LA COLUMNA GUERRILLERA BAJO ATAQUE AÉREO
Aviones P-51 Mustang de la Fuerza Aérea Boliviana |
La
noticia del enfrentamiento en Ñancahuazu conmocionó a las estructuras de
poder bolivianas y confirmó que, efectivamente, había surgido un foco
guerrillero en
Oriente. Por esa razón, mientras las agencias informativas saturaban las
redacciones con una catarata de noticias, tanto el gobierno como las
embajadas
de varios países, en especial las de Estados Unidos y los estados
limítrofes,
se apresuraban a notificar a sus administraciones lo que estaba
sucediendo.
La
madrugada del 24 de marzo, el embajador norteamericano en la Argentina, Edwin Martin, envió al Departamento de Estado
un cable urgente, donde daba cuenta de la situación:
El
embajador Quijano, responsable político del Ministerio de Relaciones Exteriores
argentino, ha comunicado a nuestra embajada los últimos acontecimientos
referidos a la situación boliviana (la información le ha llegado directamente
de La Paz): el Ministerio de Exteriores boliviano se ha puesto en contacto con
las embajadas de Brasil, Paraguay y Argentina, para notificar que se había
producido un enfrentamiento armado con la guerrilla en el área de Ipita (un
hombre ha muerto y otros elementos han sido heridos, entre ellos un argentino);
se estima que los insurgentes son unos setenta, equipados con armas modernas
[…] de paso por Buenos Aires, el vicepresidente boliviano Siles Salinas ha
comunicado al ministro de Exteriores argentino que los guerrilleros
involucrados en los combates serían en realidad ciento treinta y que, para las
comunicaciones, utilizan aparatos modernos; la línea del gobierno boliviano
consiste en negar públicamente la existencia de los rebeldes; en respuesta a
las afirmaciones divulgadas por los periódicos, la radio oficial boliviana ha
afirmado que la guerrilla “existe sólo en la imaginación de la prensa”; el
gobierno argentino ha puesto en emergencia a su policía en la frontera entre
argentina y Bolivia, aunque asegura que es extremadamente difícil identificar a
los insurgentes (que están diseminados en un área muy extensa)1.
Mientras
los gobiernos de la Argentina, Brasil y Paraguay ponían en estado de alerta sus
fronteras, esa misma mañana, un alarmado Milton Buls viajó presurosamente a
Washington para dar cuanta de la situación y solicitar ayuda urgente en tanto
el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Boliviana, general León Kolle Cueto
hacía lo propio en Buenos Aires, Brasilia y Asunción, intentando gestionar lo
mismo.
A
pocas horas de la partida de Buls, el embajador Henderson escribió a Washington
informando que en su ausencia, el presidente Barrientos convocó en su casa a un
funcionario de la legación (23 de marzo) para tratar a fondo el problema de la
guerrilla. Según refirió el primer mandatario, la situación empeoraba a cada
minuto dado que según información de último momento, los rebeldes serían cerca
de ciento cincuenta y estaría cada uno en posesión de un número de
identificación.
Continúa
el cable cifrado:
El
23 de marzo se produjo un enfrentamiento armado con algunos caídos por parte
del Ejército. No hay más detalles. Según Barrientos, una unidad del Ejército
boliviano (compuesta por cuarenta y cinco hombres) habría sido cercada, con el
riesgo de ser aislada. Los guerrilleros podrían estar interceptando los
mensajes enviados por el bando militar en Camiri a las unidades que operan en
la zona de los combates. El presidente no sabe explicar cómo puede haber
sucedido tal cosa. El Ejército boliviano ha capturado a tres o cuatro
insurgentes (entre ellos, un paraguayo y dos bolivianos). […] En el área, han
sido localizados un vehículo utilizado por la guerrilla, algunas maletas que
contenían ropa (fabricada en La Habana) y otros objetos. Según el presidente,
han sido deliberadamente abandonados por los rebeldes para atraer más tropas a
la zona de combate. Barrientos insiste en que está seguro de que estamos ante
un gran movimiento subversivo guiado por cubanos, por otros extranjeros y por
ex miembros del MNR, y está convencido de que éstos tienen el objetivo de
avanzar desde la zona de Santa Cruz hacia los distritos mineros, con el fin de
fomentar desórdenes. Según él, los guerrilleros se dirigen hacia el área de
Caracoles, Quime e Inquisivi (al norte de Oruro), evitando así los centros
mineros de Sucre y Or uro. De hecho, la zona de Caracoles está relativamente distante
de de las guarniciones del Ejército y está cerca de las yungas, los vales que desde el altiplano descienden al este hacia
las llanuras, un territorio que puede garantizar refugio y medios de
subsistencia. Sobre el tema de una posible amenaza subversiva generalizada,
Barrientos está alarmado por las actividades de los trabajadores de la
industria petrolífera en el área de Camiri y por su hostilidad hacia el
gobierno. Además, el presidente acaba de saber que e el potente sindicato del
calzado de Manaco estaba en posesión de un depósito clandestino de armas.
