lunes, 26 de agosto de 2019

EL ÁGUILA HA LLEGADO

El Che (a la derecha) y "Tuma" durante el viaje a Ñancahuazu

Hoy comienza una nueva etapa. Por la noche llegamos a la finca. El viaje fue bastante bueno. Luego de entrar, convenientemente disfrazados, por Cochabamba, Pachungo y yo hicimos los contactos y viajamos en jeep, en dos días y dos vehículos1.

Así arranca el Che su diario en Bolivia, con esa simple estrofa que nos remite a los pormenores de su llegada al teatro de operaciones. Fue la primera anotación en su célebre libreta de tapas rojas y anillado metálico donde volcó la primera parte de su relato, aquel que va desde el 7 de noviembre de 1966 al 31 de diciembre del mismo año, noventa y nueve hojas que incluían además, comunicados radiales y observaciones.
Se encontraba en el país el del Altiplano, el “Tibet de América”, como lo llama Kalfon, desde hacía una semana y en La Paz desde el 3 de noviembre, cuando llegó con “Pachungo” procedente de Brasil, para reunirse con su avanzada y analizar la situación. Apenas permaneció allí 36 horas, porque urgido por alcanzar la zona de guerra, partió de inmediato, temeroso de ser detectado por las fuerzas de seguridad.
Los pormenores de su estadía en la capital boliviana no se conocen demasiado.  

Sabemos que se alojó en el tercer piso del Hotel “Copacabana”, sobre el distinguido Paseo del Prado, a la vista de la imponente silueta del Illimani y allí se entrevistó con “Tuma”, “Papi” y “Pombo”, quienes le hicieron un rápido racconto de lo actuado y lo pusieron al tanto del trabajo encubierto que venían realizando “Tania”, los hermanos Peredo y Renán Montero (“Iván”).
Para entonces, la joven espía argentina había gestionado pases del Instituto de Colonización y Desarrollo de Comunidades Rurales y la Dirección Nacional de Informaciones de la Presidencia de la República en tanto los hermanos Peredo, consiguió los vehículos en los que debían trasladarse a la zona de operaciones. Eso y la carta que acreditaba al empresario uruguayo Adolfo Mena González como enviado especial de la OEA, era lo que el grupo necesitaba para circular libremente por el país.
No sabemos si la reunión entre el comandante guerrillero y sus hombres se llevó a cabo en el salón del hotel, en la habitación o en algún otro punto de la ciudad, pero allí quedó pautado que “Tania” debía continuar con su labor clandestina, “Papi” seguiría prestándole apoyo y entre ambos mantendrían contacto con “Iván” hasta tanto los mandase llamar.
Antes de partir, el Che se autorretrató con su máquina fotográfica, apuntando el lente hacia el espejo de la habitación, la célebre imagen en la que se lo ve calvo y un tanto rollizo, mientras sostiene la pipa entre los labios y su cámara en las rodillas.
A la mañana siguiente (7 p.m.), abordó uno de los jeeps que había conseguido la red local y junto al “Tuma” y “Pachungo”, partió con destino a Cochabamba, seguido una hora y media después por la unidad Nº 2 (el segundo jeep), con el “Loro” al volante y “Pombo” como acompañante.
Los vehículos tomaron por la antigua carretera que conducía hacia el entronque de la ruta La Paz-Oruro y siguieron hasta Patacamaya, pequeña ciudad altiplánica de aproximadamente 12.000 habitantes, que cruzaron sin detenerse, lo mismo Sica-Sica, situada unos 200 metros al sur de la carretera. Lo hicieron brevemente en Caracollo2, para repostar combustible, cenar y continuar viaje a Cochabamba, donde llegaron en la madrugada del día 6.
Allí el Che estableció algunos contactos con elementos de la red local y al cabo de unas horas, reanudó la marcha, bordeando la laguna La Angostura, situada al sudeste, para continuar rumbo a Epizana, donde tenía planeado tomar la ruta de Santa Cruz de la Sierra y enfilar directo a Comarapa, pequeño pueblo al pie de las sierras La Siberia, a 2.200 metros sobre el nivel del mar.
El Che se retrata en su habitación del Hotel "Copacabana"

