LA SOMBRA DEL JUSTICIALISMO
Perón (derecha) junto al Gral Farrell tras el golpe de Estado de 1943 |
El 4 de
junio de 1943, los temores de Acción Argentina, la agrupación para la
cual trabajaba Ernesto Guevara Lynch, se hicieron realidad. Ese día,
8000 efectivos del Ejército, al mando de los generales Arturo Rawson y
Elbio Anaya, salieron de Campo de Mayo, la gran guarnición militar al
noreste del Gran Buenos Aires, para avanzar sobre la Capital y derrocar
al gobierno constitucional del presidente conservador Ramón S. Castillo.
Las
tropas se desplazaron sin oposición por el sector suburbano pero al
llegar a los límites de del distrito federal, efectivos de la Escuela de
Mecánica de la Armada leales al gobierno, abrieron fuego generando un
intenso intercambio de disparos que se prolongó por más de una hora y
dejó como saldo 30 soldados muertos y otros 100 con heridas de
consideración.
Rendido
el destacamento naval, los sublevados reanudaron la marcha por la
elegante Av. Libertador y al llegar al centro de la ciudad, enfilaron
directamente hacia la sede gubernamental mientras eran vitoreados por
buena parte de la población. A sabiendas de ello, el Dr. Castillo
abandonó la Casa Rosada y después de embarcar en el rastreador
“Drummond”, se adentró en aguas del Río de la Plata, en espera de
novedades.
Las
tropas llegaron a Plaza de Mayo y se apoderaron del Palacio de Gobierno,
donde aguardaban los generales rebeldes Juan Pistarini, Armando
Verdagauer, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro J. Farrell junto a los
almirantes Sabá H. Sueyro y José Guisasola, quienes hicieron entrega del
Poder Ejecutivo al general Rawson, quien de esa manera, se hizo cargo
de la presidencia de manera provisoria.
Así entró
en escena el Grupo de Oficiales Unidos o Grupo Obra de Unificación
(GOU), una logia ultranacionalista militar, fundada el 10 de marzo de
1943 con el fin de contrarrestar los avances del comunismo, el
anarquismo y el socialismo y, sobre todo, evitar que el país le
declarara la guerra a las naciones del Eje.
Los
máximos exponentes de aquella suerte de hermandad castrense eran, además
del flamante mandatario, los mencionados generales Pedro Pablo Ramírez y
Elbio Anaya, los coroneles, Miguel Ángel Montes y Urbano de la Vega y
los tenientes coroneles Juan Carlos Montes, Urbano y Agustín de la Vega,
Emilio Ramírez, Aristóbulo Mittelbach y Arturo Saavedra. Sin embargo,
el verdadero cerebro detrás de la organización era el aún desconocido
teniente coronel Juan Domingo Perón, individuo en extremo inteligente,
astuto y sagaz, que cautivado por el régimen fascista que había
estudiado con indisimulada fascinación durante una misión militar que el
Estado Mayor del Ejército le había encomendado en Europa, planeaba
escalar posiciones para instaurarlo en nuestro país.
Aunque
historiadores subjetivos y partidarios han hecho lo imposible por
despegar al futuro líder de aquellos acontecimientos, Perón fue, como se
ha dicho, el verdadero cerebro de la logia y mentor de la asonada
militar que con el apoyo encubierto de la Italia fascista y la Alemania
nazi, que en esos momentos comenzaban a experimentar los primeros
síntomas de la derrota1, derrocó al gobierno conservador y allanó el camino a un nuevo aliado, posible refugio en caso de colapso.
Militares del G.O.U. Perón fue el cerebro del movimiento
|
Tres días
después, el general Rawson fue destituido y reemplazado por su par, el
general Pedro Pablo Ramírez, que designó a Perón titular de la Dirección
Nacional de Trabajo, una dependencia menor encargada de censos y
estadísticas, a la que el recién llegado transformó en Secretaría de
Trabajo y Previsión. A través del nuevo organismo, el futuro dirigente
puso en marcha su ambicioso proyecto político, entablando alianzas con
importantes sectores del sindicalismo y emprendiendo un vigoroso
programa social con el que comenzó a captar progresivamente las
simpatías del proletariado y el campesinado.
