martes, 2 de julio de 2019

ELECCIONES BAJO ATAQUE

Noche del 11 de marzo de 1973. La fórmula
Cámpora-Solano Lima se alza con el triunfo

El 8 de marzo de 1973, a solamente tres días de las ansiadas elecciones presidenciales, una camioneta se detuvo en el edificio de Guido y Agüero, donde tenía su residencia Héctor Ricardo García, propietario del diario “Crónica” y el canal Teleonce. De ella bajaron tres hombres, quienes de inmediato, procedieron a descargar sobre la vereda media docena de cajas de whisky.
Los individuos tomaron los bultos e ingresaron al hall (el portero no se encontraba), para dirigirse directamente al ascensor. Una vez dentro oprimieron el botón Nº 15 y mientras se elevaban, intercambiaron unas pocas palabras en voz baja.
Cuando el elevador se detuvo, sus ocupantes salieron al pasillo y caminaron hacia la puerta del apartamento para tocar el timbre. Uno de ellos apoyó las cajas en el suelo y bajó hasta el piso 14º, para ubicarse en el entrepiso y vigilar desde ahí. Eran las 08:30.
Como nadie atendía, sus compañeros volvieron a tocar y entonces sí, una voz somnolienta preguntó al otro lado quién era.
-Traemos un presente para el señor García.
-Pero yo no puedo abrirle –respondió la persona algo nerviosa.
Era una de las dos mucamas que trabajaban en la casa del empresario.
-Lo manda el señor intendente, Montero Ruiz. Aquí le paso su tarjeta.
El sujeto se inclinó y deslizó por debajo el impreso; casi enseguida, se escuchó ruido de llaves e inmediatamente después, la puerta se abrió.
-Pasen –dijo la mujer señalando el piso- Dejen las cajas ahí.
 
-¿Y el señor García? – preguntó el primer hombre, que no era otro que el Víctor José 
Fernández Palmeiro, alias “Gallego”1.
-El señor duerme y no le gusta que lo molesten – respondió la empleada mientras ayudaba a entrar un de los cajones.

En ese momento, Fernández Palmeiro extrajo su arma y sin perder la calma le dijo a la doméstica que lo condujese hasta la habitación donde dormía el dueño de casa. En ese preciso instante apareció la otra mujer y casi al mismo tiempo, golpeó con los nudillos el hombre que se había ubicado en el entrepiso para cubrir la acción.

Víctor Fernández
Palmeiro


Afuera, bajo la llovizna, aguardaba estacionado un automóvil con las llaves bajo el asiento del conductor, en el que los subversivos pensaban darse a la fuga; detrás se encontraba detenido otro vehículo con un hombre joven al volante y en la plaza que se extendía hasta la Av. Libertador, frente al edificio, aguardaban otros cuatro, armados con dos ametralladoras, un fusil FAL y pistolas de diferente calibre, listos para actuar en caso de que apareciesen las fuerzas de seguridad. Era la Operación Poniatowski, destinada a secuestrar al empresario gráfico y presionar a través de su persona para publicar una solicitada.
Siempre con la mucama delante, el “Gallego” Palmeiro subió las escaleras y una vez frente a la puerta, abrió bruscamente y entró, apuntando al dueño de casa con su pistola Browning.
García dormía junto a una mujer que resultó ser una conocida actriz de televisión cuando el extraño irrumpió en la habitación. Se asustó mucho al ver el caño del arma apuntándole al rostro y al desconocido ordenándole ponerse de pie. La mujer, en cambio, se mantuvo tranquila, sin pronunciar palabra, esperando el desarrollo de los acontecimientos.

-Tiene buen gusto, García – le dijo el recién llegado con sorna y obligó a ambos a descender al piso inferior.

Una vez allí, se le explicó lo que debía hacer. Sin perder tiempo, el dueño de casa levantó el teléfono y le ordenó a Ricardo Gangeme, director de la edición vespertina de “Crónica”, que estuviese allí en quince minutos2.
En ese momento el timbre sobresaltó a los presentes pero para su tranquilidad, resultó ser la guerrillera del grupo, quien debía vestir indumentaria de mucama, para atender la puerta en caso de que alguien se presentase.
Bebían todos café cuando sonó el portero eléctrico. Era Gangeme, que fiel a su costumbre, llegó a la hora indicada. Una vez dentro, se lo ordenó tomar asiento para que su jefe le explicase los pasos a seguir; García le alcanzó un texto y le dijo que debía salir en primera plana esa misma tarde.
Cuando el directivo partió de regreso a la redacción, le indicaron al dueño de casa ponerse de pie.

-¿A dónde me llevan?

-Lo va a saber a su debido tiempo.

Los secuestradores salieron por grupos, primero uno, luego el empresario con Fernández Palmeiro y otro guerrillero y finalmente la mujer que había hecho las veces de mucama, en compañía del tercer individuo. En el hall del edificio se toparon con el portero, quien saludó amablemente y una vez en la calle, abordaron los automóviles para partir con rumbo desconocido.

Héctor Ricardo
García


García fue conducido hasta una camioneta que aguardaba estacionada en un punto desconocido de la ciudad; se le ordenó descender y subir a la misma, para luego partir hacia provincia, por caminos desconocidos. Al cabo de media hora, tal vez más, se detuvieron en una casa del Gran Buenos Aires donde, una vez más, lo obligaron a bajar. Lo llevaron hasta el jardín posterior, por el costado de la vivienda y le indicaron introducirse en una carpa que había allí armada. Lo primero que García distinguió al ingresar, fue una tela plástica con la leyenda “ERP 22” y la estrella roja de la organización, que colgaba en la parte posterior.
En esas estaba, quieto y meditabundo, cuando sus captores reaparecieron y le tomaron la fotografía en la que se lo ve recostado sobre unas mantas, en mangas de camisa y corbata, con un diario a su lado y la mirada perdida, clavada en el techo.
Esa misma noche, salió a la calle la edición vespertina de “Crónica”, con la solicitada “El 22 de Agosto apoya al FREJULI”, destacando en primera plana.
El ERP 22 de Agosto entraba en escena.


Al Pueblo: Las elecciones son una conquista democrática arrancada por las masas y sus vanguardias en una larga lucha contra la dictadura militar. Esta dictadura, acorralada por los cuatro costados, concibe a estas elecciones como el mal menor a conceder al pueblo para tratar de evitar la cada vez mayor ligazón de éste con las organizaciones guerrilleras. De allí que el régimen haya condicionado todo lo posible esta coyuntura electoral para impedir su derrota.
Pese a todo, amplios sectores de nuestro pueblo se han organizado para derrotar en las urnas a la dictadura. El 22 de Agosto, cree firmemente que el camino definitivo de la liberación nacional y social no pasa por esta coyuntura electoral. El poder no nace de los votos. El brazo armado del régimen ya los anuló en 1962 y no pasó nada. El poder nace de la punta de los fusiles. Mientras éstos estén en manos de las fuerzas represivas y no en las del pueblo, los generales seguirán en el poder y con ellos los explotadores de este país. Pero aún así, sabiendo que de las elecciones no surgirán el poder para la clase Obrera y el pueblo, es deber de los revolucionarios el utilizarlas para derrotar también en este plano a la dictadura. De las listas presentadas a elecciones, el FREJULI, por la simpatía y el apoyo obrero y Popular que despierta es la que reúne mayores posibilidades de derrotar en las urnas la maniobra del gobierno. El 22 sabe, como lo saben todos los trabajadores, que Solano Lima, Rucci, Calabró, Odena y otros tristes personajes que figuran en las listas del FREJULI, no son ni serán jamás sus representantes. Antes bien, son los enemigos del pueblo, metidos en el seno del movimiento popular. Pero la columna vertebral del peronismo es la clase obrera y el pueblo, son los Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de quienes el 22 se siente hermanos porque juntos hemos combatido, y juntos hemos derramado la sangre de los mejores hijos de este pueblo. Las masas utilizarán el FREJULI como herramienta de lucha para afirmar sus reivindicaciones, para proclamar su derecho a una vida mejor, a la libertad de los guerrilleros presos, a la independencia de su Patria, al cese de la explotación del hombre por el hombre y a la construcción del socialismo. Y es por eso que el 22 de Agosto llama al pueblo a derrotar en las urnas a la dictadura, a través del voto masivo a las listas del FREJULI y a movilizarse para garantizar el cumplimiento de estas reivindicaciones. El camino señalado por Abal Medina, Ramus, Olmedo, Maestre, Baldú, Pujals, Capello y tantos otros mártires de la Revolución, es el camino definitivo para que la clase obrera y el pueblo tomen el poder. Ninguna bandera extraña ondeará sobre esta tierra. Y eso lo garantizamos los guerrilleros y el pueblo, no los militares sin Patria que la pisotean y la venden a pedazos todos los días al imperialismo extranjero. Pero nuestra bandera ondeará en todo su esplendor en este suelo cuando ningún niño carezca de pan y escuela, ningún enfermo de un hospital, ningún obrero de su derecho a vivir con dignidad, ningún argentino de su derecho irrevocable a ser dueño de su destino, de su libertad y de la soberanía de su Patria. Por esto lucha nuestro pueblo y por esto las organizaciones armadas combatirán hasta la victoria final. Acerquémonos un paso más a esa victoria y también en las urnas derrotemos a la dictadura. Trabajadores: Un solo camino para la toma del poder: La guerra del pueblo. Una sola opción para votar el 11: El FREJULI. Viva la guerra y el Socialismo.