Arribaron a Mataral pasado el mediodía, atravesando un paisaje lunar, con sus extensas áreas desoladas, viviendas solitarias y caseríos dispersos, una constante hasta el entronque a Vallegrande, importante enclave agrícola, célebre por su mercado y su arquitectura colonial, prácticamente en el área donde la guerrilla iba a iniciar acciones,
La columna motorizada del Che no se dirigió allí sino a Samaipata, puerta de acceso al teatro de operaciones, villa pintoresca, de calles onduladas y edificaciones subtropicales, que con sus techos de teja a dos aguas, paredes de ladrillos o adobe, pintadas de diferentes colores y veredas sobre elevadas, se mimetizaba armoniosamente con el paisaje.
Tomando por la antigua Ruta 4, los viajeros se dirigieron a Santa Cruz de la Sierra, pasando muy cerca de las ruinas precolombinas de El Fuerte3, pero antes de llegar a la más importante población del oriente chaqueño, giraron hacia el sur por la Ruta 9 e iniciaron el descenso hacia Abapó, dejando atrás el serpenteante camino de montaña por el que habían llegado.
En una instantánea que obtuvo “Pachungo” junto a una gasolinera de aquella última localidad, durante un alto en el camino, se ve al Che y “Tuma” junto al rodado, un jeep Toyota color blanco, patente número 68111, con neumáticos pantaneros y una rueda de auxilio en la parte posterior. Ambos lucen gorras y gafas; el Che lleva puesta una gruesa cazadora color negra, con cuello de lana gris, camisa, pullover y pantalones jeans en tanto “Tuma” luce lo que parece ser una chaqueta de combate, una camiseta blanca debajo y pantalones obscuros de campaña. Hay otra imagen similar que muestra al “Tuma” y “Papi” en la misma situación, éste último con un equipo de radio en la mano izquierda, luciendo una gruesa chaqueta negra, gafas obscuras y una gorra de estilo guerrillero.
En otras dos fotografías se ve el cruce de un río a bordo de una balsa. En la primera Guevara está de espaldas junto al vehículo y a dos hombres observándolo (posiblemente los encargados de la embarcación) y en la otra, recostado sobre la puerta derecha del rodado, con la diestra en la cintura y el brazo izquierdo apoyado en la ventanilla.
En cuanto a la identidad del Che, los autores discrepan también en este punto. De acuerdo con Kalfon, poco antes de la llegada, “Pachungo” le dijo al “Loro” Vázquez Viaña que el hombre a su lado era nada menos que el Che Guevara. “La estupefacción del camarada es tal que suelta el volante para lanzarse al cuello del Che; el jeep está a punto de volcar en la quebrada. ‘Coño, está bien que me quieras, pero vas a matarnos antes de haber comenzado a luchar’”4.
Según Jon Lee Anderson, en una parada que hicieron para almorzar, el comandante le reveló al boliviano quien era, pero le pidió que no dijera nada hasta que él no hablase con Monje5.
El autor norteamericano se basa en el diario de “Pombo”, quien afirma que en el poblado de Gutiérrez, donde pararon para cenar, Guevara le reveló al boliviano su identidad y le explicó que había llegado para quedarse y estaba ahí porque el país presentaba las mejores condiciones para la lucha armada.

Ramón le dijo que vino para quedarse aquí y que la única forma en que saldrá es muerto o abriéndose paso a tiros por la frontera6.

El Che en su relato, parece darle la razón al primero pues asegura que el “Loro” supo quien era durante el segundo viaje a la finca y casi se desbarranca por la emoción.

Al seguir hacia la finca, en el segundo viaje, Bigotes, que acababa de enterarse de mi identidad, casi se va por un barranco, dejando el jeep varado en el borde del precipicio. 

