lunes, 26 de agosto de 2019

OPERACIÓN FANTASMA (2ª Parte)

Tras el descalabro de la guerrilla en Salta, las redes urbanas
reiniciaron la conspiración

Producido el descalabro de la guerrilla de Masetti, quienes no cayeron en combate o fueron apresados, se desperdigaron en diferentes direcciones, intentando mimetizarse entre el ciudadano común y ocultarse hasta que las aguas se aquietasen.
Ciro Roberto Bustos fue uno de ellos, quien, como se recordará, cambió su nombre por “Mauricio” y desapareció, ayudado por la red clandestina de Córdoba, moviéndose con extrema cautela. Desplazándose por diferentes puntos de la provincia, halló refugio en casas amigas, hasta que la situación permitió reiniciar los trabajos de conspiración y organizar una nueva red urbana.
Pasado un tiempo prudencial, el “Pelado” se radicó en Uruguay y después de establecer vínculos con algunos exiliados y miembros de las organizaciones locales (pocos por cierto), reanudó los contactos con La Habana a través de la embajada cubana en Montevideo.
Una mañana en que “Mauricio” se corrió hasta la legación, un empleado le informó que había llegado un mensaje para él. Se trataba de un cable cifrado del Che Guevara, donde se le pedía que viajara a la capital caribeña, acompañado, de ser posible, por algún integrante de la red urbana nacional, para efectuar un análisis de lo sucedido en Salta y determinar los pasos a seguir.

Bustos regresó a Córdoba y en una reunión que mantuvo con “Cholo”, “Armando”, Oscar del Barco y “Pancho” Aricó, los puso al tanto de la novedad y les pidió su opinión. Estuvieron todos de acuerdo en que debía ser el último el encargado de acompañarlo, dada su condición de defensor de los presos políticos, su crítica posición a todo lo actuado y su marcada predisposición al análisis.
Moviéndose con celeridad, las células clandestinas proveyeron los pasaportes, sobre los que se había trabajado con meticulosa precisión, haciendo coincidir las fotografías, con perforaciones y sellos secos.
De regreso en la capital uruguaya, abordaron un avión de Air France (“Pancho” llevando un portafolios lleno de libros y documentos), y volaron a París, donde hicieron trasbordo para seguir a Praga y desde allí a La Habana, punto final del recorrido.
En Rancho Boyeros los esperaba “Papi”, quien los condujo por un camino alejado de los controles aduaneros hasta un automóvil en el que partieron con destino a Miramar, más exactamente hacia una casa operativa en la que ambos quedaron alojados. La llegada y el trayecto retrotrajeron a Bustos a los intensos días de 1962, cuando los preparativos previos para lanzar la guerrilla guevarista sobre Salta.
Pero no había mucho tiempo para pensar; después de desempacar merendaron algo y estuvieron hasta la noche, leyendo la parva de diarios que les habían dejado allí para ponerlos al día en lo concerniente al gobierno revolucionario y la política exterior.
“Papi” pasó por ellos a eso de las 23.30, y los condujo directamente al Ministerio de Industria, descendiendo con el rodado hasta el subsuelo del edificio donde debían abordar un ascensor para llegar hasta el último piso.
Hicieron antesala en la pequeña cocina del despacho ministerial y cuando las personas que se hallaban reunidas con el Che se retiraron, les ordenaron pasar, no sin antes mencionarles previamente que el ministro había hecho un espacio entre dos reuniones muy importantes, para recibirlos.
Guevara saludó a Bustos como si lo hubiera visto la semana anterior, haciéndole incluso una chanza con respecto a que aún estuviese vivo. Quien estaba realmente agitado era Aricó, al verse por primera vez frente a aquella verdadera leyenda viviente. Se los invitó a tomar asiento y luego de dos o tres comentarios triviales, pasaron a los hechos.
El Che tenía en su poder los informes de “Furry” y “Papi” sobre lo acontecido en el noroeste argentino pero deseaba escuchar la versión de los recién llegados a efectos de cotejar. Las conclusiones a las que llegaron fueron tajantes; la región escogida fue la menos indicada para iniciar operaciones; se trataba de un páramo desierto desprovisto de frutos y animales, donde era imposible cazar. Las poblaciones se hallaban muy distantes una de otra y solo unos pocos campesinos habitaban el área, primitivos, desconfiados y en extremo hostiles a los extraños. La guerrilla se había mantenido estática durante tres meses, prácticamente en el mismo sitio e incluso desorientada. El que mejor se había movido era Hermes, sin ninguna duda, de ahí el interés del Che por conocer su proceder y cuál había sido su opinión.