Tal como se había acordado, a las diez de la noche, el empresario fue liberado. Lo primero que hizo, fue dirigirse a los estudios de Teleonce, que desde la mañana pasaban regularmente la noticia de su secuestro y una vez frente a las cámaras, se dirigió a la ciudadanía para relatar los hechos y hacer especial hincapié en el buen trato que recibió3.
García secuestrado

El 11 de marzo de 1973 fue, sin ninguna duda, un día particular en la agitada historia argentina. Luego de siete años de proscripción, catorce millones de ciudadanos acudieron a las urnas para votar en las primeras elecciones presidenciales en las que el peronismo iba a participar, desde su derrocamiento en 1955. 
El mundo seguía con expectación el proceso, en especial América Latina, dado que no se sabía a ciencia cierta, si el candidato justicialista, Héctor J. Cámpora, lograría el cincuenta por ciento necesario para alzarse con el triunfo en la primera vuelta. 
En su artículo “Un día de esperanza que se ahogó en polvo y sangre”4, Alberto Amato asegura que el electorado esperaba del candidato justicialista un gobierno que “…pondría fin a los violentos años que lo habían precedido y al accionar de la guerrilla peronista Montoneros, de la trotskista ERP y de los grupos parapoliciales y militares responsables de las primeras ‘desapariciones’ de la época”, pero en esos días, vale aclararlo, no había ninguna agrupación de ultraderecha responsable de ninguna desaparición. Las mismas aparecerían unos meses después, cuando a poco de hacerse del poder, Perón en persona organizará la Triple A, hecho al que el total de los historiadores, partidarios y analistas, han intentado endilgar a José López Rega de manera exclusiva. 
Ese domingo de verano, la ciudadanía acudió desde temprano a depositar su sufragio. Largas colas se formaron frente a los establecimientos de enseñanza y las diversas entidades deportivas y sociales donde se habían instalado las mesas. Días antes, las dependencias de la justicia electoral, ubicadas en 25 de Mayo 225, así como los Tribunales, vieron desfilar a centenares de personas que intentaban averiguar donde debían sufragar. En el Registro Nacional de las Personas, hombres y mujeres formaron extensas hileras para obtener el documento nacional de identidad y de ese modo, poder cumplir con su deber cívico. 
El presidente de la nación, Alejandro Agustín Lanusse, votó a temprana hora, en Salguero 2969, donde se presentó luciendo su uniforme, acompañado por su señora esposa, que ya lo había hecho en un centro próximo al Hospital Militar Central, donde debió ser atendida por un esguince de tobillo. 
Inmediatamente después, luego de pronunciar algunas palabras para los reporteros que se encontraban en el lugar, se retiraron ambos hacia la Quinta Presidencial de Olivos de donde, en las primeras horas de la tarde, el jefe de Estado partió hacia el I Cuerpo de Ejército, para entrevistarse con su titular, general de división Tomás Sánchez de Bustamante y seguir luego hacia la Casa de Gobierno. 
El brigadier Carlos Rey hizo lo propio en la Mesa Nº 7 que funcionó en el Colegio San Gabriel de Vicente López y así ocurrió con todos los funcionarios de gobierno. 
Cámpora votó en San Andrés de Giles, Balbín lo hizo en La Plata y Manrique en la Escuela Normal Nacional “Mary O. Graham” de la Capital Federal, tal como lo hicieron los restantes candidatos en sus lugares de residencia, casi todos en horas de la mañana, para dirigirse luego a sus sedes partidarias desde donde siguieron el escrutinio. 
Una ruidosa multitud se congregó en inmediaciones del comité justicialista, ubicada en Av. Santa Fe y Oro, pleno barrio de Palermo, haciendo oír su entusiasmo. A tal punto llegó la situación, que la policía debió dispersarla en numerosas oportunidades, para evitar que se produjeran incidentes. 
-¡Cámpora al gobierno, Perón al poder! ¡Cámpora al gobierno, Perón al poder! – coreaba una y otra vez. 
-¡Lanusse, Lanusse, mirá que papelón, habrá segunda vuelta y es la vuelta de Perón!  
-¿Qué lindo, que lindo, que lindo que va a ser, el Tío en el gobierno, Perón en el poder! 
Fue un día soleado, cálido, típicamente estival, en el que se produjeron poco incidentes. 
El FREJULI no alcanzó el 50% necesario para imponerse en la primera vuelta, por lo que, al cerrar la jornada, se anunció la necesidad de acudir al ballotage. Obtuvo 5.907.404 (49,56%), superando ampliamente al radicalismo, que apenas logró el 21,29%, con 2.537.605 votos a su favor. Tercera quedó la Alianza Popular Federalista de Francisco Guillermo Manrique, con el 14,90% (1.775.867), seguida por la Alianza Popular Revolucionaria de Oscar Alende con 885.201 votos (7,43%), la Alianza Republicana Federal, del apuesto brigadier Ezequiel Martínez, hasta entonces secretario de la Presidencia de la Nación, quien apenas obtuvo 332.641 votos (2,72%), la Nueva Fuerza, que solo quedó en promesa (apenas sacó un 2,09% con 256.106 votos) y las agrupaciones de izquierda cuyos resultados, siguiendo la tradición, fueron magros. 
El Partido Socialista Democrático que presentaba la fórmula Américo Ghioldi-René Balestra, solo tuvo 109.068 sufragios (0,92), el Partido Socialista de los Trabajadores, de Juan Carlos Coral y Nora Ciapponi, 73.796 votos (0,62) y el Frente de Izquierda Popular, que propugnaba al historiador revisionista Jorge Abelardo Ramos y su compañero José Silvetti, 48.571 votos (0,41%). De un total de 14.256.971 ciudadanos habilitados para sufragar, se presentaron 12.240.916; hubo 279.859 votos en blanco (2,29%), 50.905 anulados (0,34%) y muy pocas abstenciones. 
La única provincia donde no ganó el FREJULI fue Neuquén, donde se impuso Felipe Sapag, cabeza del Movimiento Popular Neuquino, un peronista ortodoxo que venía militando desde 1946. 
El 12 de marzo, por la tarde, Ricardo Balbín desconcertó a la ciudadanía al anunciar que ante la abrumadora cantidad de votos obtenida por el Frente Justicialista de Liberación, desistía de ir al ballotage, lo que convirtió automáticamente a Cámpora en presidente de la Nación y a Solano Lima en vice. Aun así, doce provincias debieron hacerlo, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Neuquén, Chubut, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Misiones, San Juan y San Luis en las que el FREJULI se impuso cómodamente, de manera directa o a través de otros partidos, como el Movimiento de Integración y Desarrollo, en la primera. 
La ciudadanía se dispone a emitir su voto en una escuela de la ciudad de Buenos Aires
En todo el país se repitieron las mismas escenas
(Fotografía: "La Razón")
Un clima de expectativa se vivía en todo el ámbito nacional donde se esperaban con ansias los resultados. La tarde del lunes 12 (18:30), Lanusse se presentó en el centro de cómputos del Ministerio del Interior a efectos de imponerse de la situación. En la oportunidad, mantuvo una reunión con el general Alcides López Aufranc, comandante electoral nacional y al término de la misma (22:30), anunció oficialmente que, si bien faltaban homologar los datos del resultado por la justicia electoral, Héctor J. Cámpora se había alzado con la mayoría de los votos. Casi al mismo tiempo, el brigadier Roberto D. Bortot, jefe de la Casa Militar, se apersonó en la sede del FREJULI para informar a sus autoridades que el Poder Ejecutivo ponía a disposición de Cámpora todo a su alcance para mantener el orden y preparar la transición.
Esa misma noche, una multitud de simpatizantes se congregó frente al comité central para celebrar la victoria. En horas de la madrugada, Cámpora afirmó que no sería presidente ni un solo día si Perón no se encontraba en el país, nueva prueba de su total sometimiento y una respuesta directa a la campaña desatada por el Comité de Defensa de la República en el cual, se decía, actuaban de manera encubierta representantes del gobierno y agentes de la oligarquía. 
