LA RESURRECCIÓN
Manifestación en Yemén |
Si
los militares bolivianos pretendían borrar la memoria del Che haciendo
desaparecer su cuerpo, cometieron uno de los actos de imbecilismo más grandes
de la historia, tal como afirma el Dr. Reginaldo Arze en el documental de Peter
de Kock. Si lo que querían era disuadir futuros intentos, se equivocaron de
cabo a rabo y si creían que su figura iba a menguar debido al fracaso militar
que había experimentado, no hicieron más que darle dimensión porque, ya notorio
en vida, su muerte lo convirtió en uno de los íconos populares más grandes de
todos los tiempos, sino el mayor.
El Che en la cultura
popular
A
solo siete meses de su desaparición, la imagen del Che Guevara encabezó las
multitudinarias manifestaciones del Mayo Francés y como dice Pierre Kalfon, al
cumplirse un año de su muerte, un extenso estandarte con su efigie fue colgado
de la Torre Eiffel aunque el mismo fue retirado con prontitud.
Miles
de personas se concentraron frente a las embajadas de Bolivia en las
principales capitales europeas para protestar y de a poco su rostro se fue
haciendo visible en cuanta manifestación tenía lugar en el mundo, incluso en
Estados Unidos, que tanto había hecho por su derrota.
Kalfon
dice que el Che cumplió con el principal lema punk-rock, “Vivir de prisa y morir
joven”, pero delira al citar un estúpido artículo de la revista “Noticias”, de
Buenos Aires, aparecido en la edición del 15 de octubre de 1995 según el cual,
de acuerdo a un “sondeo” efectuado en la Capital Federal, en la clasificación
de sus ídolos, los jóvenes argentinos de entre 15 y 25 años colocaban al Che
Guevara por delante de Carlos Gardel. En esos años ningún joven argentino tenía
al cantante por ídolo y mucho menos a los 15 años de edad.
Convertido
en ícono revolucionario, el Che se transformó en referente de cuanto rebelde
intentaba expresar su inconformismo. A partir de ese momento, no hubo
manifestación en la que no apareciese la inmortal imagen de Alberto Korda,
aquella que ha fascinado a la humanidad como pocas.
En
Madrid, Barcelona, Pamplona, París, Lyon, Marsella, Londres, Frankfourt, Bonn,
Milán, Turín, Roma, Nápoles, Zurich, Ginebra, Innsbruck, Viena, Amsterdam,
Amberes, Bruselas, Olso, Copenhague, Estocolmo, Luxemburgo, Lisboa, Dublin,
Belfast, Atenas, Belgrado, Moscú, Kiez, Reikiavik, Montreal, Ottawa, Toronto,
Nueva York, Washington, Chicago, los Ángeles, San Francisco, Miami, México,
Bogotá, Caracas, Lima, Tokyo, Nueva Delhi, Calcuta, Bagdad, Islamabad, Shangai,
Yemén, Kabul, Estambul, Damasco, Tel Aviv, Jerusalén, Beirut, Amman, El Cairo,
su rostro ha encabezado marchas y presidido actos.
Mayo Francés París, 1968 |
Y
así fue como las grandes corporaciones vieron en él un producto de alto impacto
y lo transformaron en un éxito de merchandaising.
Una
fábrica de relojes suizos lanzó al mercado una línea con la imagen del Che; una
cerveza británica hizo lo propio y en Francia se comenzó a elaborar la “Che
Cola”, bebida gaseosa que ha entrado con éxito en el circuito mercantil.
Soldaditos
a escala, zapatillas, remeras, gorras, encendedores, teléfonos celulares,
prendedores, pendientes, aros, collares, prendas de vestir, incluyendo mallas,
bombachas, corpiños, calzoncillos y medias; bebidas alcohólicas en Praga e
Italia, energizantes en Australia y Nueva Zelanda, despertadores, llaveros,
juegos electrónicos en Estados Unidos y Japón y hasta una marca de chocolates
en Alemania (Che Kolade), se convirtieron en productos de consumo masivo.
Incluso marcas de cigarrillos en Polonia y oriente, y hasta de tabaco y
fósforos llevan su nombre.
En
Brasil, el equipo de fútbol Madureira, de Río de Janeiro, le colocó su rostro a
las nuevas camisetas; muchachas árabes y kurdas lucen orgullosas vinchas,
cadenas y remeras con la misma imagen; en Grecia se organizó un festival de
cine a él dedicado y en Damasco, su poster se vende junto a fotografías del
presidente Bashar Al-Asad y otros líderes religiosos.
