sábado, 31 de agosto de 2019

EL INICIO DE LAS HOSTILIDADES


Efectivos de la IV División de Ejército recorren el río Ñancahuazu


Según apunta “Pachungo” en su diario, la guerra comenzó el 17 de marzo, con la escaramuza que implicó al “Loro” Vázquez Viaña, aunque el Che y los historiadores no parecen coincidir con esa apreciación, como tampoco las Fuerzas Armadas bolivianas.
Por entonces, como en la actualidad, el país se hallaba dividido en seis regiones militares, la Nº 1 con asiento en La Paz, la Nº 2 en Oruro, la Nº 3 en Potosí, la Nº 4 en Cochabamba, la Nº 5 en Cobija y la Nº 6 en Santa Cruz de la Sierra. A esta última pertenecían la IV y VIII División, la primera con sede en la capital del Departamento y la segunda en Camiri.
Al momento de estallar las hostilidades, la IV División estaba formada por un total de 1098 hombres que se distribuían de la siguiente manera:

Compañía de Policía Militar                                           81 efectivos (Camiri)
Compañía de Comando y Servicios                              81 efectivos (Camiri)
Regimiento de Infantería 6 “Campos”                          245 efectivos (Carandaití)
Regimiento de Infantería 11 “Boquerón”                      245 efectivos (Charagua)
Grupo de Caballería 1 “Avaroa”                                   230 efectivos (Yapiroa)
Grupo de Artillería 1 “Bullá”                                         216 efectivos (Cuevo)1




La VIII División, por su parte, se componía de un número de cuadros algo mayor y la integraban el Regimiento de Infantería 7 “Marzana”, con acantonamiento en Cabezas; el Regimiento de Infantería 10 “Warnes” en San Ignacio de Velasco; el Regimiento de Infantería 12 “Manchego” en Montero; el Regimiento de Caballería “Gral. Juan Manuel Market”, con asiento en la cabecera del Departamento, el Grupo de Artillería 8 “Aguirre” y la Compañía de Comando y Servicio, ambas en la misma localidad.

Por esos días, al Ejército aún empleaba equipo de la Guerra del Chaco, especialmente fusiles Mauser calibre 7.65 mm, su arma básica; ametralladoras Colt Browning 7.65 (modelo 1928) y Vickers-Berthiers Mk.1; morteros Stockes Brandt de 81 mm y piezas de artillería Schneider de 75 mm (modelo 1919). Arsenal que se vio reforzado a partir de 1958, con la llegada de equipo norteamericano, sobre todo rifles y carabinas M-1 y M-2, ametralladoras Browning, morteros de 60 mm, fusiles sin retroceso de 57 mm y varios lanza-cohetes, con los que fueron equipadas unas pocas unidades, en especial las que componían el Comando General de Ejército en La Paz, a saberse, el Regimiento de Infantería 1, el Grupo de Caballería “Ingavi”, el Batallón de Transportes 1, el Batallón de Policía Militar 1 y el Cuerpo Aéreo del Ejército, este último emplazado en El Alto.

La Fuerza Aérea Boliviana, existía como arma independiente desde 1957, cuando se la separó de la Aviación Militar y se le asignó, tanto una estructura orgánica propia como su carácter autónomo. Su primer comandante fue, precisamente, el general René Barrientos Ortuño, quien impulsó una política de acercamiento a los Estados Unidos que se vio reflejada en la adquisición de material y equipo de ese origen. En realidad, esa política de aproximación databa desde algún tiempo antes, cuando a mediados de 1956 los norteamericanos entregaron aviones de entrenamiento AT-6 Texan y bombarderos B-25J Mitchell, así como transportes/bombarderos Boeing B-17G (las Fortalezas Volantes) y posteriormente cazas Cavallier F-51D Mustang modificados, aparatos de instrucción Fairchild PT-19 y monomotores North American P-51 Mustang.

La FAB contaba también con transportes Douglas C-47 Skytrain y DC-3, C-54 Skymaster, Curtiss C-46 Commando, utilitarios Cessna Ce195 y Ce180, bimotores Beechcraft AT-11, un lote considerable de avionetas Cessna Ce185 y algunos Fokker S-11, además de un helicóptero Hiller UH-12L4 y otros dos, modelo OH-23.