La figura
de Perón fue creciendo y cobrando vigor y eso lo condujo primero al
Ministerio de Guerra y luego a la Vicepresidencia de l Nación, cuando el
general Farrell, sucesor de Ramírez, se hizo cargo del Ejecutivo2.
El
aliciente de Perón sobre la clase trabajadora y el poder que reunió en
torno a su persona, reteniendo al mismo tiempo los tres cargos
mencionados (secretario de Trabajo y Previsión, ministro de Guerra y
vicepresidente de la Nación), atemorizaron a sus compañeros del GOU,
quienes creyendo que eran ellos quienes mandaban, decidieron destituirlo
y enviarlo en calidad de detenido a la isla Martín García.
Tres días
después se produjo la gran movilización del 17 de octubre de 1945, en
la que interminables columnas de obreros marcharon sobre Buenos Aires
para exigir la inmediata libertad de su líder y elecciones a breve
plazo. Perón, liberado ese mismo día, se presentó frente a la gigantesca
multitud que se había congregado en Plaza de Mayo y supo enseguida que
había ganado la partida
El 2 de
febrero de 1946 se impuso sobre la alianza orquestada y encabezada por
el embajador de los Estados Unidos, Spruill Braden y el 4 de junio de
ese mismo año asumió la presidencia, iniciando el período más intenso y
controvertido de la historia argentina.
Lo que
ocurrió después es harto conocido. El flamante mandatario instauró un
régimen de neto corte fascista a través del cual, puso en marcha no solo
un vigoroso programa social sino también un ambicioso plan hegemónico
que contemplaba la absorción de las naciones vecinas y la constitución
de un bloque geopolítico al que denominó Tercera Posición, con el que
pretendía hacer frente a los poderes que dominaban entonces, las
naciones occidentales, encabezadas por los Estados Unidos y el “imperio”
soviético, liderado por Rusia. En ese sentido, su mano estuvo tras los
regímenes castrenses y golpes de estado que se produjeron en Paraguay,
Bolivia y Perú, en las intentonas militares del general Carlos Ibáñez
del Campo en Chile, que estuvieron a punto de hacer realidad una suerte
de “anschluss” sudamericano que hubiese fusionado a ese país con la
Argentina justicialista; en la elección de Getulio Vargas en Brasil y
Ademar de Barros como gobernador de San Pablo y en la infiltración de
elementos desestabilizadores en Colombia, Venezuela y Ecuador a través
de las agregadurías sindicales que las embajadas argentinas
establecieron en esas naciones.
Paralelamente, surgieron los primeros indicios de que algo raro estaba sucediendo.
Inmediatamente después del viaje de Eva Perón a Europa, comenzaron a llegar a la Argentina los más buscados criminales de guerra del recientemente caído III Reich, así como también, los de la Italia fascista y la Croacia ustacha, quienes hallaron refugio, amparo, trabajo y ciudadanía al amparo del nuevo líder. Y detrás ellos hicieron lo propio técnicos y científicos con los que se puso en marcha un ambicioso programa tecnológico, militar e industrial que tenía por objetivo colocar a la Argentina al frente de América Latina, proyecto temerario que alcanzó su clímax cuando Perón anunció al mundo que había logrado la fusión nuclear en el centro atómico de la Isla Huemul. A la par que se levantaban colosales centros de salud (hospitales, cínicas, salas de primeros auxilios), se construían escuelas y universidades, se inauguraban grandes complejos de veraneo al mejor estilo "Dolo Lavoro" fascista y "Fuerza por la Alegría" nazi (hoteles, hosterías, balnearios, termas, rutas de acceso), se erigían hogares para la empleada, asilos para huérfanos y ancianos, ciudades universitarias, barrios obreros, polideportivos, hogares