Hermes se movía mejor que nadie, pero [aquello] no era la Sierra Maestra llena de frutos; ante la selva, lo ignoraba todo, como cualquiera, aunque aprendía más rápido1.
El único error que cometió el cubano fue no discutir las desacertadas decisiones de Masetti e incluso apoyarlas. En opinión del Che, el comandante “Segundo” había cometido todos los errores salvo en lo referente a la misma práctica, su desempeño sobre el terreno, “…las marchas, los campamentos, las exploraciones y la disciplina, que se reducía a cuidar banalidades como el ruido o descuidos en los equipos y las postas”2, pero falló en todo lo demás. Ciro intentó explicar sus propias fallas en base a los actos de Masetti, pero Guevara lo cortó en seco, sin dejarlo continuar.
-Deja lo que tú hiciste...
Nunca supo si fue por lo irrelevante de la cuestión o porque había cosas de las que no convenía hablar3; lo cierto es que el poderoso líder revolucionario estaba ansioso por conocer la suerte de Masetti y quiso saber si había alguna posibilidad de que hubiese sobrevivido, cosa que tanto “Mauricio” como “Pancho” pusieron en duda.
Finalizada la reunión, “Papi” llevó a los argentinos de regreso a la casa de Miramar, donde luego de cenar frugalmente, se retiraron a descansar.
A la mañana siguiente recibieron la visita de “Furry”, quien llegó a bordo de una Harley Davidson policial, aprovechando un breve intervalo en el curso militar que estaba dictando. Quería saludar al “Pelado” y preguntar que había sido del resto de la guerrilla. “Mauricio”, es decir, Bustos, no lo veía desde su separación en la provincia de Córdoba y por eso tenía también mucho para preguntarle.
"Deja lo que tú hiciste..."
El cubano le explicó que producida la dispersión regresó a Emborozú para limpiar la finca y seguir viaje hacia La Paz, donde abordó un avión que lo llevó de regreso a Cuba, previas escalas en París y Praga. Volvieron a verse unos días después, en una casa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)4 cercana a la playa, hasta donde “Papi” los condujo para hacer prácticas de tiro con fusiles FAL, en un polígono cercano, propiedad del MININT.
Luego de un almuerzo, servido por milicianas de la mencionada agrupación, dedicaron varias horas a efectuar ejercicios de clave y cifrado, ordenados expresamente por el Che en base a un libro ruso que les hizo llegar, y en los días posteriores hicieron cursos intensivos de embutidos (embalaje de mensajes), códigos y microfotografía. Para esto último, contaron con una cámara Minox provista de flash, trípode y tanque revelador, aportada por un experto de inteligencia, quien les hizo hacer pruebas con artículos de diarios, libros, notas de revistas y hasta documentos.
Permanecieron en La Habana poco más de una semana, llevando a cabo nuevas prácticas y ejercicios. Tres días antes de la partida, el Che los volvió a convocar -siempre a altas horas de la noche-, para abordar algunos asuntos y aclarar ciertas cuestiones referentes a la operación que se estaba por poner en marcha; hablaron cerca de tres horas o más bien escucharon a su compatriota haciendo uno de sus monólogo en el que planteó las conclusiones a las que había llegado y su punto de vista con respecto a los pasos a seguir.
La reunión se extendió más de dos o tres horas –nocturnas claro- y Pancho se olvidó de lo que quería decir. Hablaron de todo un poco: la Argentina, el mundo, el socialismo real, el irreal, el deseado, China y la paradoja ideológica estalinista, antitrotskista, las corrientes interpretativas, los fundadores y los fundidores. Gramsci y Rosa de Luxemburgo, el socialismo transparente. El Che hizo uso de la palabra casi en forma exclusiva, aunque no imponiendo criterios, sino, como confirmando conclusiones más históricas que teóricas, relegando a Pancho al papel de testigo informático que, no obstante, daba muestras de un creciente entusiasmo y un total acuerdo. No se trabajó esa noche sobre planes y proyectos futuros; todo estaba claro y, cuando las cosas están claras, hay que poner manos a la obra. “Cuando termines tus prácticas –me dijo- hablaremos un poco más. Amarra bien todos los hilos acá con Papi, minentras”5.
Como dice Ciro Bustos, era el viejo plan de abrir un frente en Bolivia, para extenderlo a la Argentina y de ahí al resto del continente; el ambicioso proyecto internacionalista del Che, de llevar la revolución a su país de nacimiento.