Finalmente, el 23 de marzo, el gobierno brasileño informó al Ministerio de
Exteriores que un grupo de guerrilleros está activo cerca de Rebore, al este de
Santa Cruz. Después Barrientos se quejó de que las unidades del Ejército
boliviano en acción están compuestas de reclutas mal equipados. […] También
añadió que los recursos financieros de las Fuerzas Armadas no son los adecuados
y que la petición de ayuda enviada al gobierno estadounidense es urgente. […]
Mientras tanto, todavía estamos en espera de recibir noticias seguras sobre las
presuntas actividades de la guerrilla (promovidas por cubanos o por otros)2.
Recién
el 25, pasado el mediodía, Henderson tuvo la confirmación de que,
efectivamente, el Ejército boliviano había caído en una emboscada cerca de
Camiri, habían sufrido bajas y perdido material. La información fue aportada
por una delegación militar que se presentó en la legación, encabezada por el comandante
interino de las Fuerzas Armadas Bolivianas, general Jorge Belmonte Ardiles,
para tratar especialmente el asunto con los consejeros militares
norteamericanos3.
Para
entonces, el Alto Mando había dispuesto la movilización general y el envío de
trescientos efectivos al área de Camiri, con el objeto de reforzar a la IV
División en su intento de aislar y aniquilar a la fuerza invasora.
Tal
como explica el general Gary Prado, la confusión imperaba en el campo militar, sobre
todo por la falta de información confiable. Mientras el comandante de la referida
unidad, coronel Humberto Rocha Urquieta, organizaba cuatro nuevas compañías
para apoyar a las tropas en operaciones, el 24 por la mañana despegaron desde
Cochabamba con destino a Camiri, dos transportes DC-3 de la sección Transporte
Aéreo Militar (TAM), llevando a bordo ochenta y un paracaidistas del Centro de
Instrucción de Tropas Especiales (CITE). Al día siguiente hicieron lo propio desde
Santa Cruz de la Sierra, dos Douglas C-54
con
una compañía mixta conformada por tropas de los regimientos “Braun” y
“Manchego”, constituidos ambos por conscriptos que acababan de cumplir el
servicio militar obligatorio y estaban a punto de ser dados de baja4.
Mientras
tanto, Barrientos desarrollaba una febril actividad, destinada a contrarrestar
los efectos de la guerrilla y preparar a la opinión pública para cuando la
noticia de su presencia fuese confirmada.
El
23 de marzo por la mañana, se había reunido con los representantes de los
partidos políticos que le eran afines y pocas horas después, hizo lo propio con
el Alto Comando, para analizar la situación5.
Al
día siguiente llegó a Camiri y después de abordar un helicóptero Hiller H-23, sobrevoló
el área donde se había producido el enfrentamiento para reunirse, a su regreso,
con el coronel Rocha Urquieta y recibir las últimas novedades; el día 25 estaba
en Cochabamba, hacia donde viajó especialmente para analizar la situación con
el director de la Escuela Militar Superior “Mariscal Andrés de Santa Cruz” y ex
canciller, coronel Joaquín Zenteno Anaya y en horas de la tarde regresó a La
Paz, donde mantuvo una nueva conferencia con el Alto Comando, a puertas
cerradas.
La
agitación dominaba la escena y se preveían anuncios inminentes.
La
hora del café por la mañana, era una bendición para los combatientes, pero
duraba poco, lo suficiente como para entrar en calor y ponerse al corrientes de
los procedimientos.
