sábado, 31 de agosto de 2019

LA COLUMNA GUERRILLERA BAJO ATAQUE AÉREO

Aviones P-51 Mustang de la Fuerza Aérea Boliviana

La noticia del enfrentamiento en Ñancahuazu conmocionó a las estructuras de poder bolivianas y confirmó que, efectivamente, había surgido un foco guerrillero en Oriente. Por esa razón, mientras las agencias informativas saturaban las redacciones con una catarata de noticias, tanto el gobierno como las embajadas de varios países, en especial las de Estados Unidos y los estados limítrofes, se apresuraban a notificar a sus administraciones lo que estaba sucediendo.
La madrugada del 24 de marzo, el embajador norteamericano en la Argentina, Edwin Martin, envió al Departamento de Estado un cable urgente, donde daba cuenta de la situación:


El embajador Quijano, responsable político del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, ha comunicado a nuestra embajada los últimos acontecimientos referidos a la situación boliviana (la información le ha llegado directamente de La Paz): el Ministerio de Exteriores boliviano se ha puesto en contacto con las embajadas de Brasil, Paraguay y Argentina, para notificar que se había producido un enfrentamiento armado con la guerrilla en el área de Ipita (un hombre ha muerto y otros elementos han sido heridos, entre ellos un argentino); se estima que los insurgentes son unos setenta, equipados con armas modernas […] de paso por Buenos Aires, el vicepresidente boliviano Siles Salinas ha comunicado al ministro de Exteriores argentino que los guerrilleros involucrados en los combates serían en realidad ciento treinta y que, para las comunicaciones, utilizan aparatos modernos; la línea del gobierno boliviano consiste en negar públicamente la existencia de los rebeldes; en respuesta a las afirmaciones divulgadas por los periódicos, la radio oficial boliviana ha afirmado que la guerrilla “existe sólo en la imaginación de la prensa”; el gobierno argentino ha puesto en emergencia a su policía en la frontera entre argentina y Bolivia, aunque asegura que es extremadamente difícil identificar a los insurgentes (que están diseminados en un área muy extensa)1.

Mientras los gobiernos de la Argentina, Brasil y Paraguay ponían en estado de alerta sus fronteras, esa misma mañana, un alarmado Milton Buls viajó presurosamente a Washington para dar cuanta de la situación y solicitar ayuda urgente en tanto el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Boliviana, general León Kolle Cueto hacía lo propio en Buenos Aires, Brasilia y Asunción, intentando gestionar lo mismo.
A pocas horas de la partida de Buls, el embajador Henderson escribió a Washington informando que en su ausencia, el presidente Barrientos convocó en su casa a un funcionario de la legación (23 de marzo) para tratar a fondo el problema de la guerrilla. Según refirió el primer mandatario, la situación empeoraba a cada minuto dado que según información de último momento, los rebeldes serían cerca de ciento cincuenta y estaría cada uno en posesión de un número de identificación.
Continúa el cable cifrado:

El 23 de marzo se produjo un enfrentamiento armado con algunos caídos por parte del Ejército. No hay más detalles. Según Barrientos, una unidad del Ejército boliviano (compuesta por cuarenta y cinco hombres) habría sido cercada, con el riesgo de ser aislada. Los guerrilleros podrían estar interceptando los mensajes enviados por el bando militar en Camiri a las unidades que operan en la zona de los combates. El presidente no sabe explicar cómo puede haber sucedido tal cosa. El Ejército boliviano ha capturado a tres o cuatro insurgentes (entre ellos, un paraguayo y dos bolivianos). […] En el área, han sido localizados un vehículo utilizado por la guerrilla, algunas maletas que contenían ropa (fabricada en La Habana) y otros objetos. Según el presidente, han sido deliberadamente abandonados por los rebeldes para atraer más tropas a la zona de combate. Barrientos insiste en que está seguro de que estamos ante un gran movimiento subversivo guiado por cubanos, por otros extranjeros y por ex miembros del MNR, y está convencido de que éstos tienen el objetivo de avanzar desde la zona de Santa Cruz hacia los distritos mineros, con el fin de fomentar desórdenes. Según él, los guerrilleros se dirigen hacia el área de Caracoles, Quime e Inquisivi (al norte de Oruro), evitando así los centros mineros de Sucre y Or uro. De hecho, la zona de Caracoles está relativamente distante de de las guarniciones del Ejército y está cerca de las yungas, los vales que desde el altiplano descienden al este hacia las llanuras, un territorio que puede garantizar refugio y medios de subsistencia. Sobre el tema de una posible amenaza subversiva generalizada, Barrientos está alarmado por las actividades de los trabajadores de la industria petrolífera en el área de Camiri y por su hostilidad hacia el gobierno. Además, el presidente acaba de saber que e el potente sindicato del calzado de Manaco estaba en posesión de un depósito clandestino de armas. Finalmente, el 23 de marzo, el gobierno brasileño informó al Ministerio de Exteriores que un grupo de guerrilleros está activo cerca de Rebore, al este de Santa Cruz. Después Barrientos se quejó de que las unidades del Ejército boliviano en acción están compuestas de reclutas mal equipados. […] También añadió que los recursos financieros de las Fuerzas Armadas no son los adecuados y que la petición de ayuda enviada al gobierno estadounidense es urgente. […] Mientras tanto, todavía estamos en espera de recibir noticias seguras sobre las presuntas actividades de la guerrilla (promovidas por cubanos o por otros)2.

Recién el 25, pasado el mediodía, Henderson tuvo la confirmación de que, efectivamente, el Ejército boliviano había caído en una emboscada cerca de Camiri, habían sufrido bajas y perdido material. La información fue aportada por una delegación militar que se presentó en la legación, encabezada por el comandante interino de las Fuerzas Armadas Bolivianas, general Jorge Belmonte Ardiles, para tratar especialmente el asunto con los consejeros militares norteamericanos3.
Para entonces, el Alto Mando había dispuesto la movilización general y el envío de trescientos efectivos al área de Camiri, con el objeto de reforzar a la IV División en su intento de aislar y aniquilar a la fuerza invasora.
Tal como explica el general Gary Prado, la confusión imperaba en el campo militar, sobre todo por la falta de información confiable. Mientras el comandante de la referida unidad, coronel Humberto Rocha Urquieta, organizaba cuatro nuevas compañías para apoyar a las tropas en operaciones, el 24 por la mañana despegaron desde Cochabamba con destino a Camiri, dos transportes DC-3 de la sección Transporte Aéreo Militar (TAM), llevando a bordo ochenta y un paracaidistas del Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE). Al día siguiente hicieron lo propio desde Santa Cruz de la Sierra, dos Douglas C-54
con una compañía mixta conformada por tropas de los regimientos “Braun” y “Manchego”, constituidos ambos por conscriptos que acababan de cumplir el servicio militar obligatorio y estaban a punto de ser dados de baja4.
Mientras tanto, Barrientos desarrollaba una febril actividad, destinada a contrarrestar los efectos de la guerrilla y preparar a la opinión pública para cuando la noticia de su presencia fuese confirmada.
El 23 de marzo por la mañana, se había reunido con los representantes de los partidos políticos que le eran afines y pocas horas después, hizo lo propio con el Alto Comando, para analizar la situación5.
Al día siguiente llegó a Camiri y después de abordar un helicóptero Hiller H-23, sobrevoló el área donde se había producido el enfrentamiento para reunirse, a su regreso, con el coronel Rocha Urquieta y recibir las últimas novedades; el día 25 estaba en Cochabamba, hacia donde viajó especialmente para analizar la situación con el director de la Escuela Militar Superior “Mariscal Andrés de Santa Cruz” y ex canciller, coronel Joaquín Zenteno Anaya y en horas de la tarde regresó a La Paz, donde mantuvo una nueva conferencia con el Alto Comando, a puertas cerradas.
La agitación dominaba la escena y se preveían anuncios inminentes.