En
Italia, una marca e cervezas lo incluyó junto a Mussolini, Hitler y Napoleón en
su línea “histórica”, lo mismo una bodega de ese país, Barbera d’Asti, al
lanzar a la venta un vino con su nombre y otra de Chile, así como una conocida
fábrica de cerveza en Irlanda.
En
Las Vegas, la Mercedes Benz presentó su “línea revolucionaria” durante la
exposición de equipos electrónicos conocida como Consumer Electronics Show.
Allí, su director general, Dieter Zetsche, se dirigió a la gran audiencia con
una inmensa foto de Guevara a sus espaldas. Ello le valió la repulsa de la
colonia de exiliados cubanos, encabezada por el mismísimo Félix Rodríguez y la
congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, política militante nacida en La
Habana en 1952, quien calificó al Che de “cobarde, corrupto, sediento de
sangre, asesino de incontables cubanos inocentes, gángster odioso lanzado
contra el pueblo cubano por los también odiados hermanos Castro”
(evidentemente, no lo quería)1.
Aún
así, la figura del líder revolucionario continuaría creciendo y en ese sentido,
sería imposible enumerar todo porque hasta en Mongolia se han organizado
muestras fotográficas en su memoria y su retrato aparece en los lugares más
recónditos de la Tierra, desde Islandia y Alaska hasta Indochina y la
Polinesia.
El
Che ha cautivado a gente famosa, no sólo en el bloque comunista sino también en
occidente.
El
campeón del mundo de peso pesado, Mike Tyson, se tatuó su imagen en el torso,
lo mismo la popular actriz Angelina Jolie; actores como Robert Redford, Jack
Nicholson, Leonardo Di Caprio, Danny Glover, Harry Belafonte, Johnny Deep, Shia
Labeouf y el alemán Oliver Procher han manifestado su admiración, lo mismo el
rapero Marco Rubio, Carlos Santana, los directores Francis Ford Coppola y
Seteven Spielberg, las modelos Naomi Campbell, Kate Moss y la brasilera Gisele
Bundchen y el campeón azerbaijano de ajedrez, Raouf Mamedov.
Diversos
músicos se han referido a él en sus composiciones, entre ellos la banda galesa
Manics Street Preachers y The Clash, agrupación punk inglesa, uno de cuyos
álbumes se titula, precisamente, Che
Guevara.
Cuadros
suyos penden en lugares de lo más inverosímiles como las oficinas del general
Yehya, en el Estado Mayor de Yemén; las del líder palestino Ghassán Kanafani,
bares de la India, pubs de Gran Bretaña e Irlanda, discotecas de Italia,
Francia y Alemania, el Sindicato de Bomberos del Reino Unido, campamentos de la
OLP y hasta el despacho del juez norteamericano James Burge de Ohio. Gente
lleva su rostro grabado en diferentes países y se han pintado graffitis en las
calles de Dublin, Belfast, Galway y Londonberry así como en Londres, Donestk,
Palestina y Belén. Inclusive se lo ha utilizado en diferentes campañas
electorales, tal como se vio en la de Hilary Clinton, en 2008 y la de Putin, en
Rusia, en 2007 y 2012.
Las
hinchadas de casi todos los países del mundo, desde el Hamburgo de Alemania
hasta el RSCL Standard de Lieja (Bélgica), incluyendo al Cletic, de Escocia, el
Liverpool, en Napoli, suelen ostentar banderas con su rostro.
El Che Guevara en la literatura
Es
imposible enumerar la cantidad de libros, artículos, folletos, estudios, tesis,
tratados, simposios y conferencias que se han escrito u organizado sobre la
persona del Che; lo mismo exposiciones, muestras y audiovisuales. De ahí que
solo enumeremos los más trascendentes para dar una idea de su dimensión.
A la cabeza deben figurar, sin ninguna duda, los trabajos del norteamericano Jon Lee Anderson y el español Paco Ignacio Taibo II, Che Guevara, una vida revolucionaria y Ernesto Guevara, también conocido como el Che. El de Pierre Kalfon, Che. Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, mal que les pese a muchos, es excelente. Cómo capturé al Che, del general Gary Prado Salmón, imprescindible, lo mismo El Che quiere verte, de Ciro Bustos, La victoria estratégica, de Fidel Castro, La CIA contra el Che, de Adys Cupull y Froilán González (pese a su subjetividad es muy bueno), Che Guevara. Top secret de Mario José Cereghino y Vincenzo Vasile (fundamental), La lucha en Las Villas de Julio O. Chaviano Fundora, La CIA en Bolivia del argentino Gregorio Selser, el esclarecedor Cómo llegó la noche de Huber Matos, Los que lloran y los que luchan, de Jorge Ricardo Masetti, Fidel Castro de Herbert Mattews, La mujer que vengó al Che del alemán Jürgen Schreiber y El año en que estuvimos en ninguna parte (La guerrilla africana de Ernesto Che Guevara) de Paco Ignacio Taibo II, Froilán Escobar y Félix Guerra. Obras de excelente calidad todas aunque, lo repetimos, constituyan una ínfima parte de lo que se ha escrito en el mundo sobre su persona.
