OPERACIÓN CYNTHIA
Tropas bolivianas patrullan un arroyo |
El
14 de mayo de 1967, el Alto Mando del Ejército concentró en Tiraboy una fuerza
de 120 efectivos, pertenecientes a la IV División, reforzados por paracaidistas
del CITE, cuadros de la Escuela de Sargentos y elementos del Escuadrón “Braun”,
todos bajo el mando del teniente coronel Augusto Calderón.
En
horas de la noche, luego de ser impartidas las directivas, la compañía abordó
los camiones y se puso en marcha, intentando alcanzar al enemigo antes de que
llegase El Platanal. Lo ubicaron a sólo un kilómetro de La Manga gracias a la
información que les brindaron los campesinos, quienes se apresuraron a
alertarles sobre el paso de extraños armados.
Transmitida
la novedad al comando divisional, despegaron de Camiri tres North American AT-6
con la misión de hostigar las rutas de desplazamiento del enemigo que, a esa
altura, se había dividido en tres grupos y avanzaba hacia las alturas del
noroeste, intentando despistar a sus perseguidores.
Los
cazas llegaron desde el sur, ametrallando el terreno y lanzando sus cargas de
50 kilogramos lejos del objetivo, a más de dos kilómetros de distancia, esto
último durante su segunda pasada. Eso le permitió a la guerrilla alcanzar
Pirirenda y ponerse a cubierto en sus alrededores, pues el Ejército rastrillaba
la zona y corría el riesgo de quedar rodeada.
Para
su fortuna, los habitantes de la región se habían retirado a considerable
distancia, intentando no quedar atrapados entre dos fuegos. De esa manera, la
guerrilla se proveyó de víveres y pudo racionar abundantemente2.
Como
asegura el general Gary Prado, el Ejército estaba desorientado y no lograba
alcanzar al invasor que en su constante desplazamiento, evadía sus patrullas
confundiendo a su Comando y burlando a la Fuerza Aérea, que continuó sus
ataques los días 15 y 16, sin consecuencias.
Al
tiempo que el Ejército peinaba la zona, la guerrilla vivaqueaba en el
Aserradero Manfredi, importante industria maderera de la región, propiedad del
ciudadano italiano Benito Manfredi1, donde había arribado el 17 de
mayo. El establecimiento mostraba señales de haber sido evacuado entre
veinticuatro y cuarenta y ocho horas antes pues todavía mostraba señales e
actividad como herramientas fuera de su lugar y cosas por el estilo. Para su
fortuna, encontraron provisiones en abundancia, en especial maíz, azúcar,
manteca, harina y agua, así como objetos de primera necesidad, sobre todo en su
botiquín.
El
Che aprovechó para operar a “Raúl”, cuya rodilla infectada no lo dejaba
caminar. Primero le revisó la herida, luego la limpió y finalmente le aplicó un
antibiótico que dejó hacer efecto hasta la mañana siguiente, cuando practicó la
punción. Al pobre combatiente le fueron extraídos 50 c.c. de pus y luego se le
aplicó el tratamiento general anti infeccioso que corresponde en esos casos,
para ser finalmente vendado; ni bien terminó, le extrajo una muela a “Camba” y
el resto del día lo dedicó a reponer fuerzas y planificar los próximos pasos.
Mientras
los “pacientes” convalecían o favorablemente, se enviaron patrullas a reconocer
los alrededores.
El
22, cerca del mediodía, alguien dio el alerta y todo el mundo corrió por las
armas. Lo que en un primer momento pareció una avanzada del Ejército resultó
ser un desvencijado jeep, propiedad del aserradero, conducido por Vicente
Tapia, a quien acompañaban Guzmán Robles, el encargado del establecimiento, y
su hijo Moisés, de diecisiete años, éste último en el asiento trasero.
Cuando
el vehículo cruzó el portón, los guerrilleros le salieron al cruce, apuntando a
los desprevenidos dependientes con sus armas. Los obligaron a descender y los
condujeron a uno de los edificios para someterlos a interrogatorio.
Robles
bridó información sobre la situación militar en Tatarenda, Limón e Ipitá,
aclarando que las tres localidades se hallaban despejadas salvo la última,
donde se había acantonado un teniente con algo de tropa.