El cruce del Río Grande fue la entrada al territorio donde tendría lugar la lucha guerrillera. Tatarenda fue su siguiente parada, previo paso por la laguna del mismo nombre, con sus aguas sulfurosas y sus isletas tupidas. Al ingresar al poblado, situado un tanto al sudoeste, “Papi” redujo la velocidad y siguió hacia Caraguatarenda, dejando a su derecha las sierras y a su izquierda un área de campos cultivados.
Vadeando un río
La pequeña aldehuela pasó de largo, como también Ipitá, siempre por ese llano encajonado entre cerros y bosques.
En Gutiérrez se detuvieron a cenar, como se dijo y a Curiche le pasaron de largo, para llegar a Ipatí, donde tomaron la Ruta 6, doblando a la derecha. Media hora después alcanzaron Lagunillas, último punto antes de Ñancahuazu.
Los jeeps pasaron lentamente de sur a norte a través de su calle principal y salieron por el otro extremo, despertando la aletargada atención de los pobladores. Es seguro que la torre de su iglesia llamó la atención de los viajeros, al igual que la geografía circundante, con los cerros cubiertos de verdor, bajo el cielo del atardecer.
Cerca de allí se encuentran las ruinas de Incahuasi de Caraparicito7, descubiertas por el sueco Nils Erland Nordenskiöld en 1914, pero en esta ocasión el Che, viajero incansable, no tenía tiempo de pensar siquiera en ellas; sus pensamientos se hallaban focalizados en el campamento que se encontraba unos pocos kilómetros delante y en la inminente campaña que estaba por comenzar.
El trayecto final lo hicieron por el camino de Terrazas, pasando junto a las estancias Tunalito (derecha), La Peña, en Sunchal (izquierda) y la hacienda Aguada Grande al este de la senda. Antes de llegar a El Pincal, cerca de la confluencia de los ríos Ñancahuazu y Tiraboy, los vehículos aminoraron la marcha y se detuvieron.
“Pombo” no es muy claro en este punto. Aclara que el llegar al Río Grande (no especifica el lugar), buscaron un paso por donde cruzar, que dieron con él dos horas después (6 a.m.), justo cuando llegó al lugar el segundo jeep y de ahí salta al día 8, cuando aparecen en el campamento limpiando las armas.
Todo indica que se dividieron en dos grupos para seguir por separado hasta encontrar un sitio apropiado donde pasar la noche
El Che tampoco es explícito en este último tramo de su recorrido. Apenas dice que en las inmediaciones de la finca detuvieron los vehículos y que uno solo llegó hasta ella, para no atraer la atención del molesto Argañaraz. Desde ahí caminaron cerca de 20 kilómetros y pasada la medianoche divisaron a la finca, donde se encontraron con tres militantes del PC boliviano.
Al parecer, uno de los jeeps siguió hasta la casa de Calamina (la finca de Ñancahuazu) y él continuó a pie junto al “Loro” y “Pachungo”, hasta un punto en el bosque donde decidió acampar.
Sea como haya sido, acababan de llegar al teatro de operaciones iniciando una nueva etapa, tal como el Che lo dejó asentado en su diario.


