jueves, 4 de julio de 2019

LOS ÚLTIMOS MESES DEL AÑO

El Ford Fairlane de John Swint luego del atentado
(Imagen: "La Nación")

El Operativo Dorrego fue una suerte de “alto el fuego” al que no todas las agrupaciones subversivas adhirieron.
El ERP no se plegó a la movilización, como tampoco las FAP, de ahí que los ataques, secuestros, torturas, asaltos a camiones de alimentos, desarmes de policía, copamientos, izamiento de banderas partidarias, toma de fábricas, bombas, apoyo a las huelgas, manifestaciones y reclamos, continuasen al mismo ritmo.
Noviembre no fue la excepción y los atentados continuaron sucediéndose a ritmo vertiginoso.
En lo que a Perón se refiere, siguió mostrando su inclinación hacia la derecha y una de las formas que tuvo de hacerlo fue avalar las dictaduras que regían a los países vecinos.
El 13 de noviembre recibió en visita oficial al general Hugo Banzer Suárez, presidente de facto de Bolivia, quien gobernaba ese país desde el 21 de agosto de 1971, luego de derrocar con un golpe de Estado a Juan José Torres, también militar, quien se encontraba asilado en Buenos Aires desde hacía algún tiempo.
Banzer llegó al Aeroparque Metropolitano en compañía de su esposa, Yolanda Prada y una nutrida comitiva integrada por ministros y altos jefes militares. Lo hizo a las 12:30 en el cuatrimotor presidencial Douglas DC-6, para ser recibido por un Perón extremadamente sonriente, que no dudó en estrecharle amistosamente la mano y pasar revista a las tropas junto a él. Lo acompañaban María Estela Martínez, los miembros de su gabinete (a excepción del ministro Robledo), los comandantes de las tres fuerzas, el jefe de la Casa Militar, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, los vicepresidentes primeros de las cámaras de diputados y senadores y el cardenal primado.

 
El mandatario argentino lucía satisfecho cuando el general José Embrioni, intendente municipal de Buenos Aires, le entregó al visitante las llaves de la ciudad. Acto seguido, pronunció palabras de bienvenida y luego invitó a los recién llegados a abordar los automóviles oficiales para dirigirse al centro de la ciudad.
En horas de la tarde, Banzer visitó la Corte Suprema de Justicia y el Congreso de la Nación, y en los dos días que permaneció en nuestro país, fue recibido por Perón en la Casa de Gobierno, mantuvo entrevistas con otras autoridades y recorrió unidades castrenses.
Partió de regreso el jueves 15, tres días antes del viaje de Perón a Montevideo, a donde fue para suscribir con otro dictador, Juan María Bordaberry, el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, que establecía ambas jurisdicciones sobre sus aguas. Su anfitrión había encabezado un golpe de Estado el 27 de junio de ese mismo año, disolviendo el Congreso, los partidos políticos y las organizaciones de base, suprimiendo casi todas las libertades. 
Permanecería apenas cuatro horas en la vecina orilla, tiempo suficiente para ser agasajado e incluso aclamado por la población. A las 8 a.m. del 19 de noviembre delegó el mando en su esposa, ceremonia que tuvo lugar en el Salón Blanco de la Casa Rosada, y se dirigió al Aeroparque Metropolitano, para abordar el avión oficial.
Banzer en la Casa de Gobierno junto a Perón (Imagen: "La Nación")

Partió a las 9 a.m. y media hora después, se posó en la Base Aérea Nº 1, contigua al Aeropuerto Internacional de Carrasco, donde lo aguardaba una compacta delegación, encabezada por el propio Bordaberry.
Pese a las poco más de tres horas que duró la visita, la presencia de Perón despertó tal expectativa, que el gobierno decretó feriado nacional no laborable y movilizó todos sus organismos, poniendo en marcha un amplio operativo de seguridad.
Escoltada por una fuerte guardia, tanto de militares como de policías, la caravana se dirigió directamente al Palacio de Gobierno donde además de la firma del tratado, se abordaron temas inherentes a los hidrocarburos, el comercio y las relaciones bilaterales, en especial, los planteamientos conjuntos.
Apenas un periodista por medio de difusión pudo ingresar al edificio para presenciar el encuentro en tanto en la calle, la policía y el Ejército vigilaban rigurosamente el sector céntrico, desviando el tránsito y controlando el desplazamiento de transeúntes.
Finalizada la ceremonia, una vez suscripta el Acta de Confraternidad, ambos mandatarios se asomaron al balcón del segundo piso para saludar a la muchedumbre que se había dado cita en la Plaza Independencia, atraída sin duda, por la importancia del visitante, la magnitud de su figura, su historia y su traumática relación con la tierra oriental durante sus primeros mandatos.
Banderas argentinas y uruguayas flameaban aquí y allá; carteles alusivos y retratos del presidente argentino se veían por todas partes mientras un helicóptero militar sobrevolaba la zona.
-¡Uruguay, Perón, un solo corazón! – comenzó a corear la muchedumbre cuando el jefe argentino alzó los brazos en señal de saludo.
Ese mismo día, la Argentina disparó desde Chamical el segundo cohete Rigel de la Operación Egani.
El lanzamiento tuvo lugar a las 20:35 horas, en presencia de autoridades de la Fuerza Aérea, encabezadas por el brigadier Fernando Zazino, presidente de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales.
El cohete trepó hasta 280 kilómetros de altura, iniciando su caída hacia las Salinas Grandes, situadas a 127 kilómetros al noreste de la base. Su primera etapa se desprendió exitosamente a los 220 kilómetros de altitud, 2,57 minutos después del disparo y la segunda a 257 km., sin problemas.
La noche del 20, fue lanzado un tercer vector con el que se alcanzó una altura próxima a los 410 kilómetros, coronando la experiencia con un éxito rotundo. Pero las buenas noticias se veían siempre opacadas por las malas.
En tanto Perón firmaba en Montevideo el Tratado del Río de la Plata y los científicos argentinos lanzaban cohetes desde Chamical, en Buenos Aires se difundía la noticia de que el ERP había secuestrado a Henry Nyborg Andersen, gerente del Banco de Londres y América del Sur, solicitando por su liberación 1.200.000 libras esterlinas, hecho acaecido el viernes 16 por la noche.
La versión fue confirmada en la capital británica el lunes 18, alegando desconocer quienes eran los autores y cuáles sus exigencias.
El mismo martes tres desconocidos se presentaron en el taller mecánico ubicado en Moldes 2444 de la Capital Federal y redujeron al agente del III Cuerpo de Vigilancia, Juan Omar Márquez, despojándolo de su arma reglamentaria, tres cargadores y su chapa, antes de darse a la fuga en un Ford Falcon.
Perón y Bordaberry firman el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo
en Montevideo (19 de noviembre de 1973)

(Imagen: "La Nación")