Se hallaban los argentinos en plena reunión cuando Manresa, el secretario privado de Guevara, entró en el despacho portando un papel en la mano. El Che lo tomó y mientras lo leía, frunció el seño e hizo un gesto de desagrado. Cuando su asistente se retiró, miró directamente a Ciro y con voz grave leyó el contenido del documento. Una explosión había volado el edificio de la calle Posadas 1168, en pleno Buenos Aires, donde su enlace local, el “Vasco” Ángel Bengochea había montado su centro de operaciones, matándolo a él y a los cinco integrantes de su célula (además de cuatro miembros de una familia vecina).
Los contactos con la red boliviana que encabezaba el “Loro” Vázquez Viaña quedaban rotos y su lugar debía ser ocupado por el mismo “Mauricio”, de manera inmediata6.
Bustos mantuvo una reunión con “Barbarroja”, quien lo citó a su despacho en el Viceministerio del Interior, para entregarle una suma de dinero destinada a los presos de Salta. El alto funcionario preguntó sobre la marcha del juicio, el desempeño de los abogados, la reacción del gobierno y la cobertura que le estaba dando la prensa y cuando el mendocino terminó de hablar, le extendió un sobre (o tal vez un paquete) con cinco mil dólares en su interior, junto con el libro soviético de códigos en clave debidamente embalado en el interior de un  tubo de pasta dentífrica. El Che en persona había impartido esas instrucciones porque no deseaba verse envuelto en manejos de dinero.
La noche antes de partir, “Papi” volvió a pasar por la casa operativa de Miramar para conducir a Bustos nuevamente ante el Che. Esta vez lo hizo algo más temprano, a las 22.00 horas y al parecer, en esa ocasión, “Pancho” no asistió.
Guevara quería retomar el tema de Masetti; evidentemente el asunto le había pegado feo y para agravar las cosas, lo ocurrido con el “Vasco” Bengochea en Buenos Aires vino a alterar sus planes de manera inesperada.
No fue una reunión prolongada. A decir de Bustos, encontró a su compatriota algo nostálgico y con mayor predisposición para escuchar. Volvieron a hablar del teatro de operaciones, del tremendo aislamiento en el que se movieron, del papel desempeñado por “Furry”, de la relación con los lugareños y los errores cometidos en materia de movilidad y supervivencia.
El chaco salteño no era Sierra Maestra, zona poblada de campesinos, con sus magros cultivos y frutos naturales a la vuelta de cada loma y habitualmente transitada sino un paraje solitario lleno de insectos y, a lo sumo, de bandadas de monos chillones –y ladrones- en las copas de los árboles […]. No era asunto de comparaciones, pero el terreno donde nos movíamos era mayor que Sierra Maestra y toda la provincia cubana de Oriente (Salta es 40.000 Km2 mayor que Cuba), extendiéndose hacia el infinito. En seis meses de camino, encontramos una sola familia, difícilmente catalogable de campesina y aún de pobres campesinos. No pasaban de desechos humanos. En esos desiertos selváticos, no había tarea política posible y, en sus aledaños, un bonaerense resultaba extraño7.
En determinado momento, cuando “Mauricio” terminó de exponer, el Che le preguntó:
-¿Y cuál es tu idea de trabajo?
Ciro comprendió la indirecta y respondió en ese sentido. Era imperioso continuar el trabajo en la Argentina, “…evaluar la experiencia, reivindicar la lucha, determinar la región potencialmente más favorable por la profundidad del enfrentamiento social, su madurez política y su cercanía a regiones geográficas que permitan el accionar de una vanguardia armada, ir ganando allí posiciones mediante contactos o, mejor, situando directamente cuadros propios que acepten trasladarse a vivir en la zona, hasta integrarse social y económicamente; instalar negocios alimentarios, transportistas que circulasen normalmente, medios, etc., desarrollar previamente la infraestructura política clandestina que garantice el funcionamiento de una red de información, contactos, alojamientos, depósitos y seguridad”8.
Ambos comprendían que para poner en marcha semejante operación debía mediar la acción, tomando las precauciones necesarias en base a la experiencia anterior. El Che dijo que si bien hubo receptividad a la propuesta de lucha, los combatientes habían dado el segundo paso antes de hacerlo con el primero y eso hizo imposible tomar las medidas adecuadas, sobre todo en materia militar. Pero como él no había estado allí, prefería no emitir juicios, sólo dejar en claro que había que comenzar de nuevo, partir desde cero y poner en marcha la misión, estableciendo contacto con los elementos escindidos del Partido Comunista argentino, sin desdeñar otras agrupaciones que podían incorporarse a la lucha. Pero para ello era imperioso no asumir compromisos de ninguna índole, actuar con prudencia y mantener la clandestinidad llevando una vida normal.