A la cabeza deben figurar, sin ninguna duda, los trabajos del norteamericano Jon Lee Anderson y el español Paco Ignacio Taibo II, Che Guevara, una vida revolucionaria y Ernesto Guevara, también conocido como el Che. El de Pierre Kalfon, Che. Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, mal que les pese a muchos, es excelente. Cómo capturé al Che, del general Gary Prado Salmón, imprescindible, lo mismo El Che quiere verte, de Ciro Bustos, La victoria estratégica, de Fidel Castro, La CIA contra el Che, de Adys Cupull y Froilán González (pese a su subjetividad es muy bueno), Che Guevara. Top secret de Mario José Cereghino y Vincenzo Vasile (fundamental), La lucha en Las Villas de Julio O. Chaviano Fundora, La CIA en Bolivia del argentino Gregorio Selser, el esclarecedor Cómo llegó la noche de Huber Matos, Los que lloran y los que luchan, de Jorge Ricardo Masetti, Fidel Castro de Herbert Mattews, La mujer que vengó al Che del alemán Jürgen Schreiber y El año en que estuvimos en ninguna parte (La guerrilla africana de Ernesto Che Guevara) de Paco Ignacio Taibo II, Froilán Escobar y Félix Guerra. Obras de excelente calidad todas aunque, lo repetimos, constituyan una ínfima parte de lo que se ha escrito en el mundo sobre su persona.
Mi amigo el Che, de Ricardo Rojo,
encabeza la lista de los peores, con sus invenciones y falsas acusaciones, como
endilgarle a Gary Prado haber sido quien ejecutó personalmente al comandante
guerrillero. El Che Guevara, la biografía,
de Hugo Gambini, es un trabajo simple y vacío y El canalla, de Nicolás Márquez, elemental y deshonesto.
En la música
Cuando
Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, los recordados autores del polémico musical Jesucristo Superstar compusieron Evita, basado en la biografía de otro
ícono revolucionario de proyección internacional, colocaron al Che Guevara como
una suerte de “voz de la conciencia”, un narrador sarcástico e irónico que
acompaña a la protagonista a lo largo de la trama. Fue tal el éxito de la obra,
que permaneció en escena durante años, tanto en Europa, como en Estados Unidos,
Canadá y Japón además de ser estrenada en todas las capitales del mundo, a
excepción de la Argentina, donde estuvo prohibida hasta 1983. Luego vino Alan
Parker con su superproducción hollywoodense, que pese a la excelente
interpretación de Madonna resultó un fiasco. En ella, en lugar del Che Guevara
aparece una suerte de camarero con tiradores quien, según pseudo analistas que
salieron a opinar mucho tiempo después, encarnaba al verdadero personaje, el
hombre común argentino, el ciudadano corriente, una falsedad ya que desde su
estreno hasta el inicio del rodaje de la película, al personaje siempre se lo
representó como al mítico líder revolucionario.
Hemos dicho que bandas célebres como The Clash y Manics Street Preachers le han dedicado al Che temas y álbumes, pero no han sido las únicas. La francesa Nathalie Cardone hizo del emblemático Hasta siempre, comandante, del cubano Carlos Puebla, su himno de guerra, lo mismo Silvio Rodríguez, la Barcelona Gipsy Klezmer Orchestra, Compay Segundo, Gian Franco Pagliaro, Joan Báez, Nina Hagen, los chilenos Víctor Jara, Violeta Parra e Inti Illimani, Al Di Meola, el saxofonista noruego Jan Garbarek y la violinista inglesa Lizzie Ball, así como músicos y coros de todo el mundo, en todos los idiomas. Incluso la televisión saudí realizó un llamativo musical basado en ella.
A
él están dedicadas, entre otras, Canción del elegido y Fusil contra fusil, ambas de Silvio Rodríguez; Soy loco por ti América, de Caetano Veloso y Gilberto Gil, Zamba del Che de Víctor Jara, Si el poeta eres tú de Pablo Milanés, Mc Guevara o Che Donald's de Kevin
Johansen y Elegía al Che Guevara de
los chilenos Quilapayún, todas traducidas a distintas lenguas.
