NI EXCUSAS NI MILAGROS
La
negación de la realidad solo conduce a esconder la cabeza y a
inventarse un mundo de ideas y fábulas para justificar una determinada
manera de ser y de actuar en consecuencia, forzando a la voluntad a
querer como bien la ficción que le presenta el entendimiento como
verdadero.
Trasladando
esto al mundo “tradicionalista” encontramos una fauna grotesca que para
tapar la conciencia ante el deber que impone la situación general de
Apostasía institucionalizada como canal religioso perverso e idólatra,
aluden mil excusas, falsas en mayor o menor medida según sean
presentadas con visos rebuscados de una “doctrina” personal y a veces
opuesta a la de los otros, para no tomar el “toro por las astas” y
acabar de una vez con más de medio siglo de “agachadas”: expresión que
significa encogerse de hombros para esquivar la responsabilidad que
representa cumplir con el deber.
Así
encontramos Obispos y Sacerdotes que cuando se les pregunta cómo es
posible que no encuentren los medios para solucionar la actual falta de
Cabeza en la Iglesia siempre responden diciendo que: o que están
trabajando en ello, o que el Papa no es necesario, o que Enoc y Elías
van a elegir al Papa, o que Dios va a hacer el milagro, o que será la
Parusía de Nuestro Señor que ponga fin a esta catástrofe, o que no hay
que preocuparse porque la Iglesia salió vencedora en todas las crisis,
etc., etc. Y así acallan sus conciencias…y continúan en una indolencia
que causa espanto.
Pero,
¿Qué dice Jesucristo a sus Apóstoles? “Ya no os llamo siervos, porque
el siervo no sabe lo que hace su señor, pero vosotros sois mis amigos,
porque todo lo que oí de mi Padre, os lo he dado a conocer”; razón por
la cual a los fariseos les decía: “El que es de Dios, escucha las
palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de
Dios”. “Vosotros no conocéis ni a Mí ni a mi Padre” (ver todo el cap.
VIII de San Juan), “pues sabía Yo que eres duro, que tu cerviz es de
nervios de hierro y tu frente de bronce”, les había anunciado por medio
de Isaías (XLVIII, 4), y por esa causa no concedía milagros a los
fariseos que se los pedían, porque los pedían para tentarlo.
Y
ahora es lo mismo, andan diciendo los que no quieren someter sus
cabezas a la Doctrina entera de la Iglesia, que esperan un milagro para
creer que Dios los confirmará en su falsa esperanza, como si no les
bastara el Magisterio y las Leyes de la Iglesia, y vuelven a tentar a
Jesucristo pidiendo milagros por la ceguera de sus mentes y la dureza de
sus corazones. Y en lugar de favorecer la realización de un Cónclave
como está dispuesto, lo impiden. Ahora el combate tiene otro frente,
porque la Apostasía se está tragando –como Saturno a sus hijos- a
algunos de los que debieran resistirla.
¡No necesitamos milagros!!! Los milagros son para los infieles.
Pidiendo
milagros están testimoniando tácitamente que se han apartado de la Fe.
Jesucristo todavía insiste y les dice a estos. “Bienaventurados los que
crean sin ver”, declarándoles que no han llegado al conocimiento que los
rectos de corazón tienen, y que cuando se quiere sujetar la Doctrina a
los propios modos de pensar, se llega a las ridiculeces, a poner excusas
a la invitación del Señor a edificar Su Casa, aún en contra de lo que a
Dios agrada, de las prescripciones y leyes de la Iglesia, y no prestar
un asentimiento total a la Fe. Así, nada hay peor que entregar las cosas
espirituales a hombres que aún provocan “emulaciones y disensiones,
como hombres carnales” (I Cor. II,3). Por eso Dios no les hará ningún
milagro. En vano esperan en sus corazones de piedra. Necesitan
convertirse y Dios les dará la luz, la que ilumina a los hombres de
buena voluntad.
Señores
Obispos y Sacerdotes a ustedes los exhortamos y les pedimos, desde la
humildad de nuestra propia bajeza, a despreciar sus propios criterios,
que no son los de la Iglesia, en esta situación tan extrema de
condenación eterna, en la que voluntariamente se han puesto, si es que
no sacuden de sus mentes y de sus corazones la complacencia que tienen
en las equivocadas decisiones que han tomado de abstenerse de actuar
como verdaderos Obispos Católicos para dar a la Iglesia al Papa.
En lugar de milagros, lo que hará Dios, será quitarlos del medio para que no obstaculicen Sus Designios.
¿Han perdido el temor de Dios?
Por Simón del Temple