EN LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
El Che Guevara habla en la 19º Asamblea General de las Naciones Unidas |
El
9 de diciembre de 1964, el Che Guevara aterrizó en Nueva York para asistir a la
19ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebraría dos
días después en la sala principal del gran edificio de la calle 47 y la 1ª
Avenida. Pensaba reivindicar la lucha de Cuba y los pueblos del Tercer Mundo
contra el imperialismo y estaba decidido a hablar con la crudeza que fuera
necesaria con tal de sacudir el aletargamiento de tibios y reticentes.
Lo
que hizo aquel 11 de diciembre fue declararle la guerra al enemigo, abofeteando
su rostro ahí mismo, en su propia tierra y a la vista de todos.
Aquel
memorable día, cuando el presidente del organismo llamó a Cuba al estrado, el
Che se incorporó y sujetando sus papeles en las manos, comenzó a descender por
el pasillo en pendiente, hacia la tarima, mientras el público presente
aplaudía.
Como dice Pierre Kalfon, en esos momentos, su gloria mediática se
hallaba en su cenit y toda la atención se hallaba concentrada en su persona,
algo palpable el día de su llegada, con la gran aglomeración de periodistas que
lo aguardaba en el aeropuerto y el seguimiento que se le hizo a partir de ese
momento.
Señor
presidente, señores delegados:
La
representación de Cuba ante esta Asamblea se complace en cumplir, en primer término,
el agradable deber de saludar la incorporación de tres nuevas naciones al
importante número de las que aquí discuten problemas del mundo. Saludamos,
pues, en las personas de su Presidente y Primeros Ministros, a los pueblos de
Zambia, Malawi y Malta y hacemos votos porque estos países se incorporen desde
el primer momento al grupo de naciones no alineadas que luchan contra el
imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo.
Como
era de suponer, como ocurrió en Punta del Este y en Ginebra, su discurso fue el
más esperado, tanto por los delegados presentes y sus asesores, como por los
representantes de la prensa y la audiencia en general.
Comenzó
hablando con voz pausada y armoniosa, con ese acento entre cubano y argentino
que lo caracterizaba, pero a medida que avanzaba en su exposición, iba
mostrando firmeza y seguridad.
Lo
primero que hizo fue saludar la incorporación de aquellas tres nuevas naciones
y luego se lanzó directamente al llano, hablando de los pueblos de África,
históricamente oprimidos pero constituidos en esos momentos, en estados
soberanos.
Ya
ha sonado la hora postrera del colonialismo y millones de habitantes de África,
Asia y América Latina se levantan al encuentro de una nueva vida e imponen su
irrestricto derecho a la autodeterminación y el desarrollo independiente de sus
naciones. Le deseamos, Señor Presidente, el mayor de los éxitos en la tarea que
le fuera encomendada por los países miembros.
El
Che llamó a una unión de naciones socialistas para combatir a muerte en defensa
de la revolución e hizo responsable a Estados Unidos de todos los males que
aquejaban al mundo, omitiendo, como era de esperar, los ocasionados por la
Unión Soviética, el otro gran imperio. Se refirió a la lucha de Vietnam, a
Camboya y Laos, al asesinato de Lumumba en el Congo, acusando a Washington de
haberlo apoyado y encubierto, a los acontecimientos en Chipre y Puerto Rico,
con cuyo líder, Pedro Albizu Campos se solidarizó y a las colonias portuguesas
en África, que pugnaban por su emancipación. Se refirió luego a las exclusiones
de la República Popular China y la República Democrática de Alemania, haciendo
referencia a la “camarilla” de Taiwán, que sí tenía espacio en la Asamblea,
para repasar luego, la situación latinoamericana:
Mientras
los pueblos económicamente dependientes no se liberen de los mercados
capitalistas y, en firme bloque con los países socialistas, impongan nuestras
relaciones entre explotadores y explotados, no habrá desarrollo económico
sólido, y se retrocederá, en ciertas ocasiones volviendo a caer los países
débiles bajo el dominio político de los imperialistas y colonialistas.
Cerró
advirtiendo sobre los preparativos que en esos momentos se estaban gestando
desde distintos puntos del Caribe para invadir Cuba, entre ellos las costas de
Nicaragua, Costa Rica, donde se sabía, acababan de cerrar los campos de
adiestramiento de cubanos exiliados tras un sonado escándalo, el Canal de
Panamá, las Islas Vieques de Puerto Rico, Honduras, donde entrenaban
mercenarios anticastristas, la Florida y probablemente otros puntos de los
Estados Unidos, recalcando que ni una sola voz latinoamericana se había alzado
para denunciar esa situación.