En Rosario, un grupo terrorista baleó el domicilio particular de Domingo Terrazzino, de 69 años, domiciliado en Ocampo 3780. El suceso tuvo lugar a las 05:10, cuando los desconocidos abrieron fuego contra el frente desde la calle y luego incendiaron el Renault Gordini patente S-005.693, que su propietario tenía estacionado enfrente1.
Casi a la misma hora, estallaron tres bombas en la ciudad de Salta, la primera en la fábrica Estructuras Metálicas S.A., ubicada en Zuviría 2550; la segunda en Cerámicas del Norte, sita en Artigas s/n y la tercera en el Establecimiento Siderúrgico Mar-hel, Alvarado 2047. Los daños fueron mínimos pero según los panfletos hallados en el lugar de los hechos, el objetivo era la burocracia sindical, especialmente el gremio de la UOM.
El 23 de noviembre tuvo lugar un terrible atentado en el que perdieron la vida un empresario norteamericano y tres integrantes de su custodia.
Se trató de una operación muy bien planificada y mejor ejecutada, que terminó con el deceso de John Swint, gerente general de Transax Argentina, empresa de transportes ubicada en el sector sur de la ciudad de Córdoba, sobre el camino de San Carlos.
Swint salió su domicilio, en el Cerro de las Rosas, a las 7 a.m. y como era costumbre, tomó la Av. Ricchieri directamente hacia la planta, llevando a su lado a Manuel Varela, su chofer. 
Lo seguían sus guardaespaldas Virginio Riva y Juan Barros, a bordo de otro automóvil, ambos armados con sus pistolas reglamentarias2.
Swint y sus custodios llegaban a un sector dominado por un extenso muro que corría en forma paralela a la ruta, en el tramo final del recorrido, cuando notaron que un camión con acoplado obstruía la mitad de la calzada.
El empresario aminoró la marcha e intentó esquivar el camión por la izquierda pero en ese preciso momento, una camioneta que venía de frente le bloqueó el paso por completo. 
Justo en ese instante, varios sujetos se apearon de dos automóviles estacionados a ambos lados de la avenida, otros emergieron de los matorrales y al menos dos se asomaron por la parte superior del acoplado para abrir fuego con sus ametralladoras, escopetas de caño recortado y fusiles Fal.
Según trascendidos, la operación eras dirigida por un individuo de fuerte contextura física, cabellos rubios y elevada estatura; un hombre no mayor de 25 años, que impartía órdenes a viva vos.
Swint y sus escoltas fueron acribillados; sus cuerpos quedaron inmóviles dentro de sus respectivos rodados, algunos inclinados sobre el volante y los restantes apoyados en los respaldos o tumbados de costado.
Al finalizar la balacera, el terrorista a cargo del operativo caminó hasta el primer automóvil, abrió su puerta y luego de arrojar el cadáver de Swint al pavimento, le descargó una ráfaga a quemarropa para rematarlo, demostrando una saña atroz.
Los atacantes abordaron los vehículos y huyeron hacia el centro de la ciudad, dejando detrás un espectáculo dantesco.
Varias personas corrieron en auxilio de las víctimas, entre ellas un familiar de Barros, que al verlo todavía con vida, comenzó a pedir auxilio a los gritos. Manuel Varela apenas respiraba, de ahí la premura en solicitar asistencia de quienes se habían acercado a ayudar.
Los cuerpos fueron retirados en dos ambulancias hacia diferentes nosocomios aun cuando a esa altura, el empresario estadounidense y Riva habían dejado de existir.
Varela llegó al Hospital Español con signos vitales pero murió poco antes de ingresar, lo mismo Barros en un sanatorio privado.
Según relataron testigos del atentado, no menos de 15 personas participaron del ataque algunas de las cuales se dedicaron a desviar el tránsito hacia la calle Caupolicán, demostrando gran meticulosidad a al momento de ejecutar la operación.
Ni bien fue informada la policía, se puso en marcha un operativo candado destinado a bloquear las rutas de escape y de ese modo, un par de horas después, fueron hallados dos de los automóviles utilizados en el ataque, los cuales fueron abandonados en las calles 1 bis y 16 del barrio San Pablo3.
Swint venía recibiendo amenazas desde hacía tiempo. Tenía 57 años, comenzó a trabajar en Transax un año y medio antes y en el mes de diciembre iba a regresar a su país.
Media hora después, un llamado anónimo atribuyó el ataque a las FAP.
Esa misma madrugada, se produjo en Rosario un recio tiroteo en el que fueron abatidos Raúl Oscar Tettamanti (24 años) y Ricardo Silva (23 años), estudiantes universitarios y militantes del ERP, quienes minutos antes, habían sustraído dos automóviles de un estacionamiento en compañía de otros tres cómplices, dos de ellos mujeres.
El enfrentamiento se produjo en jurisdicción de Tiro Suizo, al sur de la ciudad, cuando tres de los atacantes ingresaron al mismo garaje de Mendoza 2430, donde días atrás varios desconocidos balearon a Roberto Raúl Catalá.
John Swint
(Radiofoto de AP
para "La Nación")
Después de inmovilizar al sereno, Miguel Salerno, de 62 años, los asaltantes se apoderaron de un Peugeot 404 verde, patente S-0008285 y otro rojo de la misma marca, chapa B-498522, escapando a gran velocidad, en dirección sur.
Ni bien los vio alejarse, Salerno dio aviso a la policía brindando la descripción de los vehículos sustraídos y los individuos que se los habían llevado.
Radiada la novedad, a las 05:30 el patrullero 557 del Comando Radioeléctrico se topó con los extremistas, generándose un violento tiroteo. En la intersección de las avenidas Uriburu y San Martín, el agente que iba al volante intentó cortarles el paso, pero la nutrida descarga que recibió, lo obligó a frenar bruscamente.
Los policías descendieron del rodado y parapetándose detrás, respondieron el ataque. Justo en ese momento, apareció otro patrullero (interno Nº 593), seguido inmediatamente después por otras dos unidades pertenecientes a la comisaría 15.
Durante el fuego cruzado, uno de los Peugeot se desplazó lentamente hacia la esquina de San Martín y Uriburu y allí se detuvo acribillado por las balas. Sus ocupantes se bajaron presurosamente y escaparon por San Martín, en dirección a la calle Moussy, donde se apoderaron de un Citröen Ami 8 en el que circulaba Carlos Novillo, su propietario.
El desconcertado automovilista fue arrancado prácticamente de su asiento; sin perder tiempo, los subversivos cargaron a los heridos y se retiraron por Estado de Israel pero al llegar a Italia, fueron nuevamente interceptados.
El Citröen de Novillo, conducido por una mujer herida, frenó bruscamente en medio de la calle y sus ocuplantes se dieron a la fuga, parte de ellos cubriendo la acción y el resto cargando al herido más grave.
En el intercambio de disparos, cayeron abatidos Tettamanti y Silva, resultando lesionados el agente Ángel Carreras, al recibir un impacto a la altura de la cadera y el cabo Carlos Ramos, alcanzado en la espalda.
La mujer que conducía el Citröen robado resultó ser Nelly E. Natariaga, de 29 años, domiciliada en Salta 2985, que al momento de ser apresada presentaba un disparo en el codo derecho.
Ciriaco Omar Luna, un civil de 40 años que circulaba por la Av. Uriburu, cayó sobre la vereda con el muslo derecho perforado, productod e una bala de grueso calibre. Fue evacuado hacia el Hospital Central Municipal y allí quedó internado, aunque fuera de peligro.
El ERP mintió descaradamente cuando relató los hechos en las ediciones Nº 27 y 28 de su revista (17 de diciembre de 1973 y 7 de enero de 1974). Siguiendo su costumbre, dijo que Tettamanti fue capturado con una herida leve pero terminó siendo brutalmente “torturado” y “ejecutado”.
Con respecto a Silva, inventaron algo parecido. De acuerdo con el relato sus compañeros lo condujeron a una finca particular ubicada en Pasaje Florencia al 4700 y luego fueron por un médico del barrio a quien llevaron desde su domicilio a punta de pistola.
“Estrella Roja” nos habla de unos combatientes preocupados por la suerte de su camarada y los consejos que le dieron al facultativo y los dueños de casa, de trasladarlo urgentemente a un sanatorio particular para que las fuerzas del orden no lo ejecutasen, como según ellos, luego ocurrió.
De acuerdo con el relato, Silva apenas presentaba una herida en el hombro pero su cadáver apareció después, con signos de haber sido flagelado. La pregunta que nos hacemos es, ¿por qué Silva no se retiró por sus propios medios si su lesión era leve? ¿Por qué si apenas fue alcanzado en un hombro, debió quedarse en casa de unos vecinos, prácticamente inmovilizado?
Las agrupaciones subversivas siempre tergiversaron los hechos, mintiendo cínicamente al brindar sus versiones. Era la misma “cantinela” de siempre; cuando ellos mataban era en combate abierto, leal y limpio, siempre comportándose humanamente, siguiendo las normas que establecían las convenciones internacionales, pero cuando les tocaba caer siempre fue después de deponer las armas o ser reducidos, para terminar torturados y ejecutados en forma fría e inmisericorde.
Tettamanti y Silva cayeron en combate. Sus cadáveres fueron abandonados por su gente frente a un hospital y una vez finalizado el combate, recogidos por una ambulancia que los condujo a la morgue judicial, donde se les practicó la autopsia correspondiente. El primero de ellos presentaba un disparo en la frente y el segundo dos impactos a la altura del pecho. Nelly Natariaga había sido herida en el brazo y su compañera en el tórax, la cual fue evacuada por sus cómplices en grave estado, a un lugar desconocido por las autoridades.
Once impactos acusaba el primer patrullero, en tanto abundante sangre cubría el interior de uno de los Peugeot sustraídos. En su interior, la policía encontró una pistola calibre 45, munición y volantes pertenecientes al ERP.
En el Peugeot patente S-274914 fue secuestrada una pistola Colt calibre 11,25, serie Nº 32.949, con el escudo del Ejército Argentino; cargadores de fusiles Fal, un documento a nombre de Juan Fusi o Fusy y panfletos subversivos.
En el Citröen de Novillo fue hallada una Colt del mismo calibre, número de serie 29.986; una pistola Ballester Molina calibre 11,25 de fabricación nacional, Nº de serie 35.107 y documentos a nombre de Rubén Oscar Tettamanti, el extremista abatido, quien resultó ser oriundo de Rafaela, provincia de Santa Fe.
Esa misma mañana, la policía allanó una finca en Perú 833, suerte de aguantadero alquilado tiempo atrás por Nelly Natariaga, donde fueron incautados revólveres calibre 22 largo, municiones de diferente dimensión, bibliografía subversiva, medicamentos y otros elementos.
El sábado 24 de noviembre Perón recibió con verdadera satisfacción la noticia de que su compañero de armas y amigo personal, general Franklin Lucero, aquel que había comandado con determinación las fuerzas leales durante el alzamiento armado del 16 de junio de 1955, había sido beneficiado por las leyes de amnistía 14.426 y 20.508, las cuales suspendían las condenas que pesaban sobre él desde el 28 de febrero de 1957.
Lucero fue destituido por la Revolución Libertadora, inhabilitado, privado del uso del grado y el uniforme y condenado a tres años de prisión por el solo hecho de haber permanecido leal a Perón durante el intento de golpe.
Gral. Franklin Lucero
También el 23 de noviembre fue ametrallada en La Plata, la sede central de la UOCRA, clara respuesta al violento accionar de sus escuadrones. Al día siguiente, la policía detuvo en Vicente López a Norberto Rey, médico del ERP, cuando circulaba por la vía pública y en horas de la noche, matones de la JPRA mataron a golpes a Miguel Ángel Miño, de 22 años, activista de Villa Tranquila, cuyo cuerpo apareció en un descampado de la isla Maciel, partido de Avellaneda. Una denuncia anónima alertó a la Seccional 3ª, cuyos efectivos se trasladaron hasta el lugar para hallar el cadáver junto a uno de los gruesos pilares del puente que atraviesa el
Riachuelo, con signos de haber sido torturado.
También en Rosario, grupos de desconocidos atacaron el domicilio particular del Dr. Carmelo Corazza (Reconquista 1371), diputado provincial del FREJULI e integrante de la comisión bicameral de la Legislatura provincial, que estudiaba casos de tortura policial, lo mismo el frente de los Tribunales, sobre la calle Balcarce al 1600, lugar en el que funcionaba la mencionada entidad. Los hechos tuvieron lugar entre las 02:30 y las 3 a.m. cuando varios encapuchados se presentaron abriendo fuego con armas calibre 9 y 38 mm.
El 27, un desconocido que luego fue identificado como militante de la ultraderecha, asesinó a balazos en Salta al comisario Antonio Rubén Fortuny, que había ordenado la detención de policías acusados de tortura y labrado los correspondientes sumarios.
Fortuny había sido destituido de su cargo por presiones ejercidas por la ultraderecha sobre el gobernador Miguel Ragone, quien recibió una carta directa de Perón ordenando apartarlo de la institución4.
El mismo día, en horas del mediodía, Antonio José Deleroni, abogado de la JP y su esposa, Nélida Florentina Arana, salieron del restaurant “La Positiva” de San Miguel, donde habían ido a almorzar y después de cubrir las cuatro cuadras que los separaban de la estación del Ferrocarril San Martín, cruzaron la calle Alem e ingresaron en el andén que llevaba a la Capital Federal.
Allí se encontraban cuando de la nada apareció Ricardo Julio Villanueva, militante de la derechista Juventud Peronista de la República Argentina, un abogado de 27 años de edad, quien se acercó a Deleroni para increparlo duramente.
En medio de la discusión, el recién llegado extrajo un arma y efectuó varios disparos, hiriendo mortalmente a su interlocutor y luego a su esposa, cuando intentó detenerlo. 
Villanueva remató a Deleroni cuando este agonizaba en el piso, sin percatarse que en esos momentos, una formación procedente de José C. Paz entraba en la estación.
Un agente de la Policía Federal de apellido González Videla, se encontraba a bordo cuando vio la situación, razón por la cual, extrajo su arma y descendió del convoy para perseguir al asesino, que en esos momentos se daba a la fuga. Lo siguió algunas cuadras hasta que logró darle alcance para conducirlo a la seccional regional, donde quedó detenido.
El matrimonio fue velado en una unidad básica de la localidad, ella cubierta por una bandera de la FAP, la misa organización que había asesinado al empresario norteamericano Swint cuatro días atrás. Esa enseña volvería a ser vista en la misa de cuerpo presente que se celebró en la iglesia de San Miguel la mañana del 28.
Deleroni y su esposa Nélida Arana militantes de la FAP y el peronismo
de base asesinados en San Miguel por elementos de ultraderecha