El
Che pagó los suministros que había consumido y mandó a Robles hacia Gutiérrez,
para que adquiriese alimentos y medicinas, aunque manteniendo a su hijo como
rehén. Lo dejaron partir ese mismo día, aclarándole que de no llegar a las
15.00 del día siguiente, se llevarían al muchacho con ellos3. Y así
sucedió.
El
sujeto no regresó y a la hora indicada, el Che mandó levantar campamento y
ponerse en marcha hacia el oeste, llevando provisiones para diez días.
El
24, la columna alcanzó las márgenes del Ñancahuazu, buscando alejarse de las
zonas pobladas y establecer contacto con “Joaquín”. Después de un nuevo raid
aéreo, infructuoso como los anteriores, comenzó a desplazarse aguas abajo,
dejando atrás posiciones que habían ocupado durante el prolongado viaje de
exploración al río Rosita. De ese modo, desembocó en el Saladillo, cuyo cauce
siguió “…hasta sus nacientes para cruzar
el cerro del mismo nombre y descolgarse nuevamente hacia la carretera”4.
El
domingo 28 de mayo cerca de las 14.00, ocuparon Caraguatarenda, un pequeño
caserío al sudeste de Parapetí, donde tomaron prisionera a toda su población.
Ni bien entraron en la aldea, el Che mandó bloquear sus accesos y después de
distribuir a la gente, adelanto algunos puestos de observación, aislándola completamente
del resto del mundo. La idea era hacerse de alimentos y medicinas sin ser
detectados pero como unos campesinos que regresaban a su casa los vieron, no
les quedó más remedio que actuar en consecuencia. Se le prohibió a la gente
salir de sus casas y se le dijo que debían obedecer las indicaciones.
Hubo
un momento de tensión cuando una anciana y sus hijos regresaban al pueblo por
el único camino y al toparse con los invasores, comenzaron a gritar (se trataba
de los campesinos anteriormente mencionados). Ni “Pachungo”, ni “Pablo”
tuvieron coraje de dispararles y eso los salvó. Corrieron los tres en dirección
a la aldea y al llegar dieron la voz de alerta.
Cerca
de las 15.00, los guerrilleros detuvieron dos jeep que pasaron por el lugar, el
primero, propiedad de Pantaleón Garzón, empleado de YPFB e inmediatamente
después, hicieron lo propio con otros dos vehículos, camiones en este caso,
también de la mencionada empresa.
A
las 19.30, procedieron a evacuar el pueblo, utilizando los vehículos requisados
y así llegaron a Ipitacito del Monte, donde saquearon el almacén, apoderándose
de $500 en alimentos y algunos objetos de primera necesidad.
En
lo que fue una parodia de acto legal, el Che designó a dos pobladores para que
oficiasen de testigos, Ruperto Farrell y Andrés Quesada a quienes hizo firmar
el acta en la cual dejaba constancia de lo actuado5.
Bajo
el frondoso árbol que se alzaba en el centro del pueblo, le preguntó a Farrell
cuáles eran los lugares más importantes de la región y éste, tomando una
varilla, trazó un mapa sobre la tierra, y se los señaló.
Un
par de horas después, partieron rumbo a Itay. Antes de llegar al caserío, se
detuvieron en la finca de Julio Villarroel y allí se dispusieron a pasar la
noche.
La
nuera del propietario, Elfi Tapia, era la maestra de Ipitacito y además,
propietaria del almacén asaltado; el Che le pagó parte de la mercadería
secuestrada y prometió saldar el resto más adelante. Fueron bien tratados; el
dueño de casa les ofreció café, queso y pan y después de descansar unas horas,
abordaron nuevamente los vehículos y partieron en dirección a la estación de
Espino, sin embargo, al llegar a la vía férrea que une Yacuiba con Santa Cruz
de la Sierra, uno de los Ford, se fundió y obligó a los dos jeeps a efectuar
varios viajes para trasladar a sus ocupantes hasta el poblado.
Espino
era un caserío relativamente nuevo porque el original, había sido borrado del
mapa por el famoso aluvión de 1958, de ahí su nombre, Pueblo Nuevo. Se trataba
de una aldea guaraní, de gente introvertida y extremadamente temerosa, que
hablaban poco español (Guevara creía que fingían) y apenas vivía de la
actividad rural.