para mujeres desamparadas, escuelas técnicas y hasta una Ciudad Infantil o República de los Niños que habría de inspirar a Walt Disney, el régimen justicialista iniciaba su escalada armamentista y ponía en marcha colosales plantas fabriles destinadas a impulsar la industria pesada nacional. Lo que preocupaba al Departamento de Estado norteamericano y a la las naciones vencedoras de la Segunda Guerra Mundial era, justamente, ese programa militar que tenía como principales artífices a capacitados técnicos y científicos nazis y fascistas, temores que se vieron confirmados cuando la Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en desarrollar aviones caza a reacción (los I.Ae. 27 Pulqui I e I.Ae. 33 Pulqui II), bombarderos como el I.Ae. 24 Calquin, el biplaza de entrenamiento y ataque I.Ae. 22 DL-22, el caza-bombardeo I.Ae. 30 Ñancú, el transporte aéreo I.Ae. 35 Huanquero (Primer Justicialista del Aire), el planeador I.Ae. 25 Buitre, el transporte I.Ae. 38 Naranjero, precursor de los Hércules C-130, los motores para aviones I.Ae. 16 El Gaucho e I. Ae. R-19 El Indio, las alas delta Horten, el motor cohete AM-1 y las bombas voladoras AM-1 Tábano y PAT 1 (Proyectil Argentino Teledirigido 1).
17 de octubre de 1945. Largas columnas de trabajadores convergen sobre la Capital Federal |
Inmediatamente después del viaje de Eva Perón a Europa, comenzaron a llegar a la Argentina los más buscados criminales de guerra del recientemente caído III Reich, así como también, los de la Italia fascista y la Croacia ustacha, quienes hallaron refugio, amparo, trabajo y ciudadanía al amparo del nuevo líder. Y detrás ellos hicieron lo propio técnicos y científicos con los que se puso en marcha un ambicioso programa tecnológico, militar e industrial que tenía por objetivo colocar a la Argentina al frente de América Latina, proyecto temerario que alcanzó su clímax cuando Perón anunció al mundo que había logrado la fusión nuclear en el centro atómico de la Isla Huemul. A la par que se levantaban colosales centros de salud (hospitales, cínicas, salas de primeros auxilios), se construían escuelas y universidades, se inauguraban grandes complejos de veraneo al mejor estilo "Dolo Lavoro" fascista y "Fuerza por la Alegría" nazi (hoteles, hosterías, balnearios, termas, rutas de acceso), se erigían hogares para la empleada, asilos para huérfanos y ancianos, ciudades universitarias, barrios obreros, polideportivos, hogares para mujeres desamparadas, escuelas técnicas y hasta una Ciudad Infantil o República de los Niños que habría de inspirar a Walt Disney, el régimen justicialista iniciaba su escalada armamentista y ponía en marcha colosales plantas fabriles destinadas a impulsar la industria pesada nacional. Lo que preocupaba al Departamento de Estado norteamericano y a la las naciones vencedoras de la Segunda Guerra Mundial era, justamente, ese programa militar que tenía como principales artífices a capacitados técnicos y científicos nazis y fascistas, temores que se vieron confirmados cuando la Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en desarrollar aviones caza a reacción (los I.Ae. 27 Pulqui I e I.Ae. 33 Pulqui II), bombarderos como el I.Ae. 24 Calquin, el biplaza de entrenamiento y ataque I.Ae. 22 DL-22, el caza-bombardeo I.Ae. 30 Ñancú, el transporte aéreo I.Ae. 35 Huanquero (Primer Justicialista del Aire), el planeador I.Ae. 25 Buitre, el transporte I.Ae. 38 Naranjero, precursor de los Hércules C-130, los motores para aviones I.Ae. 16 El Gaucho e I. Ae. R-19 El Indio, las alas delta Horten, el motor cohete AM-1 y las bombas voladoras AM-1 Tábano y PAT 1 (Proyectil Argentino Teledirigido 1).