(Revista "Militancia Peronista para la Liberación" Nº 26)

Al ser interrogado, el asesino manifestó ser peronista, que venía siguiendo a Deleroni desde hacía tiempo “por trotskista”, que se domiciliaba en Medrano 70, 2º piso de la Capital Federal, el mismo sitio donde funcionaba la Escuela Superior de Conducción Política vinculada a la UOM y que era encargado de una organización denominada Agrupación 20 de Noviembre, con sede en Matheu 280 de la localidad de San Martín.
La Asociación Gremial de Abogados, por su parte, denunció que el imputado tenía una causa penal ante el Juzgado de Instrucción Nº 10, por portación de armas de fuego, más precisamente una pistola 45 y un revolver 32, además de municiones. A raíz de ello, pocos días antes había presentado una solicitud para que le devolviesen su documento de identidad y efectos personales, ello a través de una nota con membrete del Consejo Superior de la Juventud Peronista de la República Argentina, cuya sede se encontraba en Tucumán 637, 8º piso, Capital Federal. En su declaración señaló también que las armas se las había provisto un jefe militar y que pertenecía a un organismo denominado Servicio de Informaciones Peronistas cuya misión era depurar el movimiento de elementos marxistas. En una palabra, Villanueva y sus mentores cumplían la orden impartida por Perón antes de asumir la presidencia5.
Al día siguiente, el ERP liberó a Kurd Schmidt, gerente de la empresa de aviación Swissair, luego del pago del correspondiente rescate y el 30 fue detonado un poderoso artefacto explosivo en el domicilio del abogado comunista Julio Viaggio, defensor de exiliados chilenos y militantes de izquierda. La vivienda se hallaba ubicada en el barrio de Punta Chica (partido de San Fernando), sobre la Av. Libertador.
Con respecto a la liberación de Scmidt, el ERP emitió el siguiente comunicado:

EL EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO ha cobrado a la empresa imperialista SWISSAIR un impuesto de u$s 3.800.000 (tres millones ochocientos mil dólares), que se destinarán a la prosecución de la lucha contra el imperialismo.
Al hacerse efectivo el impuesto, fue liberado el ejecutivo K. Schmidt que se encontraba detenido en una Cárcel del Pueblo6. 
En un parte de guerra dado a conocer ese mismo día, se informa que el 13 de ese mes, los grupos comando “Eduardo Jiménez”, “29 de Mayo”, “Miguel Polti”, “Lezcano-Polti-Taborda”, “Jorge Sbédico” “Adrián Toschi”, “Ferreyra-martínez” y “Moisés Alter” de la Compañía “Decididos de Córdoba”, ocupó la planta fabril de SANCOR, según “Estrella Roja”, un hecho más en la Guerra Popular Prolongada que el pueblo mantenía contra las Fuerzas Armadas y el gobierno.
Mientras tanto, continuaban cautivos el coronel Florencio Emilio Crespo, secuestrado el 7 de ese mes, y el sindicalista de la carne Pedro Saucedo, capturado dos días después en plena vía pública por el grupo comando “José L. Núñez”, encontrándose ambos a disposición de un tribunal revolucionario del Estado Mayor Regional Sur del ERP.
Diciembre tampoco empezó bien. El sábado 1, un comando del ERP destruyó un puesto policial en González Catán y en Retiro, grupos sindicales atacaron a tiros al activista Carlos Alberto Soria.
Al día siguiente, militantes de derecha secuestraron y torturaron en Resistencia a integrantes de una agrupación solidaria con refugiados chilenos y en Adrogué, la policía detuvo a Juan Manuel Carrizo, quien había tomado parte en el asalto al Banco Comercial del Norte (1969) y la empresa Aguas y Energía (1970). El 6 de septiembre de 1971 se fugó de la cárcel de Villa Urquiza, provincia de Tucumán y justo un año después, volvió a ser detenido y conducido al penal de Rawson, donde permaneció recluido hasta el 25 de mayo de 1973, cuando la amnistía de Cámpora liberó a decenas de subversivos y activistas7.
El día 3, la Brigada “Tettamanti-Silva” del ERP, secuestró en Campana al empresario norteamericano Víctor E. Samuelson, gerente general de las Refinerías ESSO, por el cual se pidieron 10 millones de dólares de rescate, agregando al día siguiente otros 4.200.000 en alimentos, indumentaria y medicamento para los pobres.
Samuelson acababa de almorzar en el club de la empresa, situado a la vera del río Paraná, cuando pasadas las 14:00 catorce desconocidos fuertemente armados –entre ellos algunas mujeres- irrumpieron en el salón para llevárselo. Los subversivos encerraron a empleados y comensales en los baños y se retiraron, no sin antes, pintar insignias y leyendas8.
(Imagen: "La Razón")
Por la misma época, otro grupo de tareas de la misma organización tomó por asalto la subsidiaria ILASA PBC, de la IKA (Córdoba) y tras reducir a los guardias, arengaron a los trabajadores. Al mismo tiempo, desde Chascomús, llegó la noticia de que en horas de la noche, estallaron tres bombas de fabricación casera en diferentes puntos de la ciudad, más precisamente en el mástil de la Libertad, en el Museo Pampeano y el Parque Libres del Sud.
Cuatro días después, grupos de tareas sindicales asesinaron en Córdoba a Analdo Rojas, operario y activista de la FIAT y en Rosario, combatientes del ERP se tirotearon con fuerzas policiales, hiriendo a dos efectivos que se desplazaban dentro de un patrullero.
Se trató de una acción punitiva en represalia por las muertes de Raúl Tettamanti y Ricardo Silva el pasado 23 de noviembre. Un destacamento bautizado con sus nombres salió en busca venganza luego de llamar al Comando Radioeléctrico para alertar sobre un vehículo Chevrolet abandonado en la vía pública.
Recibida la información, el patrullero Nº 576 en el que se trasladaban el agente Oscar Ramírez y el oficial Rodolfo De Paoli se trasladó hasta Gaboto 3567; una vez allí, minoró la velocidad y comenzó a desplazarse lentamente, buscando el rodado denunciado.
Ninguno de los dos se percató que por San Nicolás avanzaba una camioneta pick-up y mucho menos que desde un Peugeot rojo estacionado en la esquina, cuatro sujetos seguían sus movimientos.
El patrullero, conducido por Ramírez, llegaba a la intersección de Gaboto y San Nicolás cuando desde ambos vehículos abrieron fuego nutrido. El parabrisas y los vidrios del vehículo policial volaron convertidos en astillas, su carrocería recibió varios impactos y uno neumático estalló con violencia.
Los insurgentes se retiraron dejando a ambos heridos dentro del patrullero aunque no de gravedad. En Balcarce al 3000 abandonaron el Peugeot y la pick-up y desaparecieron en otros rodados que los esperaban allí9.
De Paoli fue internado en el Hospital Español con lesiones en el rostro, la mano derecha y el pecho, producto de los perdigones y los vidrios que le llovieron encima y Ramírez ingresó en el Hospital Central Municipal con laceraciones similares.
El 7 de enero, “Estrella Roja” publicó el texto de un comunicado que había dejado en el baño de un negocio céntrico, dando cuenta del hecho:

Con esta acción, el EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO advierte a la policía y a la totalidad de las fuerzas represivas que no está dispuesto a permitir que se siga persiguiendo, atacando y asesinando impunemente a nuestro pueblo y a su vanguardia armada; que responderemos a estos ataques con todo el peso de nuestra violencia revolucionaria, y que no dejaremos ningún crimen de los explotadores y sus personeros sin vengar. 
En horas de la mañana, fue hallado en un canal de riego del barrio La Merced, en Córdoba, el cadáver de Arnaldo Rojas, de 23 años, quien integraba una subcomisión de trabajo de SMATA y se desempeñaba como operario de FIAT Concord. El viernes 30 de noviembre había asistido a una reunión gremial, de la que se retiró en la madrugada (2 a.m.), sin que nadie lo volviese a ver.
El Partido Comunista, del que era afiliado, emitió un comunicado responsabilizando de lo sucedido a la conducción sindical, lo mismo la subcomisión del gremio al que pertenecía.
El hecho sobresaliente de esa primera semana fue la designación del almirante Emilio Eduardo Massera como comandante en jefe de la Armada. Se trata, sin duda, de un hecho clave de esta historia, una figura hasta ese momento desconocida, estrechamente ligada a los hechos que tendrán lugar a partir de entonces.
Almirante
Emilio E. Massera

