martes, 2 de julio de 2019

LAS ACCIONES DEL MES DE ABRIL

El 31 de marzo de 1973, en horas del mediodía, Francisco Franco y Perón se reunieron por primera vez en el Palacio del Pardo. 
Aunque parezca increíble, en todo el tiempo que duró el exilio del líder justicialista, el mandatario español nunca encontró el momento de recibir a quien fuera su salvador, en 1947 cuando su nación se encontraba a punto de sucumbir a un colapso social y una crisis humanitaria sin precedentes, producto del aislamiento y las sanciones a las cuales estaba sometida por las grandes potencias.
El régimen peronista fue el único que mantuvo relaciones con el gobierno fascista de Franco y hasta había intentado dar forma a un eje Buenos Aires-Madrid, que les permitiese hacer frente a esas presiones, pero todo pareció olvidarlo el generalísimo al poner en la balanza sus intereses políticos.
Ese día, Perón llegó acompañado de su esposa, del Dr. Cámpora y el infaltable López Rega, quienes fueron recibidos por el ministro de Asuntos Exteriores, Gregorio López Bravo, el encargado de conducirlos personalmente hasta el salón del encuentro, donde aguardaba un Franco extremadamente sonriente y amigable. Tuvo lugar entonces, un diálogo cordial y relajado durante el cual, en los primeros treinta minutos se trataron asuntos de interés común como las relaciones comerciales, la económica y la política migratorias, pasándose luego a otro salón, donde fue servido un vino de honor.
Al momento de despedirse quedaron ambos en volverse a encontrar y el mismísimo Franco invitó al recientemente elegido Dr. Cámpora a una visita oficial, una vez asumidas sus funciones.