En el cine y el teatro
El
cine y el teatro también se ocuparon del Che, aunque justo es reconocerlo, sin demasiada fortuna.
El
primer intento fue El Che Guevara, en
algunos países re-titulada La muerte del
Che, producción italiana de 1968, dirigida por Paolo Heusch (guión de
Adriano Bolsoni) e interpretada por el actor español Francisco Rabal en el rol
principal, John Ireland en el del frío agente de la CIA, el apuesto Giacomo Rossi-Stuart como el capitán Gary Prado, la bella checoslovaca Susanna
Martinková como la indiecita Simona y un elenco que completan Howard Ross, Andrea
Checchi, José Torres, Lex Monson y Guido Lollobrigida (primo
de Gina). Se trata de una cinta entretenida, sin duda, que aborda el final de
la campaña en Bolivia donde un Guevara bonachón y sencible, aunque despiadado
cuando debe serlo, guía a solamente siete guerrilleros de los cuales solo Willy
porta un nombre real. Por momentos semeja un western spaghetti al estilo
guerrillero pero atrapa, pese a algunos defectos como el aspecto del Che, que
parece un hombre muy mayor, el poblado de La Higuera, demasiado grande para ser
el humilde caserío de la realidad y el muy europeo y nórdico casting.
Al año siguiente fue el turno de la polémica Che!, de Richard Fleischer, con el que
la crítica fue despiadada en extremo salvo su magnífica banda sonora, obra del
también argentino Lalo Schifrin. Kalfón la califica de bodrio lamentable y
grosera caricatura. Y esa línea han seguido todas las opiniones. Todo el mundo
dice algo de ella y cree que es su deber destrozarla. Sin embargo, pese a haber
sido digitada por la CIA y a que sus personajes parecen sacados de una
historieta, mal que les pese a los críticos y partidarios, Omar Sharif, además
de ser de todos los actores que lo han interpretado el que más se le asemeja,
cumple el papel bastante bien, lo mismo Jack Palance en la piel de Fidel
Castro.
El film refleja los hechos tal como fueron, cosa que hemos
podido comprobar a lo largo de esta investigación. Su principal error fue haber
intentado abarcar en 96 minutos una vida tan amplia e intensa (y eso que dejó
fuera su campaña en el Congo) y no haber respetado los nombres de los protagonistas
secundarios (Willy aparece como cubano desde el comienzo de la cinta).
Faccia di spia (“El rostro del
espía”), de 1975, es un film poco creíble y sádico, dirigido por Giuseppe
Ferrara. El mismo aborda el controvertido tema de la injerencia de Estados
Unidos y la Agencia Central de Inteligencia en distintas partes del mundo y su
implacable proceder. Allí el Che aparece interpretado por Claudio Camaso y
“Tania” por Mariangela Melato, buenos actores aun cuando la historia termina
resumida a una muestra de horrores que no vale la pena describir.
Diarios de
motocicleta
es una cinta bella y entretenida, producida en 2004 por Robert Redford y
dirigida por el brasilero Walter Salles, con una magnífica banda sonora de
Gustavo Santaolalla y tema central del uruguayo Jorge Drexler, ganador del
Oscar de la Academia por él.
Basada
en los diarios de viaje del Che y Alberto Granado, constituye una entrega
conmovedora y emocionante aunque el personaje principal, encarnado por el
mexicano Gael García Bernal (que ya lo había interpretado en la miniserie de
televisión Fidel, también conocida
como Fidel Castro y el Che: La historia
de dos mitos), luzca como un niño un tanto tonto y timorato. Rodrigo de la
Serna, sin parentesco con los Guevara, impecable en su actuación.
Omar Sharif y Jack Palance en la película de Richard Fleischer (1969) |
La
producción por excelencia ha sido la del director norteamericano Steven
Soderbergh, estrenada en 2008 en dos entregas: Che, el argentino y Guerrilla.
Títulos tan mal escogidos son un aviso de lo que le espera al espectador. Aún
cuando le llovieron elogios y hasta premios y nominaciones, ésta sí, a nuestro
entender, es un bodrio, largo y poco emotivo, en el que, para más, Benicio del
Toro no alcanza en ningún momento la energía necesaria para meterse en el
papel. Buen casting, excelentes actores la mayoría, lo que amagó ser una gran
superproducción terminó siendo un simple intento que por momentos se torna
lento y tedioso.