-Recibirás noticias nuestras cuando sea necesario – finalizó diciendo el todopoderoso ministro de Industria.
La reunión llegó a su fin pues otra gente esperaba al Che; se despidieron ambos con un apretón de manos y quedaron en mantenerse en contacto
En su viaje de regreso, Bustos y Aricó pasaron por Roma, conmocionada aún por la muerte de Palmiro Togliatti, el histórico secretario general del Partido Comunista Italiano, fallecido en Yalta, el 21 de agosto a los 71 años de edad9.
Aricó aprovechó “la volada” para visitar la redacción de Enaudi, admirada editorial de la que tantos artículos había traducido para “Pasado y Presente” y luego se dirigieron ambos a un negocio de fotografía, para adquirir una cámara Minox, con su respectivo trípode, componentes y rollos, con la cual pensaban trabajar en el futuro cercano.
El avión de Alitalia que abordaron en Fiumicino los dejó en Montevideo; se alojaron en un departamento de la calle Yí, previamente alquilado por Bellomo y a poco de instalados comenzaron a frecuentar el Bar “Sorocabana”, frente a Plaza Cagancha, donde establecieron los primeros contactos con la izquierda autóctona.
El local, con su estilo madrileño, sus sillones mullidos, sus amplios ventanales, y atmósfera de bohemia, guardaba cierto significado para los argentinos porque el paseo que tenía enfrente evocaba uno de los triunfos más resonante de las armas nacionales ante una nueva invasión de su convulsionada vecina10. A Bustos, en cambio, le traía otros recuerdos, los de su anterior estadía, en 1957, cuando fue contratado por la maderera Oro Verde S.A., para pintar un mural en sus oficinas de la Av. 18 de Julio.
Ciro R. Bustos
Fue allí donde conocieron al joven escritor Eduardo Galeano, miembro de la redacción de la revista “Marcha”, estrechamente vinculado a la izquierda de su país, quien les presentó a Andrés Cultelli12 y Javier Guridi, este último director del diario “El Sol”, urgidos ambos por hablarle de Raúl Sendic13 y el interés que tenía por conocerlo.
Bustos había oído hablar de él, en especial, su agitada militancia en el gremio azucarero. Le dijeron que deseaba reunirse con él y propusieron un sitio apartado, próximo al sector industrial, donde pudiesen encontrarse y conversar de ciertos asuntos que no podían adelantar.
Los uruguayos se notaban vivamente interesado en esa reunión y pusieron todo de su parte para que la misma se llevase a cabo.
El “Pelado” Bustos aceptó y acordó verse en un paraje abandonado próximo al Cerrito, un domingo por la tarde, cuando todo el mundo durmiese la siesta14.
Y hacia allí se dirigió el mendocino, tomando las precauciones del caso. Se trataba de una playa alejada, próxima a la zona industrial, un sitio no demasiado seguro en un área un tanto marginal aunque, posteriormente se pudo comprobar, no revestía peligro.
Bustos notó enseguida algún movimiento; unas pocas personas caminaban por el extremo de la bahía, una de ellas Bellomo, quien pasó junto a él sin siquiera mirarlo; aún así, le indicó el sitio donde se encontraba el dirigente uruguayo y siguió caminando hasta perderse de vista. Algo más allá, Emilio Jouvé (“Omar”), se hallaba sentado en la arena, haciendo como que tomaba sol y a unos 150 metros, parado sobre unas rocas de la orilla, un pescador solitario sosteniendo su caña.
El “Pelado” tomó unas piedrecitas y arrojándolas al agua haciendo “patito”, se fue acercando, pasando cerca de “Omar”) sin mirarlo.
-¿Pican? – le preguntó al sujeto de la caña.
-Hay mucho viento, pero si usted quiere, podemos charlar y matear.
Era la típica pregunta que se le hace a un pescador para entablar diálogo y la característica respuesta uruguaya ofreciendo cebar unos mates.
Se trataba de Sendic, quien lucía un gastado traje obscuro, camisa abierta al cuello, sin corbata y sombrero15.
Tomaron ambos asiento y mientras el “Pelado” le sostenía la caña, el uruguayo comenzó a preparar la infusión mientras preguntaba lisa y llanamente, qué había sucedido en Salta con la guerrilla, “…eludiendo los detalles ‘secretos’, aunque el origen y la dirección inmanente del proyecto flotaba con naturalidad entre nosotros, como el olor del río”15.