Ni
bien llegaron, los guerrilleros se apoderaron de un tercer camión, pero a poco de
echar a andar, “Papi” lo empantanó y eso los obligó a seguir a pie, salvo la
vanguardia que lo hizo en el único jeep que quedaba. Lo hicieron hacia el
rancho Muchuri, a las 03.30 del 29 de mayo y llegaron dos horas después, con el
grueso de la columna a marchas forzadas.
Al
día siguiente, transitaban por la línea férrea Yacuiba-Santa Cruz de la Sierra,
sobre la que se desplazaron un kilómetro y medio hasta toparse con un joven
cazador y su perro quienes al reparar en ellos, huyeron a toda prisa, ignorando
la voz de alto.
Intuyendo
la inminencia del peligro, el Che montó una emboscada a cuyo frente puso a
“Antonio” y envió a “Miguel” a explorar los alrededores, para asegurar la
posición.
Cerca
del mediodía, el teniente coronel Calderón llegó a El Espino encabezando dos
compañías motorizadas, una perteneciente al Regimiento de Infantería 24 “Méndez
Arcos” y la otra al Regimiento de Infantería 1 “Colorados”, con las que pensaba
rastrillar el terreno para forzar a los subversivos a buscar terreno abierto.
Una vez en El Cruce, ordenó al último dirigirse hacia el este con instrucciones
de ocupar la estación de ferrocarril, y adelantó a la primera hacía las vías
del ferrocarril, cerrando el otro extremo de la tenaza.
La
patrulla que encabezaba el subteniente Eduardo Velarde formaba parte de ese dispositivo
cuando se introdujo en la trampa montada por el Che.
Los
hombres avanzaban cautelosamente, como midiendo cada paso cuando recibieron
disparos desde ambos flancos. El primero en caer sin vida fue su jefe e inmediatamente
después el soldado Wilfredo Banegas, en tanto el cabo Carlos Peredo Galarza y
los soldados Armando Salas Calle, Florencio Valdés Bustamante y Simón Escobar
Laime, quedaron tendidos sobre la hierba, los cuatro heridos de consideración.
Para
sorpresa de los mandos, la compañía permaneció en el lugar, sin perseguir al
enemigo, permitiéndole retirarse tranquilamente hacia el norte.
Al día siguiente, se produjo un nuevo enfrentamiento en el río Machirí, cuando una columna motorizada del Regimiento de Infantería 11 “Boquerón” se dirigía en apoyo del RI24 y el RI1, a través de una de las tantas brechas abiertas por la compañía YPFB, en su busca de petróleo,
Al día siguiente, se produjo un nuevo enfrentamiento en el río Machirí, cuando una columna motorizada del Regimiento de Infantería 11 “Boquerón” se dirigía en apoyo del RI24 y el RI1, a través de una de las tantas brechas abiertas por la compañía YPFB, en su busca de petróleo,
La
guerrilla había llegado a la zona enviando su vanguardia en el único jeep que
le quedaba, para peor, casi fundido (fue necesario vaciar una cantimplora y
orinar en su radiador para ponerlo en marcha) y desde su nueva posición, envió
un grupo explorador en busca de agua, integrado por “Papi”, el “Ñato”, y varios
hombres más. En el camino, tropezaron con la vanguardia del Regimiento
“Boquerón” y se trabaron en combate.
El
“Ñato” vio avanzar el primer camión y le arrojó una granada de mano que estalló
sobre el capot, frenando el avance de la columna: el guía civil, Alejandro
Saldías que viajaba en su cabina murió en el acto y el subteniente Max Siles
sufrió graves heridas.
Se
generalizó de ese modo un recio combate que finalizó a los pocos minutos,
cuando los guerrilleros se internaron en el monte y desaparecieron, sin sufrir
bajas. El Comando de las Fuerzas Armadas bolivianas se vio nuevamente sorprendido
y eso lo llevó a replantear la estrategia y evaluar la posibilidad de elaborar
un nuevo plan.
