sábado, 31 de agosto de 2019

LA GUERRA DURANTE EL MES DE SEPTIEMBRE


La columna guerrillera vadea un río


La noticia de lo ocurrido en Vado del Yeso dio la vuelta al mundo. Informativos de todos los rincones del planeta, así como radios y medios gráficos, comentaron el hecho recalcando que se trataba de la primera victoria del Ejército boliviano desde el inicio de las hostilidades.
El 2 de septiembre, el embajador Henderson informó la novedad a Washington mientras el resto de las embajadas cursaban cables a sus respectivos gobiernos.
El 31 de agosto, durante un violento enfrentamiento ocurrido en cercanías de Masicuri Bajo, el grupo de guerrilla “sur” (bajo el mando del cubano Joaquín) ha sido exterminado. […] Enemigos muertos: Joaquín (jefe del grupo), Ernesto (médico), Walter, Braulio, Moisés, Toro [En realidad polo], Tania, Negro y Alejandro. Los cuerpos de Tania y de Negro todavía no se han recuperadom de las aguas del Río Grande. […] Masicuri Bajo se encuentra a 5 km al noreste de la confluencia de los ríos Ñancahuazu y Río Grande (60 km al sureste de Vallegrande). […] A través de los nombres falsos utilizados por los cubanos, estamos intentando verificar la lista de presuntos rebeldes eliminados. […]1.


Una hora después, el representante norteamericano despachó un segundo cable, brindando más detalles sobre lo acontecido en Puerto Mauricio.

Sobre el enfrentamiento armado de Masicuri, nuestro agregado militar ha obtenido del ejército boliviano las primeras informaciones seguras. Tras el “contacto” del 30 de agosto, una unidad del Regimiento Manchego se puso tras los pasos del grupo guerrillero, enfrentándose de nuevo a la banda en la localidad de Masicuri Bajo (31 de agosto). Los insurgentes (la retaguardia) fueron todos eliminados. Se hizo prisionero a un boliviano (Paco). Ningún rebelde ha conseguido escapar. Entre los muertos, dos son bolivianos y otros cubanos o argentinos (pero el Ejército no ha especificado cómo ha logrado identificarlos). Se han intervenido documentos, fotos, armas y equipos varios. […]2.

La victoria de Vado del Yeso resultó benéfica para los intereses norteamericanos pues llevó tranquilidad a los gobiernos de la región y sirvió para contener la inminente intervención argentina. Incluso, contribuyó a mejorar la imagen del Ejército boliviano ante los Estados Unidos y los países involucrados3, extremadamente alicaída a causa de sus constantes derrotas.
La circular que el Departamento de Estado envió a sus representaciones diplomáticas en América Latina, apuntaba directamente a la Argentina, cuyo gobierno continuaba concentrando tropas en la frontera para penetrar en el país vecino.
Washington descansaba en la influencia que su contacto más fiable, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Nicanor Costa Méndez, ejercía sobre la junta militar y en especial, el general Onganía, para contener la situación y evitar que la cosa se saliese de contexto. Así lo dejó entrever el embajador Martin, en el cablegrama secreto que envió al Departamento de Estado, la noche del mismo 7 de septiembre.

En materia de política exterior, Costa Méndez ejerce una gran influencia sobre el presidente Onganía y ya lo ha puesto en guardia acerca de los peligros que podrían derivarse de una intervención militar directa [argentina] a Bolivia. […]4.


El 1 de septiembre, la sección del capitán Vargas fue relevada y reemplazada por un destacamento del RI13 “Montes”, perteneciente a la VII División, asignado a la VIII el 15 de junio, cuya misión era mantener Puerto Mauricio bajo control y efectuar patrullas y observaciones en previsión de la posible aparición del enemigo en el área.
Se trataba de un componente reforzado del ATI-3, al mando del subteniente Guillermo Román Carranza, cuya misión consistía en ocupar el sector de Yajopampa, a solo dos kilómetros de la finca de Honorato Rojas y establecer un perímetro de seguridad en torno a esa localidad, en la certeza de que el grueso de la fuerza guerrillera rondaba la zona.
Eran las 2 p.m. (14.00) del 3 de septiembre cuando el subteniente Carranza dio la voz de alto y ordenó descanso. Para la tropa aquellas palabras fueron como un bálsamo porque hacía diez horas que caminaban a través de aquel terreno inhóspito y por consiguiente, se hallaban hambrientas y agotadas.
Los soldados procedieron a racionar y limpiar sus armas y en esas se encontraban, cuando desde uno de los puestos de vigilancia alguien advirtió que se aproximaba gente.
Los hombres tomaron posiciones y unos instantes después, vieron aparecer individuos armados que se dirigían hacia el conjunto de casas que conformaban la aldea.
El sargento José Ortiz fue el primero en abrir fuego, forzando a los extraños a cubrirse entre los edificios. Eran una avanzada guerrillera, capitaneada por “Inti” e integrada por “Coco”, “Benigno”, “Julio”, “Pablito” y “León”, en busca de provisiones.
El intercambio de disparos se tornó intenso pero ante la evidente superioridad numérica y la posibilidad de quedar cercados por la izquierda, los subversivos emprendieron la retirada, replegándose hacia la espesura, no sin antes abatir al soldado Benito Velasco Gutiérrez y herir a Fanor Lino Guzmán, a quien sus compañeros evacuaron en medio del tiroteo.
Notificado el coronel Valencia Onrubia de la presencia enemiga en el sector, dispuso el envío de una compañía de refuerzo, con el objeto de bloquear las rutas de escape y estrechar el cerco sobre el área.
Mientras la unidad asignada iniciaba su desplazamiento, un Cavalier Mustang P-51D, decoló desde la pista de Choreti, al norte de Camiri, para brindar cobertura a las tropas empeñadas en combate. El aparato se elevó hacia el norte (14.30) y después de sobrevolar Lagunillas, Terrazas y el Campamento Central guerrillero, descendió sobre Puerto Mauricio (14.45), lanzando sus diez cohetes de 127 mm a lo largo del Ñancahuazu, sin efectos.
La Compañía “Tigre” contaba con alrededor de cuarenta efectivos, casi la misma cantidad que la sección de Román Carranza. La comandaba el subteniente Eduardo Galindo Grandchant y pertenecía al RI12 “Manchego” de la VIII División, desplazada hacia jurisdicción de la IV para apoyar las operaciones que se venían realizando al sur del Río Grande. El 24 de junio retornó a su sector y hasta la entrada en vigencia del Plan Paranabó, operó en torno a Abapó y Florida, pasando luego a Samaipata, donde permaneció en espera hasta el 1 de septiembre, cuando pasó a reforzar la ATI-3 en Vallegrande.
Asignada la nueva misión, se puso en marcha para reunirse con la sección del subteniente Román Carranza en Lajas; desde ese punto, continuó su marcha en dirección sur y dos días después alcanzó la unión del Masicuri con el Río Grande.
La compañía se encontraba empeñada en tareas de patrulla y reconocimiento cuando el día 6 chocó contra una avanzada capitaneada por “Urbano”, produciéndose un segundo enfrentamiento.
Los regimientos se desplazan por la montaña