El 16 de marzo de 1963, un DC-6 del Lloyd Aéreo Boliviano que se dirigía hacia La Paz procedente del puerto chileno de Arica, se estrelló en las faldas del volcán Tacora, pereciendo todos sus ocupantes.
El siniestro, al que se le atribuyeron fallas técnicas, conmocionó a la opinión pública pero la preocupación de las autoridades se centró más que nada en la presencia de los dos emisarios cubanos que viajaban a bordo portando valijas diplomáticas, Juan Molen y Enrique Valdés, novedad que generó revuelo en la dirigencia boliviana y un ajetreado intercambio de mensajes entre las embajadas norteamericanas de Bolivia y Perú con el Departamento de Estado, así como una rápida movilización del personal afectado a ellas.
Algo que llamó la atención de amplios sectores fue la actitud del agregado militar estadounidense en La Paz, teniente coronel Paul Wimert, quien se trasladó inmediatamente al lugar para supervisar en persona las tareas de remoción. Su labor contó con el apoyo de elementos asignados a la representación diplomática de su país en Lima, conducidos hasta allí en varios helicópteros militares, con el objeto de secuestrar toda la documentación, antes de que se hiciesen presentes las patrullas de rescate bolivianas y el embajador cubano Ramón Aja Castro.
Todo parece indicar que el cometido fue alcanzado porque ni los rescatistas ni el representante diplomático caribeño hallaron nada, ni entre los restos del avión, ni en sus alrededores.
Bolivia no hizo ningún reclamo al respecto, pero el incidente vino a tensionar aún más la situación entre ambos países, que se venía deteriorando desde la llegada del MNR al poder, factor decisivo para que la emergente figura del general René Barrientos Ortuño, comandante de la Fuerza Aérea y líder político de las Fuerzas Armadas y el campesinado, cobrase proyección como líder popular.
En 1964 Barrientos acompañó a Víctor Paz Estenssoro en la fórmula presidencial y el 6 de agosto de ese año accedió a la vicepresidencia, tras imponerse en las elecciones del 31 de mayo. Tres meses después, encabezó el golpe de Estado que derrocó al presidente electo compartiendo el mando con su par, el general Alfredo Ovando Candia, para muchos el verdadero artífice de su llegada al poder8.
Gral. René Barrientos Ortuño
Durante su campaña, Barrientos apuntó preferentemente al campesinado, organizando multitudinarias manifestaciones que tuvieron como corolario la firma del Pacto Militar Campesino en la localidad de Ucureña, pequeño poblado en cercanías de La Paz, iniciativa que sus biógrafos, así como aquellos que se han ocupado del Che Guevara y su campaña en Bolivia, se han encargado de ocultar. A través del mismo, quedaron acordados los principios de cooperación entre las autoridades militares y los líderes rurales y se afianzaron los cimientos de la reforma agraria que le granjeó numerosas simpatías.
Una vez en el poder, Barrientos impulsó la ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba e intentó una política de acercamiento al campesinado aunque no pudo evitar enfrentamientos con el sector minero. Consecuencia de ello, fue la aparición de un movimiento guerrillero de derecha en el sudeste del país, más precisamente en las regiones del Alto Paraná, dependencia del Departamento de Santa Cruz y Apolo, Departamento de La Paz, donde la FSB (Falange Socialista Boliviana), fundada por Oscar Unzaga de la Vega9, inició acciones.
Producido el golpe militar, la nueva junta de gobierno asignó la campaña contra aquel incipiente foco subversivo a la V División de Ejército con asiento en Reboré, enviando como refuerzo un escuadrón del Regimiento Ingavi.
Dado el escaso peligro que  el movimiento representaba, las fuerzas de represión solo se limitaron a hostigarlo, acorralarlo, presionarlo y extenuarlo hasta su disgregación y la huida de sus integrantes a territorio brasilero.
Luego del golpe de Estado, el MNR quedó profundamente debilitado con el alejamiento de sus principales líderes, entre ellos Hernán Siles Suazo, Walter Guevara Arze y Juan Lechín Oquendo, promotores de nuevas agrupaciones. En concordancia con ello, la presencia de Estados Unidos se hizo más notoria, con el Pentágono haciéndose cargo de la región, debido a la creciente escalada bélica que tenía lugar en Vietnam y los graves acontecimientos en Medio Oriente, que amenazaban su posición en ese sector.
Preocupada por el constante aumento de la presencia castrista en el continente, la política estadounidense apuntó a los gobiernos regionales para que incrementasen su presión sobre las agrupaciones y movimientos de izquierda, conformando un sólido bloque militar basamentado en la República Dominicana, Brasil y la recientemente incorporada Bolivia.
Pero no todo fue color de rosa para las autoridades castrenses del Altiplano pues no tardaron en surgir entredichos entre los integrantes de la junta. Barrientos, intentaba un acercamiento al proletariado, en especial el campesinado en tanto Ovando, pugnaba por el fortalecimiento de las FF.AA. y el creciente poder de la clase militar. Eso fue aprovechado por dirigentes sindicales para promover la anarquía y de esa manera, en mayo de 1965 estallaron disturbios en los suburbios de La Paz y en algunos sectores de Oruro, que llevaron a poner en vigencia el Estado de Sitio y ocupar los principales yacimientos mineros por el Ejército y las fuerzas policiales.
Fue un error táctico por parte de la izquierda porque llevó a sus oponentes a aunar esfuerzos (Barrientos y Ovando) y provocó una fuerte represión que finalizó con varios muertos, heridos y detenidos, además de la puesta en vigencia de la Ley de Seguridad del Estado, destinada a contrarrestar cualquier intento de alzamiento por parte de la dirigencia obrera y sobre todo, la formación de movimientos armados, apoyados desde el exterior.
Necesitado de aligerar la presión, a mediados de 1966  el gobierno llamó a elecciones y eligió a Barrientos como su candidato.
Los resultados le fueron favorables, gracias a su acercamiento a los sectores campesinos; el 6 de agosto el alto oficial del aire se hizo de la presidencia y de esa manera, las FF.AA. regresaron a sus funciones habituales, dejando los manejos de Estado al flamante mandatario. Como resultado de ello, los partidos políticos comenzaron a perder fuerza y el poder se fue concentrando poco a poco en el flamante mandatario.
Otro cruce en balsa
Lo que la mayoría de los historiadores oculta es que en buena medida, los responsables de esa situación fueron las agrupaciones de izquierda, tanto obreras como universitarias, entre ellas el PCB, el POR y el ala socialista del MNR por haberse plegado a los militares para derrocar a Paz Estenssoro. Tampoco dicen que Barrientos siguió adelante con la política revolucionaria del MNR, respetando y hasta aplicando los principios de la reforma agraria e incluso fomentando la expansión de las fronteras agrícolas en Oriente, impulsando la colonización de amplios territorios y el desarrollo de los pequeños productores, medidas todas que le ganaron el apoyo de un amplio sector de la sociedad y le permitieron consolidar el Pacto Militar Campesino. Al mismo tiempo, fomentó las buenas relaciones con sus vecinos, e incluso con Estados Unidos, y eso posibilitó la obtención de créditos con los que se paliaron serias dificultades en el terreno económico, se mantuvo la estabilidad y se consiguió la tan necesaria ayuda militar para modernizar y equipar las FF.AA.