La hora del café por la mañana, era una bendición para los combatientes, pero duraba poco, lo suficiente como para entrar en calor y ponerse al corrientes de los procedimientos.
Increíblemente, después del enfrentamiento en el río Ñancahuazu, el Ejército le dio a la guerrilla doce días de ventaja, que le permitieron reorganizarse y moverse casi sin ser molestada.
A primera hora del día, los observadores instalados en lo alto de la loma, notaron un inusitado movimiento en la finca de Argañaraz; al menos treinta o cuarenta soldados iban y venían-, muy bien pertrechados, realizando distintas diligencias, varios vehículos se hallaban detenidos dentro del predio (dos camiones y tres jeeps) y cerca de media mañana se posó un helicóptero a unos veinte metros de la edificación principal.
La tarde del 25 de marzo, el Che convocó a una reunión general para tratar asuntos delicados. “Rolando”, es quien mejor la refiere.
El comandante comenzó haciendo mención de las sensibles pérdidas de “Benjamín” y “Carlos”, elogiando la actitud de éste último, pues a pesar de no ser demasiado robusto, poseía un elevado espíritu de lucha y una moral verdaderamente guerrillera. Se refirió luego a aquellos combatientes que habían demostrado responsabilidad y entrega (“Miguel”, “Inti”, “Pombo” y el mismo “Rolando”), habló del escaso número de bolivianos que formaban en a la columna y terminó diciendo que esa situación se iba a revertir.
El Che reúne a su tropa para hacer un análisis de la situación. "Marcos" es degradado a soldado raso
(imagen: película Che! de Richard Flesicher, 1969)

El momento más tenso fue cuando abordó el asunto “Marcos”. Lo hizo enumerando sus errores, su actitud pendenciera, su tendencia ha hacerse servir por otros y su autosuficiencia, así como su falta de autoridad, soberbia e indisciplina; luego mencionó la orden que él en persona le había dado, de regresar por el camino de Ñancahuazu, eludiendo la Casa de Calamina, que ignoró por completo, se detuvo especialmente en la imprudencia de dejarse ver armado por los trabajadores de YPFB, le recriminó no haber reportado el tiro que le disparó un colaborador del ejército y remató refiriéndose al terrible error táctico que cometió al acampar durante tres días en la casa de un campesino que resultó ser un entregador6.
El Che hablaba y todo el mundo escuchaba, sin siquiera hacer un gesto, incluyendo el pobre “Pinares” (“Marcos”), que se mantenía a un costado, en silencio, con la vista clavada en el suelo.
El comandante continuó su alocución hasta que, finalmente, anunció que pese a tratarse de un camarada de mérito, “Marcos” dejaba de ser jefe de la vanguardia y tercer comandante de la guerrilla y que “Miguel” pasaba a ocupar su lugar.
Con el aludido a punto de estallar en llanto, el aire se cortaba con un cuchillo; la tensión era inmensa y la incertidumbre todavía mayor. El Che le dio a “Marcos” la opción de regresar a Cuba pero el valeroso guerrillero solicitó permanecer junto a él, como soldado de la retaguardia y a ella fue destinado, como un combatiente más.
Acto seguido, el comandante se detuvo en la gente de Moisés Guevara, especialmente “Pepe”, “Paco” y “Chingolo”, a quienes trató poco menos que de gentuza inoperante, incapaz de pertenecer a una guerrilla.

-Ellos no quieren trabajar –dijo-; no quieren armas; no quieren llevar cargas; fingen enfermedades y otras cosas.