Ninguno
de estos actores logró encarnar al Che. Como hemos dicho, Francisco Rabal
parece demasiado viejo y por momentos bonachón y simpático; Sharif frío y
taciturno, García Bernal da más la sensación de un nene bobo al que su mamá y
el amiguito le tienen que sonar la nariz y Del Toro un tipo inseguro y
dubitativo, que apenas balbucea las frases.
La
que pudo haber sido una gran entrega fue Dí
buen día a papá, película boliviana dirigida por Fernando Vargas, estrenada
en el 2005. Ese mismo año obtuvo el Gran Premio Diablo de Oro, en el Festival de Cine de Oruro y al
siguiente, el Gran Premio del Público en el Festival Internacional de Cine
Pobre en Gibara, Cuba.
Al
comienzo parece prometedora pues aborda el culto en torno a su persona y el
impacto que su recuerdo ejerce en la región de Vallegrande, pero al entrelazar
la trama con las vivencias de tres generaciones de pobladores, la misma pierde
intensidad y se diluye, tornándose lenta y alejada de la temática.
Sin
embargo, si las películas que se han rodado sobre el líder revolucionario no
estuvieron a la altura que aquel merecía, en su tierra de nacimiento las cosas
fueron peor.
Hasta la victoria
siempre,
de Juan Carlos Desanzo y El Che, de
Aníbal Di Salvo, ambas de 1997, pasaron sin pena ni gloria, con las consabidas sobreactuaciones,
escenas largas y excesiva lentitud, propias del cine nacional, pero nada igual
a aquellos abortos interpretados por Gerardo Romano y Pablo Rago, el primero en
el ciclo “Sin Condena”, que se emitía por Canal 9 en los años noventa y el
segundo en “Historia Clínica”, de Telefé, en 2012.
Tan
patéticas fueron ambas entregas, tan mala las actuaciones de esos dos actores,
que no vale la pena detenerse más que en un par de detalles. El grotesco
desembarco del primero, al parecer filmado en una isla del Tigre, con la costa
opuesta a la vista y todos los “guerrilleros” gritando “¡¡Che, Che, oye Che!!” como poseídos y en el segundo, mostrando al
jefe guerrillero más preocupado por el habano que llevaba en la boca que por el combate y sobre todo
en La Higuera, cuando a punto de ser fusilado, luce su uniforme recién sacado de
la tintorería y los borceguíes prácticamente salidos de fábrica.
En
1969 el escritor keniano (de padres ingleses) John Spurling publicó Guevara MacRune, libro que fue llevado
al teatro en diferentes partes del mundo, siendo de destacar las actuaciones
del británico Jeremy Brett en el Reino Unido, el sudafricano Bill Curry en
Ciudad del Cabo y el japonés Takada Ichiro, en Tokyo.
En
cuanto a las documentales que se han rodado, son tantas y tan variadas, que darían para un estudio aparte, dedicado
especialmente al tema.
El hallazgo de los restos
El
21 de noviembre de 1995, el general retirado Mario Vargas Salinas, aquel que
había dirigido a las tropas que aniquilaron a la columna de “Joaquín” en Vado
del Yeso, provocó un revuelo al revelar ante diferentes medios de prensa que el
Che Guevara se encontraba enterrado en una fosa común, contigua a la pista
secundaria del aeródromo de Vallegrande.
Ante
la conmoción ocasionada por semejante noticia, tres días después, el presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada expidió un decreto autorizando la búsqueda de los
restos. En los días siguientes, efectivos de la VIII División iniciaron la
búsqueda pero la misma se demoró más de lo previsto porque al llegar al lugar,
el militar no pudo establecer el lugar exacto donde yacían los cuerpos.
La
novedad provocó la reacción del gobierno cubano que de inmediato, envió un
equipo forense para colaborar en la búsqueda. Por entonces, la nación caribeña
no la pasaba bien y el régimen parecía necesitado de un aliciente dado que la
caída seis años antes de su principal sostén, la Unión Soviética, había sumido
a la isla en una grave crisis económico-social, que derivó en las primeras
reacciones de descontento.
Aprovechando
el momento, Fidel Castro proclamó a 1997 como el “Año del Che” y anunció la
construcción de un gran mausoleo en Santa Clara, escenario de su mayor triunfo
militar, con el objeto de depositar allí sus restos y los de sus compañeros.