(Imagen: "La Prensa")
La ceremonia de asunción tuvo lugar el viernes 7 en el Edificio Libertad, a las 9 a.m., oportunidad en la que el ministro Ángel Federico Robledo lo puso en el cargo.
Se hallaban presentes esa mañana, el almirante saliente Carlos Eduardo Álvarez, el teniente general Jorge Raúl Carcagno, el comandante ocasional de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier mayor Abel Federico Martínez y altos oficiales navales, así como funcionarios de la cartera de Defensa, uno de los cuales, leyó el decreto correspondiente. 
Frente a una formación de cadetes de la Escuela Militar Naval, del Liceo Naval “Almirante Brown” y efectivos de la Escuela de Mecánica de la Armada e Infantería de Marina, así como las tripulaciones de las embarcaciones surtas en el puerto de Buenos Aires y personal de Prefectura Naval, se procedió al arrío de la insignia de Álvarez y al izamiento de la del oficial entrante.
Finalizado el acto, pasaron todos al Salón de Almirantes, ubicado en el piso 14º, donde se le entregó a Álvarez un distintivo y se sirvió un lunch.
Pasaron a retiro con la nueva designación, el vicealmirante Federico Ascensio Larrinaga, director del material naval y los contralmirantes Víctor Horacio Pereyra Murray, jefe del Estado Mayor General Naval; Gonzalo Demetrio Bustamante, agregado naval de la embajada argentina en el Reino Unido; Eduardo Pablo Aratti, jefe del Estado Mayor Conjunto; Eduardo Alberto Casado, director del personal naval; Fernando F. Vázquez Maiztegui, comandante de operaciones navales; José Ángel Álvarez, agregado naval de la embajada argentina en los Estados Unidos y Julio Alberto Aureggi, comandante de la Prefectura Naval Argentina.
Ese mismo mes, la Argentina llevó a cabo una nueva proeza militar al efectuar el primer vuelo Transporlar Tricontinental de la historia, uniendo Buenos Aires con Canberra (Australia) y Christchurch (Nueva Zelanda).
La mañana del 4 de diciembre de 1973, el avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, matrícula TC-66, partió desde el Aeroparque Metropolitano de la ciudad de Buenos Aires, con destino a la Base Aérea Antártica “Vicecomodoro Marambio”, en la Antártida. Lo tripulaban su comandante, el vicecomodoro José Apolo González; el brigadier general Héctor Luis Fautario, comandante en jefe del arma; su primer piloto, capitán Juan Daniel Paulik10; su segundo, capitán Héctor Cid; el primer navegante, capitán Adrián José Esperanza, su asistente, el capitán Hugo César Meisner11; el primer teniente Jorge Valdecantos; el meteorólogo de a bordo, mayor Salvador Alamio; el suboficial principal mecánico Pedro Bessero; su asistente, el suboficial ayudante Juan Bautista Medero; de operador de sistema de entrega aérea, suboficial mayor Jorge R. Linder; su igual en el rango Juan Bueno (fotógrafo); el comodoro Julio César Porcile y el mayor Manuel M. Mir.
El aparato aterrizó en la Base Marambio a las 02:51 del 5 de diciembre, donde aguardaba desde el día anterior el Hércules C-130 matrícula TC-61 con los 17.000 litros de combustible necesarios para la misión.
Itinerario del Hércules C-130 matrícula TC-66 de la FAA
entre Buenos Aires, Canberra y Christchurch
(Imagen: "La Prensa")
Tres horas y cuarenta y cinco minutos permaneció el transporte en el continente blanco hasta que a las 06:50 a.m., decoló con destino al Polo Sur, volando a 9500 metros de altura y 590 km/h de velocidad.
El avión sobrevoló parte del Mar de Wedell y la península antártica; a las 09:50 alcanzó la barrera de hielos Ronne, pasando entre las islas Portillo y Quijada, para deslizarse nuevamente sobre la masa continental.
Cruzar la Tierra de Edith Ronne les llevó cerca de una hora y media. De ese modo, volando sin inconvenientes superaron una masa de nubes y llegaron el polo (12:09), cuya meseta comenzó a deslizarse lentamente debajo, mientras afuera imperaba una temperatura superior a los -50º bajo cero.
Luego de traspasar el polo, el avión viró hacia el noreste y siguió en línea recta hacia la Tierra Victoria y el cabo Williams, dejando a su derecha la lejana Cadena de la Reina Maud y los glaciares Bird y Mulock. Un frente de viento polar de 155 km/h chocó contra ellos en esa parte del trayecto, generando los consabidos saltos y sacudones.
Con los ecos de las bases Amundsen-Scott y McMurdo en el radar, el Hércules se deslizó silenciosamente hasta el Océano Glaciar Antártico y hora después se introdujo en la inmensidad del Pacífico.
El Hércules pasó sobre la isla de Tasmania la madrugada del día 6 (0 de Argentina) a donde llegó con dos horas de retraso debido a los vientos que enfrentó a poco de atravesar el Polo; ingresó en el continente cerca de Lake Entrance y aterrizó en la capital australiana pasado el mediodía (2 a.m. de Argentina).
Los pilotos de la RAAF12 les brindaron un cálido recibimiento y pintaron sobre el fuselaje del Hércules un canguro rojo, bautizándolo con el nombre de ese animal.
El personal argentino permaneció dos días allí. La madrugada del 9 despegaron hacia Christchurch, Nueva Zelanda y cinco horas después aterrizaron.
El regreso se produjo el 10, a las 08:45, deshaciendo el camino de ida, solo que en esta ocasión, la escala se hizo en Río Gallegos, porque razones meteorológicas, impidieron el aterrizaje en Marambio.
El transporte permaneció apenas una hora en ese punto y a las 11:20, de nuestro país, llegó a Buenos Aires.
En el Aeroparque Metropolitano los esperaba Perón en compañía de su esposa, los ministros de su gabinete, el teniente general Jorge Carcagno, su par de la Armada, Emilio Eduardo Massera y altas autoridades de la Fuerza Aérea Argentina, encabezadas por su ocasional titular, el brigadier general Abel Federico Martínez.
Poco antes, el primer mandatario, enfundado en su uniforme, pasó revista a las tropas acompañado por el ministro de Defensa, Ángel F. Robledo y el brigadier Martínez.
Cuando la aeronave se detuvo en la plataforma, Perón y su comitiva se acercaron para dar la bienvenida a la tripulación. En esos momentos, la puerta delantera se abrió y por ella asomó el brigadier general Fautario, cansado pero sonriente, quien descendió la escalerilla y se dirigió directamente al presidente para estrecharle la mano. Perón lo felicitó, lo mismo al resto de los aviadores, quienes se habían formado junto a la máquina. De allí pasaron al hall del Aeropuerto Militar, donde luego de las palabras de bienvenida del mandatario, Fautario hizo un relato pormenorizado del vuelo. No se les permitió a los periodistas acceder al recinto.
Perón saluda a la tripulación del Hércules C-130 que realizó el vuelo transpolar.
En la fotografía se lo ve estrechando la mano del comodoro Julio César Porcile
Detrás suyo el brigadier general Héctor Fautario

(Imagen: "La Prensa")

