
alerta, obligándolas a replantear toda su estrategia.
En la Argentina, mientras
tanto, se abría una nueva página de su turbulenta y caótica historia, no menos
violenta que la que acababa de finalizar.
Referencias
1 El destacamento había llegado al archipiélago el 8 de
enero de 1982, en cumplimiento de los relevos anuales. Lo integraban, además
del teniente Peralta Martínez, el teniente de fragata médico Arturo
Grosso, el suboficial Leonardo Viola y los cabos José María Fernández,
Julio César Herrera y Víctor Rosendo Nieva;
por la Fuerza Aérea Argentina los cabos Miguel Ángel López, Mario
Barrero y Obdulio Pérez más el técnico de radio civil Ernesto Carrizo.
2 Horacio A. Mayorga, No vencidos, Relato de las operaciones navales en el conflicto del
Atlántico Sur, Editorial Planeta, Bs. As. 1998.
3 Horacio A. Mayorga, op. cit.
4
Los británicos conservaron el refugio “Teniente
Esquivel” que aún se yergue solitario en las islas y dejaron intacta la
baliza Guardiamarina Lamas en la isla Zavodovski, la más septentrional
del archipiélago.
Publicado 26th February 2015 por Malvinas.Guerra en el Atlántico Sur