El
1 de diciembre llegó a Bolivia el equipo forense cubano, que sin perder tiempo
inició las excavaciones, no solo en el sector de la pista sino también en
terrenos contiguos, basurales, vivero, cementerio, el cuartel del Regimiento
“Pando”, caminos, el hospital y el Rotary Club, donde se presumía podían haber
sido enterrados.
Fue
en la Cañada de Arroyo donde se encontraron las cuatro primeras osamentas, una
de ellas la de “Chapaco” (Jaime Arana Campero), noticia ampliamente difundida
que sirvió para intensificar la búsqueda.
Siempre
ayudados por personal boliviano, los cubanos abrieron un total de doscientas
diez fosas, treinta y dos de ellas señaladas por georadar, veintiocho por los
geofísicos del equipo y el resto guiándose por descripciones efectuadas por los
pobladores, en especial testigos y protagonistas de los hechos.
Expertos cubanos y argentinos trabajan en la búsqueda de los restos |
A partir del 1 de abril, los trabajos se intensificaron y de esa manera, en el mes de junio dieron con la osamenta de “Tuma” (Carlos Coello), quien fue enterrado por sus propios compañeros en inmediaciones de Florida.
Los
trabajos continuaron sin interrupción hasta marzo de 1997. Apartir del 21 de
mayo hizo lo propio un segundo contingente, encabezado
por el Dr. Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal Cubano y
representante de los familiares de los combatientes, al que pertenecían el
arqueólogo Roberto Rodríguez, el antropólogo forense Héctor Soto y la
historiadora María del Carmen Ariet. Detrás de ellos, hizo lo propio un equipo
argentino compuesto por los geofísicos Noel Pérez, José Luis Cuevas y Carlos
Sacasas y los antropólogos
forenses Patricia Bernardi, Alejandro Inchaurregui y Carlos Somigliana, quienes
venían de trabajar en la búsqueda e identificación de los cuerpos de personas
desaparecidas durante el régimen militar, en su país.
Ya
sobre el terreno, los argentinos aplicaron técnicas avanzadas, que permitieron
delimitar el área de 10.000 m2
que abarcaba la antigua pista y orientar de ese modo, la búsqueda. Desde Cuba,
un cuarto equipo, constituido por medio centenar de especialistas, efectuaba
tareas de apoyo y sostén, evaluando los resultados y elevando informes a su
gobierno.
El
28 de junio de 1997 se trabajaba en la fosa Nº 7 cuando se produjo un hallazgo
que conmocionó a todos los implicados en la tarea. La osamenta Nº 2 presentaba
signos muy particulares, los cuales hicieron suponer que se trataba del Che.
Parte
de su uniforme cubría el torso y el cráneo, conservaba restos del cinturón de
cuero marrón en la pelvis y lo más llamativo, le faltaban las manos.
Un
análisis más exhaustivo permitió determinar que los arcos superciliares eran en
extremo pronunciados, como los del líder guerrillero (lo que le daba ese ligero
aire de “hombre de Neanderthal”) y la ausencia de su muela superior izquierda,
se ajustaba a la descripción previa.
Junto
a los restos, se encontraron seis osamentas más, que fueron trasladadas, la
madrugada del 8 de julio, a Santa Cruz de la Sierra, para ser entregadas en la
morgue del Hospital Japonés, donde se les efectuarían estudios con equipos de
alta gama, tendientes a determinar si, efectivamente, la mencionada osamenta
pertenecía al Che.
Así
sucedió y de esa manera, al cabo de un par de días fue posible asegurar que los
huesos encontrados correspondían a Guevara y seis de sus combatientes, los
cubanos Orlando Pantoja Tamayo (“Antonio”
u “Olo”), René Martínez Tamayo (“Arturo”), Alberto Fernández Montes de Oca
(“Pachungo”), los bolivianos Simeón
Cuba (“Willy”) y Aniceto Reynaga y el peruano Juan Pablo Chang Navarro (“El Chino”).
La
noticia fue anunciada a la prensa y pronto dio la vuelta al mundo.
Inmediatamente después, una delegación del gobierno cubano encabezada por el
mismísimo Ramiro Valdés, viajó al país del Altiplano para repatriar los restos
de sus compatriotas y, por supuesto, los del comandante argentino.
Llegaron
al aeropuerto de San Antonio de los Baños el 12 de julio por la noche, donde
fueron recibidos por Fidel Castro en persona, en un acto televisado a toda la
nación, con salvas de artillería y formaciones de honor.