La Argentina había llevado a cabo una nueva hazaña militar, al efectuar el primer vuelo transpolar tricontinental de la historia, proeza comentada por todos los diarios del mundo. 
Pero cualquier acción positiva que tuviese lugar en esos días terminaba opacada por la incesante violencia que azotaba al país.
Los ataques a unidades básicas, las bombas y los secuestros no parecían acabar, como tampoco las agresiones, tiroteos, ocupaciones de establecimientos fabriles y asaltos.
El 11 de diciembre, el C. de O. asesinó en Villa Cildañez a Ramón Báez Martínez, militante de la JP de 17 años. El joven fue arrojado desde un auto en movimiento, frente al Hospital Parmenio Piñeiro, y a poco de ser internado, falleció como consecuencia de la herida de bala que presentaba en la espalda.
En Córdoba, dos bombas destruyeron el auto del dirigente sindical de izquierda René Salamanca y el domicilio de Mario Cabrera, delegado de la UTA. En la misma ciudad, el ERP tomó por asalto la fábrica Suavestar y tras arengar a los operarios se apoderó de 100 colchones y almohadas para ser distribuido en zonas de emergencia.
En la localidad de Bajo Hondo, provincia de Chaco, fuerzas de choque del gobierno desalojaron a campesinos de sus viviendas y les prendieron fuego. Al otro día, fue detenido en Tucumán Marcelo Manuel Romano luego de detonar una bomba en el domicilio del dirigente del gremio de los panaderos Pedro Zerpa, provocando serios daños en la infraestructura.
El 14 de diciembre militantes del C. de O. y efectivos policiales vestidos de civil atacaron a los habitantes de un barrio precario en Ingeniero Budge. Durante esa jornada, estallaron bombas en diferentes locales comunistas de la Capital Federal y en la Sociedad Italiana “Unione e Benevolenza”, ubicada en Cangallo 1360, donde personas de esa tendencia se disponían a sesionar.
El 15, un destacamento del ERP tomó por asalto una armería en Río Cevallos, apoderándose de rifles, pistolas, revólveres y municiones. El 17 coparon Saldán, en la provincia de Córdoba, asaltaron el Registro Civil y robaron documentación luego e pintar leyendas alusivas.
El 20, la esposa del coronel Crespo pudo visitar a su marido. Con el rostro cubierto, fue llevada hasta la cárcel del pueblo que funcionaba en un chalet de La Plata y pudo corroborar que se encontraba en buen estado de salud.
Dos días después, un comando “Inti Peredo”, supuestamente del ERP, secuestró en la Capital Federal al vendedor de armas Miguel Ángel De Bonis, principal proveedor de la JSP, el C. de O. y la UOM.
La noche del 23, se produjo un enfrentamiento en la puerta del Club Lanús, mientras se desarrollaba un baile, donde murió un agente de apellido Arnaldi y un militante del ERP resultó herido. Horas antes, estalló una bomba en el domicilio del coronel Raúl Schweizer, jefe de seguridad del Banco Hipotecario, ubicado en Vicente López.
El día 27, la ciudad de Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, fue escenario de un extraño suceso que tuvo por protagonista al conscripto Mariano Andrés Cudelj, joven de 21 años, domiciliado en H. Yrigoyen 1071 de esa localidad.
Cudelj se encontraba en el interior de su camioneta, frente a su domicilio, cuando dos desconocidos provistos de armas largas, se le acercaron amenazadoramente. Uno de ellos abrió la puerta y amenazándolo con su escopeta, le dijo que se corriese.
A metros el lugar, un grupo de apoyo observaba los movimientos dentro de un automóvil marca Torino.
En momentos en que uno de los desconocido se hizo cargo del volante, el joven soldado se arrojó fuera, solicitando auxilio a los gritos.
Semejante reacción desconcertó a los insurgentes, quienes escaparon a la carrera por San Martín. En la esquina de Marini, detuvieron a un Ford Falcon y a punta de pistola sacaron a su propietario para fugarse en él.
Al ver lo sucedido, el conductor del Torino puso primera y huyó a gran velocidad, con rumbo desconocido.
Alertada la policía, se dispuso un operativo cerrojo que arrojó como resultado la detección del al Ford Falcon en un camino de tierra. El vehículo se hallaba detenido, por falta de combustible y al llegar hasta el lugar una patrulla policial, se produjo un intercambio de disparos que terminó con Luis Antonio Scoccimarro herido y Eduardo Alberto González detenido.
Derivado el primero al hospital de Venado Tuerto, se supo que residía en Mar del Plata y había sido beneficiado por la ley de amnistía de Cámpora, en tanto su compañero, oriundo de Posadas, no tenía antecedentes.
Llama la atención que habiendo sido capturados en pleno descampado, los insurgentes fueran conducidos a un nosocomio y a la comisaría regional en lugar de ser torturados, ejecutados y presentados como caídos en acción como afirman los apologistas.
Durante el interrogatorio, los detenidos manifestaron pertenecer a una brigada del ERP y que tenían como objetivo secuestrar a Cudelj para sacarle información, a sabiendas de su desempeño como chofer de un importante jefe militar13.
El 28 de diciembre la mima agrupación trató de apoderarse de una comisaria en Funes, pero fue rechazada tras recio tiroteo.
Finalizando el mes, más precisamente el día 29, fue secuestrado en Avellaneda el ejecutivo de Peugeot Yves Boisset cuando se trasladaba a la planta fabril sita en Berazategui.
Como todas las mañanas, el empresario abordó su Peugeot 504 amarillo, patente B-1074015 y salió de su domicilio ubicado en la calle Alfaro 315 de la localidad de Acassuso, para atravesar la Zona Norte y luego la Capital Federal.
Sin sospechar nada raro, cruzó el Riachuelo por el puente Avellaneda y tomó la Av. Mitre, para doblar hacia Roca.
Cuando se encontraba en la intersección de Dardo Rocha y Manuel Ocantos, una camioneta Chevrolet, patente B-910183 lo embistió por el costado derecho, obligándolo a detener la marcha.
Marcado con una X, el lugar donde fue secuestrado Yves Boisset
ejecutivo de la Peugeot
(Imagen: "La Prensa")
Casi al mismo tiempo, un Peugeot 404 verde, patente B-720404 hizo lo propio por la parte trasera, cortándole toda posibilidad de fuga.
Los ocupantes de la camioneta se apearon y corrieron hasta Boisset esgrimiendo armas de fuego. Casi al mismo tiempo, llegaron los que venían en el Peugeot verde, para exigirle a los gritos descender del rodado.
Paralizado por el espanto, el ejecutivo francés no atinó a hacer nada, razón por la cual, uno de los asaltantes lo sacó a empellones y lo condujo hasta la caja de otra pick-up Chevrolet, modelo 1962, que apareció justo en ese momento.
Consumado el secuestro, los subversivos escaparon por Manuel Ocantos, rumbo al centro de Avellaneda, dejando al Peugeot de Boisset con la puerta abierta, en medio de la calle, lo mismo el automóvil y la pick-up que lo habían embestido.
El conductor de la segunda camioneta estuvo a punto de provocar un desastre al arrancar antes de que sus compañeros terminasen de subir y pidiesen cerrar la puerta posterior. La misma permaneció abierta durante varios metros y recién al cabo de ingentes esfuerzos lograron cerrarla. Eran las 6 de la mañana y solo unos pocos testigos, no más de tres, vieron lo sucedido. Uno de ellos apellidado Villar, domiciliado en Roca 1639, fue amedrentado por la ametralladora y las pistolas de grueso calibre que esgrimían los secuestradores14
En tanto se sucedían los enfrentamientos, el flamante gobierno continuaba su arremetida contra las organizaciones de izquierda.
Cumpliendo con las instrucciones del documento reservado distribuido por Perón a los gobernadores durante la reunión del 1 de octubre en Casa de Gobierno, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde fueron separados de sus cargos en la Universidad de Buenos Aires.
La orden partió directamente del Ministerio de Cultura y Educación y fue recibida por el rector-interventor Mario Kestelboim, quien de manera inmediata le dio curso a los respectivos decanos para que adoptasen las medidas correspondientes.
El mismo día (promediaba diciembre) Ortega Peña y Duhalde fueron conminados a dejar sus cátedras en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras y retirarse.
Conocida la novedad, los centros estudiantiles organizaron una asamblea en el salón de Actos de Derecho (21:00 horas), a la que asistieron en pleno la dirigencia de la JUP y representantes de otras agrupaciones.
En la oportunidad, Carlos Fasano, flamante presidente del Centro de Estudiantes manifestó:

Esta tan mentada ley, destinada a barrer de la administración pública a los agentes del continuismo, está siendo utilizada por sectores reaccionarios enquistados en el gobierno popular. Esta burocracia política y sindical aliada al imperialismo y a la oligarquía, utiliza la ley, en nuestro caso, con un claro fin: entorpecer el proceso de reconstrucción universitaria.
  