 
Perón regresó a su residencia en el cuarto automóvil de una comitiva integrada por carca de diez vehículos y ese mismo día a las 23.59, Cámpora partió hacia Roma, donde debía abordar el avión que lo traería de regreso al país.
La guardia periodística que lo esperaba en Puerta de Hierro fue contenida por la custodia policial y apenas logró un par de palabras del caudillo visiblemente disfónico y por esa razón, molesto.
Perón se les acercó acompañado por varios individuos, entre ellos su secretario privado, explicándoles que solo deseaba saludarlos. Apenas un minuto antes se lo podía ver en el porche de su casa, rodeado de gente, mientras jugueteaba con sus perros caniche. 
-General –le gritaron los periodistas desde el portón- Un minuto, ¿podemos hablar con usted, por favor?
-¡Un minuto nada más, general!
Desde la galería techada, Perón hizo gestos de impaciencia, señalando el interior de la vivienda pero luego accedió y se acercó al portón.
-Muchachos… nada más para saludarlos y decirles que tengan un poco de consideración conmigo que ya no puedo ni hablar.
-Es que hemos estado tratando de obtener unas palabras suyas desde hace una semana, diez días.
-¡A ustedes les dedicó toda la tarde –respondió López Rega en tono poco amigable- como no vinieron la tomó por ustedes la televisión italiana! – se refería a la audiencia que se les había concedido oportunamente.
-Bueno pero queríamos estar acá antes de que ustedes lleguen –respondió Sergio Villarroel.
-Sí, pero no sabíamos, se la hubieran pedido al Dr. Cámpora.
-Es que esperamos en Roma tantos días que...
-Sí, pero no es culpa nuestra. -Pasa que de tanto charlar estoy ronco –dijo entonces Perón. -General…
-preguntó en ese momento Jorge Conti- en América se habla mucho de la Tercera Posición en el mundo y que la daría Argentina.
Perón pareció molestarse por la inquisitoria pero se contuvo de expresar su malestar y como tratando de evadir la respuesta, contestó forzando una sonrisa.
-Bueno… si se la puedo dar, encantado.
-Un abrazo a todos muchachos –manifestó López Rega dando a entender que la entrevista había finalizado- Que la pasen bien.
-Ya, perdonen pero… deberían darse cuenta como estoy – agregó el ex mandatario. 
-Muchas gracias, general – repitieron a coro los hombres de prensa.
Y entonces, de manera repentina, Perón se volvió a ellos y sonriendo espontáneamente, agregó, como hombre de campo que era:
-Hace una semana que no me bajo del caballo.
La ocurrencia fue saludada con risas, en tanto el viejo caudillo se retiraba hacia el interior de la vivienda, rodeado por sus asistentes y custodios.
Quien sí dialogó con los reporteros, por encontrarse en mejores condiciones fue Cámpora. 
-¿Cuándo retorna a Roma, doctor? – Le preguntó Villarroel adelantándose hacia el porche de entrada de la residencia.
-A las cinco de la tarde voy a tomar el avión.
-Esta noche misma embarca para Buenos Aires.
-Esta noche misma, Villarroel, embarco para Buenos Aires; a las veintitrés y cincuenta y nueve– respondió con su amplia sonrisa.
-¿Conforme con el saldo de su viaje a Europa, doctor?
-Pero, conformísimo.
-Habrá importantes novedades que anunciar entonces en la Argentina.
-Bueno, las novedades que hay son estas conversaciones que hemos tenido a nivel de Italia y aquí en España.
Cumbre Perón-Franco en el Palacio del Pardo. 31 de marzo de 1973
(Fotografía: "La Nación")
Dos días después de aquel memorable encuentro, con Cámpora de regreso en el país, se produjeron una serie de atentados que aumentaron la zozobra que vivía la población.
El 1 de abril, por la noche, un grupo armado irrumpió en el apartamento del contralmirante retirado Francisco Agustín Alemán, hasta no hacía mucho, subsecretario de la Marina Mercante, y se lo llevó secuestrado, luego de maniatar y amordazar a su esposa e hijo de 12 años, para dejarlos encerrados en el cuarto de baños.
La familia acababa de llegar a bordo de su Fiat 1600 coupé azul, patente C-313.073, al cual dejaron en la playa de estacionamiento de Rodríguez Peña 2038 y caminaron hasta Av. Libertador 894, para abordar el ascensor hasta el tercer piso, donde tenía su residencia. Minutos después sonó el teléfono y al atender, la dueña de casa pudo comprobar que se trataba de un sobrino que pedía le abrieran la puerta para subir.
Así lo hicieron y cuando el timbre sonó, el hijo del marino, alumno del aristocrático Colegio San Pablo, abrió la puerta confiadamente, pero en lugar de su familiar, quienes ingresaron fueron tres desconocidos, seguidos luego por otros seis, entre ellos dos mujeres, quienes a punta de pistola redujeron a los moradores de la vivienda.
Mientras la esposa y el niño eran maniatados, dos subversivos montaron guardia en el palier en tanto el resto procedió a recorrer el departamento en busca de armas y objetos de valor.
Contraalmirante
Francisco A. Alemán
A Alemán le fue aplicada una inyección y semiinconciente, lo cargaron a hombros y lo bajaron por el ascensor de servicio, para salir por la entrada posterior, ubicada en Rodríguez Peña 2095, donde aguardaba estacionado un automóvil. Apurando el paso cruzaron la calle y una vez a bordo del rodado, se alejaron, pasando sin despertar sospechas frente al agente de policía que montaba guardia en Av. Libertador 884.
Recién a las 3 de la mañana los vecinos del departamento vecino a de los Alemán (3º “B”) se percataron que algo raro sucedía. Sus hijos los despertaron para decirles que escuchaban ruidos extraños y después de comprobarlo personalmente, el matrimonio llamó al portero para advertirle lo que sucedía. Cuando este se hizo presente en el palier, trataron entre los tres de abrir la puerta, pero no pudieron hacerlo.
Al no lograr el objetivo dieron parte a la policía (4 a.m.) y esta se comunicó de manera inmediata con el Comando Radioeléctrico, que despachó un patrullero al lugar, seguido inmediatamente por otras unidades.
Los efectivos, se dirigieron al tercer piso y una vez allí, abrieron la puerta del apartamento de un golpe.
El cuadro que se encontraron fue desolador; muebles tumbados o destruidos, cajones y placares abiertos, ropa y libros esparcidos por doquier, cristalería rota hasta que al llegar al baño, hallaron a la esposa del almirante y su hijo, procediendo a desatarlos de manera inmediata.
Sin perder tiempo, se cursaron radiomensajes al Servicio de Inteligencia Naval y al de Seguridad Federal, para informar sobre lo ocurrido1, en tanto el almirante Coda en persona notificaba a Lanusse lo sucedido. Requerida su opinión por la prensa, al día siguiente, manifestó que había varios detenidos, entre quienes se encontraban un sobrino de Alemán, estudiante universitario de 24 años y su novia María Magdalena Nosiglia, de 22, hija de un importante funcionario bancario.
Ese mismo día, en horas de la mañana, un grupo de desconocidos secuestró al gerente de operaciones técnicas de Kodak, ingeniero Anthony Da Cruz, en momentos que salía de su domicilio en San Isidro, para dirigirse al trabajo. En la vecina localidad de Martínez, hicieron lo propio con el joven Ángel Fabiani, alumno del distinguido Colegio San Juan el Precursor, hijo de los propietarios de la cadena de tiendas y boutiques La Scala. 
Ambos hechos ocurrieron cuando Coda se dirigía a la Casa de Gobierno para hablar con Lanusse, luego de la reunión que había mantenido en el Edificio Libertad con el jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante Eugenio Fuenterosa y el secretario general naval, contralmirante Víctor Pereyra Murray.
A las 13.30 el presidente de la Nación, abandonó su despacho para dirigirse al domicilio de Alemán, acompañado por el edecán aeronáutico, y el jefe de la Casa Militar, brigadier Roberto D. Bortot.
El general Lanusse abandona el domicilio de la familia Alemán
(Fotografía: "La Nación")
Para entonces, se habían hecho presentes, entre otras personas, el intendente municipal de Buenos Aires, Saturnino Montero Ruiz, amigo de la familia, el interventor de la Flota Fluvial del Estado, capitán de navío Edgardo Segura y su igual en el rango Carlos de la Peña, socio del dueño de casa en un campo que ambos explotaban en Azul.
Lanusse llegó a las 13.20, fuertemente escoltado. Permaneció allí cerca de veinte minutos y luego se retiró, negándose a hacer declaraciones.
En horas de la tarde, hicieron lo propio, el almirante Coda y numerosos allegados, entre ellos el capitán Rolando Franco, jefe de Relaciones Públicas de los Astilleros Fluviales y Navales del Estado (ANFE), en tanto en el comité nacional de la UCR, Ricardo Balbín, Enrique Vanoli y Antonio Tróccoli se reunía con la cúpula de la agrupación, para analizar los hechos.
Otra de las personas que concurrieron a acompañar a la familia del marino, fue su cuñado, Miguel Acevedo, funcionario del Hogar Militar, quien dijo a los periodistas al salir del edificio, que el familiar implicado en el secuestro era Oscar Ciarlotti, estudiante universitario, hijo de un primo hermano del contraalmirante, un oficial de la armada de igual nombre y apellido, dedicado en esos momentos a la industria gastronómica, con cuya esposa e hijos habían pasado las vacaciones en la costa atlántica.
Algo que llamó poderosamente la atención de los medios, fue la llegada de un oficial de policía al Ministerio del Interior, portando un sobre para su titular.
El representante del orden salió del Departamento Central a las 21.45 e hizo su arribo a la sede ministerial quince minutos después, solicitando ver al Dr. Mor Roig. Al ser informado de que el funcionario no se encontraba en el lugar, subió hasta el primer piso para entregar la nota y retirarse sin contestar preguntas.
Mucho fue lo que se especuló al respecto, siendo la versión más difundida, la de cierta documentación relacionada con el secuestro del marino.
Para entonces, había sido allanada la vivienda del capitán Ciarlotti, hallándose en la habitación su hijo, material que lo comprometía con el ERP y la de su joven novia, cuyos progenitores, ajenos a las actividades de la muchacha, fueron tomados por sorpresa