La prensa de todo el mundo siguió atentamente el desarrollo del escrutinio. En Montevideo, el vespertino oficialista “Acción” publicó una editorial en la cual efectuaba un exhaustivo análisis de la situación socio-política del país: “El triunfo peronista en las elecciones realizadas en la Argentina, expresa que los comicios representan un suceso de indudable valor moral y político. La democracia representativa una vez más impuso su fuerza y demostró que es imposible gobernar autocráticamente a un pueblo si éste tiene un mínimo de cultura y madurez cívica como lo tiene con creces el ciudadano argentino”, y más adelante, luego de una ácida crítica contra el movimiento justicialista y el régimen militar sentenció: “Si el peronismo quiere gobernar en contra de medio país que no lo quiere, la Argentina caerá de nuevo en el vacío. So el peronismo lo hace con sus ideas, desde luego, con sus hombres, por supuesto, pero sin arbitrariedad ni despotismo para el resto de la Nación, podrá el país encauzarse por un camino político. Ese es el interrogante que se abre luego de la respuesta del domingo”
En Estados Unidos, analistas políticos especializados en asuntos latinoamericanos determinaron que el triunfo del justicialismo abría las puertas a un saneamiento político del país y que quienes temían un regreso al peronismo clásico de los años cincuenta, desconocían los programas electorales de los restantes candidatos. 
La prensa gráfica, radial y televisiva del continente dio amplia cobertura a los comicios, sobre todo Chile, donde se hicieron transmisiones directas desde Buenos Aires, anunciando con grandes titulares los resultados. Lo mismo ocurrió en Bolivia, que le brindó una notable difusión al asunto. 
En su editorial del día 12, el matutino “Hoy”, de La Paz, se refirió a la trascendencia del acto, el cual no podía menos que preocupar a la nación y a todos los países del continente “…porque las decisiones que se tomen ya no repercutirán unilateralmente, puesto que el signo de la época determina que lo que beneficie o afecte a unos influirá en los demás inevitablemente”. Lo mismo ocurrió en Perú, México, Brasil, Paraguay, Ecuador y Colombia, donde el total de los medios reprodujo con amplios títulos lo acontecido en la nación del Plata. 
La cobertura que se le dio al tema en Italia llamó la atención por su amplitud, sobre todo a la gran prueba de civismo que el escrutinio representaba y lo que significaban para el futuro la victoria peronista, la derrota de la junta militar y la tendencia hacia cambios profundos de la ciudadanía, “…gruesos núcleos de comunistas, guevaristas, trotskistas, que tienen muchos acólitos sobre todo entre los jóvenes, tienen la fuerza suficiente para frenar los ímpetus revolucionarios de sus compañeros electorales”, escribió Franco Rosso en “La Stampa” de Turín; Giancarlo Zanfrognini, del conservador “Il Resto del Carlino” de Bolonia, dijo a su vez “…el juego está aún abierto, no obstante la clamorosa respuesta popular y está abierta a todas las soluciones”, mientras “Il Mattino” de Nápoles advertía que el peronismo no podía volver a las candilejas, animado por los mismos intentos demagógicos que había mostrado en los años cuarenta, los cuales provocaron una dictadura de la que muchos conservaban un amargo recuerdo. 
También el “Corriere della Sera” se pronunció, comparando la situación del gaullismo en Francia, donde también se votó, con lo que ocurría en la Argentina, “Dos regímenes en viraje luego de la votación del domingo”, aclarando más adelante que “…mientras los gaullistas necesitan aliados, en la Argentina los peronistas avanzan. La derrota del gobierno militar proyecta en el país la sombra de Perón”
Sala de Cómputos de la Casa de Gobierno
(Fotografía: "La Nación")
“Le Monde”, de París, tituló “Los argentinos expresaron su condena hacia la Junta”, diciendo: “Diecisiete años después de haber sido echados del poder por un golpe de Estado, los partidarios del ex presidente Perón ganaron las elecciones y si el Ejército mantiene la promesa de entregar el poder a los vencedores, quien quiera ellos sean, llegarán al gobierno el próximo 25 de mayo”. 
En Nueva York, el “The Wall Street Journal” lucía en su primera plana: “La victoria peronista ha sido reconocida por el gobierno militar argentino”. “Los resultados no dejan dudas de que si se hubiera permitido a Perón presentarse como candidato, la mayoría no solamente habría sido absoluta sino aplastante”, dijo por su parte el “Washington Post”. “Peronista elegido jefe de Estado en Argentina”, se leía en el “New York Time”, diario históricamente contrario a la figura del líder justicialista.
Lejos de transcurrir en paz, los días previos y posteriores a las elecciones, mostraron a la guerrilla tan activa y violenta como siempre.
El lunes 5 de marzo, por la noche, se festejaba el carnaval en la peña folklórica “La Carreta”, ubicada en Ruta 197, esquina Misiones, a metros de la estación Pablo Nogués, al noroeste del Gran Buenos Aires, donde se había dado cita una multitud que rondaba las 500 personas.
Tres efectivos de la policía bonaerense custodiaban el lugar porque era común que individuos en estado de ebriedad y patotas de muchachones generasen inconvenientes cuando había baile en el salón. Se trataba del cabo primero Máximo Maidana, del Comando Radioeléctrico de San Martín, el cabo Luis María Benítez, de la comisaría 3ª de Gral. Sarmiento (José C. Paz) y su par Sergio Contreras, de la seccional de Billinghurts (partido de San Martín), que ese vestía de civil por haber sido contratado de manera particular por los dueños del lugar.
Maidana había alcanzado cierta notoriedad dos años atrás, cuando un grupo extremista intentó secuestrar en su domicilio de Florida al dirigente sindical Héctor López, de la Unión de Personal Civil de la Nación. En la oportunidad, no solo repelió el ataque sino que atestiguó contra la única detenida, Luisa Veloso, de 28 años de edad, quien resultó condenada a siete años y seis meses de prisión por la Sala I de la Cámara Federal en lo Penal, en noviembre del mismo año.
La gente bailaba, bebía y departía amistosamente mientras en el escenario sonaba el grupo Los Luceros; afuera, otras personas dialogaban y reían despreocupadamente, la mayoría jóvenes buscando el fresco de la noche o esperando a amigos para ingresar en barra.
Cuando el conjunto terminó de actuar, el animador anunció al cuarteto Estrella Tropical, el cual fue saludado por una salva de aplausos que se extendió hasta que la música volvió a sacudir el ambiente.
En el kiosco, donde se hallaba el guardarropas, Miguel Andrade, de 54 años, atendía a los concurrentes y en los accesos, el portero Andrés Almirón dialogaba con varias personas, sin imaginar lo que estaba a punto de suceder. Fue entonces que pasada la medianoche, entre tres y cuatro desconocidos irrumpieron en el interior del salón, esgrimiendo armas de fuego. El que parecía ser el jefe, un hombre alto, de cabellos obscuros, pantalones vaqueros y remera gris, alzó la ametralladora que portaba entre sus manos y luego de gritar que pertenecían al ERP, abrió fuego, abatiendo a Maidana y Contreras, quienes cayeron en medio del gentío, sangrando abundantemente.
-¡¡Somos del Ejército Revolucionario del Pueblo –dijo antes de disparar- estamos aquí para recuperar las armas de la clase trabajadora!!
En medio de los gritos y el desbande que se produjo a continuación, sonaron otros disparos y ahí fueron heridos el portero Almirón y Andrade, el encargado del guardarropas, que recibió una bala en el cuello, con orificio de salida por el hombro y un disparo en el antebrazo izquierdo que se lo atravesó limpiamente. Al parecer, entre la concurrencia se encontraba un cuarto efectivo de civil, fuera de servicio, quien al ver la actitud de los recién llegados, no dudó en desenfundar su pistola y repeler la agresión.
La gente buscaba cobertura o intentaba salir del local cuando afuera sonaron varias descargas.
  