Le
pedimos, Comandante, que nos haga el honor de recibir sus restos; más que
nuestros padres, son hijos de este pueblo que tan dignamente usted representa
[dijo Aleida Guevara en la ceremonia]. Hoy llegan a nosotros sus restos, pero
no llegan vencidos; vienen convertidos en héroes, eternamente jóvenes,
valientes, fuertes, audaces. Nadie puede quitarnos eso; siempre estarán vivos
junto a sus hijos, en el pueblo.
Los osarios fueron conducidos a la sede del Ministerio de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias, más precisamente en la Sala Granma, y allí permanecieron
hasta la noche del 14 de octubre, cuando se los trasladó hasta el edificio de
la Biblioteca Provincial Martí, en Santa Clara, donde se les hizo la primera
guardia de honor, encabezada por el propio Valdés y el primer secretario del PC
de Villa Clara, Miguel
Díaz-Canel Bermúdez. Ya habían sido expuestos en el Memorial José Martí,
ubicado en la Plaza de la Revolución de La Habana, los días 11 al 13 de aquel
mes, para que el pueblo desfilase ante ellos.
Miles
de cubanos se acercaron a rendirles homenaje, tanto en La Habana como en Santa
Clara y durante esa misma jornada, se llevó a cabo el gran acto en la plaza
principal de la última ciudad -que lleva el nombre del Che-, encabezado por
Fidel Castro y otros jerarcas de la revolución.
Los
restos fueron depositados provisoriamente, bajo la estatua de bronce del
comandante guerrillero, en el panteón provisorio levantado por el gobierno en
forma de cueva, frente a la cual, ardía la llama eterna.
El
Mausoleo definitivo fue inaugurado el 17 de octubre y ahí se encuentran, al día
de hoy, el Che y casi todos sus guerrilleros.
Con
emoción profunda vivimos uno de esos instantes que no suelen repetirse [dijo
Fidel en la oportunidad]. No venimos a despedir al Che y sus heroicos
compañeros. Venimos a recibirlos.
Veo
al Che y a sus hombres como un refuerzo, como un destacamento de combatientes
invencibles, que esta vez incluye no solo cubanos sino también latinoamericanos
que llegan a luchar junto a nosotros y a escribir nuevas páginas de historia y
de gloria2.
En
diciembre del año siguiente, llegaron a Cuba los restos de “Tania” junto a los
de otros nueve combatientes, cubanos y bolivianos. Los huesos de la guerrillera
habían sido descubiertos en el mes de septiembre y tras obtenerse la
autorización del gobierno boliviano, fueron trasladados a la isla, donde los
recibió otra multitud que también desfiló frente a ellos. El 30 de diciembre de
1998 se los depositó en el Mausoleo de Santa Clara, en una ceremonia en la que
Fidel Castro volvió a hacer uso de la palabra y contó con la presencia de Nadia
Bider de Bunke, la madre de la combatiente, Raúl Castro, el vicepresidente Juan
Almeida, Ramiro Valdés y las más altas autoridades del régimen, quienes
compartieron el palco de honor.
Por
supuesto, no tardaron en alzarse voces diciendo que todo era un fraude y
que los restos de Guevara aún permanecen en Vallegrande pero eso es
falso o, como mucho, materia de especulación..
La
división internacionalista del Che estaba de regreso y desde entonces reposa
junto a su jefe, en el escenario de la mayor de sus hazañas.
La osamenta Nº 2 hallada en la fosa Nº 7 pertenecía al Che Guevara |
La Ruta del Che
Aprovechando
la fascinación que el líder argentino-cubano ejerce en el mundo, Bolivia dio
forma a un circuito turístico que recorre los lugares emblemáticos de la
guerrilla, la denominada Ruta del Che, visitada anualmente por aventureros,
adeptos y turistas de todos los rincones de la Tierra, ansiosos por conocer los
escenarios de la odisea.
La fosa
común con los nombres de los combatientes, la lavandería del Hospital “Nuestro
Señor de Malta”, la tumba de “Tania”, el cercano mural que rememora la última
marcha de la columna de “Joaquín”, el Museo del Che, donde se pueden apreciar
fotografías y objetos, el más interesante la abarca de “Chapaco”, el mausoleo
que se ha levantado para recordarlos, son los puntos principales del recorrido
en Vallegrande; el caserío de La Higuera, con su escuelita y su museo
constituyen un punto obligatorio, lo mismo la Quebrada del Yuro, en la que una
estrella marca el lugar donde el Che fue herido y capturado. De ahí se puede
seguir a Pucará, hacia el norte o Alto Seco, al sur, para continuar por el Río
Grande hasta Vado del Yeso, en Puerto Mauricio. Hay quienes siguen hacia el sur
tocando Caraguatarenda, El Espino y los campamentos de Ñancahuazu y El Oso,
para continuar hasta Lagunillas y terminar en Camiri (otro puntop emblemático),
y quienes optan viajar hacia el norte, visitando Piraí, El Filo, Samaipata,
Mataral e incluso, Santa Cruz de la Sierra. Incluso, los más osados, llegan a
aventurarse por los escenarios de las principales batallas, entre ellas
Taperillas, El Espino, Muchiri, El Cafetal, Iripití, El Mesón, Florida,
Corralones y Naranjal pues como toda Bolivia, su geografía es tan fascinante
como su historia e invita a explorar y adentrarse en parajes impresionantes.