Por un momento, el subteniente Galindo quedó cercado por la fuerza enemiga al introducirse por entre los dos grupos en los que aquella se había dividido pero en su intento por envolverlos, logró salir de la posición, sin sufrir bajas aunque perdiendo el contacto con su oponente.
“Urbano” iba a levantar la emboscada de ocho hombres que el Che había establecido ese mismo día al mando de “Miguel”, cuando se topó con los perros que precedían a la vanguardia oponente.
Percatado de que el grupo guerrillero se había evadido, Galindo se lanzó tras él, avanzando muy dificultosamente debido a la aridez del terreno y porque no quería caer en una segunda emboscada.
La gente del Che se retiró ordenadamente, llevándose los tres mulos y las tres vacas que tenían en su poder desde hacía varios días y a 7 kilómetros del punto donde se produjo el encuentro, levantó un nuevo campamento, luego de atravesar cuatro vados (dos de ellos torrentosos) y sortear algunas dificultades menores.
Allí se encontraban, carneando una de las vacas cuando escucharon por la radio que “Paco” estaba hablando demasiado y, lo peor de todo, el hallazgo del cadáver de “Tania” (para entonces sabían que el “Negro” había muerto en combate).
El Che sugirió la necesidad de aplicar algún tipo de escarmiento contra el primero y subestimó lo concerniente a la guerrillera por provenir de Radio la Cruz del Sur.


En su persecución de la guerrilla, la Compañía “Tigre”, desembocó en el Bajo Masicuri donde sus avanzadas dieron con el banco de arena en el que yacía el cadáver de “Tania”. La combatiente estaba irreconocible, tenía la cabeza apoyada sobre su mochila y era evidente que las pirañas habían hecho de ella su presa.
Después de una rápida revisión, el subteniente Galindo estableció comunicación con el Comando y solicitó un helicóptero para su evacuación.
El mismo Hughes MH-6 matrícula LS-4 del Ejército Boliviano en el que había sido evacuado el cadáver del “Negro”, se hizo presente al comando del mayor Jaime Niño de Guzmán, trayendo consigo a un inesperado pasajero, el general René Barrientos Ortuño, quien armado de una subametralladora UZI, venía a sumarse a la secciones del ATI-3 que operaban en el área y tomar parte en las patrullas que tuviesen lugar durante las siguientes 24 horas5.
Mientras en Cuba se trabajaba aceleradamente en los preparativos de la convención constituyente de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS)6, los cuerpos de los guerrilleros eran trasladados a Vallegrande y tras un minucioso examen, expuestos a la prensa.
La noticia fue difundida por todos los medios y de ello tomó nota el Che, volcando en su diario la preocupación que esas versiones le generaban.

La radio trajo la información de que Barrientos había asistido a la inhumación de los restos de la guerrillera Tania a la que se dio “cristiana sepultura” y luego estuvo en Puerto Mauricio, que es la casa de Honorato; ha hecho una proposición a los bolivianos engañados, a los que no se pagó el salario prometido, para que se presenten con las manos en la frente a los puestos del Ejército y no se tomarán medidas contra ellos7.

La presencia de Barrientos entre las tropas fue muy bien recibida, tanto por la opinión pública como por los efectivos en operaciones, sobre todo después del choque acaecido en Yajopampa, donde el enemigo había vuelto a infligir bajas al Ejército. Verlo correr los mismos riesgos que sus oficiales y soldados sin ninguna protección, sirvió para elevar la moral de la tropa y sentar un precedente.
Por entonces, se tenía la evidencia de que el Che se retiraba hacia el oeste, siguiendo el curso del Río Grande, y en ese sentido, se solicitó a la FAB el bombardeo del área inmediata a Puerto Mauricio, desde la finca de Honorato Rojas hacia abajo, suponiendo que aquel utilizaba esas vías para salir del sector. Al mismo tiempo, fueron replegadas la Compañía “Tigre” y el GC-8 del Escuadrón “Braun”, que al mando del subteniente Alfredo Lara Parravicini, estuvo patrullando la zona desde principios de mes.
El subteniente Lara Parravicini había sido asignado al TO el 18 de marzo, más precisamente al área de Abapó y tal como refiere el general Prado, de ahí pasó a Ipitá y Tatarenda a las órdenes del capitán Emeterio Pereyra, para seguir a Yumao, Saladillo y Ñancahuazu, ello a comienzos de abril, soportando duras contingencias como la falta de abastecimiento y hasta “fuego amigo”, cuando aviones de la FAB confundieron a su unidad con guerrilleros y les dispararon numerosas ráfagas de metralla.
El Gral. Barrientos observa el cadáver de "Tania"
junto a varios oficiales
Incorporado junto a su tropa a otras unidades, pasó a operar a lo largo del Ñancahuazu, en especial Tiraboy, Pirirenda y Florida, donde llegó el 25 de junio para reforzar a la VIII División. Como parte de la Compañía “Tigre” intervino en el Plan Paranabó y luego en misiones de rastreo y seguimiento en el Masicuri8.
Mientras eso ocurría en la zona de operaciones, en La Paz y otras ciudades del país, se llevaban a cabo una serie de allanamientos tendientes a desbaratar la red urbana local, ello después de un minucioso análisis de la documentación y el material secuestrado a los guerrilleros, tanto en los depósitos que el Che había mandado cavar en lo profundo de la selva como en Vado del Yeso, después de la batalla. De resultas de ello, el Ejército y la policía detuvieron a Loyola Guzmán y a otras personas, entre ellas Francisca Bernal Leyton y Norberta Aguilar, a quienes condujeron hasta las oficinas del tercer piso del Ministerio del Interior, para ser sometidas a interrogatorio.
Durante una de las sesiones, la muchacha aprovechó un momento de descuido de sus captores y se arrojó por una de las ventanas, intentando acabar con su vida y así evitar delatar a la guerrilla. Una prueba de lealtad que no mostraron ni la dirección del PC boliviano, ni ningún dirigente allegado a la izquierda.
La muchacha quedó gravemente herida pero no murió; el destino quiso que cayera sobre la copa de un árbol y eso amortiguó el golpe; la condujeron a un hospital y algunas semanas después, ya repuesta, fue enviada a la cárcel de mujeres de Obrajes, donde permanecería recluida hasta 19709.
Las detenciones junto al material confiscado, reforzaron la posición del gobierno en cuanto a la injerencia cubana en la acción militar en Oriente. Desde el 27 de agosto, se encontraban en Washington el coronel Robert H. Quinn, agregado militar de la embajada estadounidense en La Paz y el teniente coronel Manuel Cárdenas, en representación de las FF.AA. bolivianas para exponer ante el Congreso y las autoridades de la gran potencia del norte, los documentos incautados por el EB a la guerrilla invasora, demostrando que se trataba de una intervención orquestada y dirigida desde Cuba e integrada por elementos de esa nacionalidad10.