Por falta de repuestos y debido a una serie de accidentes acaecidos en años anteriores, muchos de estos aparatos se encontraban fuera de servicio al momento de desencadenarse las acciones, en especial los Mustang P-51 operacionales, que acababan de ser enviados a los Estados Unidos para su reconversión a modelos F-51 Cavalier3.
Como consecuencia de ello, en 1967 la aviación se encontraba disminuida en un 30 a 40% aunque no dejaba de constituir una fuerza formidable, sobre todo para combatir a una columna guerrillera de apenas medio centenar de hombres.
Por entonces, la FAB se hallaba desplegada en puntos estratégicos desde los que cubría todo el territorio nacional. La Orden de Batalla establecida por el Alto Mando la distribuía en cinco bases aéreas, un destacamento y tres grupos aéreos.
La Base Aérea Nº 1, en El Alto, Departamento de La Paz, se hallaba compuesta por un grupo de caza de cuatro escuadrones de caza, un escuadrón antiaéreo y un grupo de transporte organizado en dos compañías. La Nº 2 en Cochabamba, estaba formada un grupo mixto de cuatro escuadrones, derivado del antiguo Destacamento Aéreo Nº 1; a la Nº 3 de Santa Cruz de la Sierra, pertenecían los dos escuadrones del Colegio Militar de Aviación; la Nº 4 en Trinidad, carecía de escuadrones orgánicos y la Nº 5 en Tarija, solo disponía de remanentes del Destacamento Aéreo Nº 2.
Desde Canavi operaba el Destacamento Aéreo Nº 3, en tanto el Grupo Aéreo Nº 1 lo hacía en Villamontes, el Nº 2 en Cuevo y el de Cobertura en Riberalta4.
Al momento de iniciarse el conflicto, la aviación boliviana poseía un amplio historial bélico aunque por entonces era un componente del Ejército, siendo de destacar las misiones de bombardeo sobre Puerto Casado y los primeros combates aéreos de Sudamérica durante la Guerra del Chaco, así como misiones de patrullaje aéreo, apoyo y reconocimiento en distintos puntos del frente.
En lo que al arma naval se refiere, la misma no intervino en las operaciones aunque algunas de sus unidades fueron puestas en estado de alerta, sobre todo las del V Distrito, con sede en Santa Cruz de la Sierra.
Como se sabe, Bolivia carece de salida al mar, de ahí que su Armada constituya una fuerza exclusivamente fluvial y lacustre, dedicada a operaciones de control, patrulla y transporte, así como apoyo logístico de las otras dos armas e incluso, de las fuerzas policiales.
En 1939 fue creada la Escuela de Mecánica y Navegación, dependiente del Ejército, cuya sede se encuentra en la ciudad de Riberalta, sobre los ríos Madre de Dios y Beni.
Su Orden de Batalla se halla distribuido en cuatro  áreas navales (AN) y seis distritos (DN) desde los cuales brinda protección al casi todo el territorio nacional:

Área Naval 1 “Cochabamba”
Área Naval 2 “Santa Cruz”
Área Naval 3 “Bermejo”
Área Naval 4 “La Paz”
Primer Distrito Naval (DN1) “Beni”
Segundo Distrito Naval (DN2) “Mamore”
Tercer Distrito Naval (DN3) “Madera”
Cuarto Distrito Naval (DN4) “Titicaca”
Quinto Distrito Naval (DN5) “Santa Cruz de la Sierra”
Sexto Distrito Naval (DN6) “Cobija”

El 4 de enero de 1963, el Alto Mando reorganizó la marina de guerra creando la denominada Fuerza Naval Lacustre, sobre la base de personal y elementos de la IV División de Ejército, con sede en Camiri (Decreto Supremo del 4 de enero de 1963)5. Tres años después, ese componente dio origen a la Fuerza Naval Boliviana como arma independiente (Decreto Supremo Nº 7469 del 8 de enero de 1966), denominación que cambió en 1981 al de Armada Boliviana (Decreto Supremo Nº 18.760 del 23 de diciembre de ese mismo año)6.
Ese era el cuadro de situación al estallar las hostilidades en el Oriente boliviano; las fuerzas a las que pensaba enfrentarse la exigua división guevarista, apenas armada y pertrechada.
Para más datos, Gary Prado explica que los regimientos “Boquerón”, “Avaroa” y “Campos” tenían dos puestos militares adelantados sobre la frontera con Paraguay, hecho que reducía sus posibilidades, obligando a los mandos a echar mano de efectivos del “Campos” y la Policía Militar, para organizar otros dos grupos. Cuando el día 22 la sección del capitán Augusto Silva recibió la orden de operaciones en el Pincal, fue necesario que los oficiales Loayza y Amézaga emplearan buena parte del día para adiestrar a sus hombres en el manejo de los morteros que acababan de recibir como armas de apoyo, pues apenas conocían el uso de sus fusiles7.