Cuba también tiene su Ruta del Che, que arranca en el punto de desembarco del “Granma” y continúa hasta la fortaleza de La Cabaña, en La Habana, pasando por Sierra Maestra, Camagüey, Sancti Spíritu, Trinidad y Santa Clara, incluyendo el mausoleo que guarda sus restos. La capital ofrece, además del legendario bastión hispano donde el comandante sentó sus reales, el Museo y la Plaza de la Revolución, el antiguo Palacio Presidencial, las sedes de los ministerios, el gran mural, el edificio del Banco Nacional, las casas que habitó y otros puntos de interés, finalizando en Pinar del Río, en la denominada Gruta del Guerrillero, donde Guevara estableció su cuartel general cuando la invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles.
Un grupo de turistas de dirije a la Quebrada de Yuro (Imagen: Marcel Vicenti. Blog do Deodoro Rexende) |
Cuba también tiene su Ruta del Che, que arranca en el punto de desembarco del “Granma” y continúa hasta la fortaleza de La Cabaña, en La Habana, pasando por Sierra Maestra, Camagüey, Sancti Spíritu, Trinidad y Santa Clara, incluyendo el mausoleo que guarda sus restos. La capital ofrece, además del legendario bastión hispano donde el comandante sentó sus reales, el Museo y la Plaza de la Revolución, el antiguo Palacio Presidencial, las sedes de los ministerios, el gran mural, el edificio del Banco Nacional, las casas que habitó y otros puntos de interés, finalizando en Pinar del Río, en la denominada Gruta del Guerrillero, donde Guevara estableció su cuartel general cuando la invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles.
La mayor
parte de los viajeros llegan desde Europa y América del Norte, en especial
Alemania, Francia, Italia, España, Suiza, Gran Bretaña, Suecia, los Países
Bajos, Rusia, Estados Unidos y Canadá, aunque también son frecuentes las
visitas de latinoamericanos, australianos, neozelandeses y japoneses. También
hay audaces que incentivados por la película Diarios de motocicleta, llegan a Sudamérica para efectuar el
recorrido que el Che y Alberto Granado realizaron desde Buenos Aires hasta
Venezuela (1952), todos ellos admiradores y aficionados al turismo aventura,
tal el caso de los ingleses Steve Holmes y Pete Sanford, el ruso Slava Kraskó
de Moscú, los españoles Ángel Cuerdo y
Fabiola Jubin, el
japonés Tsuyoshi Yoshihara y gente Portugal, Brasil,
Estados Unidos y demás países.
Es
evidente que bien o mal, el Che ejerce una extraña fascinación en la humanidad,
algo similar a lo que sucede con Hitler y Mussolini, con sus vidas intensas y
sus finales de tragedia y no quedan dudas que luego de su muerte, su imagen
volvió a la vida con mucha más fuerza, que resucitó, que renació de sus cenizas
y se ha ido agigantando a medida que pasa el tiempo.
Imágenes
Israel |
Túnez
|
"El Che Cola", bebida francesa |
Marca de cerveza italiana lanza su línea de personajes históricos |
El club de fútbol Madurerira de Río de Janeiro presenta su nueva camiseta |
Yemén |
Una calle de Damasco, capital de Siria |
A poco de su muerte el Che Guevara llega al cine (1968) |
Omar Sharif en la película de Richard Fleischer (1969) |
El romano Claudio Camaso (hijo de Gian María Volonté) interpreta al Che en Faccia di spia (1975) |
Benicio del Toro en la producción de Steven Soderbergh |
Dos actuaciones olvidables. A la izquierda, Gerardo Romano, a la derecha, Pablo Rago |
Notas
1 Zetsche debió
disculparse por la poco afortunada iniciativa y la marca alemana emitió un
comunicado, excusándose.
2 Ver texto completo
en Anexos.
Publicado 31st August 2014 por Alberto N. Manfredi (h)