Increíblemente,
después del enfrentamiento en el río Ñancahuazu, el Ejército le dio a la
guerrilla doce días de ventaja, que le permitieron reorganizarse y moverse casi
sin ser molestada.
A
primera hora del día, los observadores instalados en lo alto de la loma, notaron
un inusitado movimiento en la finca de Argañaraz; al menos treinta o cuarenta
soldados iban y venían-, muy bien pertrechados, realizando distintas diligencias,
varios vehículos se hallaban detenidos dentro del predio (dos camiones y tres
jeeps) y cerca de media mañana se posó un helicóptero a unos veinte metros de
la edificación principal.
La
tarde del 25 de marzo, el Che convocó a una reunión general para tratar asuntos
delicados. “Rolando”, es quien mejor la refiere.
El
comandante comenzó haciendo mención de las sensibles pérdidas de “Benjamín” y “Carlos”,
elogiando la actitud de éste último, pues a pesar de no ser demasiado robusto,
poseía un elevado espíritu de lucha y una moral verdaderamente guerrillera. Se
refirió luego a aquellos combatientes que habían demostrado responsabilidad y
entrega (“Miguel”, “Inti”, “Pombo” y el mismo “Rolando”), habló del escaso
número de bolivianos que formaban en a la columna y terminó diciendo que esa situación
se iba a revertir.
El momento más tenso fue cuando abordó el asunto “Marcos”. Lo hizo enumerando sus errores, su actitud pendenciera, su tendencia ha hacerse servir por otros y su autosuficiencia, así como su falta de autoridad, soberbia e indisciplina; luego mencionó la orden que él en persona le había dado, de regresar por el camino de Ñancahuazu, eludiendo la Casa de Calamina, que ignoró por completo, se detuvo especialmente en la imprudencia de dejarse ver armado por los trabajadores de YPFB, le recriminó no haber reportado el tiro que le disparó un colaborador del ejército y remató refiriéndose al terrible error táctico que cometió al acampar durante tres días en la casa de un campesino que resultó ser un entregador6.
El Che reúne a su tropa para hacer un análisis de la situación.
"Marcos" es degradado a soldado raso (imagen: película Che! de Richard Flesicher, 1969) |
El momento más tenso fue cuando abordó el asunto “Marcos”. Lo hizo enumerando sus errores, su actitud pendenciera, su tendencia ha hacerse servir por otros y su autosuficiencia, así como su falta de autoridad, soberbia e indisciplina; luego mencionó la orden que él en persona le había dado, de regresar por el camino de Ñancahuazu, eludiendo la Casa de Calamina, que ignoró por completo, se detuvo especialmente en la imprudencia de dejarse ver armado por los trabajadores de YPFB, le recriminó no haber reportado el tiro que le disparó un colaborador del ejército y remató refiriéndose al terrible error táctico que cometió al acampar durante tres días en la casa de un campesino que resultó ser un entregador6.
El
Che hablaba y todo el mundo escuchaba, sin siquiera hacer un gesto, incluyendo el
pobre “Pinares” (“Marcos”), que se mantenía a un costado, en silencio, con la
vista clavada en el suelo.
El
comandante continuó su alocución hasta que, finalmente, anunció que pese a
tratarse de un camarada de mérito, “Marcos” dejaba de ser jefe de la vanguardia
y tercer comandante de la guerrilla y que “Miguel” pasaba a ocupar su lugar.
Con
el aludido a punto de estallar en llanto, el aire se cortaba con un cuchillo;
la tensión era inmensa y la incertidumbre todavía mayor. El Che le dio a “Marcos”
la opción de regresar a Cuba pero el valeroso guerrillero solicitó permanecer
junto a él, como soldado de la retaguardia y a ella fue destinado, como un
combatiente más.
Acto
seguido, el comandante se detuvo en la gente de Moisés Guevara, especialmente “Pepe”,
“Paco” y “Chingolo”, a quienes trató poco menos que de gentuza inoperante,
incapaz de pertenecer a una guerrilla.
-Ellos no quieren trabajar –dijo-; no quieren armas; no quieren llevar cargas;
fingen enfermedades y otras cosas.