La madrugada del miércoles 3 de abril, a las 03.50 a.m., estalló una bomba en el estudio jurídico del Dr. Miguel Radrizzani Goñi -Libertad 832-, abogado que en esos momentos llevaba la defensa de militantes subversivos. A la misma hora, en Mendoza, otro artefacto destrozó parte de la vivienda ubicada en Clark 404, donde hasta hacía poco tiempo vivía el teniente coronel Víctor González Mera, integrante del Comando de Inteligencia de la VIII Brigada de Infantería del Ejército y un tercer explosivo dañó severamente la casa del suboficial del Ejército retirado Segundo Ibáñez, quien se desempeñaba hasta no hacía mucho tiempo en la misma repartición.
En la ciudad de Corrientes, el Ejército y la Gendarmería Nacional allanaron diversos puntos del Barrio Trujillo, más precisamente el área comprendida entre las calles Mendoza, San Juan, Teniente Ibáñez y Colón, desbaratando una célula perteneciente al ERP, que operaba en la provincia desde hacía varios meses. Cuatro estudiantes universitarios y un empleado municipal fueron detenidos durante el procedimiento, Ricardo Barrientos, alumno de Derecho; Pedro Miguel Sobko y Oscar Alberto Wurm, de la Facultad de Medicina, Sonia Silvestrini, de Odontología y Ricardo José Artieda, auxiliar de la Municipalidad, quienes fueron puestos a disposición de la justicia.
El miércoles 4 de abril, en horas de la mañana (07:30 a.m.), tres desconocidos observaban desde una camioneta pick up, detenida sobre la calle Salta del Cerro Las Rosas, el domicilio del general Héctor Alberto Iribarren, ubicado en Belgrano 1068.
General Héctor A. Iribarren
En ese preciso momento, la puerta de la vivienda se abrió y por ella salieron el alto oficial, jefe del Departamento de Intendencia del III Cuerpo de Ejército, y su esposa, Dora Sofía Jockers, quien como todas las mañanas, acompañaba a su marido hasta la vereda para despedirlo.
Lloviznaba ligeramente cuando los ocupantes de la camioneta amartillaron sus armas y encendieron el motor.
El militar y su esposa atravesaron el jardín delantero y el primero abordó su Ford Falcon gris, patente C-505222 de la Capital Federal, estacionado desde la noche anterior frente a la vivienda. Lo primero que hizo fue depositar su piloto y el portafolios en el asiento del acompañante e inmediatamente después puso en marcha el vehículo, para dirigirse a su oficina, como todos los días.
Iribarren puso primera y echó a andar mientras saludaba a su esposa con la mano, sin percatarse que la camioneta ubicada en la esquina, comenzaba a avanzar en sentido contrario.
Pese a que a esa hora no había tránsito, Iribarren no prestó atención al hecho y siguió su marcha despreocupadamente, sin imaginar lo que estaba por suceder.
No había recorrido ni siquiera diez metros cuando la camioneta, que llevaba su caja cubierta por una lona, se le cruzó delante y de ella descendieron dos individuos fuertemente armados, uno con una pistola-ametralladora PAM y el otro con una escopeta de dos caños.
El militar intentó desenfundar su pistola 9 mm pero los atacantes no le dieron tiempo. Una perdigonada Breng le perforó la puerta, alcanzándolo en el vientre en tanto el tirador de la ametralladora lo acribillaba, haciendo añicos los vidrios y alcanzándolo en varias partes del cuerpo, sobre todo en las piernas y el abdomen. Tres de las cápsulas quedaron dentro del automóvil y las restantes desperdigadas sobre el pavimento, mientras los terroristas corrían de regreso a la pick-up.
Iribarren cayó sobre el asiento contiguo y allí quedó, sin vida, mientras su esposa corría desesperada a socorrerlo.
En su alocada carrera, la mujer intentó inconscientemente detener la camioneta y a punto estuvo de ser arrollada cuando esta aceleró y se alejó a gran velocidad.
El primero en aparecer fue Jorge Enrique Iribarren, hijo del matrimonio de 16 años, quien ese mismo año egresaba del Liceo Militar “General Paz”. El muchacho llegó corriendo para calmar a su madre y al ver a su progenitor cubierto de sangre en el interior de rodado, fue a pedir ayuda a una casa vecina.
La ciudadanía no salía del estupor que había ocasionado el secuestro del contralmirante Alemán, cuya suerte seguía siendo un misterio, cuando un nuevo hecho de violencia volvía a sacudirla.
El cuerpo de Iribarren fue conducido a una unidad sanitaria castrense en tanto fuerzas policiales y militares, acordonaban la zona y montaban un riguroso cordón de seguridad para impedir el paso frente a la vivienda.
Domicilio del general Iribarren frente al cual se produjo el atentado
Iribarren fue velado en la capilla ardiente que se montó en la sede del Comando del III Cuerpo de Ejército e inhumado en el cementerio de San Jerónimo, la tarde del 5 de abril, frente a una multitud entre quienes se encontraban el presidente Lanusse, el Dr. Mor Roig, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Alcides López Aufranc; el ingeniero Pedro Gordillo, ministro de Obras y Servicios Públicos; el ministro de Defensa, Dr. Alberto Aguirre Obarrio; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, vicealmirante Carlos Álvarez; el jefe de la Casa Militar, brigadier Roberto D. Bortot; el gobernador de la provincia de Córdoba, contralmirante Helvio Nicolás Guozden; el jefe de la guarnición aérea de Córdona, brigadier José A. Noseda; el secretario de Prensa y Difusión de la Nación, Sr. Edgardo Sajón y el comandante del III Cuerpo de Ejército, general de división Jorge Raúl Orfila, quien pronunció un enérgico discurso atacando a la subversión.
Para entonces, circulaban varios identi-kits de los atacantes, bosquejados en base a la descripción que hizo la señora de Iribarren y se realizaban allanamientos y pesquisas en su busca.
En su alocución, el general Orfila expresó:

El altar de la patria ha sido nuevamente mancillado y envilecido, esta vez por el asesinato de un integrante del III Cuerpo de Ejército, el señor general de brigada Héctor Alberto Iribarren.
La subversión, que tanto se beneficia de nuestras leyes, y tan bien aprovecha integralmente las debilidades y pasiones humanas, ha ejecutado alevosa y premeditadamente a uno de los integrantes del III Cuerpo de Ejército. Y lo ha hecho ignorando adrede, no ya a la ley sino soslayando refinadamente el menor atisbo de respeto a cualquier elemental norma de convivencia humana.
No hay argucia de ningún tipo que explique y menos justifique este juicio sin defensa, en ausencia del acusado y con jueces desde el principio convertidos en fiscales y verdugos. Su vida, así tronchada, lo convierte en una víctima más, en la serie de holocaustos que los servidores del odio y la ambición irrazonada inmolan permanente y salvajemente azuzados por fines que nunca pueden ser nobles, ya que los frutos son el dolor, la muerte y al destrucción.
El pueblo argentino, que no necesita de muchos estudios para conocer la verdad, no debe engañarse más. Estos cuervos que tiene en su seno y se nutren de sus entrañas no buscan sus objetivos para el momento actual. En sus declaraciones confiesan sin tapujos ni eufemismos que nadie desmiente ni ratifica, que ya son gobierno y que ahora deben pretender el poder. Esta es la aplastante responsabilidad que espera, amenazadora, a quienes el próximo 25 de mayo asumirán la dura misión de conducir al país hacia su futuro destino.
Nada de lo realizado, ni siquiera la materialización del acto electoral, concretado en comicios cuya multitudinaria adhesión constituye un jalón histórico en la vida política del país y el inmediato reconocimiento y acatamiento de la voluntad popular, efectuada por el gobierno de las Fuerzas Armadas, ha servido para hacerlos recapacitar y menos reaccionar.
Buscan la destrucción de la esencia misma de la patria al intentar imponer un poder no elegido por la ciudadanía y ajeno íntegramente a sus afanes y expectativas.
Quiero reiterar enfáticamente mis expresiones para que queden en claro y el país lo sepa y en el futuro nadie alegue ignorancia y lamente plañideramente lo perdido, para estos ideólogos del odio y el sectarismo, las elecciones y el gobierno que de ellas ha surgido, son sólo un medio para tomar el poder y así, con absoluta impunidad, poder arrojar libertades, conculcar conciencias e imponer sus ideas de la única manera que son capaces: con el crimen y la sangre de sus conciudadanos.
[…] detrás de una hueca palabrería, carente del meno sentido nacional, yace ese mismo desprecio por la voluntad y el deseo del pueblo, al que no sienten, pues están cegados por ideologías que no responden ni a las calidades del ser argentino ni a la esencia misma de nuestra patria. Se está con la violencia o contra ella; se opta por la vigencia real de las instituciones y el respeto a las libertades, o se sirve a quienes solo saben del empleo de la fuerza incontrolada como sistema de expresión de sus ideas.
Que nadie se llame a engaño y pretenda acallar sus conciencias con esperanzas vanas o frases rimbombantes pero vacías de todo sentido nacional. Obreros, generales, policías, soldados, almirantes y hasta una madre cuyo único delito lo constituyó la actuación política de su hijo, marcan con trágica crudeza el camino que la subversión tiene trazado.
El asesinato, el secuestro y el asalto a mano armada están llevando al país a gravísimas circunstancias, por cuanto están sometiendo a serios riesgos intereses permanentes de la Nación, como son la paz interior, la tranquilidad y la seguridad de sus habitantes.
Señor, Dios de todo lo creado, los soldados argentinos, que no nos doblegamos ante nadie, nos postramos ante ti y en tu augusta presencia y delante de los despojos del camarada caído, comprometemos nuestro honor y nuestras propias vidas para que toda la sangre argentina que ha sido bárbaramente derramada, fructifique y sirva para que la patria se consolide en el futuro a través de sus instituciones, para que nada ni nadie pueda avasallarnos. Si se interroga acerca del porqué del sacrificio del general Iribarren, nosotros contestamos en su nombre; aunque sigamos en la soledad, continuaremos en la lis y éste es el mejor homenaje que podemos ofrecer a este cruzado de la milicia que fue el señor general que hoy despedimos con las lágrimas en los ojos pero con fría resolución en la mente y fuego candente en el corazón.
También la Iglesia Católica llamó a la paz y la cordura, en este caso a través del cardenal Raúl Francisco Primatesta, que en un documento emitido en la fecha declaró:

Al pueblo de Córdoba.
Todo se gana con la paz. Todo se pierde con la violencia: La paz es el primer bien del que nacen todos los bienes en la convivencia de los pueblos.
Como pastor de un pueblo que es cristiano, y porque hablo en nombre de Dios, me dirijo a  todos los hombres de buena voluntad. Asistimos consternados a una escalada de violencia desencadenada sobre el país con gravísimas manifestaciones un en nuestra ciudad.
El hecho es tanto más grave en el momento en que el Señor ha dado a la argentina la gracia de encontrar ejemplarmente un camino pacífico para la anhelada institución del país.
Recordando las palabras del Señor “Bienaventurados los que construyen en la paz”, es urgente compromete nuestra palabra, nuestra oración comunitaria, nuestro testimonio y esfuerzos para reprobar y condenar todo tipo de violencia.
Esta es la expresión de la conciencia cristiana y humana, a pesar de cualquier deficiencia y sin pretextos: ser hombres de una paz construida en la justicia y en el amor, porque sin juzgar hombres o circunstancias, sabemos que la violencia no es un camino de solución para la patria.
En este tiempo en que nos preparamos para conmemorar la muerte de Cristo, por la cual nos reconcilió con el Padre y los hermanos, nuestro compromiso y testimonio cristiano es trabajar tesoneramente por la paz evitando toda complicidad con la violencia. Examínese cada uno, Dios juzgará nuestra conducta. 
En tanto seguía la búsqueda del contraalmirante Alemán, la Armada, a través de su comandante de Operaciones Navales, vicealmirante Rubén Raúl Giavedoni, ofreció una conferencia de prensa en dependencias de Puerto Belgrano, exigiendo definiciones con respecto a la subversión.
“Ha llegado la hora de las decisiones y de las definiciones –dijo el marino elevando el tono como hasta ese momento nadie lo había hecho-. O se repudia y se combate con firmeza a la subversión insurreccional o el caos se irá adueñando progresivamente de nuestro país”
Giavedoni formuló estas declaraciones en su despacho, donde convocó a la prensa por vía telefónica, en horas de la mañana, acompañado por el contralmirante Armando Lambruschini, jefe del Estado Mayor del Comando del arma y el capitán de navío Rafael Serra, titular del Departamento de Inteligencia Naval, ello con conocimiento del almirante Carlos Coda, integrante de la Junta Militar que gobernaba el país. 

Los recientes hechos, de carácter subversivo, revisten particular gravedad. La Armada ha sufrido un serio atentado en la sede de su comando en jefe y uno de sus almirantes ha sido secuestrado. En el día de la fecha (miércoles 4 de abril) ha sido asesinado un oficial superior del Ejército en la ciudad de Córdoba. Estas desgraciadas circunstancias me han llevado al convencimiento de que, como comandante de las fuerzas operativas de la Armada, debo referirme a ellas.
Me ha parecido prudente y conveniente proceder de esta manera, naturalmente con el conocimiento y la aprobación del comandante en jefe de la Armada.
Ese día, por la noche, la esposa de Alemán hizo un dramático pedido a los captores de su esposo a través de la lectura de un mensaje que fue difundido por Canal 11, a las 21:43, cuando apareció en la vereda del edificio, luciendo anteojos obscuros, rodeada de familiares y amigos:

En este momento quisiera tener el valor que han tenido otras mujeres. Solo le quiero pedir a todas las madres de la Argentina que cuiden a sus hijos; que no permitan que s e los roben y que entren a ser subversivos y a secuestrar hombres como mi marido. Mi marido está retirado, recién retirado de la Marina. El último cargo que tuvo fue el de subsecretario de la Marina Mercante. Todos los que han trabajado con él lo conocen. Saben de su integridad, de su hombría de bien. Es un hombre cien por cien democrático, amigo de la pacificación. Lo único que les pido … es que tengan en consideración todo esto que les digo… Que no se vayan a equivocar con mi marido por favor. Que si me está viendo mi marido que sepa que estoy bien, que mi hijo está bien, que me acompaña, que por él me hago fuerte. Que mi fe en Dios me mantiene, que espero que él siga bien y que algún día pueda volver a mi casa. Nada más.
Los relojes señalaban las 21:51 cuando la esposa del almirante regresó al interior de su apartamento, sin contestar ninguna pregunta, siempre acompañada y confortada por quienes la rodeaban.
El almirante Coda formula
declaraciones al salir del
edificio de Libertador 894
(Fotografía: "La Nación")


Durante la tarde tuvo lugar en el Edificio Libertad una reunión urgente del Consejo de Almirantes, para analizar la situación y adoptar medidas.
La escalada de violencia iba en aumento y no daba señales de cejar aun cuando ya se habían llevado a cabo las elecciones presidenciales y faltaba poco más de un mes para que el gobierno surgido de las urnas asumiese sus funciones.
Las discusiones comenzaron a las 17:00, encabezadas por el almirante Coda y finalizaron a las 20:45, en medio de un hermetismo que impidió conocer los detalles de las decisiones adoptadas, si es que realmente se había tomado alguna.
Asistieron a la misma, el jefe del Estado Mayor General Naval, vicealmirante Eugenio Fonterosa y el comandante de Operaciones Navales recién llegado de Bahía Blanca, Rubén R. Giavedoni.
Pese a la circunspección mantenida por los altos oficiales, trascendió que jefes superiores solicitaron conocer los detalles de aquella reunión y actuar en consecuencia. Era obvia la necesidad de adoptar medidas para acabar con la violencia y llevar tranquilidad a la opinión pública y en respuesta a tales demandas, los comandantes emitieron el siguiente comunicado:

Durante la reunión se consideró la adecuación del accionar de la Institución, a la, luz del incremento de las actividades subversivas, que son del conocimiento público. Por otra parte, se analizó la situación política actual, en lo referente al proceso de institucionalización.

El jueves 5 de abril fue liberado en la zona de Retiro el joven Ángel Fabiani, por cuyo rescate su familia pagó una considerable suma de dinero.
La noticia corrió poco después de las 7 a.m., cuando el muchacho se comunicó telefónicamente con su familia para informar que se encontraba en inmediaciones de la mencionada terminal ferroviaria, donde sus captores acababan de dejarlo.
El anuncio oficial fue realizado por el tío del secuestrado, Pedro Fabiani, en el primer piso de la casa central de la las tiendas La Scala, Av. Santa Fe 1447, donde leyó un comunicado para la gente de prensa, en compañía de dos familiares.
Ángel Fabiani había sido secuestrado el 2 de abril por la mañana, a escasos metros de su domicilio, Juan de Garay 2339, de la localidad de Martínez, cuando se dirigía al colegio donde cursaba el 4º año del ciclo secundario, el mismo día en que desapareció el ingeniero Anthony de la Cruz, gerente de la firma Kodak.
En tanto se profundizaban las pesquisas para dar con los asesinos del general Iribarren, trascendió que el jueves 5, la señora del almirante Alemán recibió una carta anónima en la cual su remitente se solidarizaba con su situación.
El texto de la misma llamó poderosamente la atención de los investigadores quienes por precaución, antes de darla a conocer a los medios, procedieron a arrancarle la firma.
Decía la misma:

Señora:
En estas horas de gran angustia para usted, quiero hacerle llegar con mi constante rezo, una esperanza. No olvido, como no lo pueden olvidar cientos de peronistas que el siempre recordado capitán Alemán nos ayudó tanto, en días difíciles.
Si mi palabra puede llevarle aliento, que sea mi Fé la que se lo proporcione.