Bustos relató los hechos de manera pormenorizada y mientras lo hacía, Sendic preguntó por los fallos cometidos, los avatares de la lucha, sus errores y los procedimientos implementados. La respuesta fue sencilla, habían hecho todo lo contrario de la consigna maoísta, escogiendo un mal terreno y poniendo gran distancia entre las redes urbanas y el frente de guerra.
Bustos y Sendic se encuentran
en la playa
El uruguayo explicó que su organización intentaba establecer la alianza entre campesinos y obreros, captando también al estudiantado y los profesionales y esbozó la intención de desencadenar la lucha armada, que en Uruguay solo podía ser urbana, dadas sus características geográficas. Según él, las carencias iban en aumento, en beneficio de unos pocos y la miseria en el interior del país era agobiante pues a su entender, las vacas vivían mejor que los seres humanos.
Hablaron durante horas, sin percatarse que otros pescadores se habían acercado hasta la costa y grupos de muchachos jugaban al fútbol en la playa.
En ese momento Sendic pidió armas y solicitó el entrenamiento de un hombre de su confianza, para adiestrarlo en técnicas de chequeo y contrachequeo, espionaje, mensajes cifrados y comunicaciones.
Quedaron en mantenerse en contacto y se separaron cautelosamente, tomando cada uno por su lado.
“Pancho” Aricó regresó a Córdoba; el “Pelado” debió esperar un tiempo más, para no hacerlo tan cerca uno del otro y mientras en Salta el proceso contra los subversivos capturados continuaba (Gustavo Roca y Antonio Horacio Lonatti seguían a cargo de la defensa), la cúpula nacional de la organización llevaba a cabo reuniones en diferentes puntos del país.
Establecida su central de operaciones en la ciudad de Córdoba, escudaron su accionar tras la fachada de un local de intercomunicadores eléctricos, luego de reemplazar la vieja camioneta que solía conducir “Cholo” por un Auto Unión mucho más funcional.
Mientras tanto en Montevideo, Bustos iniciaba los cursos de entrenamiento con Jorge Notaro, el estudiante avanzado de Economía, que Sendic había designado para ese fin.
Fueron dos semanas de instrucción intensiva en el departamento de la calle Yí, donde el argentino vivía con su esposa. Cuando el joven recluta llegaba, Ana María se retiraba y cuando en horas de la tarde la clase finalizaba, ella regresaba. Luego siguieron las prácticas sobre el terreno, con ejercicios de seguimiento, chequeo, contrachequeo, mensajes encubiertos, planes de emergencia y finalmente una evaluación general con análisis y conclusiones.
Por entonces, Emilio Jouvé había instalado un kiosco en un local alquilado que servía de pantalla; los contactos con la embajada cubana seguían se mantenían y las comunicaciones con la red clandestina en Córdoba, se hacían cada vez más frecuentes.
En la segunda quincena de agosto, la legación aportó la remesa de armas solicitada por Sendic, a saberse, seis pistolas Walther P38 calibre 9 mm, tres ametralladoras ligeras Uzi, bombas incendiarias de origen norteamericano, tomadas a los rebeldes contrarrevolucionarios, municiones, y demás componentes, todo lo cual fue embalado debidamente y escondido en el respiradero que había bajo el piso del kiosco, hasta el momento de la entrega.
La misma se hizo a tiempo, pocos días antes de que la República Oriental del Uruguay rompiese relaciones diplomáticas con Cuba16.
Un chequeo del material llevó al “Pelado” a incautar para sí una parte, reteniendo tres pistolas y la mitad de las bombas incendiarias.
Para concretar la entrega, se organizó un operativo con Bellomo dentro de un taxi, apostado en una esquina, a varias cuadras del kiosco. Un individuo llegó caminando a la hora convenida, subió al vehículo y partió con el argentino hacia un barrio periférico, llevando el bolso con el armamento en el asiento trasero.
Un  par de días después, Ana María partió de regreso a Buenos Aires y desde ahí siguió hacia Córdoba, para coordinar con Rafael el traslado del arsenal. El mismo se hizo en parejas, viajando una detrás de otra, con un tiempo prudencial entre ambas, para no despertar sospechas, todo debidamente embalado y camuflado17. Aclara Bustos que ese material quedaría en reserva, en los depósitos clandestinos de la organización y sería empleado una década después, por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), una de las tantas organizaciones subversivas que actuó en el país en los años de plomo18.