El primer día en Ñancahuazu lo pasaron en la espesura, a cien metros de la casa, junto a un arroyo, devorados por mosquitos, tábanos y garrapatas. Los hombres se dedicaron a limpiar sus armas y el “Loro”10 fue con Argañaraz a sacar al jeep del barranco donde había quedado empantanado.
El día 9, “Pombo” y “Pachungo” exploraron un amplio sector del terreno, con el objeto de ubicar un sitio adecuado donde establecer el segundo campamento; lo hallaron a cuatro horas de iniciada la marcha, cerca de un arroyo algo más caudaloso que corría unos kilómetros al norte, en una región de mayor fronda. A su regreso, fueron vistos por un empleado de Argañaraz11, que los vio llevando sus armas, hecho que despertó cierta incertidumbre entre los combatientes pues lo que menos querían era despertar sospechas. Por esa razón, el Che resolvió internarse en el monte y construir allí una choza donde esperar a la gente procedente de La Paz.
Nada más sucedió hasta el 12, cuando realizaron una nueva exploración tendiente a preparar el terreno.

La zona elegida está a unos 100 metros del principio de la tumba, sobre un montículo y cerca hay una hondonada en la que se pueden hacer cuevas para guardar comida y otros objetos. A estas alturas debe estar llegando el primero de los tres grupos de a dos en que se divide la partida. A fines de la semana que empieza deben llegar a la finca. Mi pelo está creciendo, aunque muy ralo y las canas se vuelven rubias y comienzan a desaparecer; me nace la barba. Dentro de un par de meses volveré a ser yo12.