En
aquella época, la Argentina poseía el ejército más poderoso y mejor
equipado al sur del Río Bravo, cuyo gasto en equipamiento superaba al
de toda Sudamérica; una escuadra de envergadura, la Fuerza Aérea más
moderna y preparada de la región, una considerable flota mercante y una
industria pesada que comenzaba a producir sus propios automotores,
camiones rurales, tractores, locomotoras, vagones, motocicletas y
electrodomésticos.
Esa era
la Argentina en la que vivieron los Guevara Lynch y esa la situación que
dominaba la escena cuando decidieron regresar a Buenos Aires, una
nación que parecía prepararse para la guerra y representaba una amenaza
para el hemisferio, que daba refugio a los peores criminales de guerra
de la historia, que incidía en la política de sus vecinos, que se estaba
armando amenazadoramente y que intentaba dar forma a un sólido bloque
continental en abierto desafío a los Estados Unidos y las naciones
occidentales, de ahí la decisión de Washington de enviar armamento a los
países vecinos en un claro intento por contrarrestar aquella política
que junto a Egipto y la Unión Soviética (y en menor medida España),
constituían el “eje del mal” de la época.
Perón y Evita en el Teatro Colón |
Nada dice
de todo aquello el padre del Che, pese a que en su libro dedica un
apartado a su actuación en Acción Argentina; tan solo que fue opositor
al nuevo orden y que las discusiones políticas en su nueva casa se
hicieron frecuentes.
A finas
de 1946 Ernesto hijo había egresado del Colegio Dean Funes y desde hacía
un tiempo trabajaba en la Dirección Provincial de Vialidad, dependencia
estatal en la que se desempeñaba cuando sus padres y hermanos se
mudaron en la Capital Federal.
Los
Guevara se instalaron en el departamento que doña Ana Lynch, poseía en
el elegante barrio de Recoleta, sobre las calles Uriburu y Arenales y
ahí vivían cuando el gobierno anunció el viaje de Evita al viejo
continente.
Algún
tiempo antes, don Ernesto le había girado dinero a su hijo, para
ayudarlo a costear los gastos que le generaba la casa de Villa María en
la que estaba viviendo, sobre la calle Vélez Sarsfield, a
aproximadamente diez cuadras del centro. Corría el mes de enero y los
calores se tornaban sofocantes en la gran ciudad, elevando la
temperatura del asfalto a niveles infernales.
La Dirección Provincial de
Vialidad tenía a su cargo una serie de obras y por esa razón, el
muchacho se hallaba atareado. Había ingresado a esa dependencia gracias a
un ingeniero amigo de su padre y se desempeñaba como sobrestante, no
muy a gusto porque las “maniobras” que veía a diario, con sus “pases” de
sobres con dinero dentro por lo bajo, un mal enraizado en la
idiosincrasia argentina, le disgustaban y lo rebelaban.
A raíz de aquel envío de dinero, Ernesto hijo escribií desde Villa María contando algunos pormenores:
Recibí tu giro el otro día y por cierto que me vino muy bien. No te contestaba porque mi situación estaba en el aire […] tendré que actuar como sobrestante y voy a poder aprovechar el tiempo para tratar de ascender. Por ahora voy a tener un trabajo enorme porque el laboratorista que estaba antes era un vago de primera y tengo que hacer ensayos atrasados correspondientes a diez kilómetros de camino, pero después de unos diez días de trabajo espero mejorar un poco y tener tiempo para estudiar3.
Por
entonces, el futuro Che noviaba con una bella jovencita de la
aristocracia provincial, María del Carmen “Chichina” Ferreyra y hacía
planes para estudiar ingeniería. Al respecto, comenta en la misma
misiva, fechada el 21:
Estoy esperando noticias de Osvaldo Payer, que fue al Uruguay para pedir los programas. Si se puede rendir libre me voy a quedar todo el invierno, pues calculo que ahorraría entre ochenta y cien pesos mensuales. Tengo doscientos de sueldo y casa, de modo que mis gastos son en comer y comprar unos libros con que distraerme4.