Esperamos
que se tome clara conciencia de la existencia real de bases de agresión, lo que
hemos denunciado desde hace tiempo, y se medite sobre la responsabilidad
internacional que tiene el gobierno de un país que autoriza y facilita el
entrenamiento de mercenarios para atacar a Cuba.
Algo
más adelante, denunció la intervención de tropas belgas en Stanleyville y con
cruda firmeza se refirió al cinismo con que Estados Unidos manipulaba a quienes
calificó como sus peones.
Los
sutiles Cancilleres de la OEA que tuvieron ojos para ver escudos cubanos y
encontrar pruebas «irrefutables» en las armas yanquis exhibidas en Venezuela,
no ven los preparativos de agresión que se muestran en los Estados Unidos, como
no oyeron la voz del presidente Kennedy que se declaraba explícitamente agresor
de Cuba en Playa Girón.
Era,
como dice Kalfon, una declaración de guerra, abierta, lisa y llana, o como
asegura Anderson, el anuncio de la muerte del colonialismo, al fustigar el
intervencionismo norteamericano y elogiar las guerras de liberación que tenían
lugar en América Latina, Asia y África.
Se
refirió también al desarme nuclear, que Cuba apoyaba pero no pensaba ratificar
hasta tanto Estados Unidos no desmantelase sus bases militares en Puerto rico y
Panamá y definió a su tierra de adopción como una nación marxista-leninista
identificada con los países No Alineados, a los que estaba dispuesta a apoyar si
se lo requiriesen.
Sus
palabras serían refutadas por Adlai Stevenson y los representantes del la
mayoría de las naciones pero ello no impidió el cerrado aplauso con que la
Asamblea lo despidió una vez finalizado el discurso, salva que se prolongó
mientras regresaba a su banca, acompañada por vivas y gritos de la audiencia.
En
su réplica a los representantes de las naciones que fustigaron la posición de
Cuba durante sus disertaciones, el Che se mostró más brutal y directo que
nunca, al admitir abiertamente la política represiva del régimen
revolucionario.
Nosotros tenemos
que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre
ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos
fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario.
En
esos momentos, un silencio agobiante se apoderó del recinto y la voz del
orador, pareció cobrar volumen.
Nuestra
lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cuál sería el resultado de una
batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de
la batalla perdida hoy en Cuba. En esas condiciones nosotros vivimos por la
imposición del imperialismo norteamericano.
Mientras
tanto, fuera del gran edificio, exiliados cubanos provocaban incidentes y un grupo
de ellos llegó a disparar con una bazooka, desde la orilla opuesta del East
River, a una distancia de 1500 metros. El proyectil cayó en el río, a solo 30
de la sede, levantando una considerable columna de agua.
Cuando
la sesión finalizó y el Che salió al exterior, una mujer fue detenida con un
cuchillo en sus manos.
Varios
manifestantes fueron arrestados mientras el representante cubano abordaba el
automóvil negro de su representación y se retiraba del lugar. Cuando le
comentaron lo ocurrido con aquella mujer, se limitó a decir sonriendo: “Es mejor morir por el cuchillo de una mujer
que por el fusil de un hombre”.
El
13 de diciembre, fue entrevistado por periodistas de la cadena CBS, para el
programa “Face the Nation”. En la oportunidad, al referirse a las diferencias
entre Cuba y la Unión Soviética y entre las de ésta última con China, manifestó
sin tapujos que la liberación de América iba a ser por medio de las balas y que
no había necesidad de llamar a elecciones en la isla porque la inmensa mayoría de
su población apoyaba al gobierno1.
Al salir de los estudios, se encontró con una nueva muchedumbre agolpada en sus puertas, manifestando su repudio con gritos y amenazas. Mientras la policía formaba un cordón para contener a los exaltados, Guevara respondió sus provocaciones levantando ambos brazos al estilo Perón mientras sonreía burlonamente, algo que exasperó aún más los ánimos.
Desafiando al gran gigante del norte |
Al salir de los estudios, se encontró con una nueva muchedumbre agolpada en sus puertas, manifestando su repudio con gritos y amenazas. Mientras la policía formaba un cordón para contener a los exaltados, Guevara respondió sus provocaciones levantando ambos brazos al estilo Perón mientras sonreía burlonamente, algo que exasperó aún más los ánimos.
Pierre
Kalfon hace referencia a la recepción que Robert “Bob” Rockefeller, oveja
negra de la gran dinastía, hermano de Nelson Rockefeller, gobernador del
Estado, organizó en su honor, pero no dice nada con respecto a las referencias
que de él hizo Malcolm X, el controvertido dirigente negro, que acababa de
llegar de una gira por África y Medio Oriente.