El 22 de septiembre se llevó a cabo en el Palacio de Gobierno de La Paz, la conferencia de prensa que los generales Barrientos y Ovando ofrecieron a periodistas locales y corresponsales extranjeros. En ella, se mostraron las pruebas de que el Che Guevara dirigía personalmente las acciones, con injerencia directa de Cuba y por ende, de Fidel Castro y su jerarquía.
Tanto los representantes acreditados como el personal de gobierno fueron testigos de la exposición; ahí estaban los pasaportes Nº 132220 y el 130740 expedidos por el gobierno de la República Oriental del Uruguay a nombre de Ramón Benítez Fernández y Adolfo Mena González, con los cuales el Che había ingresado al país; sus fotografías, huellas digitales y la ficha de eximición del servicio militar, facilitada por la embajada argentina junto a los bosquejos de Ciro Bustos, documentación, pases, cédulas y otras pertenencias.
El 22 de septiembre de 1967, los generales Barrientos y Ovando
mostraron en rueda de prensa las pruebas de la presencia del Che en el país

Finalizada la misma, los altos oficiales expresaron su confianza en terminar con lo que quedaba de la guerrilla lo antes posible y Barrientos dio a conocer su intención de conceder garantías a los combatientes de origen boliviano que estuviesen dispuestos a entregarse.
Una semana después, el general Ovando declaró públicamente que esperaba capturar al Che Guevara vivo, expresiones que coincidieron con una sugestiva fotografía aparecida en “O Estado de Sao Paulo”, en la que se veía al mayor Ralph “Pappy” Shelton, dirigiendo la palabra a un grupo de rangers bolivianos. El epígrafe, debajo de la imagen, aclaraba que se trataba de un conocido oficial Boina Verde, próximo a regresar a los Estados Unidos, hablándole a los mandos bolivianos durante la clausura del curso de comandos11.
Al finalizar, los generales hicieron pública, por primera vez, la recompensa que el gobierno ofrecía por la captura de Guevara y sus secuaces, así como el monto de la misma, convencidos ambos de que eso aceleraría su caída.
El general Ovando cerró la disertación, manifestando su confianza en le triunfo, tanto de las Fuerzas Armadas como del pueblo boliviano, finalizando con un lapidario “…los que lograron salir de Vietnam, del Congo, y del Perú, morirán en Bolivia, por siempre cuna de la libertad”12.
En simultáneo con la rueda de prensa que ofrecieron Barrientos y Ovando en La Paz, el canciller Walter Guevara Arze, presentó en la Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, copias de la misma documentación, poniendo al descubierto la intervención cubana en su país, al tiempo que solicitaba sanciones contra La Habana.
En una actitud propia del diletante organismo, las mismas no fueron aplicadas y todo quedó en un tibio pronunciamiento que, como de costumbre, a nada condujo.
Tres días después de la conferencia de prensa, en un clima de gran expectación, comenzó en Camiri el juicio a Régis Debray, Ciro Roberto Bustos y el resto de los acusados.
Con las exposiciones del fiscal y los alegatos del Dr. Raúl Novillo en representación del francés, Augusto Mendizábal Moya del argentino y Arturo La Fuente, por los bolivianos inculpados, el mundo se dispuso a presenciar uno de los procesos más resonantes del siglo. Por las víctimas de la guerrilla, constituidas en parte civil, actuaron los doctores Manuel Morales Dávila y Adalid Herbas Castro.
El 30 de septiembre el Tribunal Militar solicitó a través del fiscal Iriarte, la expulsión del periodista brasilero Irineo Guimaraes, por haber publicado una nota en la que sostenía que el camión militar en el que Debray había sido conducido a la Corte, llevaba la inscripción “Alianza para el Progreso”. El 15 de septiembre, el reportero boliviano Jorge Canelas, de la agencia AP, corrió la misma suerte por divulgar noticias falsas sobre el el combate de Vado del Yeso, lo mismo varios de sus colegas, por supuestas notas tendenciosas publicadas en los medios.
A partir de ese momento, el gobierno organizó una subcomisión dedicada a leer y censurar las noticias y comenzó a presionar a los representantes de los medios informativos, con cierta insistencia llegando, en algunas ocasiones, a los apremios y las amenazas.
Régis Debray hace declaraciones a la prensa durante el juicio

Barrientos manifestó su apoyo a la decisión de expulsar a Guimaraes, asegurando que el periodista hacía abuso de la libertad de prensa y difundía calumnias, la principal, que Washington estaba digitando el proceso. Como contrapartida, el “Buenos Aires Herald”, periódico porteño de habla inglesa, fundado en 1876, publicó una nota según la cual, las verdaderas causas por las que Guimaraes había sido expulsado, se debían buscar en la nota que publicó en un diario local a través de la agencia AFP, resaltando la incapacidad del tribunal para encarar ese tipo de juicio, así como la injerencia política en el proceso, destinada a condenar de antemano al francés.
Ante semejante disposición, más de veinte corresponsales acreditados en Camiri, encabezados por Phillipe Noury de “Le Figaro”, elevaron su protesta al Tribunal, exigiendo la inmediata reincorporación de los periodistas expulsados, a lo que el fiscal Iriarte respondió en alta voz, frente toda la audiencia, que todos ellos representaban tendencias comunistas.

-¡Ustedes son de la línea de Guimaraes y esa es la línea procomunista!

En vista de la situación, el coronel Reque Terán salió a desmentir las afirmaciones, negando que el camión en cuestión luciese la mencionada inscripción y para despejar cualquier duda, aclaró que había sido adquirido a Estados Unidos en el marco del Programa de Ayuda Militar a Bolivia.
Los periodistas volverían a la carga, presentando una nueva nota objetando las expulsiones, en especial Guimaraes y exigiendo su retorno a Camiri13.


La noticia de que Barrientos había asistido a la inhumación de los restos de “Tania”, fue el primer indicio de que algo malo le había ocurrido a “Joaquín”.
Al Che le llamaron la atención varias cosas, una de ellas, que se hablase de cristiana sepultura -de ahí el encomillado con el que remarcó ambas palabras en su anotación del 8 de septiembre- y demás afirmaciones en cuanto a los dichos de “Paco” y las medidas que se adoptaban en ese sentido.
“Tania” fue enterrada en el cementerio de Vallegrande. En un primer momento, se dijo que su cadáver iba a ser conducido a Santa Cruz de la Sierra pero a último momento, se decidió por aquella otra localidad.