Salta a la vista que el muchacho tenía expectativas, entre ellas, quedarse en Córdoba para pagarse sus estudios y estar lo más cerca posible de Chichina. De todo mantenía informada a su familia al tiempo que le contaba detalles de su vida y su trabajo, entre otras cosas, que su superior era un corrupto, como la mayoría de los integrantes de la Dirección, que se disponían a arar considerables extensiones de tierra para recompactar los caminos deteriorados, que se le mezquinaban la camioneta y los peones que necesitaba para desempeñar sus funciones y cosas por el estilo.
Pero si
el futuro líder revolucionario tenía planes de quedarse en Córdoba, los
mismos se vieron truncados por la enfermedad de su abuela, que lo llevó a
tomar la determinación de renunciar a su trabajo y regresar
urgentemente a Buenos Aires.
Doña Ana
había sufrido un derrame cerebral y cuando su nieto llegó a la capital,
agonizaba. Ernesto se instaló en su casa y no pasó uno solo de aquellos
diecisiete días de angustia sin dejar de prodigarle cariño y cuidados a
su querida abuela. La noble anciana falleció el 18 de junio de 1947 y
fue tal el golpe que le provocó la pérdida, que a los pocos días anunció
su inscripción en la Facultad de Medicina y Fisiología de la
Universidad de Buenos Aires, para dedicar su vida a la atención de los
enfermos. Fue una determinación drástica, sin duda, influenciada, pura y
exclusivamente, por el amor a sus seres queridos ya que, además de la
pérdida de doña Ana, en 1945 su madre había sido operada de un tumor en
su seno derecho y eso también lo afectó profundamente.
A través
de las influencias de su familia, consiguió un nuevo trabajo en la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y al año siguiente se
inscribió en la mencionada alta casa de estudios, que por entonces
funcionaba en el edificio clásico de Av. Córdoba 2122, actual sede de
Ciencias Económicas.
Cuando
Ernesto llegó a Buenos Aires, Eva Perón iniciaba su célebre “Gira del
Arco Iris” por el continente europeo, buscando tres cosas fundamentales:
abrir nuevos mercados para aquella Argentina bloqueada y boicoteada
económicamente por las naciones de occidente (debido a su marcada
postura fascista), recomponer la imagen del justicialismo a nivel
mundial y acudir en rescate de la sancionada España franquista aplicando
con ella una suerte de antecedente criollo del Plan Marshall.
Eva Perón en España. A su lado, el Generalísimo Franco |
Mucho se ha hablado de aquel tour que además de la mal llamada “madre patria” incluyó Italia, el estado del Vaticano, Francia, Mónaco, Suiza y Portugal, sin embargo, poco se ha dicho de sus verdaderos fines.
Perón
buscaba conquistar nuevos espacios para el comercio argentino, es
verdad, pero también intentaba dar forma a un eje Buenos Aires-Madrid,
estableciendo una alianza con aquel otro fascismo supérstite y al mismo
tiempo organizar la fuga de criminales de guerra y cerebros nazis hacia
nuestro país, con el fin de poner en marcha sus ambiciosos programas
supremacistas, algo a lo que historiadores y analistas de diferentes
partes del mundo han denominado, sin ambages, el “IV Reich”.
España recibió en triunfo a la primera dama argentina, que deslumbró a todos con su soltura, su belleza y su elegancia.
En el
aeropuerto la esperaba una verdadera multitud; las calles y las plazas
se hallaban colmadas de gente y una variedad de actos fueron organizados
para agasajarla.
El 8 de
junio de 1947, previas escalas en Palmas de Gran Canaria y Villa
Cisneros (Sahara Español), donde pasó revista a tropas beduinas, llegó a
Barajas escoltada por una escuadrilla de aviones militares.