Luego
hizo mención de Eusebio Tapia, a quien calificó de ladrón, mentiroso,
hipócrita; quien manifestó querer partir por estar cansado y sentenció que
sería tratado igual que los otros tres. Incluso “Rolando” parece dar a entender
que tenían pensado deshacerse de ellos. “¿Qué
haremos con esta gente? No queremos [palabra ilegible] tan pronto como sea posible”.
Al
Che también le preocupaban los desertores porque constituían una seria amenaza
e inmediatamente después que terminó de hablar, lanzó una advertencia:
-El
que no trabaja, no come. Ni bien escondamos nuestras pertenencias, sin que
ellos sepan donde, les daremos unos cuantos pesos -esta plata pertenece al
pueblo- y que se las arreglen lo mejor que puedan.
Sobre
el final, el comandante volvió a hacer mención de la lucha, su dureza, su
dificultad y lo extensa que iba a resultar y luego pasó a las declaraciones formuladas
por el PC boliviano en Manila7, en el sentido de no exigir la
dirección de la guerra así como su oferta de colaborar con la columna y su
intención de enviar una comisión para hablar con él.
-Estamos
dispuestos a discutir –dijo el Che-, y a aceptar esa colaboración, pero en
actos, no en palabras; que nos den cuadros para trabajar en la ciudad; que nos
den armas y ayuda económica: esto es, una forma de ayuda. Pero mientras se
habla de ayuda, los camaradas Aniceto, Pedro y Loyola han permanecido separados
de la juventud [comunista] y los
hechos están, una vez más, en desacuerdo con las palabras. Discutiremos de
nuevo y no les ocultaremos nada, camaradas; los mantendremos informados en
todas las cuestiones políticas [palabra
ilegible]. Tenemos que confiar en este grupo y lo importante es, los
camaradas que han decidido firmemente luchar y hacer el [faltan palabras]8.
El
26 de marzo comenzaron a filtrarse las primeras noticias sobre el combate del
río Ñancahuazu y el envío de aviones de ataque, helicópteros y unidades
especiales destinados a enfrentar la amenaza guerrillera. En vista de ello, el
gobierno se vio obligado a hacer una primera declaración, admitiendo los hechos
y reconociendo la veracidad de la información:
Mientras
unidades de las fuerzas armadas atravesaban la ruta de Valle Grande a Lagunillas,
un grupo de soldados ocupados en el relevamiento de la ruta bajo el mando del subteniente
Raúl Amézaga, fue traicioneramente atacado por desconocidos provistos de armas
automáticas. Lamentamos tener que anunciar la muerte de Amézaga, de seis
soldados y del guía civil Octavio Vargas, empleado auxiliar de la Bolivian
Fiscal Petroleum Deposits9.
La
que se hizo presente desde el primer momento fue la aviación, atacando con
bombas, napalm y metralla, las posiciones guerrilleras y sus posibles vías de
escape.
El
24 de marzo, en horas de la mañana, dos AT-6 procedentes de Santa Cruz de la
Sierra, se posaron en el aeródromo de Camiri, llevando cada uno dos bombas de
50 kg e igual número de ametralladoras calibre 7.65 con sus cargadores
completos. Permanecieron ahí hasta la madrugada y cuando comenzó a salir el sol,
repostaron combustible y despegaron hacia el norte, para bombardear y
ametrallar las inmediaciones del campamento central. A falta de reglaje, es
decir, de observadores asignados para señalar objetivos, los pilotos arrojaron
sus cargas a bastante distancia del blanco aunque los estallidos alteraron los
nervios de algunos combatientes, en especial los bolivianos, que no estaban
habituados a la lucha.