El
13 de diciembre, el líder de color habló ante una multitud en el Salón Audubon
del barrio de Harlem, para presentar al líder de Zanzibar, Abdul Rahman
Muhammad Babu, quien había sido patrocinado por Cuba durante la guerra de
liberación. En la oportunidad, el activista leyó un mensaje del Che que Jon Lee
Anderson reproduce íntegramente:
Amo
a los revolucionarios –dijo Malcolm X a la audiencia-. Y uno de los hombres más
revolucionarios en este país iba a venir con nuestro amigo el jeque Babu, pero
cambió de opinión. Sin embargo, envió este mensaje que dice:
“Queridos
hermanos y hermanas de Harlem. Hubiese querido estar con ustedes y el hermano Babu,
pero las circunstancias actuales no permiten este encuentro. Reciban cálidos
saludos del pueblo cubano y en especial de Fidel, que recuerda con entusiasmo
su visita a Harlem hace unos años. Unidos venceremos.”
Este
mensaje es del Che Guevara –dijo Malcolm X–. Me alegra escuchar ese aplauso tan
cordial porque le dice al hombre [blanco] que no puede venir a decirnos a quien
podemos o no podemos aplaudir. Y por aquí no se ven cubanos anticastristas: nos
los comemos crudos2.
Anderson
aclara que de acuerdo al biógrafo oficial de Fidel Castro, Pedro Álvarez Tabío,
integrante de la delegación del Che durante su viaje a Nueva York, este no se
presentó en el gran acto de la Organización por la Unidad Afroamericana para no
ser acusado de “intromisión” en los asuntos internos de Estados Unidos y que
dos meses después, el 21 de febrero de 1965, el líder negro fue asesinado por
una facción rival de Nation of Islam, cuando pronunciaba un discurso en esa
misma ciudad.
Con
quien sí se encontró el representante cubano fue con el senador Eugene Joseph
McCarthy, a quien no se debe confundir con el furibundo “cazador de brujas”
Joseph Raymond McCarthy, de Minessotta, aquel que presidió la Subcomisión
Permanente de Investigaciones del Senado3, e investigó a las altas
personalidades del país por supuestas actividades comunistas.
Según
algunas fuentes, el Che y el parlamentario estadounidense se reunieron en el
apartamento que la periodista Lisa Howard, de la cadena CBS, tenía en Park
Avenue, para evaluar la posibilidad de reanudar de las relaciones diplomáticas
entre sus respectivos países.
De
su interlocutor diría McCarthy, una vez finalizada la entrevista, que le
pareció un hombre franco, que hablaba con el corazón, que en ningún momento trató de disimular las actividades sediciosas de
Cuba, que llegó a reconocer el entrenamiento de cuadros revolucionarios y que
pensaban seguir haciéndolo porque, de acuerdo a su parecer, era una misión
imperiosa para el gobierno cubano y el progreso de América latina.
Kalfon
nos ofrece algunos detalles de la velada que le organizó “Bob” Rockefeller.
Parece que al ingresar en el recinto, se produjo un gélido silencio, roto por
un dirigente estudiantil cuando se le acercó para pedirle asesoramiento con el
objeto de organizar un movimiento guerrillero en Estados Unidos.
Allí,
en esa reunión, el Che se reencontró con una amiga de su hermana, Magdalena
Moyano, con la que departió largo rato y con la periodista Laura Bergquist de
la revista “Loock”, que lo había entrevistado anteriormente4.
El
Che ofreció otras entrevistas a los medios de prensa locales, todas ellas
explosivas y el 17 de diciembre abordó un avión con destino a Argelia, previa
escala en Irlanda, iniciando un extenso raid que lo llevaría por una docena de
países, nueve de ellos africanos, paso previo a una misión descabellada y
demencial, que lo tendría fuera de escena por mucho tiempo.
Imágenes
Notas
1 Los periodistas que
lo entrevistaron en aquella oportunidad fueron Paul
Niven, del equipo de reporteros de la C.B.S.; Richard C. Hottelet, corresponsal
de la cadena en las Naciones Unidas y Tad Szulc, de la oficina de Nueva York
del "New York Times".
2 Jon Lee Anderson, op. Cit., pp. 581-582.
3 No se la debe
confundir con la Comisión de Actividades Antinorteamericanas que funcionó entre
1938 y 1975.
4 Pierre Kalfon, op.
Cit., p. 423.
Publicado 31st August 2014 por Alberto N. Manfredi (h)