Tampoco las agrupaciones estudiantiles querían ver la realidad y se negaban a admitir que ese “sector reaccionario” al que hacían alusión, era el mismísmo Perón.
Hablaron después representantes de la JUP, el Movimiento al Socialismo (MAS) y Franja Morada, la agrupación estudiantil de la Unión Cívica Radical. La directriz fue confirmada al día siguiente, con la aclaración por parte de las autoridades universitarias de que los cursos y las actividades docentes continuarían con total normalidad.
Después de reunirse con Kestelboim, Ortega Peña y Duhalde dieron a conocer su intención de seguir tomando exámenes, anuncio que puso en aprietos a las autoridades universitarias, las cuales se apresuraron a solicitar instrucciones al Ministerio de Cultura y Educación.
Rodolfo Ortega Peña
(Imagen: "Página 12")
La respuesta no se hizo esperar: con respecto a las pruebas tomadas por ambos, la secretaría de la Facultad de Derecho informó que sus resultados serían asentados en las actas correspondientes y siguiendo la rutina, pasados a los registros, las fichas y los legajos, a efectos de no dificultar el cierre del ciclo lectivo.
Vemos a Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde cesanteados durante el gobierno de Perón, por directivas impartidas por el mismo Perón y todavía se sigue “debatiendo” si el líder del movimiento tuvo alguna responsabilidad en la guerra contra la izquierda, la represión, los apremios y el terrorismo de Estado.
El 18 de diciembre, el teniente general Carcagno solicitó su retiro. La noticia tomó por sorpresa a los medios y obligó al ministro Robledo a trabajar “horas extras” en el asunto, para designar a su sucesor y evaluar la lista de oficiales a ser ascendidos. Al día siguiente, a las 10 p.m. (22:00) la cartera de Defensa anunció que su reemplazante, era el comandante del I Cuerpo de Ejército, general de brigada Leandro Enrique Anaya.
La ceremonia de asunción tuvo lugar el mismo 19, a las 9 a.m. en la Plaza de Ceremonias del Regimiento 1 de Infantería Patricios (Palermo) y estuvo presidida por el Dr. Ángel Federico Robledo.
De esa manera, cuatro generales de brigada fueron ascendidos a generales de división y catorce coroneles al grado inmediato superior15.
Menos de una semana antes Perón visitó la CGT para explicar los alcances del Plan Trienal. Habló en el salón de actos del edificio ante 700 dirigentes gremiales, secundado por López Rega, Adelino Romero y Ricardo Otero. Llegó a las 6 p.m. (18:00) acompañado por los mencionados ministros y disertó cerca de tres horas, abordando temas puntuales como los precios y salarios, la deuda del país y los planes a futuro. Ese mismo día, viernes 14 de diciembre, se volvió a reunir con Balbín en Gaspar Campos, a efectos de tratar las modificaciones a la Constitución Nacional, el llamado a elecciones de convencionales constituyentes para el próximo año, la situación del ámbito educacional, la economía y la ley de prescindibilidad.
El “anciano fácilmente manipulable” del que hablaban los representantes de la Tendencia, el “buen hombre cercado por los personeros del imperialismo” mostró una vez más su lucidez, su facilidad de palabra, su claridad al exponer los temas y su agudeza a la hora de emitir juicios o someter a análisis la situación.
El 26 de diciembre anunció el Plan Trienal por cadena nacional y dos días después dirigió un mensaje de Navidad desde la Quinta Presidencial de Olivos.
Perón habla por cadena nacional de radio y televisión desde el Salón Blanco de la Casa Rosada para informar sobre el Plan Trienal. Lo acompañan María Estela Martínez, Jorge Taiana, Raúl Lastiri y Ángel Federico Robledo (Imagen: "La Prensa")

Aquel diciembre tuvo lugar un hecho increíble, una prueba más de la inclinación fascista del movimiento y su líder.
Entre las escenas más dramáticas de los albores del nazismo, esas que hemos visto un millón de veces en documentales y películas, destaca de manera especial la quema de libros por orden del régimen a poco de hacerse del poder.
En efecto, el 10 de mayo de 1933, tres meses después de la designación de Hitler como canciller, militantes nazis y ciudadanos comunes, mayoritariamente estudiantes, trabajadores, las Juventudes Hitlerianas e integrantes de las temibles SA, efectuaron una marcha de antorchas que finalizó en la Plaza de la Ópera de Berlín con la quema de miles de libros "anti-alemanes". Entre los autores condenados se encontraban Karl Marx, Sigmund Freud, Heinrich Heine, Kurt Tucholsky, Erich Kästner, Bertold Brecht y Oskar María Graf.
Hogueras similares se encendieron hasta octubre en todas las ciudades alemanas, incluyendo 21 universidades, totalizando una increíble cantidad de volúmenes calcinados. 
También es frecuente observar en algún texto de historia, a reducidos grupos de soldados chilenos quemando algunos ejemplares tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
En tiempos de la conquista, los españoles arrojaron a las llamas los códices mayas junto a estatuillas de ídolos y otros objetos (12 de julio de 1562) y cuando los caballeros cristianos conquistaron Granada en 1492 se quemaron miles de ejemplares del Corán.
Quienes han historiado la caída de Isabel Perón y la dictadura militar no olvidaron la quema de textos que hizo el nuevo régimen a poco de llegar al poder. La primera de ellas se produjo el 2 de abril de 1976, en el patio del Colegio Comercial “Manuel Belgrano” de Córdoba y la segunda tres semanas después (29 del mismo mes), luego de una recolección de volúmenes en todos los establecimientos de enseñanza primarios, secundarios y terciarios, así como universidades, bibliotecas e instituciones.
Luego de ser exhibidos a la prensa, el coronel Jorge Eduardo Gorleri, jefe del Regimiento de Infantería Aerotransportada 14, dependiente del III Cuerpo de Ejército a cargo del general Luciano Benjamín Menéndez, dio orden de encender la pila de libros.
Entre los autores consumidos por las llamas figuraban Marx, Trotsky, Lenin, Engels, el Che Guevara, Mao Tse-Tung, Sigmund Freud, Marcel Proust, Ernst Bloch, Georg Friedricj Hegel, Julio Cortazar, Jean Paul Sartre, Herbert Marcuse, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Paulo Freire y hasta El Principito, de Antoine de Saint-Exupery. Incluso existen imágenes fílmicas de aquella acción.
Casos similares tuvieron lugar en diferentes puntos del país. En los cuarteles de Palermo, plena Capital Federal, se incineraron 90.000 ejemplares, en Rosario 80.000, en Entre Ríos otro tanto, lo mismo en Mendoza, San Juan, La Plata, Santa Fe y varias ciudades más. 
Incluso en 1980 se quemaron 1.500.000 libros y publicaciones (revistas, folletos, tratados, estudios) del Centro de Estudios Latinoamericanos. El hecho tuvo lugar en un descampado de Sarandí y según el investigador Federico Zeballos, la hoguera ardió durante tres días seguidos16.
Como sostiene Claudia Ferri en su trabajo, “Los libros que la dictadura quemó hace cuarenta años”, la quema de libros en nuestro país fue 60 veces mayor que la de Alemania17.
De lo que casi no existen referencias es de la destrucción de textos ordenada por Perón a comienzos de diciembre de 1973.
En efecto, luego de que el secretario general del Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista, José Humberto Martiarena manifestara en Córdoba y Mendoza: “De ahora en más no debe existir lugar para irresponsables ni para equivocaciones […]. No somos ni macartistas ni cazabrujas, somos peronistas que vamos a defender contra todo y contra todos la pureza ideológica del movimiento […]. Los que tengan problemas dedesviación ideológica deberán concurrir a las fuentes, es decir a Perón”, la Municipalidad de Buenos Aires mandó incinerar entre 200.000 y 300.000 libros “subversivos y obscenos”. A la ceremonia fueron invitados el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Antonio Caggiano, dirigentes de la Liga de Padres de Familia, la Liga de Moralidad18 y la Acción Católica Argentina.
A partir de ese momento, quedó prohibida la introducción de libros “extremistas” en la Argentina y la Policía Federal procedió al secuestro de volúmenes en las principales librerías de la ciudad, entre ellas Fausto, Santa Fe, Rivero, Atlántida y El Ateneo, así como en bibliotecas públicas y privadas. En la mayoría de los casos, los empleados fueron arrestados, se les labraron prontuarios, se clausuraron los locales y los volúmenes acabaron incinerados en dependencias oficiales19. 
Imágenes

Perón le da la bienvenida al general Banzer y su delegación en el
Aeroparque metropolitano "Jorge Newbery", el 13 de noviembre
(Imagen: "La Nación")