El cadáver de "Tania" a poco de ser recuperado

El helicóptero de Niño de Guzmán se posó en el destacamento militar local, donde el teniente coronel Andrés Sélich, comandante del Regimiento de Ingenieros Nº 3 de la VIII División, aguardaba su llegada. La idea era exhibirla y luego arrojarla a la fosa común que se había abierto para el resto de los guerrilleros, pero una comisión de mujeres, encabezada por la profesora Dora Cárdenas, solicitó su cuerpo para limpiarlo, vestirlo adecuadamente y darle cristiana sepultura, tal como había escuchado el Che a través de la radio. Las damas argumentaban que por tratarse de la única representante del sexo femenino en la guerrilla, no se le podía dar el mismo trato que al resto de los combatientes y pidieron hacerse cargo ellas.
Sélich dio su consentimiento pero les dijo que el Ejército no podía proveerles un ataúd, ni ningún otro implemento para el caso, a lo que aquellas respondieron que ellas mismas se ocuparían del asunto. La comisión se abocó a organizar una colecta destinada a recaudar fondos y así fue como adquirieron una simple caja de madera y varios metros de tela blanca para confeccionar una túnica; algunas de ellas, ayudadas por religiosas, lavaron el cuerpo y luego lo vistieron.
El 10 de septiembre, cuando todo estuvo listo, el cuerpo de la muchacha fue depositado en el féretro, ello con la ayuda de algunos pobladores y luego la condujeron al cementerio, fuertemente escoltada por un destacamento de soldados14.
Acompañaron el cortejo el general Barrientos, el teniente coronel Sélich, el reportero de “Presencia” y el padre Mario Laredo, capellán de la VIII División (ostentaba el grado de capitán), quien pronunció el responso.
Según Jon Lee Anderson, fue Barrientos quien ordenó que se honrara a la combatiente con un oficio religioso y una sepultura cristiana15.
Coronel
Andrés Sélich
Al día siguiente, la tumba fue abierta y el cuerpo exhumado. Los soldados depositaron el cajón en la parte posterior de un camión y lo condujeron al Tercio Táctico Militar de la VIII División, ubicado frente al aeropuerto de la ciudad. Una vez allí lo bajaron y lo llevaron hasta un galpón, movimientos observados a una distancia de 500 metros por varios pobladores, a quienes se les había vedado el paso. Cerca de allí, en las afueras de la población, un piquete de soldados cavaba una fosa, a escasos metros de un cerco de árboles.
Los restos de la guerrillera fueron conducidos hasta allí, en plena noche, fuertemente escoltados y depositados en el interior de la cavidad. Hay quienes dicen haber visto la escena ocultos en la lejanía pero la obscuridad no les debe haber permitido observar demasiado.
Lo cierto es que a partir de ese momento, nadie pudo asegurar con certeza donde fue enterrada la combatiente argentina.
Durante mucho tiempo se dijo que había sido depositada en la tumba de un soldado caído en combate, de apellido Benítez, pero ni entre los muertos ni los heridos figura ningún efectivo con ese nombre; también se señalaba una tumba sin nombre, apenas identificada por un crucifijo de madera, en la que durante años, los habitantes de la zona depositaron flores, pero tampoco resultó ser el lugar. El misterio recién se develaría tres décadas después16.


El Che se retiraba por un camino ascendente, en dirección oeste, ingresando en un área completamente distinta a la que se había movido hasta entonces, mucho más agreste, escasa en vegetación y bastante más poblada.
Seguía el curso del Río Grande, en dirección a su afluente, el La Pesca, para continuar hasta la aldea de Los Sitanos y desde ahí virar hacia el norte, intentando alejarse de sus perseguidores.
Durante la marcha, fue tomando prisioneros a cuanto campesino se les cruzó en el camino, labriegos, peones y pescadores, hombres simples y temerosos, que temblaban ante su presencia.
El Che los interrogó y dado su estado de ánimo, hasta los amenazó para sacarles información. Los pobres diablos apenas hablaron y como se temía que una vez liberados corriesen en pos del Ejército, se los llevaron consigo, alejándolos de sus terruños naturales.
Arriando vacas, mulos, caballos y prisioneros, el 20 de septiembre la columna ocupó el poblado, bloqueando sus accesos y prohibiendo la salida a todos sus moradores. Los guerrilleros cortaron los cables telefónicos, apostaron vigías en diferentes puntos y revisaron casa por casa, buscando alimentos e indicios.
Un par de horas después, luego de un reparador descanso, se pusieron nuevamente en camino, liberando bajo amenaza a los prisioneros y adquiriendo algunos productos para incrementar sus raciones. Intentaban alcanzar Alto Seco, localidad serrana distante a escasas cuatro leguas, donde finalizaba la carretera de Vallegrande.
Salieron alrededor de las 6 p.m., alcanzando el caserío de San Rafael al anochecer. Previamente cruzaron el río Paraimirí, sobre cuyas costas se alzaban varias chozas y cabañas, todas ellas vacías porque anoticiados de su cercanía, sus moradores las habían abandonado y a las 12.35 del 22 de septiembre arribaron a Alto Seco, caserío de 420 habitantes, a 1900 sobre el nivel del mar, que ocuparon por las siguientes 24 horas.
El Che entró a lomo de burro, causando una extraña impresión en los pobladores, quienes lo creían un forajido junto a su banda de salteadores. La imagen de sus hombres, siempre pendientes de él, siempre asistiéndolo y cumpliendo sus directivas, impresionó sobremanera a aquella gente rústica y simple.
Alto Seco, 22 de septiembre. La presencia del Che intimida a los pobladores (Imágen: Che! de Richard Fleischer)

Al igual que en Los Sitanos, los guerrilleros cortaron los cables telegráficos, prohibieron a los habitantes abandonar el poblado y revisaron casa por casa en busca de alimentos.
El Che estableció su puesto de mando en una vivienda deshabitada que se alzaba a unos 200 metros fuera del ejido urbano, y allí se dispuso a pasar la noche, trazando planes y estudiando los mapas.
Lo primero que hizo fue exigir la presencia del corregidor, Vidal Osinagas Aguilar, pero cuando las mujeres del pueblo le dijeron que se había marchado el día anterior (en realidad, estaba escondido en la casa de un vecino, temeroso de la presencia guerrillera), ordenó saquear su tienda-almacén, vaciándola de mercaderías (el poblado tenía dos).
Sara Calzadilla, la esposa del corregidor, protestó aduciendo que su familia vivía de eso, pero los invasores se mostraron implacables ante su desesperación.

-¡Que le pague su presidente, señora! – le respondieron mientras retiraban las cosas.

El Che mandó cerrar los accesos al pueblo, estableció varios PO en los alrededores y en cercanías del cementerio, a metros de donde terminaba la carretera de Vallegrande, mandó cavar trincheras y levantar defensas.
Alguien le dijo que la camioneta que unía el poblado con la cabecera del departamento, debía llegar en cualquier momento y eso le dio esperanzas de poder utilizarla, pero la misma no apareció. Mandó reunir a los moradores en la escuela (solo los hombres) y en horas de la noche se dispuso a hablarles, intentando convencerlos de unirse a la lucha.
Los campesinos, quince en total -el resto habían huido-, fueron conducidos como ganado y obligados a sentarse frente al pizarrón, en una de las dos aulas del establecimiento para escuchar la alocución en silencio, con rostros inexpresivos y actitud temerosa.
El primero en hablar fue “Inti”, explicando las causas de su presencia en el lugar y los alcances de la revolución.

Ustedes creerán que somos locos para luchar como lo estamos haciendo; nos dicen que somos bandoleros, pero nosotros estamos luchando por ustedes, por la clase trabajadora, por los obreros que ganan poco mientras los militares tienen sueldos altos. Ustedes trabajan para ellos, pero díganme ¿qué hacen ellos por ustedes? Aquí no tiene agua, no tiene luz eléctrica, el teléfono no funciona, están tan abandonados como todos los bolivianos, por eso nosotros luchamos18.