Para entonces, “Cholo” había logrado establecer, a través de sus contactos en el Departamento de Policía de la provincia de Mendoza, que Ciro Roberto Bustos estaba limpio; nadie lo buscaba, no se lo vinculaba con la guerrilla y mucho menos se solicitaba su captura. De esa manera, una vez de regreso en la Argentina, pudo obtener la documentación necesaria para moverse libremente (cédula de identidad, libreta de enrolamiento, registro para conducir, pasaporte), y reanudar su actividad conspirativa sin ningún tipo de contratiempo.
Para entonces, la red clandestina había incorporado a otros dos cuadros, David Tiefemberg y el “Petiso” Zárate, quienes además de su capacidad y su iniciativa, aportaban consigo un considerable numeroso de contactos, algo fundamental para seguir adelante con la operación.
A todo esto, las redes urbanas continuaban organizando distintas agrupaciones destinadas a apuntalar sus bases de apoyo. Alberto Szpunberg, Octavio del Valle (“Manuel” o “Cristobal”) y “Roberto”, un cuadro del que Bustos no recuerda el nombre, formaron en Villa Urquiza una efímera célula denominada Brigada Masetti. Siempre en la Capital Federal, continuó operando el grupo que nucleaba “La Rosa Blindada”, encabezado por José Luis Mangieri así como el de los trabajadores de prensa, liderado por Emilio Jáuregui y el patético Eduardo Jozami, medio siglo después devenido en periodista bizarro19. En Mendoza fue un desprendimiento del PC local, del que formaban parte “Cholo”, los hermanos Armando y Gustavo Camín, Antulio Lencinas20 y Fuad Toun, en tanto el grupo cordobés reunía a la gente de “Pasado y Presente”, entre ellos los históricos Oscar del Hoyo y “Pancho” Aricó, quienes buscaban establecer contacto con Agustín Tosco, secretario general de la filial Luz y Fuerza regional y dirigentes de gremio metalúrgico, sobre todo los que representaban a los trabajadores de las fábricas de tractores SITRAM y SITRAC.
En esos días Bustos viajó a Salta para visitar a sus compañero presos; una vez de regreso, buscó a los remanentes del grupo liderado por el “Vasco” Bengochea pues no solamente quería conocer los detalles del terrible accidente que le había costado la vida a sus componentes sino establecer las pautas a seguir, para continuar su labor en apoyo de los planes del Che.
Ejemplar de "La Rosa Blindada"

La persona con la que el “Pelado” se conectó fue “Carlos”, un militante trotskista relacionado también con Mario Roberto Santucho, futuro líder del ERP, quien al igual que el “Vasco”, se había escindido de “Palabra Obrera” -la publicación fundada por Nahuel Moreno-, para iniciar el camino de la lucha armada21.
“Carlos”, que en su momento había ayudado al “Loro” Vázquez Viaña, le explicó a Bustos que la causa del fatal accidente había sido la manipulación de los explosivos. Según le explicó, el grupo acababa de recibir una importante cantidad de bombas y granadas, al parecer un material en extremo seguro, para ser ensambladas y luego almacenadas en un punto a indicar. En un momento determinado, el “Vasco” le recordó que debía acudir a una cita previamente establecida y “Carlos” abandonó el lugar, pensando regresar un par de horas después. Salió a la calle, decidido a tomar un colectivo cuando a al cabo de dos cuadras, un sonido espeluznante lo hizo estremecer. Al volverse, vio a varios transeúntes en sentido contrario y una columna de humo que se elevaba desde el edificio. Cuando llegó, solo encontró una montaña de escombros, envuelta en una nube de polvo que se iba disipando lentamente, impulsada por la brisa. De acuerdo a su parecer, a alguien se le debió caer la caja con los detonadores y eso provocó el desastre.
Poco después, la dirigencia de las redes urbanas decidió una reunión plenaria en el Uruguay para tratar la política a seguir. Escogieron ese lugar, en primer lugar, porque era mucho más seguro y segundo, porque la gente de Sendic estaba interesada en participar. Y fueron estos últimos quienes aportaron la casa donde la misma se llevó a cabo, un simple rancho, según el decir del “Pelado”, cerca de un pequeño pueblo, a metros de la playa, en un punto del litoral atlántico próximo al Chuy y la frontera con Brasil.
Para llegar hasta allí, era preciso viajar a Montevideo, abordar un ómnibus en la vieja terminal, bajar en el mencionado poblado22 y caminar varios metros hasta la costa, donde se encontraba la vivienda.
Allí quedaron establecidos los lineamientos de las acciones futuras, se analizó a fondo lo sucedido en Salta, se barajaron posibilidades con respecto a la política a implementar y sobre todo, se optó por la lucha armada y la apertura de nuevos focos guerrilleros.
Aquella suerte de mini convención escogió a Ciro Bustos para que transmitiera lo tratado al Che, pero para entonces, algo raro estaba sucediendo.