Al escuchar lo que sucedía, el cabo Benítez, que se encontraba junto a un galpón contiguo, corrió en apoyo de sus colegas, sin percatarse de una mujer de vestido a rayas, que lo seguía detrás, sujetando una ametralladora. Antes de que pudiese ingresar al local, la atacante lo acribilló, alcanzándolo con once de los dieciocho disparos que le hizo.
El lugar era un caos, con alaridos, corridas y desmayos y el olor a pólvora lo invadía todo, tornando más densa la atmósfera.
Los agresores salieron a la carrera, en dirección a los dos vehículos en los que habían llegado, un Ford Falcon rojo con techo vinílico y un Peugeot naranja que tenía el motor en marcha. Los abordaron rápidamente y partieron a gran velocidad, en dirección a la ruta Panamericana, dejando a sus espaldas tres cuerpos sin vida, dos heridos (uno de ellos grave), mujeres en estado de shock, hombres desconcertados y niños lloriqueantes.
Según versiones que se pudieron recoger en el lugar, la mujer del vestido a rayas se hallaba al volante del Ford Falcon; de acuerdo con otras, uno de los vehículos escapó hacia la Panamericana y el otro en dirección a la Ruta 8 aunque luego esa hipótesis fue descartada. También se dijo que Benítez fue ultimado al intentar guarecerse en el galpón contiguo, que los rodados podían haber sido tres y que los atacantes conocían el lugar porque se movían con mucha seguridad; de acuerdo con lo que informó la policía, el hecho pudo ser un ajuste de cuentas contra Maidana, por su acción en Florida y sus declaraciones incriminatorias ante la Cámara Federal en lo Penal, que motivaron la condena de Luisa Veloso dos años atrás.
Ni bien los terroristas desaparecieron, los encargados del local dieron aviso a las comisarías regionales y a los pocos minutos se hicieron presentes varios patrulleros con personal fuertemente armado, los primeros pertenecientes al destacamento caminero que se encontraba a escasos 600 metros del lugar. Las pesquisas no arrojarían ningún resultado.
Los efectivos abatidos fueron inhumados la mañana del miércoles 7 de marzo, luego de ser velados por separado, Maidana a dos cuadras de su domicilio, en la casa mortuoria ubicada en Ruta 197 y parada El Colmenar, localidad de Pablo Nogués; Contreras en el cuartel de Bomberos Voluntarios de José C. Paz y Benítez en su humilde vivienda de Sarmiento 559, Billinghurst, la cual se hallaba aún sin terminar.
Testigos de los hechos dialogan con la prensa
(Fotografía: "La Razón")
Los tres eran casados y sostén de familia, el primero con Andrea Luque, con quien tuvo siete hijos, todos menores de edad, cinco de ellos en plena etapa escolar (Elba de 17 años, Luis Argentino de 15, Osvaldo Jesús de 14, Andrea Fabiana de 6, Claudia Viviana de 4 y Karina de 2), el segundo con Rosa Valle, padres de Gladys (20 años) y Norma (19), recientemente casadas y el último con Romina Montoya, progenitores de Guillermina (18), Tomasa (16) y Omar (15)5.
Maidana y Contreras fueron sepultados en el cementerio de San Miguel y Benítez en el de San Martín, en tanto los heridos Andrade y Almirón, convalecían en el Hospital Municipal de San Miguel, hacia donde habían sido evacuados minutos después del tiroteo.
La Presidencia de la Nación envió sendos telegramas junto con las correspondientes coronas de flores y estuvo presente en la persona del jefe de la Policía Bonaerense, coronel Eduardo Aníbal Nava, quien se acercó a ofrecer sus condolencias a los deudos.
Dos días antes, el domingo 4 de marzo, cuando los relojes señalaban las 15:00 horas, efectivos de la IV Unidad Regional de Policía de Mar del Plata allanaron un chalet en la calle Matías Strobel 4301, esquina Blas Parera, pleno Parque Luro y detuvieron a varias personas vinculadas con las FAR. Se trataba de Jesús María Aguinagale (nombre de guerra “Mario” o “Gordo”), estudiante de derecho soltero, nacido el 28 de julio de 1952; Daniel Roque Armengol (nombre de guerra “Roque”), nacido el 16 de abril de 1942, ex estudiante de Humanidades de la Universidad de La Plata; Osvaldo Alfredo Lenti (nombre de guerra “Rogelio”), nacido el 12 de enero de 1945; María Cristina Bonfiglio de Armengol (nombre de guerra “Inés”), nacida el 21 de septiembre de 1945, esposa de Daniel y profesora de Historia; Beatriz Mariana Quiroga de Porfirio (nombres de guerra “María Celia Castelao”, “Emilia” o “Negra”), nacida el 5 de agosto de 1940, docente; Jorge Santiago Criado, estudiante de tercer año de Derecho, nacido el 1 de octubre de 1949, Vicente José Volpe, militante del Frente de Izquierda Popular, nacido el 18 de abril de 1946 y Jesús Arguinandanti, a quienes se le secuestró documentación y armamento que los implicaba seriamente en una serie de atentados recientes, entre los que destacaban la muerte del general Juan Carlos Sánchez en Rosario, el asalto a la sucursal del Banco de la provincia de Buenos Aires de Av. Luro y San Juan, Mar del Plata (30 de agosto de 1972); el atentado explosivo contra el Círculo de Oficiales Retirados de la Armada, ubicado en Alvear 2472; el asalto al Consulado Uruguayo (15 de septiembre del mismo año), de donde sustrajeron las armas del personal de seguridad; los asaltos a los serenos de la empresa Obras Sanitarias de la Nación, sección Plaza Mitre, un mes después; el ataque al Hotel Sheraton en Buenos Aires, el 16 de octubre de 1972; el de la pileta cubierta municipal el día de la inauguración de la temporada veraniega, la Compañía Sudamericana SRL, cuyas oficinas se encontraban en San Martín 3536 (19 de diciembre) y al Registro Nacional de las Personas del sector portuario (9 de febrero de 1973); el atentado contra el Hotel Antártida, sito en Av. Luro y Boulevard Marítimo (16 de agosto de 1972) y el incendio del depósito de papel del diario “El Día” de La Plata. 
El armamento confiscado consistía en una pistola-ametralladora UZI, calibre 9 mm (número de serie era 0972), con la inscripción “Policía de la Provincia de Buenos Aires”, evidentemente capturada a un efectivo durante un asalto; un cargador con 32 cartuchos correspondiente a la misma; una pistola Browning, calibre 9 mm con la misma inscripción (número de serie 06198); dos pistolas DGFM A-P del Ejército Argentino, calibre 11,25, una de ellas con el número de serie 103.233 y la otra con el 117 pintado en blanco en su culata, además de sus respectivos cargadores (números de serie 44730 y 24918); un tercer cargador 11,25 mm con el número borrado, otra DGFM A-P de la Policía de la Provincia de Buenos Aires; cuatro revólveres Rubí, calibre 32; una escopeta calibre 16 con el caño recortado, veintiséis cajas de 50 balas calibre 11,25, varias más de distinta medida, explosivos y frascos de gelinita. 
El submarino "Santiago del Estero" ingresa a la Base Naval
Al fondo las instalaciones del Mar del Plata Golf Club, objetivos
ambos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en marzo de 1973
(Fotografía: "La Nación")
A través de la documentación incautada, la policía pudo determinar que el grupo tenía planeado una serie de atentados para el día de las elecciones, 11 de marzo de 1973, destinados a boicotear el escrutinio y generar el caos. El primero de ellos estaba destinado a hundir el submarino “Santiago del Estero”, surto en la Base Naval de Mar del Plata, contigua a Playa Grande, el segundo, a volar los elevadores de grano y los depósitos de cpmbustible del puerto, las instalaciones del cercano Mar del Plata Golf Club y la Prefectura Naval, y los restantes a copar la comisaría 1ª de Necochea y asaltar un banco en esa misma ciudad6.
Entre la documentación secuestrada, la policía halló cédulas de identidad falsas, libretas de enrolamiento, libretas cívicas, planos, mapas y croquis de los blancos, entre ellos, la Base Naval y el Mar del Plata Golf Club, ubicado barranca arriba, calle por medio con la unidad militar. 
La operación, denominada “Corina”, consistía en una aproximación nocturna al sumergible a cargo de tres hombres ranas provenientes de Buenos Aires, quienes debían colocar un poderoso artefacto explosivo bajo su casco, para provocar su hundimiento. Al mismo tiempo, iban a estallar numerosas cargas en el cercano club de golf y un grupo comando ocuparía la dependencia policial de Necochea para apoderarse de sus armas. 
El ARA “Santiago del Estero” (S-22) era un submarino clase Balao con modernización Gupy IA, que servía en la Armada Argentina desde 1971, cuando reemplazó al viejo S-12 del mismo nombre, aquel que en octubre de 1966 llevó a cabo un desembarco nocturno en una playa desierta de Malvinas, ubicada entre Bahía Agradable y el seno Choiseaul7.
Botado en los Estados Unidos en 1945, sirvió en la Marina de ese país hasta su adquisición; desplazaba de1550 toneladas en superficie y 2460 sumergido, disponía de cuatro motores diésel General Motors de 1350 hp (1010 kW), 16 cilindros, dos motores eléctricos General Electric de 1370 hp (1020 kW), dos ejes e igual número de baterías de almacenamiento. Su velocidad máxima era de 20,25 nudos en superficie y 8,75 en inmersión y contaba con un armamento consistente en diez tubos lanzatorpedos de 24, un cañón de cubierta calibre 127, un antiaéreo de 40 y otro de 20, más dos ametralladoras 12,7.
Su destrucción hubiera constituido un duro golpe para al gobierno, similar al que Montoneros llevaría a cabo contra el destructor "Santísima Trinidad”, dos años después, mostrando su vulnerabilidad.
Para ello, el grupo había realizado un minucioso estudio del terreno, bosquejando rutas de acceso, elaborando croquis y realizando prácticas de aproximación en inmersión, una actividad que les llevó cerca de cuatro meses, en los cuales los tres hombres-rana efectuaron maniobras utilizando un gomón.
Las autoridades lograron aprender a uno de ellos, Alfredo Ruscio (los otros dos escaparon, al igual que su esposa), hallando en su poder un traje de buceo completo, una carcasa y explosivos de alto poder.
Trasladado a la dependencia policial, el imputado confesó que tenían todo listo para el día 11 y que solo faltaban las órdenes de sus superiores para poner en marcha la operación.
Eso motivó la puesta en marcha de un riguroso dispositivo de seguridad que abarcó buena parte de la ciudad, en especial, el sector militar, el puerto, las comisarías, los clubes Mar del Plata Golf, Náutico y Yacht y otros puntos, entre ellos la torre medieval de Obras Sanitarias y el Regimiento Camet.  
Por la misma época, cuando la Argentina reforzaba su Primera División de Destructores, incorporando al ARA “Py” (D-27), un grupo de diez subversivos, entre los que se encontraba una mujer, irrumpió violentamente en el complejo industrial que la empresa Bunge y Born tenía en Barranqueras, provincia de Chaco y después de inmovilizar al personal de guardia y varios camioneros que en esos momentos descargaban fardeles de algodón, cortaron las líneas telefónicas y procedieron a instalar cargas explosivas y bombas incendiarias en diferentes puntos de la planta, en especial el sector correspondiente a la administración, al tiempo que pegaban en los camiones carteles con la leyenda “zona minada”, firmados por la organización Montoneros. 
Antes de retirarse, hicieron detonar los explosivos, generando un incendio de proporciones que consumió buena parte de las oficinas, casi todo el mobiliario y toneladas de fardos, que ardieron durante horas. 
Efectivos de la Gendarmería Nacional, se hicieron presentes inmediatamente después, para desactivar otros artefactos y retirar bidones con nafta que no habían llegado a encenderse. 
En Rosario, explotaron cinco bombas, matando a una persona y provocando serios daños en el Palacio de Tribunales, donde los empleados se hallaban de huelga por reclamos salariales y viviendas particulares.
La primera de ellas detonó en una ventana situada a metros de la esquina formada por Montevideo y Balcarce, ocasionando daños en la mampostería y los cristales, tanto del inmueble como en fincas vecinas. La segunda lo hizo en la vivienda  de Osvaldo Rodenas, candidato a diputado nacional del FREJULI y secretario del Club Atlérico Rosario Central, sita en Valparaíso 1268; la tercera en el domicilio del apoderado del Partido Justicialista, José Carlos Constanzo, calle Santiago 914 y una cuarta en lo del hijo del Dr. Carlos Silvestre Begnis, Tucumán 2300, candidato a gobernador de la provincia de Santa Fe por el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), aliado del peronismo.
El hecho más sangriento tuvo lugar en el inmueble ubicado en Rodríguez 922, morada del Dr. Rubén Contesti, también candidato a diputado nacional por el FREJULI y secretario del Dr. Luis Sobrino Aranda, interventor provincial del MID.
En esa ocasión, la señora Orlanda Trissi de Contesti, de 57 años de edad, se encontraba en la cocina, preparando el desayuno para su hijo Guillermo, que se disponía a partir hacia su trabajo en la Secretaría de Estado de Obras Públicas, donde también se desempeñaba su esposo, Emilio Baltazar Contesti, cuando a las 5:20 a.m., escuchó sonar el timbre.
Extrañada por la hora, se dirigió a atender y al comprobar por la mirilla que no había nadie, abrió la puerta, pensando, seguramente, que el correo le habrían dejado un sobre o alguna encomienda. Se produjo entonces un violento estallido que la alcanzó de lleno, destrozándole las piernas y el abdomen. 
El cuerpo de la señora Contesti quedó tirado entre vidrios y escombros y allí la encontraron sus hijos Rubén y Guillermo, este último profesor de la Escuela de Cabotaje Fluvial de Rosario, cuando llegaron a la carrera. Sin perder tiempo, cargaron con ella y la trasladaron al centro de asistencia más cercano, pero los intentos que se hicieron por salvarla fueron vanos porque falleció a escasos minutos de ingresar. Había perdido abundante sangre. 
El Frente Justicialista de Liberación, así como el MID y otras agrupaciones políticas se sumaron al repudio que personalidades y entidades de bien elevaron al conocer la noticia.
En horas del mediodía, la Jefatura de Policía de Rosario emitió un comunicado a través de su oficina de prensa, informando sobre los atentados y señalando sobre el final que se trataba de una acción coordinada y sistemática de la subversión.