Al día siguiente, Guevara vio pasar por las cercanías a varios peones de Argañaraz, jóvenes cazadores, solteros y curtidos en las faenas del monte, ideales, según su apreciación, para ser reclutados. Aparentemente, esos individuos odiaban a su patrón y al ser interrogados, dieron información valiosa en cuanto a la presencia un poco más adelante de un área poblada por varias casas, a ocho leguas de distancia por el río, así como la existencia de quebradas con agua.
El 14 de noviembre el Che apuntó preocupado, que “Pachungo” lucía algo inadaptado y deprimido, cosa extraña tratándose de un combatiente de sus características. Aún así, aprovecharon el día para iniciar la construcción de un túnel y esconder en él todos aquellos elementos que pudieran comprometer la expedición. “Lo disimularemos con un enrejado de palos y defenderemos de la humedad lo más posible. Ya está hecho el pozo de metro y medio y comenzado el túnel”.
El túnel estuvo listo el día 16, con “Pombo” y “Pachungo” trabajando por la mañana y “Tuma” con el Che por la tarde. Dos días después, los primeros hicieron una nueva exploración, de la que regresaron no muy convencidos en cuanto al terreno escogido; su opinión con respecto a la visibilidad (apenas llegaba a 40 metros de distancia) preocupó bastante a sus compañeros y obligó al Che y “Tuma” a dirigirse hacia allí para corroborarlo personalmente. Mientras tanto, Argañaraz y su gente trabajaban en el camino, extrayendo piedras del río y emparejando algunos baches, tarea que les llevó buena parte de la jornada.
Para Guevara fue un alivio comprobar que el propietario no se había percatado de su presencia en el monte, pero cualquier cosa buena que pudiese suceder quedaba neutralizada por el incesante acoso de mosquitos, sanguijuelas y garrapatas, que comenzaban a convertirse en un problema serio. El 20 de noviembre fue un día interesante. La llegada de “Rolando” (Eliseo Reyes Rodríguez) y “Marcos” (Antonio Sánchez Díaz), trajo nuevos aires al improvisado campamento; con ellos, el número de combatientes se elevó a seis, sin contar a Rodolfo Saldaña, integrante de la red urbana que los había acompañado hasta el lugar.
El sujeto le causó buena impresión al Che; venía a traer información sobre la actividad de las células clandestinas en las ciudades y recibir instrucciones. Los otros dos hombres brindaron un detalle de su viaje y explicaron que no debían esperar el arribo de nadie más hasta la semana siguiente.
El Che se encabritó con “Papi” porque al interrogar a Rodolfo supo que había quebrantado las normas, rebelado su verdadera identidad (la de Guevara), cosa que debía haber hecho el “Loro”. Aún así, intentó ocultar su molestia y escribió un mensaje a “Manila”, nombre clave de Cuba, pasando algunas recomendaciones que envió a través de Rodolfo.
Al día siguiente se largó un aguacero que dificultó notablemente el desplazamiento del grupo hacia la nueva posición y desbordó el Ñancahuazu, anegando amplias zonas de los alrededores, tal como pudo corroborarlo la patrulla integrada por el Che, “Tuma” y el “Loro” el día 22.
Durante esa jornada, los combatientes levantaron un observatorio sobre la loma que dominaba la vía acuática y sus accesos. Una recorrida de exploración a cargo de “Marcos” y “Pombo” y otra posterior integrada por “Pachungo” y “Rolando”, fueron lo único de destacar hasta la noche del 24, cuando, de manera imprevista, dos trabajadores de la finca de Argañaraz se aparecieron por la zona argumentando estar de cacería.
El Che ya está en Ñancahuazu

El observatorio fue puesto a prueba la mañana del 25 cuando los vigías vieron venir un jeep tripulado por tres desconocidos que resultaron ser personal del servicio de lucha contra el paludismo. Pasado el momento de incertidumbre, los hombres regresaron a sus tareas y en ellas se encontraban ocupados cuando ya de noche regresaron “Rolando” y “Pombo” de su patrulla de exploración.
El sábado 26 el Che le ordenó al “Loro” que explorase a caballo el curso del río e intentase dar con su desembocadura. En la noche siguiente (21.00), llegaron desde La Paz, “Coco” e "Inti" Peredo, “Joaquín” (Juan Vitalio Acuña Núñez), “Urbano” (Leonardo Tamayo Núñez) y “Ernesto” (Freddy Maymura Hurtado), un boliviano al que también llamaban “el Médico”, que venía a unirse al destacamento. Con ellos llegó “Papi” trayendo noticias preocupantes del “Chino” Juan Pablo Chang Navarro, militante peruano de ascendencia oriental, que desde hacía unos días se hallaba en el país.
De acuerdo al informe, el “Chino” estaba dispuesto a enviar veinte hombres al teatro de operaciones y a trasladarse a la zona de operaciones para conferenciar con el comandante. Eso venía a complicar los planes porque se internacionalizaba la guerra antes de hablar el asunto con Mario Monje (“Estanislao”) y tener todo acordado para iniciar acciones.
El Che se llevó a un costado a “Coco” y le ordenó partir de inmediato a Santa Cruz de la Sierra para recoger al peruano y llevarlo hasta el campamento, orden que aquel cumplió en la madrugada, cuando partió seguido por “Papi” en el otro jeep13.
La llegada del grupo al campamento, quedó plasmada en el diario de campaña del “Inti” Peredo.
Al momento de hacer su arribo, el Che se encontraba sentado en un tronco, fumando su pipa mientras sostenía unos papeles en las manos. Tenía la gorra puesta y al verlos aparecer, sus ojos relampaguearon de alegría. Según Peredo, allí estaba:

…el hombre más buscado por el imperialismo, el guerrillero legendario, estratega y teórico de proyecciones mundiales, bandera de lucha y esperanza.

Más adelante agrega:

Su viaje a Bolivia había sido uno de los secretos más fascinantes de la historia. Pronto sus enemigos y el mundo entero serían testigos de su "resurrección". Esta imagen se me ocurrió al recordar que los cables de las agencias imperialistas habían extendido su certificado de defunción " victimado por el paredón castrista14.

La presencia del legendario comandante turbó al joven boliviano; las sensaciones y los sentimientos se agolparon en su mente y por un momento, el corazón le empezó a latir con fuerza, sobre todo al estrecharle la mano. Había seguido su carrera con apasionamiento, leído sus libros, memorizado sus luchas, comentado sus viajes y ahora lo tenía ahí, parado frente él, sonriente y amigable.
El Che saludó uno a uno a los recién llegados.

-Tú eres “Inti” – le dijo clavándole la mirada.

El joven boliviano se sintió un tanto cohibido pero respondió afirmativamente, intentando dominar sus sensaciones.
El comandante los invitó a sentarse sobre unos troncos y sin más preámbulos comenzó a hablar; “Inti” lo escuchaba fascinado, atento a lo que decía y en esas estaba cuando se le acercó “Pombo” para entregarle una carabina M-2 y el equipo de combate.
El Che trató diversos asuntos, cuestiones generales, proyectos inmediatos y perspectivas. “Inti” habló poco por hallarse todavía bajo los efectos de la emoción, luego brindaron por la victoria final y finalmente los licenció para que se aclimatasen al campamento y se dispusiesen a pasar la noche.
Acababan de racionar cuando “Tuma” se acercó al “Inti” para ayudarlo a armar su hamaca; conversaron, se hicieron amigos e intercambiaron opiniones hasta que, a las 01.45 de la madrugada, dispuso una “góndola”15 hacia la Casa de Calamina, para traer víveres y de paso, comenzar a foguearlos.
Partieron en seguida, “Tuma” a la cabeza y tres o cuatro de los recién llegados con él, “Inti”entre ellos; al llegar a destino, el cubano tomó la bolsa más pesada y se la echó al hombro, señalándoles a sus ocasionales subalternos que un jefe guerrillero debía dar siempre el ejemplo haciendo el máximo sacrificio.