El
27 de marzo, un Douglas DC-3 llevó a cabo una misión de aprovisionamiento
aéreo, arrojando cargas en paracaídas sobre las tropas estacionadas en la finca
de Argañaraz, detalle que el Che apuntó en su diario y lo decidió a enviar una
patrulla al mando de “Antonio” para ver de que se trataba. El resto de la
jornada la dedicó a redactar el Comunicado Nº 1 del Ejército de Liberación
Nacional, titulado “Frente a la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria”,
destinado a desmentir las versiones del gobierno y dar a conocer al pueblo
boliviano, la verdadera situación en el frente (Ver Anexo)
Dos
días después, otros cinco AT-6 se lanzaron en oleadas, arrojando bombas
incendiarias y ametrallando el sector, sin demasiada precisión10. “La
Razón” de Buenos Aires se refirió a ello después de dar cuenta de la emboscada en el río Ñancahuazu:
El
subteniente Rubén Amézaga, 6 soldados y un guía civil, encontraron la muerte
ante un grupo de guerrilleros en Chuquisaca […] cerca de Lagunillas, en el
confín entre los departamentos de Chuquisaca y Santa Cruz. En Santa Cruz se dio
la noticia, extraoficial, de que una patrulla de 10 soldados, al mando del
mayor M. Plata, había sido exterminada por los guerrilleros en el curso de otra
acción […]. Se estima que los guerrilleros han tenido hasta ahora 12 bajas […].
Añádese que aviones de la Fuerza Aérea boliviana están lanzando desde hace
cuatro días bombas incendiarias contra los guerrilleros. El propio presidente de
la República se vio precisado a reconocer la acción d grupos castro-comunistas,
como los llamó, en Bolivia. El primer mandatario dijo que impartió órdenes
parta que las fuerzas armadas ataquen por aire y por tierra a la zona entre
Camiri y Monteagudo, donde operan los grupos armados subversivos11.
El
30 de marzo aviones AT-6 y P-51 Mustang ametrallaron la Casa de Calamina y por
la tarde, “Antonio”, que había encabezado una patrulla de exploración río
arriba, regresó diciendo que las tropas se mantenían estáticas pero que habían comenzado
a cavar trincheras. La idea del Che era tomar el poblado de Gutiérrez y montar
una emboscada en el tramo que iba de la finca de Argañaraz hasta Lagunillas y
para ello, necesitaba a su gente descansada.
Al
día siguiente, siempre de mañana, los soldados accionaron sus morteros en
dirección a la finca en tanto la aviación hostigaba sus alrededores.
Imágenes
El cuerpo del subteniente Amézaga es retirado del campo de batalla (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Soldados bolivianos introducen el cajón con el cuerpo de otro efectivo abatido dentro de un avión (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Familiares de Epifanio Vargas llegan a Vallegrande (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Oficiales de la IV División cerca del río Ñancahuazu (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Un oficial de comunicaciones establece contacto radial con el cuartel central de la IV División desde Lagunillas (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Salustio Choque Choque prisionero del Ejército (Fotografía: "La Razón" de Buenos Aires) |
Notas
1 Mario José
Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al
Departamento de Estado por la embajada estadounidense en Buenos Aires,
confidencial, 23 de marzo de 1967, 00:59 horas, NARA, Rg 59, General Records of the Departamen of State,
1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol 23-9 Bol/ I.I.67.)
2 Mario José
Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al
Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 24 de
marzo de 1967, 16:30 horas, NARA, Rg 59, General
Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol
23-9 Bol/ I.I.67.)
3 Mario José
Cereghino, Vincenzo Vasile, op. Cit., pp. 37-38 (Telegrama enviado al
Departamento de Estado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 25 de
marzo de 1967, 13:10 horas, NARA, Rg 59, General
Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol
23-9 Bol/ I.I.67.). Recién el 27 de marzo por la mañana, el embajador Henderson
tuvo la confirmación oficial de lo ocurrido en Ñancahuazu, información que se
apresuró a enviar ese mismo día a las 13.00 horas, a través de un telegrama
secreto.
4 Gary Prado Salmón,
op. Cit., p. 125.
5 Inmediatamente
después de esa reunión, el general Jorge Belmonte, comandante interino de las
FF.AA. bolivianas, negó el desplazamiento de tropas del CITE hacia la zona de
operaciones.
6 Resultó ser Epifanio
Vargas.
7 Nombre clave que los
guerrilleros le daban a Cuba.
8 Eliseo Reyes
Rodríguez (“Rolando”), Diario Eliseo
Reyes Rodríguez “Rolando”, op. Cit.
9 Gregorio Selser, op.
Cit., p. 29.
10 En su diario, “Rolando”
dice que eran dos.
11 Diario “La Razón de
Buenos Aires, edición del 27 de marzo de 1967. Citado por Gregorio Selser en
op. Cit., p. 30.