El 14 de marzo, por la mañana, estalló otro poderoso explosivo en la librería de la conocida editorial Depalma S. A., ubicada en Talcahuano 487, a metros del Palacio de Tribunales, frente al Juzgado de Trabajo de la Capital Federal. La descarga destruyó completamente las instalaciones, así como el comercio lindero que la misma firma tenía al 485 de la mencionada arteria y los vidrios del restaurant que funcionaba pegado a éste.
Estado en el que quedó la librería Depalma luego del estallido (Fotografía: "La Prensa") 

El mismo día, por la noche, una comisión policial llegó hasta el criadero de aves que el padre de Mariano Pujadas, uno de los subversivos abatidos en Trelew, tenía en Río Ceballos, provincia de Córdoba. La misma fue tiroteada por desconocidos que se encontraban agazapados en el interior de la vivienda principal, resultando heridos el comisario Venancio Mario Lujan y los agentes Carlos Brizuela y René Álvarez, quienes llegaron acompañados por otros dos efectivos, para determinar el tipo de actividades que se desarrollaban allí. 
También resultó alcanzado el menor, Antonio Guillermo Boeri de 16 años, que les había franqueado el paso, sin poder determinarse la suerte de los atacantes, que se hallaban encabezados por José Pujadas, hermano del subversivo batido y Enrique Gorriarán Merlo, uno de los máximos cabecillas del ERP. 
Los hechos se sucedieron de manera vertiginosa. 
Una vez dentro de la propiedad, encontrándose Luján y sus hombres a 15 metros de la vivienda, después de sortear los extensos galpones de crianza, ubicados delante de ella, la puerta se abrió repentinamente y apareció José Pujadas, para preguntarles que deseaban. Cuando el comisario le respondió que necesitaban hacerle unas preguntas, salió detrás Gorriarán Merlo, provisto de un fusil FAL y sin mediar más palabra abrió fuego, alcanzando a los tres representantes del orden y al joven Boeri, quienes cayeron al suelo o intentaron ponerse a cubierto. 
Del interior de la vivienda, emergieron a todo correr unas 25 personas, las cuales se dispersaron en diversas direcciones, perdiéndose en la noche. Las unidades móviles que llegaron para socorrer a los heridos, lograron secuestrar una pistola calibre 11,25, sustraída recientemente a un agente abatido en la capital provincial y documentos que permitieron determinar donde se reunían los mandos del ERP y los Montoneros que, al parecer, estaban operando juntos. 
Volviendo a Mar del Plata, entidades que nucleaban a abogados de esa ciudad informaron haber descubierto en el barrio Camet, muy cerca de las vías del Ferrocarril Roca y la Ruta Nacional Nº 2, una casa, propiedad de la Asociación Cooperadora de la Brigada de Investigaciones local donde, al parecer, se torturaba a detenidos políticos. 
El primero en hacer referencia a esos hechos fue el secretario de la Asociación Obrera Minera Argentina, quien según su relato, había sido conducido hasta la propiedad, con los ojos vendados, a bordo de un automóvil particular. Una comisión, encabezada por el juez en lo penal, Dr. Hermenegildo Adolfo Martijena y el senador electo Carlos Enrique Elizagaray, se apersonó en el lugar para constatar la denuncia, comprobando la existencia de elementos probatorios como esposas para sujetar las manos, agarraderas, sogas, implementos eléctricos y otros objetos. En un galón contiguo, se encontraron capuchas.
El día 19, a menos de 24 horas de conocerse el fallo que condenó a prisión perpetua a los asesinos de Oberdan Sallustro, nueve desconocidos que se desplazaban en un Ford Falcon y una pick up, se detuvieron frente al destacamento policial Nº 2, ubicado bajo la Avenida Gral. Paz, en su intersección con Av. Cabildo y su continuación, Av. Maipú, y tras reducir al sargento a cargo y el agente de servicio, se apoderaron de sus armas, entre ellas una ametralladora Halcón. Casi al mismo tiempo, rociaron el lugar con nafta y lanzaron una bomba “molotov”, desencadenando un incendio de proporciones, todo a la vista de los transeúntes y el numeroso tránsito que en esos momentos circulaba por las mencionadas arterias (eran 8 a.m.). 
Destacamento policial de Puente Saavedra después del ataque
(Fotografía: "La Razón")
Como en tantas ocasiones, los atacantes se retiraron presurosamente, no sin antes dejar consignas que los vinculaban al ERP-22 de Agosto. La acción se desarrolló en pocos minutos. Los desconocidos estacionaron frente al puesto policial y corrieron hacia él; ingresaron apuntando con sus armas a los representantes del orden, golpearon al sargento Juan Carlos del Pino y amenazaron al agente Vento, obligando a ambos a arrojarse al suelo. Consumado el ataque, regresaron a sus vehículos (la pick-up lucía en su puerta derecha la palabra “Carolina”) y escaparon por la General Paz mientras varios transeúntes y automovilistas corrían a socorrer a los policías8
Una semana después, pasado el mediodía del 25 de marzo, un grupo comando del ERP integrado por 15 efectivos, irrumpió en la Central Termonuclear de Atucha, ubicada en las afueras de Lima, provincia de Buenos Aires, arrojando granadas de mano y efectuando disparos. 
Los desconocidos se dirigieron directamente al destacamento de Caballería de la policía provincial, encargado de la vigilancia y sin dar tiempo, redujeron a los custodios y al personal de la planta, en tanto una media docena de ellos corrió hasta la torre en la que flameaba la bandera nacional, para reemplazarla por la insignia de la agrupación. 
Al mismo tiempo, fueron dominados los puestos de vigilancia interna y la entrada principal, así como las garitas, el viejo acceso y las grandes puertas del reactor. 
Siguiendo la costumbre, procedieron a pintar leyendas contra las autoridades de la Central y una vez consumada la acción, se alejaron por el camino que conduce a la Ruta 9, llevándose consigo ametralladoras y pistolas pertenecientes al destacamento de guardia. 
Cuando se habían alejado unos 300 metros, sus vehículos (una pick-up Ford gris y un Peugeot blanco) fueron interceptados por un jeep de la Comisión Nacional de Energía Atómica, en el que viajaban dos representantes del orden, entablándose un nutrido tiroteo (empleados de la planta habían alertado a las autoridades). 
En el intercambio de disparos, cayeron heridos el suboficial principal Pascual Sotelo, jefe del destacamento y el agente Gabriel Fernández, que recibió un disparo en el pecho. 
Alertadas otras dependencias, entre ellas la subcomisaría de Lima, la comisaría de Zárate y la Unidad Regional de Tigre, llegaron al lugar varias dotaciones aunque para entonces, los insurgentes habían desaparecido. Una ambulancia se hizo presente inmediatamente después, para evacuar a los heridos, los cuales fueron derivados a la Clínica Privada Central de Zárate, donde quedaron internados, fuera de peligro. 
Se dispuso inmediatamente un amplio operativo cerrojo tendiente a cortar las vías de escape y desde La Plata, fue ordenado el envío de dos aviones y un helicóptero, para dar con ellos. 
Por este portón ingresaron los guerrilleros
a la Central Termonuclear de Atucha
(Fotografía: "La Nación")
Como resultado del ataque, la guardia de la Central quedó prácticamente destruida y varias paredes lucían, leyendas con las siglas de la agrupación y consignas tales como “Por la unidad de las fuerzas del pueblo”, que fueron registradas, posteriormente, por la prensa. 
Esa noche, en Villa Diamante, más precisamente en Warnes, entre Osorio y Murgiondo, un grupo extremistas se enfrentó a dos efectivos de policía, hiriendo de gravedad a uno, el agente Epifanio Espinosa, quien intentó pedir auxilio en la cercana comisaría cuando los atacantes redujeron al cabo Rodolfo Guevara. 
El domingo 25 de marzo, la policía de Tucumán desactivó un poderoso explosivo que manos anónimas colocaron en el Aeropuerto Benjamín Matienzo, evacuando previamente a todo el personal y los pasajeros que aguardaban en el hall central (la bomba fue detonada en el Parque 9 de Julio, probándose su alto poder destructivo). 
Al día siguiente, en horas de la madrugada (05:40), dos automóviles y una pick-up, descendieron hacia la Isla Maciel por el puente “Nicolás Avellaneda” y ina vez al otro lado del Riachuelo, doblaron hacia el sector portuario. 
La camioneta, con sus siete personas a bordo, se dirigió hacia la playa de cargas del Ferrocarril Gral. Urquiza y se detuvo frente a la casilla de vigilancia, una edificación sencilla, con dos entradas e igual número de ambientes, iluminada en esos momentos por tres o cuatro faroles. De manera inmediata, sus ocupantes saltaron a tierra, entre ellos una mujer de cabellos castaños y esgrimiendo fusiles y ametralladoras, irrumpieron en su interior, dominando al único efectivo que se encontraba en el lugar, el agente Andrés Torchen, a quien golpearon cuando amagó desenfundar su arma. 
Los atacantes obligaron al efectivo a arrojarse al suelo y lo despojaron de su pistola 11,25, para apagar inmediatamente los focos de la entrada y desconectar el teléfono. 
Su principal preocupación parecía ser el personal que trabajaba en el área administrativa y los aparatos de comunicación, a los cuales pretendían neutralizar. Cuando constataron que no había ninguno más, le ordenaron a Torchen que se pusiera de pie y los condujera a donde se encontraban los operarios que iniciaban su turno a las 06:00. 
Era noche cerrada aun cuando los subversivos les apuntaron con sus armas y les indicaron ponerse cuerpo a tierra. Los cinco trabajadores obedecieron automáticamente y allí se encontraban, con las manos en la nuca, cuando los extremistas incendiaron la casilla y el patrullero Torino Nº 403, propiedad de la policía caminera que custodiaba el puente Avellaneda (su patente finalizaba en 115 y se hallaba cubierto por una lona), arrojándoles bombas “molotov”. Mientras tanto, en el frigorífico Anglo CIABASA, distante a unos 40 metros del lugar, se sucedían hechos similares. 
Cinco extremistas, uno de los cuales también era mujer, corrieron hasta la casilla de vigilancia que guardaba el acceso e inmovilizaron a los dos policías adicionales que la preservaban, arrebatándoles sus pistolas 9 mm y sus gorras. Inmediatamente después, inutilizaron el teléfono, pintaron leyendas alusivas al ERP-22 de Agosto y arrojaron volantes entre los camiones que aguardaban para efectuar la carga. 
Finalizada la acción, corrieron hasta el playón de ferrocarril y una vez allí, treparon a los vehículos en los que habían llegado, para huir a toda prisa hacia la Capital Federal. 
Cuando los atacantes se retiraron, se dio la alarma, acudiendo al lugar dos patrulleros y un vehículo de bomberos perteneciente al cuartel de la Isla Maciel. Los volantes, que los subversivos lanzaron, conminaban al gobierno de Cámpora a cumplir el programa prometido durante la campaña y amenazaban a la dirigencia sindical, encabezada por José Ignacio Rucci, acusándola de traidora y de traidores y de entorpecer la justicia popular. 
La policía junto al puesto de vigilancia
y el patrullero incendiados en el puerto
(Fotografía: "La Razón")