Cuando Peredo terminó, Walter Romero, el maestro del pueblo, pidió la palabra para hacer una serie de preguntas sobre el socialismo, a las que aquel respondió con vaguedades, pintando a las naciones “bendecidas” por esa corriente como a verdaderos paraísos en la Tierra..
Inmediatamente después habló el Che.

Queremos que vengan voluntariamente. No por la fuerza. Nosotros no empleamos la fuerza. Todo el que quiera unirse será bien recibido.
……………………………………………………………………………………
El Ejército dice que mataron a Joaquín y otros compañeros nuestros, pero es mentira, todo es propaganda del ejército, los cadáveres que mostraron en Vallegrande han sido traídos de cementerios. Es mentira, no han matado guerrilleros y esto yo [se] los aseguro porque hace apenas dos días me he comunicado con Joaquín.
……………………………………………………………………………………..
En todos los países seguiremos luchando para liberarlos de la opresión norteamericana. Ustedes han escuchado hablar de Santo Domingo, es un país igual que Bolivia, allí los americanos entraron y mataron a muchos campesinos cuando querían una mejor vida. Igual va a pasar aquí, por eso luchamos nosotros19.
 
Ninguno de aquellos hombres se ofreció, salvo Teodoro Vidal, joven poblador de la localidad, aunque solo para hacerles de guía hasta el siguiente caserío.
Según Gary Prado, durante la charla, los guerrilleros adoptaron una actitud amenazante, apuntando a los pobladores con sus armas, como intentando humillarlos, tal como relataría tiempo después uno de los presentes, pero el Che no apunta nada de eso en su diario.
En la madrugada del 23 de septiembre, la columna se puso en marcha hacia el río Santa Elena, guiada por Teodoro. El camino del oeste los condujo hasta Loma Larga, pequeño poblado cerrano, en cuyas inmediaciones acamparon. Pese a que la aldea se encontraba desierta, decidieron pasar el día junto a la mencionada vía de agua, intentando apenas algún recorrido corto por los alrededores.
Según el Che, se trataba de un lugar en extremo agradable, un extenso naranjal del que sus hombres se surtieron en abundancia y descansar  con cierta tranquilidad. Recién a la 1 a.m., se pusieron en marcha y cerca del amanecer, entraron en la aldea, con el comandante bastante enfermo debido a una mala digestión y el “Médico” en pésimas condiciones.
El pueblo, como hemos dicho, se encontraba abandonado; los campesinos habían huido y solo el anciano Sóstenos Vargas permanecía en su rancho, continuando con sus faenas habituales. Fue él quien les vendió un puerco para merendar y les dio algunas indicaciones.
Los guerrilleros hallan los caseríos abandonados a su paso

Al día siguiente estaban en Pujío, paso previo a Abra del Picacho, otro lugar que también hallaron despoblado. Antes de entrar en Tranca Mayo, se detuvieron junto al camino y al caer la noche reiniciaron el avance, con la esperanza de llegar a Abra del Picacho en la mañana siguiente. El Che había dado la orden de detener al corregidor de La Higuera (Aníbal Quiroga), que andaba de recorrida por el lugar, pero el mismo, más astuto de lo que parecía, no apareció. Su idea era interrogarlo, retenerlo en calidad de rehén y valerse de sus conocimientos para moverse con mayor precisión, pero en apariencia, el hombre sabía que corría ese riesgo y se escabulló en dirección a su pueblo.


El 22 de septiembre, el EM del ATI-3 recibió un comunicado informando que la guerrilla había evacuado Alto Seco. En vista de la situación, el coronel Constantino Valencia Onrubia, buen estratega, mandó llamar a la compañía del Regimiento “Manchego” y al Escuadrón “Braun”, en esos momentos se asignados a la zona de Masicuri, para encomendarles una nueva misión. Las unidades marcharon durante toda la noche y estuvieron de regreso a las 9 p.m. del día 23, oportunidad en las que luego de una reparadora cena en el Casino de Oficiales, recibieron orden de asearse y descansar, pues les esperaban jornadas agotadoras en los días siguientes.
Valencia y su plana mayor habían estado trabajando en un nuevo plan, consistente en una serie de rastrillajes en torno a Alto Seco y La Higuera, seguros de que el invasor se encontraba allí, en extremo debilitado.
A la mañana siguiente, impartidas las directivas, el Escuadrón “Braun” partió al mando del subteniente Lara Parravicini, para peinar la línea Vallegrande-Alto Seco, en tanto la “Manchego”, siempre encabezada por el subteniente Galindo, hacia lo propio hacia el sudoeste, con intenciones de ocupar Pucará.
Para entonces, el escuadrón Ranger del mayor Manuel Ayoroa había terminado su curso de entrenamiento en La Esperanza y estaba listo para entrar en acción. Paralelamente, el Comando de la VIII División trasladó su puesto de mando a Vallegrande, a efectos de estar más cerca de la zona de operaciones dada la intensidad que las mismas habían cobrado y su par de la IV División recibía nuevas instrucciones.
La noche del 25 de septiembre, el Batallón de Asalto Ranger Nº 2 (Regimiento “Manchego”), recibió la orden de dirigirse a Vallegrande. Los 650 efectivos alistaron su equipo y después de formar en el patio central del improvisado cuartel20, abordaron los camiones que se encontraban allí estacionados y partieron rumbo a la ciudad cabecera del municipio, distante a 80 kilómetros al sudoeste. Con sus luces iluminando el camino, la columna motorizada tomó la Ruta 10 que une San Ramón con Montero y al llegar a esa última localidad dobló por la 4 hacia Santa Cruz de la Sierra, pasando por Los Chacos, Warnes y el aeropuerto Viru Viru, en paralelo al río Piraí.
A Santa Cruz la atravesaron por la periferia y a la mañana siguiente, después de viajar toda la noche, estaban en la sede del Comando, en Vallegrande.
Mientras tanto, en las montañas, el Escuadrón “Braun” llegaba a Alto Seco, constatando que los invasores lo habían evacuado el día anterior. El subteniente Lara tomó debida nota de las quejas del corregidor y su esposa e interrogó a otros pobladores para obtener mayor información. Inmediatamente después, estableció una serie de emboscadas, destinadas a cubrir las vías de acceso y allí se encontraba cuando el 25 recibió la orden de ponerse en marcha hacia Pucará, para que la sección del subteniente Galindo se adelantase hacia La Higuera, pues se tenían indicios de que la columna enemiga se desplazaba hacia allí, proveniente del Río Grande. Informada la IV División, el coronel Reque Terán dispuso el refuerzo de las poblaciones ribereñas al oeste de la vía acuática, intentando cerrar toda salida en dirección a Chuquisaca.
Para ello, dispuso el envío del CITE-2 hacia Padilla y Villa Serrano, movimiento coincidente con el desplazamiento del subteniente Galindo hacia La Higuera.
Efectivos del Batallón de Asalto Ranger Nº 2 durante una patrulla