Guevara había desaparecido del escenario y nadie sabía dónde estaba. Ya no se lo veía en público, no acudía a su ministerio, no pronunciaba discursos ni ofrecía entrevistas y lo más llamativo, no había estado presente en la Primera Conferencia Tricontinental celebrada en La Habana del 3 al 15 de enero de 1966.
El 15 de marzo aterrizó de regreso en La Habana [procedía de su gran gira internacional], fue recibido por Fidel, la plana mayor del gobierno y por Aleida, su mujer. Resultó ser su última aparición ante la prensa. Después, desapareció.
Una ola de rumores, algunos tenebrosos, todos tendenciosos, inundó la prensa mundial. Según su procedencia, iban desde versiones sobre su asesinato en la trastienda del poder luego de una ruptura con Fidel, hasta su prisión en el interior de la isla, su enfermedad o suicidio. Las más “autorizadas” fuentes, ligadas al PC argentino, le daban una interpretación política científica, basada en la dialéctica del materialismo, según la cual sólo se había impuesto la cordura, acabando con el aventurerismo pequeño burgués que minaba la marcha inexorable del proletariado mundial al socialismo, tras las banderas de la Unión Soviética. Las mismas fuentes aireaban las “abiertas provocaciones” del personaje, inclinado a simpatizar con los chinos y hasta con los trotskistas. Las agencias del capitalismo coincidían en responsabilizar a Cuba de su desaparición. Se hablaba de un tiroteo en plena reunión con los hermanos castro y otros “jerarcas del Partido”, la noche de su llegada a La Habana. Algunos asilados de última hora, involucrados según ellos en los ocultos sucesos, daban cuenta de una operación depurativa que arrasaba el país, desmantelando apoyaturas del carismático comandante. No faltó un mensaje de socorro, supuestamente garabateado por el Che en un papel metido en una botella arrojada al mar por entre las rejas de una fortaleza de La Cabaña, su antiguo puesto de mando. Cuba se mantenía en silencio. Los intelectuales del mundo se miraban de reojo23.

Como para enredar más la situación, confusas noticias comenzaron a llegar desde el continente negro, referentes a extraños movimientos en el Congo, así como a combatientes que hablaban en español, con marcado acento cubano. Y por sobre ello, la lectura de la célebre carta de despedida que Fidel Castro hizo el 3 de octubre de 1965, en el Teatro “Chaplín”, durante la presentación del PC cubano,
En abril de 1966, cuando las organizaciones clandestinas se hallaban sumidas en la confusión, un emisario tomó contacto con Bustos para comunicarle que debía viajar inmediatamente a Cuba. Al “Pelado” aquello le llamó la atención porque era evidente que se trataba de algo relacionado con el Che y por esa razón, pensó tratarlo con la cúpula. Pero entonces sucedió algo todavía más llamativo.
Coincidiendo con el mensaje cubano, llegó desde China Emilio Jáuregui, portando una invitación especial del gobierno de ese país para que Bustos viajase a Pekín.
Confundido y desorientado, el mendocino acudió a la oficina del recién llegado y éste le dijo que los líderes maoístas deseaban mantener una reunión privada con él. Debía partir hacia París y presentarse en la embajada china en esa capital, donde tenía toda la documentación lista (permisos, pasajes, sellados) y agregó sobre el final que el viaje se haría vía Karachi (Pakistán), con el objeto de evadir la vigilancia soviética.
Aún cuando acababa de ser padre por segunda vez24, el “Pelado” preparó su equipaje y se dispuso a partir. China primero, Cuba después; era la vida del revolucionario, un ser especial que según sus palabras, debía ser solitario aunque tal como la realidad lo indicaba, solía llenarse de hijos “como si la revolución se iniciara con amor”25.

Notas
1 Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 224.
2 Ídem.
3 Ídem.
4 Sin relación con la organización terrorista homónima que actuó en la Argentina en los años setenta.
5 Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 226.
6 Ver capítulo “Viajero infatigable”.
7 Ciro Roberto Bustos, ídem, p. 228.
8 Ídem, p. 229.
9 Togliatti fue parte del grupo liderado por Antonio Gramsi, a quien sucedió en la conducción del movimiento tras su encarcelación el 8 de noviembre de 1926.