La madrugada del 28 de marzo se produjo una alarma en el penal de Rawson, cuando personal de guardia ubicado en el sector posterior de la unidad, abrió fuego al percibir movimientos extraños. Con motivo de las versiones que echaron a correr ese mismo día, el Ministerio del Interior salió al cruce, intentando llevar calma a la población. Según el comunicado que se emitió en horas de la tarde, ningún hecho anormal se había producido y todo se debió a la confusión que movió a uno de los centinelas a efectuar disparos de advertencia.

Con referencia a versiones acerca de incidentes en el penal de la ciudad de Rawson, el Ministerio del Interior informa que, en conocimiento de las mismas, el ministro del Interior, doctor Arturo Mor Roig, se comunicó telefónicamente en el día de la fecha con el señor gobernador de la provincia de Chubut, quien le informó que no existió ningún hecho como el comentado. Todo se debió a una confusión  de uno de los centinelas que creyó observar movimientos sospechosos, haciendo [los] disparos de advertencia correspondientes. Posteriormente se comprobó que no hubo tal anormalidad.
Sin embargo, la información era falsa. 
Al día siguiente, jueves 29, los medios de prensa confirmaron que el hecho realmente había existido cuando entre la 1 y las 5 a.m. del 28, efectivos de la Unidad 6 en la que se encontraban alojados cerca de 200 subversivos, abrieron fuego contra desconocidos que se acercaban amenazadoramente al perímetro de la base. 
Así lo informó el coronel Oscar Norberto Calvo, jefe del área 536, desmintiendo el comunicado del Ministerio del Interior. 
Según indicó el alto jefe militar, en las primeras horas del día anterior, “…intrusos no identificados trataron de forzar el cordón de centinelas que rodea el Instituto de Seguridad y Resocialización, Unidad 6, causa por la cual la tropa del Ejército abrió el fuego con armas automáticas. Los intentos fueron varios y se produjeron entre la 1 y las 5 horas. No se produjeron bajas, comprobándose posteriormente, por las huellas que los intrusos habían huido en dirección noroeste”
El comandante del V Cuerpo de Ejército, general Raúl Calcagno, confirmó desde Bahía Blanca, que el hecho había tenido lugar y que los centinelas habían abierto fuego al advertir la presencia de individuos sospechosos que pugnaban por ingresar a la unidad. 
En Saldán, provincia de Córdoba, se suscitó otro hecho de violencia cuando un pelotón de entre 9 y 10 personas no mayores de 18 años, se apoderó de la Municipalidad y el Registro Civil de la localidad. 
Demostrando una audacia y decisión fuera de lo común en personas tan jóvenes, los atacantes ingresaron en ambas dependencias (2 horas p.m.), al oeste de la localidad y dominaron al personal. Seis de ellos, a quienes dirigía una jovencita, se encaminaron a la sede de la intendencia esgrimiendo pistolas calibre 11,25 y forzaron a los empleados Irene de Andrada y Marcos Galleano, a dirigirse a uno de los baños de la repartición, junto a la media docena de personas que en esos momentos realizaban trámites, encerrándolos bajo llave. 
Municipalidad de Saldán, provincia de Córdoba
(Fotografía: "La Nación")
Lo mismo ocurrió en el Registro Civil, donde los insurgentes efectuaron un minucioso registro del mobiliario, apoderándose de los sellos, documentación, libretas de familia y cédulas de identidad en blanco, así como otros objetos, para retirarse luego de siete minutos de operativo, pintando leyendas alusivas a las FAR, en las que conminaban a la ciudadanía a votar por el FREJULI en la segunda vueltas9
Los subversivos abordaron los tres rodados en los que se movilizaban, un Fiat 128 y dos Chevrolet y se alejaron hacia Villa Allende, a gran velocidad. Ocurrió que en ese momento, Antonio Djanikian, un efectivo de policía que atinaba a pasar por el lugar, se percató de los movimientos y se aproximó para ver que sucedía. Entonces, desde el interior de los automotores partieron varios disparos, uno de los cuales le dio de lleno en la pierna derecha, sin embargo, el agente pudo extraer su arma reglamentaria y desde el pavimento, tiró cinco veces, haciendo estallar un neumático trasero del último Chevrolet. 
Los terroristas lograron escapar, abandonando el rodado en pleno descampado, para continuar en los otros dos.