Luego hizo mención de Eusebio Tapia, a quien calificó de ladrón, mentiroso, hipócrita; quien manifestó querer partir por estar cansado y sentenció que sería tratado igual que los otros tres. Incluso “Rolando” parece dar a entender que tenían pensado deshacerse de ellos. “¿Qué haremos con esta gente? No queremos [palabra ilegible] tan pronto como sea posible”.
Al Che también le preocupaban los desertores porque constituían una seria amenaza e inmediatamente después que terminó de hablar, lanzó una advertencia:

-El que no trabaja, no come. Ni bien escondamos nuestras pertenencias, sin que ellos sepan donde, les daremos unos cuantos pesos -esta plata pertenece al pueblo- y que se las arreglen lo mejor que puedan.

Sobre el final, el comandante volvió a hacer mención de la lucha, su dureza, su dificultad y lo extensa que iba a resultar y luego pasó a las declaraciones formuladas por el PC boliviano en Manila7, en el sentido de no exigir la dirección de la guerra así como su oferta de colaborar con la columna y su intención de enviar una comisión para hablar con él.

-Estamos dispuestos a discutir –dijo el Che-, y a aceptar esa colaboración, pero en actos, no en palabras; que nos den cuadros para trabajar en la ciudad; que nos den armas y ayuda económica: esto es, una forma de ayuda. Pero mientras se habla de ayuda, los camaradas Aniceto, Pedro y Loyola han permanecido separados de la juventud [comunista] y los hechos están, una vez más, en desacuerdo con las palabras. Discutiremos de nuevo y no les ocultaremos nada, camaradas; los mantendremos informados en todas las cuestiones políticas [palabra ilegible]. Tenemos que confiar en este grupo y lo importante es, los camaradas que han decidido firmemente luchar y hacer el [faltan palabras]8.

El 26 de marzo comenzaron a filtrarse las primeras noticias sobre el combate del río Ñancahuazu y el envío de aviones de ataque, helicópteros y unidades especiales destinados a enfrentar la amenaza guerrillera. En vista de ello, el gobierno se vio obligado a hacer una primera declaración, admitiendo los hechos y reconociendo la veracidad de la información:

Mientras unidades de las fuerzas armadas atravesaban la ruta de Valle Grande a Lagunillas, un grupo de soldados ocupados en el relevamiento de la ruta bajo el mando del subteniente Raúl Amézaga, fue traicioneramente atacado por desconocidos provistos de armas automáticas. Lamentamos tener que anunciar la muerte de Amézaga, de seis soldados y del guía civil Octavio Vargas, empleado auxiliar de la Bolivian Fiscal Petroleum Deposits9.

La que se hizo presente desde el primer momento fue la aviación, atacando con bombas, napalm y metralla, las posiciones guerrilleras y sus posibles vías de escape.
El 24 de marzo, en horas de la mañana, dos AT-6 procedentes de Santa Cruz de la Sierra, se posaron en el aeródromo de Camiri, llevando cada uno dos bombas de 50 kg e igual número de ametralladoras calibre 7.65 con sus cargadores completos. Permanecieron ahí hasta la madrugada y cuando comenzó a salir el sol, repostaron combustible y despegaron hacia el norte, para bombardear y ametrallar las inmediaciones del campamento central. A falta de reglaje, es decir, de observadores asignados para señalar objetivos, los pilotos arrojaron sus cargas a bastante distancia del blanco aunque los estallidos alteraron los nervios de algunos combatientes, en especial los bolivianos, que no estaban habituados a la lucha.
El 27 de marzo, un Douglas DC-3 llevó a cabo una misión de aprovisionamiento aéreo, arrojando cargas en paracaídas sobre las tropas estacionadas en la finca de Argañaraz, detalle que el Che apuntó en su diario y lo decidió a enviar una patrulla al mando de “Antonio” para ver de que se trataba. El resto de la jornada la dedicó a redactar el Comunicado Nº 1 del Ejército de Liberación Nacional, titulado “Frente a la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria”, destinado a desmentir las versiones del gobierno y dar a conocer al pueblo boliviano, la verdadera situación en el frente (Ver Anexo)
Dos días después, otros cinco AT-6 se lanzaron en oleadas, arrojando bombas incendiarias y ametrallando el sector, sin demasiada precisión10. “La Razón” de Buenos Aires se refirió a ello después de dar cuenta  de la emboscada en el río Ñancahuazu:

El subteniente Rubén Amézaga, 6 soldados y un guía civil, encontraron la muerte ante un grupo de guerrilleros en Chuquisaca […] cerca de Lagunillas, en el confín entre los departamentos de Chuquisaca y Santa Cruz. En Santa Cruz se dio la noticia, extraoficial, de que una patrulla de 10 soldados, al mando del mayor M. Plata, había sido exterminada por los guerrilleros en el curso de otra acción […]. Se estima que los guerrilleros han tenido hasta ahora 12 bajas […]. Añádese que aviones de la Fuerza Aérea boliviana están lanzando desde hace cuatro días bombas incendiarias contra los guerrilleros. El propio presidente de la República se vio precisado a reconocer la acción d grupos castro-comunistas, como los llamó, en Bolivia. El primer mandatario dijo que impartió órdenes parta que las fuerzas armadas ataquen por aire y por tierra a la zona entre Camiri y Monteagudo, donde operan los grupos armados subversivos11.

El 30 de marzo aviones AT-6 y P-51 Mustang ametrallaron la Casa de Calamina y por la tarde, “Antonio”, que había encabezado una patrulla de exploración río arriba, regresó diciendo que las tropas se mantenían estáticas pero que habían comenzado a cavar trincheras. La idea del Che era tomar el poblado de Gutiérrez y montar una emboscada en el tramo que iba de la finca de Argañaraz hasta Lagunillas y para ello, necesitaba a su gente descansada.
Al día siguiente, siempre de mañana, los soldados accionaron sus morteros en dirección a la finca en tanto la aviación hostigaba sus alrededores.
Imágenes


El cuerpo del subteniente Amézaga es retirado del campo de batalla
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)


Soldados bolivianos introducen el cajón con el cuerpo de otro
efectivo abatido dentro de un avión
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)
Familiares de Epifanio Vargas llegan a Vallegrande
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)

Un soldado bebe agua de un arroyo durante un alto en la marcha (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)


Oficiales de la IV División cerca del río Ñancahuazu
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)
Un oficial de comunicaciones establece contacto radial
con el cuartel central de la IV División desde Lagunillas
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)


Salustio Choque Choque prisionero del Ejército
(Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires)
Notas
1 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al Departamento de Estado por la embajada estadounidense en Buenos Aires, confidencial, 23 de marzo de 1967, 00:59 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol 23-9 Bol/ I.I.67.)
2 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 24 de marzo de 1967, 16:30 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol 23-9 Bol/ I.I.67.)
3 Mario José Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 25 de marzo de 1967, 13:10 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol 23-9 Bol/ I.I.67.). Recién el 27 de marzo por la mañana, el embajador Henderson tuvo la confirmación oficial de lo ocurrido en Ñancahuazu, información que se apresuró a enviar ese mismo día a las 13.00 horas, a través de un telegrama secreto.
4 Gary Prado Salmón, op. Cit., p. 125.
5 Inmediatamente después de esa reunión, el general Jorge Belmonte, comandante interino de las FF.AA. bolivianas, negó el desplazamiento de tropas del CITE hacia la zona de operaciones.
6 Resultó ser Epifanio Vargas.
7 Nombre clave que los guerrilleros le daban a Cuba.
8 Eliseo Reyes Rodríguez (“Rolando”), Diario Eliseo Reyes Rodríguez “Rolando”, op. Cit.
9 Gregorio Selser, op. Cit., p. 29.
10 En su diario, “Rolando” dice que eran dos.
11 Diario “La Razón de Buenos Aires, edición del 27 de marzo de 1967. Citado por Gregorio Selser en op. Cit., p. 30.