Por más esfuerzo que Nicolás Márquez y otros “leones de la derecha” hagan para mostrarnos al Che Guevara como un inepto inoperante, desconocedor de las tácticas militares y del terreno en el que operaba, no habiendo recibido nunca instrucción militar, ni asistido a cursos y maniobras en academias e institutos castrenses, tratándose de un simple civil, hay que reconocer que el 22 de marzo supo ubicar las defensas y entrever por donde llegaría el enemigo8.

Posicionado en el campamento-base, ordenó montar una emboscada quinientos metros delante, sobre el río, y después de distribuir los puestos de observación (PO) cubriendo los flancos y la retaguardia, despachó una patrulla de tres hombres formada por “Antonio”, “Miguel” y el “Loro”, para explorar los alrededores y envió a “Pachungo” con instrucciones de ubicarse en la loma pelada próxima a la Casa de Calamina y controlar cualquier movimiento en la finca de Argañaraz.
Los exploradores estuvieron de regreso en la noche y fue cuando el Che recriminó a su jefe (“Antonio”) algunos de sus procedimientos9.
Para entonces, el Ejército había lanzado sobre el terreno dos pelotones de exploración con órdenes de “aniquilar al enemigo”; el primero desde Lagunillas, integrado por cincuenta y nueve efectivos al mando del teniente coronel Libera, siguiendo la ruta Itimiri-Iti-Monte Dorado-Yuqui-Quebrada Overa hasta las márgenes del Ñancahuazu, donde debía remontar la pendiente para atacar el campamento-base por detrás. El segundo, partió desde el Pincal, compuesto por cincuenta y ocho hombres al comando del mayor Hernán Plata, quien tenía instrucciones de atravesar la Quebrada de Iripiti hasta el río, ocupar el área, atacar el acantonamiento y aniquilar a los guerrilleros en fuga del ataque de Libera.
Soldados de la IV División

El mayor Plata partió en horas de la madrugada, antes de que saliera el sol y desplegando sus hombres, se desplazó en dirección norte intentando alcanzar las márgenes del Ñancahuazu y la Casa de Calamina. Una vez en el río, dividió su fuerza en tres secciones y siguió bordeando sus márgenes, enviando por delante a la primera, al mando del capitán Silva e integrada por el subteniente Rubén Amézaga, los cabos Guido Terceros Segredo y Edgar Torrico, el guía civil Epifanio Vargas y cinco soldados, todos atentos a cualquier movimiento.
Treinta y cinco metros detrás, echó a andar el centro, encabezado por el propio mayor Plata, seguido a 40 metros por la retaguardia, con las armas de apoyo, dirigida por el subteniente Lucio Loayza.
Entre los farallones, cubiertos por la espesura, los guerrilleros los vieron venir y posicionándose a lo largo de una línea de aproximadamente 200 metros, apuntaron sus armas y esperaron. 
Al llegar al Ñancahuazu, el mayor Plata creyó prudente ignorar las órdenes del comando y en lugar de enfilar hacia Iripiti río abajo, torció en dirección al campamento guerrillero, remontando la vía acuática hacia un paraje denominado “El Cañadón”. De esa manera, introdujo a su vanguardia directamente en la emboscada, cayendo en la trampa que había tendido el Che.
“Rolando” miró el reloj y vio que eran las 07.00; sin esperar más, alzó su arma, apuntó y disparó, hiriendo de gravedad al cabo Terceros, que cayó tendido sobre la playa. Sus subordinados, “Benigno”, “Coco”, Walter, “Pedro”, “Pablo” y “Apolinario” hicieron lo propio, desencadenando un intenso tiroteo en el que otros cuatro hombres cayeron abatidos, uno de ellos el guía Epifanio Vargas y al menos dos más quedaron sobre el terreno, gimiendo de dolor.
El subteniente Amézaga y lo que quedaba de su sección intentaron ponerse  a cubierto pero el fuego que se abatía sobre ellos era tan intenso, que apenas les dio tiempo de reaccionar. Intentando cubrir a su gente, el joven oficial logró sobreponerse y disparando su ametralladora con determinación, cargó hacia la orilla, pero resultó abatido, junto a tres hombres más.
El general Luis Reque Terán, en su trabajo titulado “Ñancahuazu. La lucha contra el Che Guevara”, asegura que el oficial resultó herido pero que aún así, atacó el nido de ametralladoras que se encontraba en la margen derecha del río y tras agotar las balas quedó exánime, tendido de cara al sol como caen los valientes, junto al civil y los soldados.
El grupo del centro, que venía cien metros detrás, arrojó sus armas y se rindió, al tiempo que la retaguardia, a las órdenes del subteniente Loayza, detenía su avance y aguardaba, alertada por los ruidos del enfrentamiento. Según refiere el general Prado, marchaba rezagada por el peso del material pero aún así intentó contener a los soldados que llegaban en desbandada y se retiró en dirección al Pincal, resguardando hombres y armamento. Cerca de allí, el teniente coronel Libera alcanzó Yunqui pero advertido sobre la suerte que acababa de correr la sección Plata, recibió la orden de replegarse.
Emboscada
El combate duró menos de diez minutos, constituyendo una resonante victoria para las armas guevaristas y una llamada de atención para el comando de la IV División.  