El viernes 30 de marzo a las 11:05 a.m., un violento estallido sacudió hasta los cimientos la ciclópea estructura del Edificio Libertad, sede del Comando en Jefe de la Armada Argentina.
Cuando el personal de seguridad llegó al primer piso, seguido por oficiales y dependientes, una densa humareda emergía del baño contiguo al hall de ascensores, cubriendo el pasillo casi por completo. Al momento de producirse la explosión, se celebraba en el 9º piso un convite de despedida a los soldados conscriptos dados de baja ese mismo día, razón por la cual, la concurrencia en esos momentos, era más numerosa que de costumbre.
Una primera inspección, pudo determinar que dentro del sanitario yacía un cuerpo completamente destrozado, al que solo le quedaban las piernas y que había escombros por todas partes.
Sin perder tiempo, las autoridades dispusieron medidas de seguridad especiales, reforzando la guardia y prohibiendo la circulación de personas, en especial la entrada y salida al edificio, el cual quedó prácticamente cercado. Cuando los periodistas acreditados intentaron ingresar para obtener información, se les indicó que debían aguardar afuera hasta nueva orden, en especial a reporteros gráficos y camarógrafos.
Había mucha conmoción en esos momentos, con gente agolpada en el hall central, más los allegados de quienes trabajaban en el lugar, ansiosos todos por obtener información. 
Soldados fuertemente armados montaban guardia en accesos y escalinatas y más allá, personal militar en ropa de fajina iba y venía, algunos impartiendo directivas y los más dirigiéndose a cumplirlas.
Veinte minutos después, se hizo presente personal de la Brigada de Explosivos de la Policía Federal y una dotación de bomberos, los cuales se dirigieron directamente al primer piso para sofocar las llamas y desactivar posibles explosivos.
La bomba había estallado en el baño que utilizaban los conscriptos, próximo a la oficina del Correo Naval, provocando serios destrozos. Restos humanos yacían esparcidos por todas partes y un gran charco de sangre cubría el piso, las paredes e incluso parte del techo.
El artefacto destrozó casi todo el servicio sanitario, arrancó tabiques y puertas, arruinó los armarios metálicos e hizo añicos los vidrios, dejando al descubierto vigas y caños, además de provocar el desprendimiento de parte de la mampostería. Al producir el derrumbe de la pared divisoria también dañó la contigua oficina postal.
Efectivos policiales y navales emprendieron una intensa búsqueda intentando hallar más explosivos, así como pruebas que pudiesen encaminar la inminente investigación, en tanto marinos de diversa extracción se hacían presentes en el área, para ponerse a disposición de la superioridad.
Las líneas telefónicas se saturaron con los llamados de quienes deseaban averiguar lo ocurrido y familiares de los conscriptos se apersonaron en las escalinatas exteriores para averiguar por sus seres queridos.
El baño de la primera planta del Edificio Libertad (reservado a los conscriptos)
y la oficina del Correo naval completamente destruidos por el estallido
(Fotogrtafía: "La Prensa")

Entre los heridos por la explosión se encontraba el capitán de corbeta (RS) Bernardino Mena, encargado del servicio de correo, quien voló varios metros por el aire, impulsado por la onda expansiva; había varios contusos por causa de la argamasa desprendida, entre ellos una señora que para más, sufrió una crisis de nervios, la cual debió ser evacuada por personal de vigilancia. Fueron atendidos por el personal médico y una vez constatado que sus casos no revestían gravedad, enviados de regreso a sus domicilios.
Los peritos de la Brigada de Explosivos llegaron a la conclusión de que la bomba no disponía de carcasa metálica porque no había señales de esquirlas, deducción que pareció confirmar la versión del personal de Correo, cuando manifestó no haber sentido ningún olor extraño después del estallido. Eso llevó a suponer que pudo tratarse de una mezcla a base de gelamón preparada como trampa cazabobos para detonar en caso de ser removida o simplemente tanteada.
Una vez impuesto del hecho, el presidente de la Nación, teniente general Alejandro Agustín Lanusse, se hizo presente en el lugar, acompañado por su edecán militar, el teniente coronel Raúl E. Di Pasquo.
El mandatario, que al momento de ser informado se encontraba reunido con el alto mando del Ejército, abandonó la Casa de Gobierno (13:25) y quince minutos después, fue recibido por el titular de la Armada, almirante Carlos G. N. Coda, el vicealmirante Eugenio Fuenterosa y el capitán de corbeta Otto Krapf, integrantes del Estado Mayor General Naval. Escoltados por ellos, Lanusse y Di Pasquo subieron hasta el primer nivel y verificaron personalmente los daños provocados por la explosión, pasando luego al 13º piso, donde el primero mantuvo una reunión a puertas cerradas con Coda y Fuenterosa.
A las 14:30, el capitán de navío Pedro H. Dimenna, jefe de prensa del Comando en Jefe, entregó a los periodistas el comunicado Nº 5 que textualmente decía: 

En el día de la fecha, siendo aproximadamente las 11.5 horas explotó un artefacto por manos anónimas en un local del edificio del Comando en jefe de la Armada, destinado al baño de conscriptos. Hasta el momento no se puede apreciar el número de heridos o de muertos, constatándose que por lo menos una persona aún no identificada, ha sido destrozada y varios hombres y mujeres afectados por la onda explosiva.
Para que la ciudadanía en general comprenda la mentalidad asesina  e irresponsable que puede provocar hechos como el presente se comunica:
Que en el citado edificio, aparte del personal militar, trabajan alrededor de 2000 civiles.
En la oportunidad se encontraban en el edificio todos los conscriptos recién incorporados y los que en el día iban a ser licenciados.
Que a este edificio concurren diariamente unos 800 civiles, hombres y mujeres, entre los que se encuentran profesores, universitarios, estudiantes, proveedores, técnicos, periodistas, deportistas, etcétera, a los distintos servicios públicos que en el mismo se prestan.
Que una bomba colocada en un lugar de gran tránsito como el citado, es ciega y puede matar o herir a cualquiera que se halle próximo y por ello es un indicativo claro de la criminalidad enfermiza de quienes realizan hechos como el presente.
En el momento en que el país todo se apresta a iniciar una nueva etapa, y en el que una gran mayoría del pueblo aspira a que la paz y la concordia reine entre los argentinos cuando la Armada siguiendo su conocida tradición ha reafirmado su clara postura democrática y lo ha manifestado claramente en su comunicado del día 8 de febrero, reiterado con fecha 20 de marzo, hechos como el de hoy y todos los que a diario planean sórdidos y alienados elementos subversivos, marcan una clara división entre argentinos y enemigos de la nación.

Dos horas después se supo que la víctima fatal era el conscripto clase 51 Julio César Provenzano, ex alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, adscripto a la oficina del Correo Naval, quien ese mismo día fuera dado de baja junto a varios compañeros.
 A las 17:45, la Armada hizo un nuevo anuncio (comunicado Nº 6), confirmando la identidad del occiso:

Ampliando los términos del comunicado el día de la fecha, la Armada Argentina lamenta hacer conocer a la opinión pública que a raíz de la explosión de una bomba colocada en un baño destinado a conscriptos, falleció el ciudadano Julio César Provenzano.
La víctima de la subversión  era un conscripto estudiante universitario que en el día de la fecha había cumplido su servicio militar y se aprestaba reincorporarse a su hogar.
La sola mención de la víctima lograda por el incalificable atentado cataloga a sus autores y los identifica ante el juicio del pueblo entre los pertenecientes a la minoría que pretende tomar el poder por la vía de la violencia para instaurar un sistema totalitario.
Se realiza la investigación correspondiente colaborando en la misma la Brigada de Explosivos de la Policía Federal.

Casi desde el primer momento, llegaron a manos del almirante Coda las primeras muestras de solidaridad, entre ellas la de la Asociación Coordinadora de las Instituciones Empresariales Libres, firmada por su titular, Ricardo Grether (h).

Esta Asociación repudia el atentado del que fue objeto ese comando, que conmueve e indigna a todos los ciudadanos que anhelan para la República un presente y, sobre todo, un futuro de paz.
Los argentinos debemos unirnos hoy más que nunca en la defensa de los principios básicos de convivencia que nos rigen y hacer un frente común contra quienes pretenden quebrantar el orden y crear el caos.