En esos momentos, la columna guerrillera evacuaba Loma Larga en dirección a Pujío con la clara  intención de seguir hasta Trancamayo  y Abra del Picacho, localidad ésta última a la que arribaría en la madrigada del 26. Desde ese punto continuó a paso lento en dirección a La Higuera, permitiendo que el subteniente Galindo detectase su movimiento desde Khara-Khara, elevaciones en las que se encontraba desde las 11 a.m. del día anterior.
Galindo observaba el desplazamiento con sus prismáticos, sorprendido de ver al enemigo moviéndose a la luz del día.
Los invasores entraron en La Higuera a las 10 a.m. y sin mediar palabra, cortaron los cables telegráficos y procedieron a efectuar una minuciosa requisa de sus viviendas, de resultas de la cual, encontraron un telegrama del corregidor dirigido a las autoridades de Vallegrande, alertando sobre su presencia en el área.
Pese a que la línea del teléfono no funcionaba, el Che mandó cortarla, inutilizar el aparato telefónico y apoderarse de todo el alimento y los medicamentos que se pudiesen cargar.
La mayoría de los habitantes había huido y solo unas pocas mujeres permanecieron en el lugar, la joven hija del corregidor entre ellas, con la que “Coco” comenzó a intimar, trabando conversación de manera cordial. El Che en cambio, se mantuvo distante, alejado de los campesinos, molesto y poco paciente, algo que sus hombres venían notando desde hacía algún tiempo.
Finalmente, al cabo de varias horas, la columna salió hacia el Jagüey tomando el camino de herradura que conducía directamente a Pucará, a pleno día, por una zona de escasa vegetación y bastante más poblada que las anteriores.
En primer lugar partió la vanguardia (13.00 horas), con “Benigno” al frente, seguido por, “Miguel”, “Coco”, “Julio” y  Aniceto, seguida media hora después por los quince hombres del centro, al mando del Che. 
La sección ya había iniciado el avance y dejaba el poblado cuando se escucharon una serie de disparos que contuvieron su salida.
Comprendiendo que la vanguardia había chocado con el Ejército, el Che dio órdenes de replegarse y tomar posiciones entre los edificios, señalando previamente, la ruta de escape.

Cuando salí hacia la cima de la loma, 13.30 aproximadamente, los disparos desde todo el firme anunciaron que los nuestros habían caído en una emboscada. Organicé la defensa en el pobladito, para esperar a los sobrevivientes y di como salida un camino que sale al río Grande20.

Mientras los aterrados pobladores corrían en busca de refugio, los guerrilleros tomaron ubicación y esperaron, con sus armas listas.
El primero en aparecer fue “Benigno”, que llegaba herido, seguido algunos minutos después por Aniceto y “Pablito”, éste último con dificultades para caminar.
Para entonces, el subteniente Galindo se había hecho fuerte en el firme y trepaba por el flanco izquierdo, persiguiendo a los fugitivos.
Al verse blanco de fuego cruzado, “Inti” y “León” se arrojaron por un barranco, desprendiéndose, sin proponérselo, del resto de la vanguardia. En la Quebrada de Batán, los soldados abatieron a “Miguel” e hirieron a Julio”, quien, pese a sus lesiones, logró retirarse hacia una pirca21 que se extendía 18 metros a la derecha, donde cayó sin vida al recibir varios impactos desde diferentes ángulos.

En ese momento, “Benigno” se percató de que “Coco” corría hacia su compañero muerto, creyéndolo aún con vida y le hizo señas para que desistiese pero el combatiente boliviano no lo vio; siguió avanzando en dirección a “Julio” y fue alcanzado por un disparo.
Viendo a “Coco” tirado en el suelo, “Benigno” corrió hacia él, lo tomó del brazo y lo cargó sobre su hombro, para lanzarse cuesta abajo, pero en ese preciso instante, un certero impacto acabó con el boliviano.
Viendo a su compañero muerto, el cubano se desprendió de él y escapó, no sin antes recibir un disparo en el hombro.
Con la Compañía “Manchego” prácticamente encima, el Che soltó las cabalgaduras (mulas y caballos) por el camino principal, intentando despistar al enemigo mientras él con su gente, disparaban hacia el grueso de la unidad enemiga en la quebrada22.
Mientras se desplazaba llevando a “Coco”, “Benigno” vio al Che detrás de la pirca, intentando cubrir su retirada y comenzó a correr hacia su posición. Ni bien cruzó la cerca, el comandante guerrillero dispuso un movimiento de diversión intentando desorientar a las tropas y hacerles creer que se evadían por el Río Grande. Adelantándose hacia la Quebrada de San Antonio, una hondonada situada al oeste, contigua al desfiladero de Yuro.
Durante el avance, la Compañía “Manchego” capturó a “Camba”, cuando trataba de ocultarse en las serranías, completamente desorientado, en tanto “León”, habiéndose desprendido de su arma y su mochila, escapó por una hondonada, tratando de poner distancia entre su persona, el Ejército y la misma guerrilla22. El Che se dio cuenta que por ese sendero no podían seguir porque a esa altura, el enemigo estaría alcanzando el firme, y viendo que no quedaba otra salida, decidió permanecer en el área y para ello, le ordenó a “Pombo” levantar defensas sobre una loma que se elevaba 600 metros a la derecha, en tanto él, junto a “Urbano” y “Pachungo”, se parapetaban tras unas rocas para contener a las tropas.
Como moverse de esa posición era prácticamente imposible debido al riguroso cerco establecido por la “Manchego”, el Che dispuso establecer un compás de espera para orientarse y estudiar los movimientos del enemigo.
A través de Radio Balmaceda de Chile, los guerrilleros confirmaron que el Ejército estaba al tanto de su presencia en La Higuera y que lo rodeaban entre 2000 y 6000 efectivos. Eso terminó por convencerlo de que lo más prudente era esperar y no moverse de las posiciones que ocupaban. Como las tropas no se presentaron, ordenó levantar campamento y adelantarse hacia la referida altura.
Durante la marcha, alguien creyó distinguir movimientos barranca abajo y a una orden del comandante, todos se agazaparon.
El Che atraviesa las sierras permanentemente acosado por el Ejército
(Imágen: Omar Sharif en Che! de Richard Fleischer)

El Che tomó sus binoculares y pudo ver a un hombre que corría hacia el río. Era “León”, que acababa de desertar y huía del área. Ignorantes de ello, los guerrilleros le hicieron señas para que regresase pero haciendo caso omiso, el combatiente les dio la espalda y se alejó.
Poco después apareció “Inti”. Traía los pies cubiertos con trozos de tela porque había perdido el calzado y se hallaba bastante agitado. Ni bien se acercó al comandante, le describió con detalle lo que acababa de suceder y confirmó haber visto la mochila de “León” tirada en el cañadón.
El Che le ordenó a “Urbano” descender la barranca y tratar de averiguar por donde andaba el enemigo; inmediatamente después, reinició la marcha, tomando una pequeña senda que se abría a la derecha.
Les llevó varias horas alcanzar el firme, pero una vez allí, levantaron el vivac y se dispusieron a reponer fuerzas.
A través de los prismáticos pudieron ver una casa en la lejanía, de la que, al cabo de un rato, salieron un soldado y un campesino haciendo chanzas y juego de manos.
El Che envió a Aniceto a explorar y a su regreso informó que junto a la vivienda acampaba un pelotón enemigo, unos cuarenta efectivos bien armados y pertrechados.
Un par de horas después, unos brillos en los barrancos les llamaron la atención; el Che apuntó los binoculares en esa dirección y pudo notar una hilera de soldados que subía por una loma. Pocparecían dar indicaciones:

-¡Ahí están, míralos!