Pese al
agobiante calor y las incomodidades, más de 300.000 personas se hallaban
apiñadas en la estación aérea quienes, al verla asomar por la
escotilla, comenzó a lanzar exclamaciones y vivas como si se tratase de
una verdadera reina. Las mismas se prolongaron mientras descendía por la
escalerilla, a cuyo pie la esperaban el generalísimo Franco, su esposa,
su hija y altos funcionarios civiles y militares. Inmediatamente
después abordó el automóvil oficial que aguardaba estacionado cerca de
la aeronave e inmediatamente después inició su recorrido por las calles,
saludando a la muchedumbre. Los edificios
estaban engalanados con banderas argentinas y españolas y desde balcones
y ventanas, adornados con alfombras y tapices, caía una lluvia de
flores.
Las
apariciones públicas de Evita fueron impresionantes y los actos y
ceremonias majestuosos, sobre todo aquel que se llevó a cabo en la Plaza
de Oriente, después de que le fueran impuestas las insignias y la Gran
Cruz de Isabel la Católica, lo mismo en Las Ventas de Madrid, donde
asistió a una colorida corrida de toros.
La España a
la que llegaba la denominada “Abanderada de los Humildes” era todavía
una nación hambreada, que sentía profundamente los rigores de la guerra.
Sus habitantes tenían derecho a una ración diaria de pan de entre cien y
ciento cincuenta gramos y la carne y la leche eran artículos de lujo.
Su
paso por Italia le generó algunos sinsabores, entre ellos,
manifestaciones izquierdistas que se oponían a su presencia por
representar a un gobierno fascista. En el Vaticano hizo esperar al Papa
Pío XII cerca de una hora pero este la recibió solemnemente y mantuvo
con ella una entrevista a puertas cerradas de la que poco y nada se
sabe. En París alguien la comparó con la emperatriz María Eugenia de
Montijo, en su paso por Mónaco el príncipe Rainiero le entregó la
Medalla de Oro de la Nación y durante su estancia en Portugal le
escribió a su marido para decirle que todo marchaba de acuerdo a lo
planeado y que debía deshacerse de los inútiles, pusilánimes y
obsecuentes que lo rodeaban en gran número.
Evita en el Vaticano |
El 27 de agosto de 1947 regresó a Buenos Aires, después de hacer escala en Río de Janeiro para asistir a la
Conferencia de Cancilleres por la Paz y Seguridad Continental, en la
oportunidad conoció al general norteamericano George Marshall). En
Montevideo abordó el ferry y después de travesar el Río de la Plata,
llegó al puerto, donde una multitud enfervorizada la esperaba junto a su
esposo y los principales funcionarios del gobierno.
Inmediatamente
después, la Argentina comenzó a enviar carne, cereales y los primeros
créditos que aquella exhausta España de la posguerra acogió como una
bendición. Al mismo tiempo, hicieron su arribo los primeros técnicos y
científicos nazis y fascistas, así como a antiguos colaboracionistas y a
emigrados ustachas, los temibles croatas con los que Perón dio forma a
una suerte de guardia pretoriana que incluyó a su médico personal.
Detrás de ellos hicieron lo propio tenebrosos personajes, acusados de
brutalidades y crímenes de lesa humanidad, muchos de los cuales,
trabajarían para el régimen.
Por
entonces, la labor desplegada por la Fundación Eva Perón estaba en su
apogeo. Había iniciado su accionar en el elegante Palacio Unzué, la
residencia presidencial que se alzaba en el barrio de Recoleta, para
pasar luego al magnífico edificio del Correo Central, sede del
Ministerio de Comunicaciones. Cuando Ernesto se inscribió en la Facultad
de Medicina, la misma se mudó al colosal inmueble de estilo
greco-romano que el gobierno había construido especialmente en el barrio
de San Telmo, sobre la Av. Paseo Colón 850 (hoy asiento de la Facultad
de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires) y al mismo tiempo, se
terminaba el de la Facultad de Derecho en el mismo estilo, en Av.
Figueroa Alcorta 2263 (barrio de Recoleta) y excavaba los cimientos del
gran Edificio Atlas (luego Alas)5, base de operaciones de la
Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalizados S.A. (ATLAS),
el organismo del que Perón se valió para efectivizar la penetración
ideológica en las naciones sudamericanas.