Los invasores emergieron de la espesura, apuntando con sus armas hacia el grueso del pelotón. Sobre el terreno, yacían los cuerpos inertes del subteniente Rubén Amézaga Faure, el dragoneante Pedro Romero García, el guía civil Epifanio Vargas y los soldados Amador Armaza Castillo, Cecilio Márquez León, Santiago Gallardo Murillo y Juan Alvarado Romero, todos muertos. Junto a ellos se hallaban tirados los cabos Guido Terceros Segredo y Miguel Rivero Justiniano así como los soldados Adalberto Martínez Cabrera, Eleuterio Sánchez Andrés y Eduardo Rivera Roca, los cinco heridos. De pie, entre ellos, varios hombres con las manos en alto, esperaban la decisión de sus captores.
Ni bien terminó el enfrentamiento, “Coco” salió corriendo hacia el campamento, distante a solo 500 metros, para dar parte a su jefe.
Conocida la novedad, el Che adoptó una serie de medidas destinadas a asegurar la posición y mientras los mensajeros iban y venían, llamó a “Alejandro” (Gustavo Machín Hoed de Beche), para ordenarle interrogar a los oficiales prisioneros. Luego miró al “Pelado” y le pidió que lo acompañara como simple supervisor pero que no abriera la boca porque su acento argentino lo iba a delatar. No quería hacerse ver aún y menos mostrar que su grupo era una fuerza internacionalista integrada por elementos de distinta procedencia.
Pese a encontrarse enfermo, el ex viceministro de Industria partió raudamente, seguido por el artista mendocino, avanzando con cierta dificultad debido a la hinchazón de su pierna, producto de la prolongada marcha al río Rosita.
Al llegar al lugar de la batalla, se encontraron ambos con un cuadro desolador. “Rolando” les había indicado a los prisioneros que colocasen a los muertos en hilera junto al río y que aplicasen las primeras curas a los heridos. Según parece, uno de los combatientes reconoció el cadáver de Epifanio Vargas y con aire de satisfacción exclamó que así morían los traidores.
Bustos describe la escena:

…un cajón en el río sembrado de peñascos y limitado por barrancos erosionados, que dejaban al aire libre las raíces de los enormes árboles a punto de ser arrancados por la corriente, y que hacían difícil acceder a la protección de la selva. El sitio era una escena en crisis, rota la realidad sonora de la naturaleza, rítmica y secreta, por los quejidos de los heridos y las voces temibles de los vencedores10.

“Alejandro” señaló un claro en la selva y hacia allí hizo conducir al mayor Hernán Plata y el capitán Augusto Silva.
Por medio de señas, Bustos le indicó al primero seguirlo. El hombre, algo grueso –era el de mayor edad–, se encontraba en estado de pánico. El cubano le preguntó en tono calmo por las fuerzas que operaban en el sector, las rutas que habían tomado y el arsenal del que disponían. Plata contestó todo, incluso más de lo que se le requería y temblaba como una hoja cuando “Alejandro” lo pescaba en alguna mentira.
Dijo que la suya era una patrulla de reconocimiento, que se hallaba ahí, reconociendo el terreno, para la construcción de un camino pero su inquisidor fue mucho más rápido y no lo dejó continuar.

-¿Por el río?... ¿Y desde cuando se usan morteros en la construcción de caminos? ¿Y ametralladoras?11.