Perón y Bordaberry se asoman al balcón del Palacio de Gobierno luego de la
firma del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo (15 de noviembre)

Perón y Bordaberry se asoman a una colmada Plaza Independencia
(Imagen: "La Nación")

Perón preside una ceremonia del Ejército en las escalinatas del Edificio Libertador.
Frente a él, el teniente general Carcagno, entre ambos, María Estela Martínez. A la
derecha el ministro de Defensa, Ángel Federico Robledo y el general Luis A. Betti
(Imagen: "La Nación")

Henry Nyborg Andersen, ejecutivo del
Banco de Londres secuestrado por el ERP
(Imagen: "La Nación")

Camión con acoplado utilizado por los terroristas durante el ataque
a John Swint y sus escoltas el 23 de noviembre de 1973 en Córdoba
(Imagen: "La Nación")
Uno de los vehículos policiales que tomaron parte en el combate el
23 de noviembre en Rosario, frente al hospital donde los sobversivos
abandonaron los cuerpos sin vida de Raúl Tettamanti y Ricardo Silva
(Imagen: "La Nación")

Ceremonia de asunción del mando del
almirante Emilio Eduardo Massera (izq.)
A su lado, el ministro de Defensa, Ángel
Federico Robledo y junto a él, el jefe
saliente, Alte, Abel Federico Martínez
(Imagen: "La Nación")

              
Perón y su esposa, María Estela Martínez dan la bienvenida
al brigadier general Héctor Fautario


General Leandro
Enrique Anaya
(Imagen: "La Prensa")
Perón expone en la CGT los alcances del Plan Trienal. Junto a él, José López
Rega, Adelino Romero y Ricardo Otero
(Imagen: "La Prensa")
Mensaje navideño por cadena nacional desde la Quinta de Olivos.
Se cierra un año extremadamente violento

(Imagen: "La Prensa")

Diciembre de 1973. La Municipalidad de Buenos Aires incinera 300.000
volúmenes a los que el régimen justicialista considera inconvenientes por
su contenido marxistas, subversivos y obscenos. Cualquier similitud con
la Alemania nazi es pura coincidencia

10 de mayo de 1933. Plaza de la Opera en Berlín
Funcionarios nazis transportan
libros para ser quemados

Notas
1 Además de cuatro cápsulas servidas calibre 20 mm y dos 11,25 mm, fueron halladas un par de antorchas de caño hueco de aluminio y volantes del ERP.
2 Pertenecían ambos a una agencia privada de seguridad.
3 En el interior de uno de ellos fueron hallados dos sacos de arena destinados a amortiguar los disparos.
4 Fortuny salía del cine “Victoria” en compañía de su familia, luego de un acto escolar, cuando reparó que en la confitería del Hotel Victoria Plaza, ubicado en la cuadra siguiente, sobre la calle Zubiría, frente a la Plaza 9 de Julio, se hallaba reunido un grupo de personas entre las cuales distinguió al oficial de policía Emilio Pavicevich, uno de los firmantes de la nota elevada a las autoridades para destituirlo. Sin poder contenerse, se dirigió hacia él y una vez dentro, lo increpó duramente, trabándose ambos en fuerte discusión. En medio del altercado, Pavicevich extrajo un arma y disparó, matando a Fortuny de un disparo al corazón frente a toda su familia. (Rubén Arenas, “Fortuny: un ser que quería cambiar el mundo”, diario “El Tribuno”, Salta, 19 de marzo de 2017). Pavicevich emigró un tiempo a Bolivia y regresó durante el gobierno militar. Lo llevaron a juicio y le dieron tres años por emoción violenta pero apenas cumplió uno.
5 “Breve historia de un doble asesinato”, Revista “Ya!”, Nº 24, 6 de diciembre de 1973, p. 26 y ss.
6 “Estrella Roja Nº 27, 17 de diciembre de 1973,  p. 6.
7 Carrizo estaba acusado de haber tomado parte en el secuestro de Oberdan Sallustro.
8 Samuelson será liberado el 29 de abril de 1974, previo pago del rescate en billetes de 100 dólares ya que por problemas de organización, el material exigido por los subversivos no pudo ser distribuido.
9 El Peugeot y la camioneta habían sido robados el jueves 6 de diciembre en San Nicolás de los Arroyos.
10 Paulik estará al frente de la Fuerza Aérea  entre 1993 y 1996. Pasado a retiro, será procesado por su participación en la venta de armas a Ecuador durante la guerra del Cenepa contra Perú (1995).
11 Héroe del Atlántico Sur, perecerá en combate el 1 de junio de 1982, al ser derribado su avión Hércules C.130H por el Sea Harrier del teniente Nigel Ward, procedente del portaviones HMS “Invincible”.
12 Royal Australian Air Force (Real Fuerza Aérea Australiana).
13 Una agrupación denominada Colectivo Faro de la Memoria, solicita a través de una cuenta de Facebook información sobre  Luis Antonio Scoccimarro y otros subversivos oriundos de Mar del Plata con la idea de “…comenzar a armar las historias de vida de los detenidos-desaparecidos y asesinados de y en Mar del Plata”. Sacamos de ahí que su apellido materno era Miranda, su apodo “Pato”, que había nacido en la ciudad balnearia el 4 de julio de 1954, que militaba en el PRT-ERP y que “…fue asesinado…” el 12 de agosto de 1974 –es decir, durante el gobierno de Perón- en Capilla de Nuestra Señora del Rosario “Cañadón de los Walther”, provincia de Catamarca, cuando tenía 20 años de edad. 14 Ese mismo día, murió en un sanatorio de Munro Hugo David Jaime, militante del PJ herido por grupos ultraderechistas dos semanas antes.
15 Entre los coroneles ascendidos figuraban Otto Carlos Paladino, Eduardo Episcopo, Juan Carlos Colombo y José Antonio Vaquero, los cuatro de Infantería; sus pares de artillería Juan Carlos Duret, Antonio F. Serrano, Carlos Alberto Della Tea y Lucio H. Mazzola; los de caballería Albano Eduardo Harguindegy y Julio Etchegoyen y los de comunicaciones, Jorge Olivera Rovere y Juan Jaime Cesio, pasando a retiro el coronel de artillería Eduardo Matta.
La lista de nombres fue elevada al ministro de Defensa quien a su vez hizo lo propio con el presidente de la Nación para su visto bueno definitivo. Se supo también que el general de brigada Manuel Haroldo Pomar quedó a cargo de la Jefatura I del Estado Mayor General (Personal) y que el coronel Cesio fue designado comandante de la VII Brigada de Infantería con asiento en la Mesopotamia.
Aprobados los pliegos por Perón, los mismos fueron pasados al Senado para su aprobación en sesión secreta. Junto con Anaya, fueron ascendidos a generales de división, Emiliano S. A. Fluret, Luis Alberto Betti y Luis Carlos Gómez Centurión.
16 Federico Zeballos, “Bibliotecas y dictadura militar.
Córdoba, 1976 -1983”, Concurso Latinoamericano de Investigación: “Fernando Báez”, en Bibliotecología, Documentación, Archivística y Museología, 2008.
17 Claudia Ferri, “Los libros que la dictadura quemó hace cuarenta años”, La Izquierda Diario, domingo 1 de mayo de 2016
18 Sergio Bufano y Laura Teixidó, op. Cit., p. 197. Citan al dairio “Clarín”, 17 de diciembre de 1973 y Latin American Studies Association, La represión en la Argentina 1973-1974, documentos, Serie Estudios 55, UNAM, México, 1978, p. 121.
19 Ídem, p. 220-221. Citan al Anuario de la Lucha Armada en la Argentina, Año 1, Nº 3, p. 24
Aclaración
La imagen del general Franklin Lucero fue extraída de http://www.fotoseimagenes.net/franklin-lucero

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