10 El 29 de diciembre de 1838, el ejército argentino cruzó el río Uruguay, al mando del general Pascual Echagüe, e invadió el vecino país, siguiendo órdenes del brigadier general Juan Manuel de Rosas, el temible dictador porteño, cabeza de la Confederación Argentina. Tras una serie de victorias iniciales, la fuerza agresora llegó al arroyo Cagancha, a solo 30 kilómetros de Montevideo y tras una feroz batalla, logró ser contenida. Las tropas orientales, apoyadas por efectivos argentinos del bando unitario, se alzaron con la victoria y forzaron al enemigo a  retirarse. Ver: Alberto N. Manfredi (h), “Invasiones argentinas al Uruguay” (http://lavozdelahistoria.blogspot.com.ar/2014/04/dos-agrupaciones-politicas-olvidadas.html).
11 Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo nacido en Montevideo el 3 de septiembre de 1940, autor de Las venas abiertas de América Latina (1971) y Memoria del fuego (1986). Era un apasionado del fútbol, simpatizante del Club Nacional de su ciudad natal. Obtuvo numerosos premios y reconocimientos, como el Stig Dagerman en 2010, Casa de las Américas en 2011 y Alba de las Letras en el 2013.
12 Andrés Cultelli fue uno de los principales líderes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Militante del Partido Socialista, en los años sesenta, fue administrador del diario izquierdista “Época”, clausurado posteriormente por el presidente Jorge Pacheco Areco. Luego de ser arrestado (1972), se fugó a la Argentina donde, según algunas versiones, fue secuestrado por la temible Triple A. Que haya terminado entregado a las autoridades locales pone en duda esa versión ya que la mencionada agrupación ejecutaba a sus secuestrados. Declarado desparecido por las autoridades peronistas, “apareció” repentinamente y se exilió en el Chile de Allende y luego en Australia, de donde regersó a su país en 198, con el advenimiento de la democracia. Fue autor del libro La revolución necesaria. Contribución a la autocrítica del MLN, de Editorial Colihue.
13 Raúl Antonaccio Sendic, dirigente sindical y activista nacido en Chamangá, departamento de Flores (Uruguay), el 16 de marzo de 1925. Obtuvo el título de procurador en la Facultad de Derecho de la Universidad de Montevideo. Militante socialista, se radicó en Paysandú, donde se vinculó con trabajadores del gremio azucarero, de quienes fue asesor letrado. Tomó parte en las luchas obreras y sufrió cárcel cuando en agosto de 1970 fue detenido y alojado en el Penal de Punta Carretas, de donde se fugó al año siguiente con 105 tupamaros y otros seis presos comunes (Operación El Abuso). Herido en el rostro durante un enfrentamiento con fuerzas navales en el sector antiguo de Montevideo (1 de septiembre de 1972), fue hecho nuevamente prisionero, permaneciendo detenido 12 años. Liberado en marzo de 1985, continuó su militancia hasta su muerte, acaecida en París, el 28 de abril de 1989, donde había viajado para tratarse la esclerosis que padecía. Su hijo es el actual vicepresidente de la República Oriental del Uruguay (2015).
14 Ver detalles en: Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 233.
15 Ídem.
16 La ruptura se produjo el 8 de septiembre de 1964.
17 Los explosivos iban envueltos en gelatina gris.
18 Sin relación con sus homónimas de Cuba, Guatemala, Colombia y México. Formada mayoritariamente por militantes provenientes de la Federación Juvenil Comunista del Partido Comunista Argentino, hizo su aparición el 26 de junio de 1969, incendiando varios locales de la cadena de supermercados norteamericana Minimax, en Buenos Aires, en repudio a la visita de Nelson Rockefeller. De tendencia guevarista, llevó a cabo acciones armadas de envergadura hasta su unificación con Montoneros a fines de 1973.
19 Periodista y abogado, permaneció detenido durante todo el Proceso de Reorganización Nacional. Fue miembro de la redacción de “Clarín”, diario que pasó a denostar entre 2003 y 2015 para complacer al gobierno de turno. En 1984 se radicó en México; de regreso en el país desempeñó varios cargos públicos, entre ellos el de diputado por el Frepaso. A partir del 2003 jugó un rol deplorable dentro de la política nacional, como incondicional del gobierno de turno y hasta hizo el ridículo varias veces en el programa oficialista 678.
20 Nieto del gobernador José Néstor Lencinas y sobrino de Carlos Washington Lencinas, quien sucedió a aquel y fue muerto por disposición del presidente Hipólito Yrigoyen y el denominado Klan Radical.
21 He aquí una nueva prueba del estrecho vínculo del terrorismo setentistas con el Che Guevara.
22 Probablemente La Coronilla.
23 Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 245.
24 En enero de 1965 había nacido su hija Andrea y en febrero del año siguiente lo hizo Paula, la menor.
25 Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 247.