                      4 de abril de 1973

Ese mismo día la firma Kodak pagó $15.000.00 de rescate por el ingeniero De la Cruz, anuncio que hizo el gerente general de la compañía, Sr. Carlos Alberto Cassinelli, durante la rueda de prensa que ofreció en la sala de conferencias que funcionaba en el primer piso de la planta industrial, sita en el Km. 4 de la Ruta Panamericana, localidad de Villa Adelina, edificio rigurosamente vigilado por personal de civil al cual fue necesario enseñar las credenciales para poder ingresar.
El ejecutivo apareció el sábado 7, alrededor de las 23:00 horas (11 p.m.), en un punto próximo a la fábrica, sano y salvo, luego de que la firma pagara el rescate exigido.
La novedad trajo alivio al gobierno y produjo un cambio en el rumbo de la investigación.
De la Cruz fue liberado a pocas cuadras de la Panamericana y desde allí se encaminó a la guardia del establecimiento, donde fue atendido debidamente por el personal de turno en tanto directivos de la Kodak se acercaban hasta el lugar para interiorizarse de su situación. Inmediatamente después, fue conducido hasta su domicilio, en La Lucila y allí se reunió con su familia, viviéndose momentos de extrema emoción.
Por entonces, fuerzas militares y policiales buscaban a Santucho y Gorriarán Merlo en la provincia de Tucumán. Coincidiendo con ello, el Ejército puso en marcha un vasto operativo antisubversivo a lo largo y ancho del país, estableciendo controles vehiculares en ciudades, poblados, rutas y caminos, efectuando allanamientos, montando puestos de vigilancia en las calles y practicando numerosas detenciones.
El 10 de abril, al mediodía, el general Lanusse mantuvo una nueva reunión con altos oficiales de las tres armas, con quienes esa mañana había asistido al acto de homenaje en memoria del general Juan Carlos Sánchez, que se llevó a cabo en el cementerio de la Chacarita.
En lo que respecta al almirante Alemán, el viernes 13 de abril, a las 16:35, se hizo presente en su domicilio la viuda del recientemente asesinado almirante Emilio Berisso, deseosa de manifestar su apoyo a la familia.

He venido a expresar mi solidaridad con una mujer argentina que está sufriendo, una víctima de la subversión… Yo creo que las mujeres que nos vemos damnificadas, debemos hacer algo para que no haya más muertos, porque a nuestros muertos no los va a rescatar nadie.
El día anterior fue liberado el industrial Francisco Brimicombe, titular de la compañía Nobleza de Tabacos, por el cual también se pagó un abultado rescate.
Brimicombe fue raptado el domingo 8 y liberado el viernes 13 en la intersección de las avenidas General Paz y Juan B. Justo, de donde se trasladó por sus propios medios hasta su domicilio en la localidad de Témperley, al cual arribó a las 21: 55, luego de comunicarse con su familia desde una comisaría.
Presentaba lesiones en la cabeza que le habían propinado sus captores el día del secuestro y se hallaba vivamente conmocionado por la experiencia vivida.
El hecho más grave de la semana fue, sin duda, la voladura de un avión del Ejército detenido sobre una plataforma del aeródromo de San Justo, en el kilómetros 24 de la Ruta Nacional Nº 3.
El hecho tuvo lugar la mañana del sábado 14 cuando una pareja joven detuvo su automóvil frente a las oficinas de CATA, en la mencionada estación aérea y al amparo de las malas condiciones meteorológicas, se encaminó hacia un avión Cessna 185 del Ejército, allí estacionado.
En el trayecto, les salió al cruce Baltasar Ambrosio Boncillas, sereno del Aero Club Argentino, quien cumpliendo sus funciones ordinarias, se dispuso a atenderlos.
Los desconocidos le cayeron encima propinándole una feroz golpiza –se valieron incluso de cachiporras-, hasta reducirlo completamente.
Después de encerrarlo en una vieja caldera en desuso, corrieron hasta el avión y siempre bajo la lluvia pertinaz, adhirieron un poderoso explosivo al fuselaje, el cual conectaron a un detonador cuyo cable de alimentación les permitió hacerlo estallar a 30 metros de distancia. 
El avión voló en pedazos, dañando el ala derecha del Pipper PA-12 matrícula LV-RHL que se encontraba a su lado.
Cuando los atacantes desaparecieron, el sereno logró zafar de sus ataduras y dio aviso a la policía que a su vez, notificó del hecho a los bomberos. Una dotación de La Matanza se hizo presente en tanto efectivos de la Brigada de Explosivos procedían a reconocer los alrededores en busca de otros artefactos. La medida permitió desactivar otras dos bombas, hecho que movió a la policía a acordonar el área y tomar fotografías del siniestro, así como de las leyendas alusivas al ERP que los terroristas, siguiendo el procedimiento, pintaron en las oficinas y las paredes exteriores del aeródromo.
Avión Cessna 185 del Ejército destruido tras el ataque subversivo
al Aeródromo de San Justo
(Fotografía: "la Nación")
El 8 de abril dos desconocidos vestidos de policía, acompañados por una mujer de civil, tomaron por asalto la Cantera Rizzo, en calle 150 esquina 63 de Mar del Plata y después de reducir al sereno José Krem, se apoderaron de varios explosivos.
El sábado 21, un grupo comando integrado por diecinueve efectivos, siete de los cuales eran mujeres, llevaron a cabo una operación perfectamente sincronizada contra el destacamento policial de Ing. Maschwitz, situado en el Km. 47 de la Ruta Nacional Nº 9, la cercana oficina de correos, una farmacia y la estación ferroviaria, próxima a la emisora LS 1 Radio Municipal que se alzaba en el camino a Dique Luján.
En el primero de aquellos puntos, situado sobre la calle Falucho 1346, frente a la plaza de la localidad, el cabo Campodónico se encontraba de guardia cuando a las 10:15 una joven pareja llamó a la puerta para radicar una denuncia.
Sin sospechar nada extraño, el suboficial les franqueó el paso y cuando regresaba al mostrador para redactar el escrito, los recién llegados extrajeron sendas armas y lo obligaron a arrojarse al suelo. En ese mismo instante ingresaron varios subversivos más, quienes procedieron a recorrer el local, apoderándose de todo el armamento que encontraron, así como de las municiones, uniformes, un transmisor de radio y documentación. Antes de retirarse pintaron consignas en las paredes y liberaron al único detenido que se encontraba en la dependencia, un hombre implicado en el juego ilícito, al que le ordenaron alejarse lo más rápidamente posible porque iban a volar el edificio. 
Cuando el sujeto desapareció, arrojaron cuatro bombas molotov, desencadenando un incendio de proporciones, que se propagó por el inmueble generando grandes llamaradas. 
En la oficina de correos ocurrió algo similar. Una pareja joven se presentó a la misma hora y después de someter al personal, integrado en esos momentos por su jefe, Julio Luis Caravalle y tres empleados, permitieron el ingreso de otros tres individuos que parecían conocer perfectamente el lugar. Uno de ellos abrió de una patada la puerta que conducía a las oficinas y una vez allí procedió a cortar los cables de comunicación en tanto sus compañeros hacían otro tanto con los del telégrafo, al tiempo que se apoderaban del manipulador morse y la bobina de alta tensión del equipo radiotelegráfico.
Antes de retirarse, pintaron consignas partidarias y se encaminaron hacia los vehículos en los que habían llegado, para huir a toda velocidad.
En la estación del ferrocarril, los subversivos dominaron a su jefe, Ricardo Galassi   2   , a su auxiliar, el guardahilos y un peón que se encontraba efectuando tareas y después de ordenarles tirarse al suelo, cortaron los cables de teléfono y el telégrafo, preocupándose de no dañar la línea principal que vincula Retiro con Rosario. Inmediatamente después, se apropiaron de los caudales, pintaron leyendas y se alejaron (10:45).
En esos momentos, otros dos terroristas asaltaban la farmacia local y amenazando con sus armas al propietario, se hicieron de medicamentos, vendajes, alcohol y elementos sanitarios de diversa procedencia.
Este aspecto ofrecía el destacamento policial de Ing. Maschwitz
una vez sofocado el incendio
(Fotografía: "la Nación")
Investigaciones posteriores, basadas en los relatos de varios testigos, permitieron determinar que el grupo atacante se movía en cuatro automotores, una pick-up Ford F-100 color crema de la empresa constructora SADE, interno Nº 134, conducida por una mujer joven que llevaba a bordo a otros tres sujetos; un Peugeot 504 blanco, patente B 787.080 que en su huida hacia la Capital Federal chocó contra un colectivo aunque inmediatamente logró seguir; un Dodge 1500 blanco, conducido por un joven rubio acompañado por dos individuos de cabellos obscuros y una pick-up Chevrolet de ENTEL, robada esa mañana en Escobar.
Ni bien los guerrilleros se retiraron, el cabo Campodónico corrió hasta una casa vecina para dar aviso al destacamento de Escobar el cual dispuso el envío de varios patrulleros y una dotación de bomberos. Con ellos, se hicieron presentes autoridades policiales y representantes de la Sala III de la Cámara Federal en lo Penal de la Nación, en tanto se cerraban los accesos, se montaban puestos de control y se llevaban a cabo múltiples rastrillajes.
Era evidente que la guerrilla se estaba equipando para acciones de envergadura, haciendo acopio de armamento, municiones, medicamentos, insumos sanitarios y caudales, además de aparatos de comunicaciones y uniformes. El paso del tiempo demostraría que eso era así y que habría que redoblar esfuerzos para combatirla.