Presa de vivo terror, Plata se desdijo y explicó el plan de operaciones completo.
“Alejandro” le ordenó al “Pelado” llevárselo y traer al capitán Silva. El joven oficial era presa de un ataque de nervios y como dice el Che, al igual que su superior, habló como una cotorra. Expresó su deseo de colaborar con la guerrilla, aseguró tener un hermano estudiando en Cuba, agregó que simpatizaba con el comunismo y finalizó diciendo que el comando de la IV División estaba al tanto de todos sus movimientos, todo ello mientras la tropa bisoña pedía a los guerrilleros que los fusilase a ambos por los malos tratos a los que eran sometidos. “Alejandro” mandó requisar toda la documentación, confiscar el armamento y desvestir a los soldados, no así a los oficiales, para dejarlos ir en cuanto el Che lo indicase.
Siguiendo órdenes de “Alejandro”, uno de los guerrilleros corrió al campamento llevando la documentación secuestrada, que confirmaba lo dicho por los oficiales: el campamento estaba en peligro y la situación de la guerrilla era en extremo delicada, el Ejército había enviado dos pelotones para rastrillar la zona, uno el que acababan de derrotar, cuya retaguardia se había replegado y otro haciendo el camino en sentido contrario, inspeccionando el río aguas arriba para luego descender hasta el punto de convergencia, donde ambos debían encontrarse.
El Che mandó transportar el equipo capturado al campamento y luego dispuso una serie de medidas destinadas a neutralizar un ataque por el lado opuesto, que era por donde debería llegar la sección del teniente coronel Libera en caso de dar con ellos. Mandó también que los heridos fuesen atendidos por los médicos de la columna y ordenó compartir las raciones con los prisioneros. A la mañana siguiente comenzó el traslado del arsenal consistente en tres morteros de 60 mm, una ametralladora pesada calibre 30 con 500 cargas, ocho cajas de granadas. Dos sub-ametralladoras BZ, dos pistolas-ametralladora Uzi de origen israelí, dieciseis fusiles Mauser con 2000 balas, dos equipos de radio, los uniformes, el calzado y algunos objetos más, tarea en la que fueron puestos a trabajar la “resaca” de Moisés Guevara y a los “visitantes”, es decir Debray, Bustos, “Tania” y el “Chino”, quienes debieron cargar las armas cuesta arriba, en dirección a la cueva descubierta por el “Ñato”, que acababa de ser ampliada bajo la dirección de Moisés Guevara, reconocido experto minero.
La sección del mayor Plata se rinde

“Inti” fue escogido por el Che como su vocero ante los prisioneros. Fue y vino varias veces llevándoles mensajes, el último en horas de la tarde, cuando les anunció que iban a ser liberados, devolviéndoles a todos el alma al cuerpo.
Los médicos terminaron de atender a los heridos y luego de ordenarles a los soldados desvestirse, se los dejó partir, todos ellos en paños menores a excepción de Plata y Silva, que conservaron sus uniformes y hasta sus armas cortas. El Che no quería herir su dignidad porque necesitaba que esparcieran la leyenda de la guerrilla por toda la región, algo que aquella tropa derrotada se encargaría de hacer. Como apunta el Che en su diario, el día 24, se le informó a Plata que se les daba tiempo hasta el 27 de marzo para retirar a los muertos y le ofreció una tregua para toda el área de Lagunillas si aceptaba permanecer con ellos en calidad de rehén, pero se negó, aduciendo que iba a solicitar la baja del Ejército. 


Notas

1 Gary Prado Salmón, op.  Cit., p-123.

2 La Fuerza Aérea Boliviana (FAB) fue creada por Decreto Supremo Nº 04743, el 26 de septiembre de 1957.

3 “Operaciones aéreas durante la Campaña Contra-Insurgencia de 1967”, AviaciónBoliviana.Net, 24 de octubre de 2008, actualizado el 2 de enero de 2009

(http://www.aviacionboliviana.net/fab/pas/art_1967.htm).

4 Ídem.

5 Johnathan Olguín, “Armada de Bolivia al año 2000”, Histarmar. Historia y Arqueología Marítima  (http://www.histarmar.com.ar/ArmadasExtranjeras/Bolivia/ArmadaBolivia-1.htm). 6 Ídem. 7 Gary Prado Salmón, op. Cit., p. 123.

8 Para evitar suspicacias y despejar cualquier duda, quien esto escribe se considera un hombre de derecha, católico practicante y tenaz opositor al comunismo y cualquier ideología de izquierda.

9 Un poco antes, regresó “Pachungo”, informando que nada raro sucedía en la propiedad de Argañaráz.

10 Ciro Roberto Bustos, op. Cit., p. 318.
11 Ídem.