-¡Allí está!

-¡Sal de ahí! ¡¿Vas a salir o no?!

Se trataba de “Camba”, que acababa de ser tomado prisionero.
Demostrando gran dominio de sí mismo, el Che ordenó permanecer en sus lugares y esperar que los soldados abriesen fuego primero.
Esa noche escucharon por radio que el enfrentamiento del día anterior había tenido lugar contra la Compañía Galindo y que los muertos (“Coco”, “Miguel” y “Julio”) iban a ser enviados a Vallegrande, donde ya se encontraban los del grupo de “Joaquín”.
Entre el 28 y el 29 de septiembre tuvo lugar un desfile de tropas, yendo y viniendo desde la casa serrana. A las 10 a.m. del primer día, cuando “Willy” e “Inti” buscaban de agua pr las inmediaciones, cuarenta y seis efectivos de infantería pasaron frente a las posiciones guerrilleras; dos horas después hicieron lo propio otros setenta y siete, quienes al sonido de un disparo, se agazaparon y tomaron posiciones, aferrándose al terreno.
El Che y sus hombres vieron al oficial a cargo comunicarse por radio con su puesto de mando y después ordenarle a la tropa incorporarse y descender la quebrada. A ellos les siguió otro soldado llevando un perro por la correa y más tarde otro, guiado por un campesino.
Con la caída del sol, se percibieron a lo lejos las fogatas del acantonamiento enemigo y se escucharon los típicos disparos con los que las tropas se saludaban y comunicaban unas a otras.
Llovió copiosamente durante buena parte de la noche y la mañana siguiente amaneció nublada. “Inti” y Aniceto salieron para explorar y poco después comenzó el desfile de soldados, llevando y trayendo cosas hacia la cabaña. Los hombres se movían sin sus mochilas, pues al rato reaparecían transportando carga.
A las 18.15, una formación de dieciséis efectivos se alejó hacia el estero que se extendía al noroeste y hasta la llegada de la noche, pudieron ver varios más, realizando diferentes tareas.
El 30 de septiembre transcurrió igual; cerca del mediodía, otros cuarenta hombres pasaron frente a las posiciones guevaristas para acampar junto a la casa y luego se vieron algunos más rondar por la inmediaciones.
A media tarde, regresaron “Inti” y “Willy”, trayendo informando valiosa; el Río Grande corría a 2 kilómetros de distancia hacia el oeste; había tres viviendas en el camino y existían sitios adecuados donde poder acampar.
Con el “Chino” y el “Médico” en pésimas condiciones, la columna se puso en marcha (22.00 horas), intentando alcanzar las márgenes del torrente.
El cuadro que presentaban ambos era realmente lamentable. Según “Pombo”, el “Chino” daba lástima, se caía constantemente y cuando extraviaba los lentes comenzaba a gritar desesperado “¡Fernando, Fernando, se me han perdido los espejuelos!”. El Che en persona corría siempre a asistirlo pues parecía guardar una preferencia especial por él. Por esa razón, preocupado por su estado, le confió su cuidado a “Pombo”, que mucha paciencia no demostró tener.
Los cubanos eran capaces de hacer cualquier cosa por su comandante; bailar desnudos sobre una roca, tirarse desde un precipicio o caminar en cuatro patas si éste se los pedía, ni que hablar de atender sus necesidades, socorrerlo, asistirlo y tratar de aliviar su situación cuando la misma lo requería, pero por el resto no estaban demasiado dispuestos a ese tipo de cosas. Por eso, hastiado de que el combatiente peruano extraviase sus anteojos a cada rato, el fiel cubano le sugirió que sujetase un cordel a cada pata y de ese modo, evitar el contratiempo, pero aquel no lo hacía y eso provocaba su impaciencia. En más de una ocasión “Pombo” perdió los estribos y exteriorizando sus emociones, le lanzaba un rosario de insultos que terminaron forzando la intervención del Che.

-Nadie está autorizado a echarle descargas al Chino – le dijo a los hombres en tono severo.

El pobre Chang hacía lo que podía por mantenerse a la par de la tropa, grandes sacrificios que constituían un esfuerzo sobrehumano, de ahí el pedido del comandante en cuanto a tenerle paciencia y atender sus necesidades. Pero como la situación siguió igual, él en persona se hizo cargo, levantándolo del suelo en más de veinte oportunidades, buscándole las gafas y cosas por el estilo.


La columna guerrillera quedó reducida a diecisiete hombres, otro golpe demoledor para su subsistencia pues además de la faz numérica, acababa de perder a cuadros de gran valía, especialmente “Coco” y “Miguel”.
El momento no podía ser peor; la Compañía “B” del Batallón de Asalto Ranger Nº 2, integrada por ciento cuarenta y cinco hombres al mando del capitán Gary Prado Salmón, recorría las inmediaciones y el Escuadrón “Braun”, compuesto por otros treinta y siete efectivos, los empujaba lentamente para encerrarlos en una hondonada.
Fue una carrera contra la muerte, en todo sentido, doscientos soldados bien pertrechados tratando de dar alcance a diecisiete espectros, desnutridos, mal vestidos, sin alimentos, ni medicinas, carentes de sustento y bases donde asentarse. Para peor, no podían cocinar en las noches pues las llamas de sus fogatas podían llamar la atención, ni tampoco de día por el humo que se desprendía de ellas; apenas racionaban con lo poco que les quedaba y la caza furtiva apenas daba resultados.
Fue durante un alto en el camino, bajo las estrellas de una noche gélida, que los guerrilleros terminaron por convencerse de que  “Joaquín” y su gente, efectivamente, habían sido aniquilados. Desde la conferencia de prensa que Barrientos y Ovando ofrecieron el 22, la información que las radios pasaban era demasiado precisa y las pruebas contundentes.
La escuela de La Higuera en septiembre de 1967

A las muertes de los tres compañeros bolivianos, acaecidas en el encuentro del 26, se sumaba esta noticia, sumiendo aún más a los combatientes en una sombría incertidumbre.
Ahí mismo el Che debió abortar su misión y buscar una ruta de escape para salvar lo que quedaba de su legión pero necio y obstinado como era, se empeñó en seguir adelante y llevar a su gente al desastre.
La mañana del 27 de septiembre (9 a.m.), pasó sobre ellos un avión explorador, precipitando la fuga de más campesinos. En esos momentos, el Comando de la VIII División había decidido que a la Compañía “B” de los rangers, patrullara la línea Vado del Oro-Ocampo-Porongo-El Fuerte, en paralelo al Río Grande a efectos de reunirse con la Compañía “Florida”, que convergía desde el sur y la CITE-2 de la IV División, que avanzaba desde Villa Serrano, cerrando los pasos a Chuquisaca.