A
mediados de 1947 el joven Ernesto se anotó en las primeras tres materias
de la carrera: Anatomía Descriptiva, Anatomía Topográfica y Embriología
e Histología. Como si de un aliciente se tratase, el país se hallaba
conmocionado por el anuncio de la Academia Sueca, que acababa de
otorgarle el Premio Nóbel de Medicina y Fisiología a un prestigioso
representante de aquella alta casa de estudios, el Dr. Bernardo Alberto
Houssay, eminente científico porteño, primer latinoamericano en recibir
el galardón en una disciplina científica y segundo argentino en
prestigiar a la nación con tan alta distinción6.
En
aquellos días, el sabio era víctima de apremios y persecución por parte
del gobierno, que lo había apartado de todos sus cargos por haber
firmado una declaración en contra de las tendencias fascistas.
Nada de eso dice Ernesto Guevara Lynch en sus libros, como tampoco su hijo al evocar su vida años más tarde.
El futuro
Che aprobó sus dos primeras materias como alumno libre (Anatomía
Descriptiva y Embriología e Histología), entre abril y agosto de 1948 y
quedó eximido de rendir la segunda, porque el 13 de mayo de ese año, el
delegado interventor de la Facultad decidió retirarla del programa.
En el
segundo semestre, se anotó como alumno regular en Parasitología,
asignatura que aprobó en noviembre y en 1949 hizo lo propio con
Fisiología Física y Química Biológica cuyos finales rindió
satisfactoriamente en marzo. Microbiología la rindió libre en el mes de
julio y en noviembre aprobó Anatomía y Fisiología Patológicas,
finalizando el año con seis asignaturas en su haber. Su voluntad de
hierro y su prodigiosa memoria habían jugado un papel fundamental en
aquella primer acometida universitaria y eso le dio bríos para seguir
adelante.
Imágenes
Perón es nombrado secretario de Trabajo y Previsión por el Gral. Ramírez |
Concentración del 17 de octubre de 1945 Los trabajadores comienzan a llegar a Plaza de Mayo |
17 de octubre de 1945. Obreros avanzan hacia el centro de la ciudad
|
Elecciones del 24 de febrero de 1946. Perón emite su voto |
4 de junio de 1946. Perón asume su primera presidencia |
Evita por las calles de Madrid junto a la esposa de Franco |
Evita llega a París |
Notas
1 Las
legaciones de ambos países destruyeron documentación confidencial el
mismo día de la asonada. El golpe recibió el aplauso de diferentes
sectores de la sociedad, uno de ellos la Unión Cívica Radical
representada, entre otros, por el diputado Ernesto Sammartino.
2 Fuertemente
presionado por el gobierno de los Estados Unidos, el 26 de enero de
1944 el presidente Ramírez rompió abruptamente relaciones con Alemania y
Japón. Esa decisión, fuera del programa político del GOU, generó un
profundo malestar en las Fuerzas Armadas que, siguiendo directivas de
Perón, decidieron derrocarlo. El 24 de febrero fue forzado a delegar el
mando en su par, el general Edelmiro J. Farrell y el 9 de marzo a
presentar su renuncia. Según versiones que circularon en años
posteriores, Perón lo habría obligado a firmar su dimisión a punta de
pistola.
3 Ernesto Guevara Lynch, op. Cit, p. 221
4 Ídem.
5 Ubicado
en Av. Leandro N. Alem 719, después de la caída de Perón fue expropiado
por la Fuerza Aérea Argentina y pasó a denominarse “Alas”. Entre 1957 y
1978 funcionaron allí los estudios de televisión de Canal 7, Canal 11 y
Canal 13. En su subsuelo Perón mandó construir un bunker antinuclear de
concreto que debía servirle de refugio en caso de guerra o revolución.
6 El
anterior había sido el mencionado Dr. Carlos Saavedra Lamas, por su
intervención como mediador durante la Guerra del Gran Chaco, entre
Paraguay y Bolivia, cuando se desempeñaba como ministro de Relaciones
Exteriores de la Nación.
Publicado 31st August 2014 por Alberto N. Manfredi (h)