Durante el regreso tropezó al menos una vez en medio de la obscuridad (no había luna) pero sin decir nada se incorporó, recogió su carga y continuó la marcha como si nada.
Al día siguiente, por la tarde, llegó de regreso “Coco” trayendo consigo al “Loro”, que se había quedado en lo de Remberto Villa, para pasar la noche allí.  La actitud le pareció un tanto irresponsable al Che, quien decidió por ello convocar a los bolivianos para poner las cosas en su sitio y plantearles el ofrecimiento del “Chino”, referente a los combatientes peruanos. Después de debatir el asunto y exponer sus puntos de vista, decidieron de común acuerdo aceptarlos pero después de iniciada la campaña.
El 29 de noviembre la guerrilla efectuó mediciones en el río Ñancahuazu, así como en el arroyo afluente, a efectos de establecer las futuras acciones y tratar de dar con otras posiciones.
El arroyo les pareció seguro pero lóbrego, por lo que trataron de ubicar otro y concentrar todos sus esfuerzos en él. La expedición partió encabezada por el Che, a quien acompañaron el “Tuma”, “Urbano” y el “Inti” Peredo. De acuerdo con sus planes, debían estar de regreso esa misma tarde, pero como durante la marcha, “Tuma”  cayó y se fracturó el talón del pie izquierdo, el desplazamiento se retrasó hasta la noche.
Cuando la patrulla llegó a la base, “Coco” Peredo hacía un par de horas que había partido hacia Santa Cruz de la Sierra y el resto aguardaba turnándose en la vigilancia.
A la mañana siguiente una segunda patrulla se puso en marcha para explorar el tercer arroyo. La formaban “Pombo”, “Marcos”, “Pachungo” y “Miguel”, quienes debieron caminar bajo una intensa lluvia, aun sabiendo que la misión les llevaría por lo menos un par de días. En el campamento quedaron el Che y “Tuma”, junto a “Joaquín”, “Urbano”, “Ernesto” y el resto de la gente, en espera de novedades.
Había transcurrido el primer mes de campaña y según las anotaciones del comandante en su diario, todo había salido bien; la mitad de la gente había arribado sin tropiezos aunque un tanto demorada y el panorama se presentaba alentador. Sus planes, en lo inmediato eran esperar al resto de la brigada, incrementar el número de combatientes bolivianos e iniciar las acciones antes que el enemigo detectase su presencia. La gran incertidumbre eran la actitud de Monje y la remesa que traería Moisés Guevara14, el líder minero en quien su homónimo había depositado sus esperanzas.

La casa de Calamina con el horno de pan, primer campamento guerrillero



Notas
1 Ernesto “Che” Guevara, El diario del Che en Bolivia, Editorial Política, La Habana, 1988, p. 1, “7 de noviembre de 1966”.
2 Poblado célebre por su chullpa, sepultura precolombina.
3 Gigantescas construcciones de lo que parece ser una fortaleza o centro ceremonial, al este de la población, atribuida a la cultura Chané. Fue conquistado por los incas, que establecieron allí el límite de su imperio.
4 Pierre Kalfón, op. Cit., pp. 514-525.
5 Jon Lee Anderson, op. Cit. p. 656.
6 Harry Villegas (Pombo), Pombo. Un hombre de la guerrilla del Che, Ediciones Colihue-Editorial Política, Buenos Aires, 2007, p. 75.
7 No confundir con las ruinas homónimas ubicadas en la provincia de Salta (Argentina), donde se encuentra la recámara del llamado “Trono del Inca”, o con las de Lunahuaná (Perú), en el departamento de Lima.
8 El 28 de agosto de 1963, Ovando, a la sazón comandante en jefe de las FF.AA. y cabeza de la facción militarista del MNR, lanzó una proclama patrocinando la figura de Barrientos para la vicepresidencia de la Nación.
9 Político boliviano nacido en Cochabamba, el 19 de abril de 1916, fundador y dirigente de la Falange Socialista Boliviana (FSB); autor de la tesis Nuevo Estado Boliviano de tendencia nacionalista. Tenaz opositor del MNR, fue asesinado de dos disparos en la cabeza en las calles de La Paz, el 19 de abril de 1959, según algunos autores, por decisión del gobierno.
10 También apodado “Bigotes”.
11 En numerosas fuentes su apellido aparece escrito Algañaraz.
12 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., p. 7.
13 “Coco” llevaba instrucciones de pasar por lo de Remberto Villa, antiguo propietario de la finca de Ñancahuazu, para averiguar el destino del “Loro”. “Papi” debía seguir viaje hacia La Paz con procedimientos para la red clandestina
14 Inti Peredo, Mi campaña junto al Che (1970), capítulo I: “El Che en Ñancahuazu”.
15 Las góndolas son la manera que los bolivianos tenían para llamar a sus autobuses. “Tuma” tomó la expresión para designar los viajes hasta la Casa de Calamina para traer víveres y municiones.
16 Moisés Guevara Rodríguez, líder sindical minero, integró la Juventud Comunista Boliviana hasta que en 1965 se abrió del PCB para formar el Partico Comunista Marxista-Leninista de Bolivia, partidario de la lucha armada y de las tendencias maoístas del Che Guevara.