El 30 de septiembre, la columna guerrillera tomó prisionera a doña Epifanía, una mujer quechua, de edad avanzada, que criaba sus cabras por las inmediaciones. Siempre se creyó que fue ella quien alertó a las autoridades sobre la presencia de los invasores pero no fue así. Quien lo hizo fue el campesino Pedro Peña, que los vio bajar del firme y corrió a avisar al corregidor de La Higuera.
Epifanía fue retenida por la fuerza y en un principio, simuló no hablar español, sin embargo, en horas de la tarde se relajó, dijo lo que sabía sobre las tropas que merodeaban por los alrededores, dio datos precisos en cuanto a caminos y distancias y los guió hasta las inmediaciones de su casa para que tomasen el camino al Río Grande.
Mucho se angustió cuando el Che les ordenó a “Inti”, “Pablito” y Aniceto que la acompañasen hasta el mísero rancho donde vivía; la pobre mujer no quería que lo supieran, por temor a represalias y hasta estalló en llanto presa del pánico, pese a las garantías que en ese sentido le dio el jefe invasor.
La mujer vivía junto a dos hijas, una postrada y la otra enana, en un estado de pobreza desesperante. Los guerrilleros le entregaron $50 y se retiraron, dejando atrás ese cuadro desolador.
Caminaron durante toda la noche hasta unos precipicios extremadamente pronunciados que se abrían delante y les impedían seguir avanzando. Todos estuvieron de acuerdo en que iba a ser imposible pasar al otro lado y acordaron buscar un paso menos peligroso por debajo de la quebrada, una decisión más segura llevaría mucho tiempo y retrasaría aún más la marcha. Entonces el Che, sin mediar palabra, “…dando una vez más ejemplo de su férrea voluntad, la cruzó arañando las paredes como si fuera un gato, llegó hasta arriba y organizó el cruce del resto de la tropa con una soga, después saltó al otro lado, dejando en el centro un espacio como de metro y medio que formaba un pozo de agua helada. Esta demostración nos inspiró mucho más en nuestra decisión de vencer. [El] Che, a pesar de estar enfermo, logró lo que muchos compañeros sanos consideraban imposible”24.


Cumplida su misión en el Río Grande, los rangers comenzaron a trepar las sierras en dirección a Abra del Picacho, siguiendo la línea El Estanque-Pujio-Trancamayo hasta un firme donde el 4 de octubre se posicionaron y establecieron su base.
Desde esa posición, el capitán Prado despachó una serie de patrullas con la misión de rastrillar el área, la primera en dirección a El Quiñal, al mando del subteniente Germán Vargas, quien debía cerrar las rutas por el norte mientras la Compañía “A” de Rangers-2, a las órdenes del capitán Celso Torrelio Villa, relevaba al Escuadrón “Braun” y establecía su puesto de mando en Pucará (2 de octubre). Desde ese punto, partieron dos pelotones para explorar todo el sector en dirección a La Higuera, el del subteniente Eduardo Huerta y el de su igual en el rango, Carlos Pérez.
El día anterior, el Escuadrón “Braun” chocó con una avanzada guerrillera que se desplazaba en la misma dirección, entablando un combate en el que los segundos perdieron otra mochila con un botiquín completo y raciones.
Patrullas de las compañías “A” y “B” del Ranger-2 y la Compañía “Florida” de la VI División (asignada a la VIII) comenzaron a cerrar paulatinamente el área, estableciendo un perímetro en torno a La Higuera que tenía como vértices el Río Grande, Pucará, Alto Seco y Loma Larga25.
El Comando de la VIII estaba convencido de que la guerrilla se encontraba dentro del sector, en muy malas condiciones, de ahí la directiva de acorralarlo en alguna de las gargantas para aniquilarla definitivamente.

El general Ovando dialoga con el corresponsal de "La Razón" de Buenos Aires
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)


Notas
1 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op.Cit., p. 112 (Telegrama enviado al Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 2 de septiembre de 1967, 15:15 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departament of State, Cfpf 1967-1969, sobre 1895, fascículo 23-9 Bol/I.I.67.)
2 Ídem, 16:15 horas.
3 […] El Departamento de Estado considera que la brillante acción del Ejército boliviano [del 31 de agosto] contra la retaguardia de la guerrilla, contribuirá a enfriar cualquier deseo de intervención armada en Bolivia por parte de los países latinoamericanos. […], Ídem, p. 115 (Circular enviada por el Departamento de Estado a todas las sedes diplomáticas estadounidenses en América Latina, secreto, 7 de septiembre de 1967, 00:10 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departament of State, Cfpf 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol 23-9 Bol/I.I.67.)
4 Ídem ((Telegrama enviado al Departamento de Estado por el embajador estadounidense en Buenos Aires, secreto, 7 de septiembre de 1967, 22:10 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departament of State, Cfpf 1967-1969, sobre 1523, fascículo Def Bol/I.I.67.)
5 JRO, “Operaciones aéreas durante la Campaña Contra-Insurgencia de 1967”, op. Cit.
http://www.aviacionboliviana.net/fab/pas/art_1967.htm
6 La Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) fue un organismo creado a instancias del régimen comunista cubano en agosto de 1967, tras la Primera Conferencia Tricontinental de Solidaridad Revolucionaria. Su programa de trabajo estaba destinado a sincronizar los movimientos de partidos de esa tendencia en el continente e incentivar la lucha armada bajo la coordinación de Cuba.
7 Ernesto “Che” Guevara, op. Cit., 8 de septiembre, p. 341.
8 Ver Gary Prado, op. Cit., p. 260, nota al pie.
9 En 1970 fundó en Teoponte la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asofamd) de Bolivia, de la que fue dirigente hasta enero de 2009.
10 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op.Cit., p. 111 (Telegrama enviado al Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 25 de agosto de 1967, 22:15 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departament of State, Cfpf 1967-1969, sobre 1895, fascículo 23-9 Bol/I.I.67.)
11 Gregorio Selser, op. Cit., p. 64.
12 Gary Prado Salmón, op. Cit., p. 263.
13 Gregorio Selser, op. Cit., pp. 66-67.
14 Estrada cita la nota aparecida en el diario “Presencia” de La Paz, el 11 de septiembre de 1967.
15 Jon Lee Anderson, op. Cit., p. 677. “Para una comunista fervorosa como Tamara Bunke, el ‘honor’ conferido por Barrientos era el colmo de la ironía”.
16 Ulises Estrada, op. Cit., p. 129 y ss.
17 Gary Prado dice que fue el día 20. 
18 Gary Prado Salmón, op. Cit., p. 268.
19 Ídem, p. 269.
20 Ernesto “Che” Guevara, “El Diario del Che en Bolivia”, op. Cit., p. 364.
21 Cerca de piedra.
22 Declaraciones de “Pombo” y “Benigno”, documental Octubre del 67, Paco Prats, Rebeca Chavez, Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica, La Habana, 2004.
23 Hacía tiempo que “Camba” había solicitado la baja y pedía desesperadamente abandonar la guerrilla. El Che acordó dejarlo ir después de abandonar La Higuera.
24 Harry Villegas (Pombo), op. Cit., p. 208.
25 Ídem, pp. 210-211.
26 Ídem, p. 211.
27 La Compañía “C” del Batallón de Asalto Ranger Nº 2, al mando del Ángel Mariscal Gómez, se mantuvo como reserva en Vallegrande.

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