martes, 30 de julio de 2019

NI EXCUSAS NI MILAGROS

NI EXCUSAS NI MILAGROS

La negación de la realidad solo conduce a esconder la cabeza y a inventarse un mundo de ideas y fábulas para justificar una determinada manera de ser y de actuar en consecuencia, forzando a la voluntad a querer como bien la ficción que le presenta el entendimiento como verdadero.
Trasladando esto al mundo “tradicionalista” encontramos una fauna grotesca que para tapar la conciencia ante el deber que impone la situación general de Apostasía institucionalizada como canal religioso perverso e idólatra, aluden mil excusas, falsas en mayor o menor medida según sean presentadas con visos rebuscados de una “doctrina” personal y a veces opuesta a la de los otros, para no tomar el “toro por las astas” y acabar de una vez con más de medio siglo de “agachadas”: expresión que significa encogerse de hombros para esquivar la responsabilidad que representa cumplir con el deber.

Así encontramos Obispos y Sacerdotes que cuando se les pregunta cómo es posible que no encuentren los medios para solucionar la actual falta de Cabeza en la Iglesia siempre responden diciendo que: o que están trabajando en ello, o que el Papa no es necesario, o que Enoc y Elías van a elegir al Papa, o que Dios va a hacer el milagro, o que será la Parusía de Nuestro Señor que ponga fin a esta catástrofe, o que no hay que preocuparse porque la Iglesia salió vencedora en todas las crisis, etc., etc.  Y así acallan sus conciencias…y continúan en una indolencia que causa espanto.
Pero, ¿Qué dice Jesucristo a sus Apóstoles? “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, pero vosotros sois mis amigos, porque todo lo que oí de mi Padre, os lo he dado a conocer”; razón por la cual a los fariseos les decía: “El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios”. “Vosotros no conocéis ni a Mí ni a mi Padre” (ver todo el cap. VIII de San Juan), “pues sabía Yo que eres duro, que tu cerviz es de nervios de hierro y tu frente de bronce”, les había anunciado por medio de Isaías (XLVIII, 4), y por esa causa no concedía milagros a los fariseos que se los pedían, porque los pedían para tentarlo.
Y ahora es lo mismo, andan diciendo los que no quieren someter sus cabezas a la Doctrina entera de la Iglesia, que esperan un milagro para creer que Dios los confirmará en su falsa esperanza, como si no les bastara el Magisterio y las Leyes de la Iglesia, y vuelven a tentar a Jesucristo pidiendo milagros por la ceguera de sus mentes y la dureza de sus corazones. Y en lugar de favorecer la realización de un Cónclave como está dispuesto, lo impiden. Ahora el combate tiene otro frente, porque la Apostasía se está tragando –como Saturno a sus hijos- a algunos de los que debieran resistirla.
¡No necesitamos milagros!!! Los milagros son para los infieles.
Pidiendo milagros están testimoniando tácitamente que se han apartado de la Fe. Jesucristo todavía insiste y les dice a estos. “Bienaventurados los que crean sin ver”, declarándoles que no han llegado al conocimiento que los rectos de corazón tienen, y que cuando se quiere sujetar la Doctrina a los propios modos de pensar, se llega a las ridiculeces, a poner excusas a la invitación del Señor a edificar Su Casa, aún en contra de lo que a Dios agrada, de las prescripciones y leyes de la Iglesia, y no prestar un asentimiento total a la Fe. Así, nada hay peor que entregar las cosas espirituales a hombres que aún provocan “emulaciones y disensiones, como hombres carnales” (I Cor. II,3). Por eso Dios no les hará ningún milagro. En vano esperan en sus corazones de piedra. Necesitan convertirse y Dios les dará la luz, la que ilumina a los hombres de buena voluntad.
Señores Obispos y Sacerdotes a ustedes los exhortamos y les pedimos, desde la humildad de nuestra propia bajeza, a despreciar sus propios criterios, que no son los de la Iglesia, en esta situación tan extrema de condenación eterna, en la que voluntariamente se han puesto, si es que no sacuden de sus mentes y de sus corazones la complacencia que tienen en las equivocadas decisiones que han tomado de abstenerse de actuar como verdaderos Obispos Católicos para dar a la Iglesia al Papa.
En lugar de milagros, lo que hará Dios, será quitarlos del medio para que no obstaculicen Sus Designios.
¿Han perdido el temor de Dios?
Por Simón del Temple