Imágenes
La esposa del almirante Alemán se dirige a sus captores
Oscar Ciarlotti,sobrino del almirante Alemán
Original de la misteriosa carta que recibió la esposa
del almirante alemán en su domicilio
(Fotografía: "la Nación")

Identi-kit de uno de los atacantes
del general Iribarren
(Fotografía: "la Nación")

La viuda del almirante Berisso se acerca hasta el domicilio
de los Alemán para brindar su apoyo a la familia
(Fotografía: "la Nación")
Homenaje en memoria del general Juan Carlos Sánchez en  el
cementerio de la Chacarita. Al centro, el presidente Lanusse
(Fotografía: "la Nación")

Carlos Fabiani anuncia a la prensa la aparición con vida
de su sobrino Ángel, secuestrado la mañana del 2 de abril
(Fotografía: "la Nación")
Notas
1 El almirante Alemán, había sido jefe del Servicio de Inteligencia Naval, director de la Obra Social de la Marina de Guerra y del Instituto Naval, comandante del rastreador “Granville” y del destructor “Rosales”, segundo comandante de los cruceros “General Belgrano” y “La Argentina” y profesor del Liceo Naval Militar “Almirante Brown”. Había ingresado en la armada el 1 de febrero de 1933, egresando como guardiamarina el 6 de octubre de 1943.
2 Casualmente, Ricardo Galassi era jefe de la estación Garín cuando las FAR coparon la localidad en julio de 1970.

Publicado por