Verdadero estupor causó en la Armada la noticia de que el mismo Provenzano había colocado el explosivo y que éste le estalló en las manos cuando lo manipulaba. El ex conscripto pertenecía al Ejército Revolucionario del Pueblo y como tal, venía haciendo inteligencia, para llevar a cabo un atentado de envergadura.
“Estrella Roja” se ocupó de él en su edición Nº 29, aparecida el 28 de enero de 1974, en un artículo titulado “¿Quién Fue Julio César Provenzano?”, donde reconocía abiertamente que el explosivo que se había intentado colocar era un artefacto de alto poder destructivo.
Comenzaba diciendo la nota: “El Ejército Revolucionario del Pueblo ha encarado la publicación de un Boletín para los soldados de las FF.AA. contrarrevolucionarias, hijos del pueblo obligados a vestir el uniforme enemigo y a usar contra sus hermanos las armas que el mismo pueblo paga con su trabajo, razón por la cual, ellos están llamados a desempeñar un papel de gran importancia en la Guerra Revolucionaria que se desarrolla en nuestra patria. Del Nº 1 de este Boletín, reproducimos algunas partes”11.
Y sigue a continuación:

El viernes 30 de marzo de 1913, a las 11 de la mañana, Julio César Provenzano, combatiente del ERP y circunstancialmente soldado conscripto de la marina, penetró en el edificio del Comando en Jefe de la Marina contrarrevolucionaria, con la misión de colocar una potente bomba en el ascensor cercano a la oficina de Guido Natal Coda, Comandante en jefe de la Armada.  Desgraciadamente al ir a preparar el artefacto para su posterior colocación final, la bomba le explotó en las manos por razones que desconocemos.  Así, el compañero julio César Provenzano ofrendó su joven vida a los intereses de la revolución socialista, sumando su nombre a las decenas de héroes y mártires que están regando con su generosa sangre el camino de la GUERRA REVOLUCIONARIA, hacia la definitiva Liberación Nacional y Social de nuestra Patria y de nuestro Pueblo, hacia la Revolución Socialista Argentina.  Impulso a Julio realizarla misión que le costó la vida, el odio revolucionario que acumuló en sus dos años de servicio militar, a la aristocratizante y proimperialista oficialidad de la Marina, enemiga abierta de toda causa justa, popular, progresista.  Y sobre todo impulsó a julio su heroica acción, el conocimiento de la sangre fría y el odio contrarrevolucionario con que los altos jefes de la Marina se sumaron a la salvaje decisión de fusilar a los HEROES DE TRELEW. Por ello, por la memoria de los comba- tientes de TRELEW, PROVENZANO encaró esta acción. Su nombre, su decisión combativa, su amor al pueblo y a sus compañeros quedarán grabados en la memoria de su organización, el ERP, y de todos los explotados y oprimidos.  Hoy, en el primer número de nuestro boletín dirigido al SOLDADO ARGENTINO, queremos rendir este modesto homenaje al compañero JULlO CESAR PROVENZANO levantando su nombre como bandera y ejemplo para todos los hijos del pueblo que tienen que cumplir por la fuerza con el servicio militar que los explotadores nos imponen. Es por esto que nuestro boletín seguirá llevando el nombre de nuestro compañero JULIO.

COMPAÑERO JULIO: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!12

En la página siguiente, la revista traía un llamado al Soldado Argentino, invitándolo a desertar e incorporarse a sus filas para “luchar por el pueblo”, siguiendo los ejemplos de Provenzano y otros combatientes, convocatoria que apenas un puñado de ciudadanos bajo bandera respondió en los nueve años que duró la lucha. 




Imágenes

La ciudadanía se apresta a emitir su voto
(Fotografía: "La Razón")


Largas hileras en Barrio Norte
(Fotografía: "La Razón")


Lanusse emite su voto en Salguero 2969
(Fotografía: "La Razón")

Jorge Luis Borges y el cardenal Antonio Caggiano
coinciden en la misma mesa electoral
(Fotografía: "La Razón")



El brigadier Carlos Rey emite
su voto en Vicente López
(Fotografía: "La Razón")
En algunos centros de votación se presentaron inconvenientes que demoraron
la votación, como este de la Asociación Cultural Siria de Av. Rivadavia 5531
(Fotografía: "La Razón")

Un importante dispositivo de seguridad de montó el
día de la elección, lo mismo el lunes 12 de marzo
durante el recuento de los votos
(Fotografía: "La Razón")

Finalizado el escrutinio, las urnas son conducidas al
edificio del antiguo Concejo Deliberante de la capital
para su recuento
(Fotografía: "La Razón")

Las urnas ya se encuentran en el Tribunal Electoral
(Fotografía: "La Razón")

El Dr. Faustino Insaurralde (UCR) y Héctor Ricardo
Pereyra (FREJULI), miembros del Tribunal Electoral
dialogan con funcionario durante un alto en el recuento
(Fotografía: "La Razón")


El general Lanusse se dirije a la ciudadanía luego de la elección
A su lado, el ministro del Interior, Dr. Arturo Mor Roig
(Fotografía: "La Razón")

Una nutrida concurrencia se da cita frente a la sede del FREJULI
para celebrar el triunfo. La policía debe contener a los más exaltados
(Fotografía: "La Razón")

Velatorio del cabo Benítez en su humilde vivienda de Billinghurst (Fotografía: "La Razón")


En medio de la convulsión, el 1 de marzo de 1973 atracó en  Dársena Norte
el rompehielos ARA "General San Martín" luego de su campaña antártica
(Fotografía: "La Prensa")

La Base Naval de Mar del Plata, asiento del Comando de Fuerza de Submarinos
vista desde el cercano Golf Club

Mar del Plata Golf Club


Mar del Plata, la Torre del Agua
(Obras Sanitarias de la Nación)
Posible objetivo de las FAR


Frente de la librería Depalma completamente destruido
(Fotografía: "La Razón")


Señores Bustos y Salvatierra, dos de los empleados
portuarios reducidos por los extremistas
(Fotografía: "La Razón")
Jorge Almeida, intendente de Saldán, dialoga con
la prensa luego del ataque extremista
(Fotografía: "La Razón")


Extremas medidas de vigilancia tras el atentado en la sede del Comando Naval
(Fotografía: "La Prensa")

Otra vista del Comando de la Armada luego del atentado
(Fotografía: "La Prensa")


Una empleada herida es retirada del
Edificio Libertad por personal de seguridad
(Fotografía: "La Prensa")
Notas
1 Subversivo de origen español, nacido en 1946. Emigró con sus padres republicanos cuando era niño. Fue obrero metalúrgico y empleado del gremio de la carne, además de yesero. A los 15 años ingresó en la Federación Juvenil Comunista, iniciando su militancia. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Revolucionario en 1967 aunque dos años después, abandonó esa organización para incorporarse al ERP. Entre otras acciones, participó en el ataque al cuartel de Gonnet. Fue arrestado en numerosas oportunidades, una de ellas durante el frustrado intento de secuestro del teniente general Julio Alsogaray. Recluido en el Penal de villa Devoto, se fugó en 1972. En agosto de ese año, tomó parte en la operación destinada a facilitar la fuga del Penal de Rawson y secuestrar el avión que llevó a los evadidos a Chile. Exiliado en Cuba, regresó a nuestro país vía Checoslovaquia y España (enero de 1973), para reincorporarse al ERP.
2 Gangeme morirá en extrañas circunstancias diecisiete años después. Antiguo socio de Carlos Spadone, fundador de la empresa Virulana y asesor de Perón en materia de Mercado Común Europeo en 1969 (era uno de los propietarios de “La Razón”), fue asesinado de un disparo en la sien a poco de llegar a Trelew, donde residía (14 de mayo de 1999). Las autoridades descartaron el robo como móvil porque en su poder fue hallada su billetera con $1500, varios cheques y objetos de valor. Se había ganado muchos enemigos.  Trabajó un tiempo en “Jornada” de esa ciudad y luego fundó “El Informador Chubutense”.
3 “Operación Poniatowski”, El Ortiba (http://www.elortiba.org/notapas1506.html).
4Alberto Amato, “Un día de esperanza que se ahogó en polvo y sangre. El 11 de marzo de 1973 y el fin de la proscripción del peronismo” “Clarín”, sección Política, 12 de marzo de 2011.
5 Junto a ellos vivía su suegra, Tomasa de Robirosa.
6 El sector portuario y en especial los depósitos de combustible de YPF que allí se encuentran, fueron bombardeados por la Flota de Mar, durante la Revolución Libertadora, el 19 de septiembre de 1955.
7 Ver Alberto N. Manfredi (h), Malvinas. Guerra en el Atlántico Sur, “La lenta marcha de las negociaciones” 
(http://guerraaltlanticosur.blogspot.com.ar/2015/02/la-lenta-marcha-de-las-negociaciones.html?q=octubre+de+1966).
8 Pocos minutos después, llegó un autobomba para extinguir el incendio.
9 En Córdoba hubo ballotage.
11 “Estrella Roja”, Nº 29, 28 de enero de 1974, p. 4 (el remarcado es nuestro). 12 Ídem, p. 5.

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