Como
primera medida, se dispuso el reemplazo del comandante de la IV División,
coronel Humberto Rocha Urquieta, por su par, Luis Antonio Reque Terán, oficial
altamente calificado, en quien el gobierno tenía puestas sus esperanzas, al
igual que con Zenteno Anaya. Motivó la decisión la total disconformidad del
Alto Mando con la conducción de las operaciones y la falta de resultados, de
ahí los reemplazos y el envío de una circular reconociendo la lucha contra la
guerrilla insurgente como una “guerra irregular”, es decir, un conflicto no
convencional, recomendando, en consecuencia, tácticas y esquemas acordes a ese
tipo de contienda6.
La
guerra entraba en su segunda fase, con un programa mucho más agresivo y
dinámico que contemplaba la división jurisdiccional de la División, destinado a
cercar y destruir por partes al enemigo y de manera sucesiva, hasta su total aniquilamiento.
Depositando
sus esperanzas en la nueva conducción, el gobierno dio plenos poderes a sus
comandantes y les permitió actuar en consecuencia.
Preocupado
por estas medidas, el Departamento de Estado norteamericano envió al
representante de su gobierno en Bolivia un nuevo comunicado en el que lo
instruía al respecto y le advertía sobre sus posibles consecuencias.
[…]
El ministro de exteriores [boliviano] afirma que, en el ámbito del derecho
internacional, los rebeldes extranjeros capturados no se pueden considerar
“prisioneros de guerra”, pues “no existe un Estado de guerra entre Bolivia y
una nación extranjera”. […] Tales declaraciones provocan la siguiente y
desagradable impresión: ya que las leyes internacionales no pueden ser
aplicadas, los guerrilleros no bolivianos hechos prisioneros no gozarán de las
garantías humanitarias por el Derecho Internacional. Por el contrario,
recibirán un tratamiento menos civil que el reservado a los “criminales comunes”. En síntesis, aunque
la Convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra fuera aplicada, los
insurgentes capturados tendrían menos derechos de los garantizados normalmente
por la ley boliviana. […]7.
Cuatro
días después, Henderson respondió de la siguiente manera, a través de un nuevo
cablegrama cifrado, fechado el día 16.
El
15 de mayo el Ejército boliviano ha hecho público el siguiente comunicado:
desde el punto de vista de la dirección, la composición y las finanzas, los
rebeldes en Bolivia son calificados de “extranjeros”; obedecen las órdenes de
La Habana y ejecutan las decisiones de la “Conferencia Tricontinental”; los
bolivianos que integran la guerrilla son retribuidos en moneda extranjera; no
se ha verificado ninguna acción en el área, con la excepción del ataque aéreo
contra la columna de insurgentes avistada en la zona de Piquirihuazu8.
Cinco
días antes, Washington dio la primera señal de que posiblemente el Che Guevara
estuviese vivo y no muerto como lo daban los servicios de inteligencia
estadounidenses desde hacía algunos años.
[…]
Necesitamos más pruebas antes de concluir
que [el] Che Guevara esté aún
operativo (y no muerto), como nuestros servicios de inteligencia, con el paso
del tiempo, han empezado a pensar. […]9
Una
semana después, el diario “La Nación” de Buenos Aires, reproducía la siguiente
información, en su edición del 19 de mayo:
BOGOTÁ,
18 (AFP) –Puede que el “Che” Guevara en persona comande en Bolivia las
guerrillas bajo el nombre de Ramón, declaró aquí el coronel boliviano Arana
Serrudo.
Esta
es la primera admisión oficial sobre la presencia de Guevara en Bolivia10.
El
5 de junio, Reque Terán se hizo cargo de la unidad y lo primero que dispuso fue
una recorrida de inspección por sus dependencias, en especial aquellas que se
encontraban empeñadas en la lucha; estaba decidido a compenetrarse de sus
necesidades e instruir a la oficialidad respecto a los siguientes
procedimientos.
Cumpliendo
directivas del Alto Mando, el coronel Fernández Calzada permaneció en Camiri
como jefe del recientemente creado Estado Mayor Logístico y su igual en el
rango, E. Sánchez Gironda, en calidad de jefe del Estado Mayor operativo. Los
capitanes Padilla y Echeverría asumirían funciones de asistentes, el primero en
Camiri y el segundo en Lagunillas, ern tanto el comando divisional se abocaba a
planificar una operación destinada al aniquilamiento total de la guerrilla,
basamentada en la Orden General de Operaciones Nº 8/67, emitida el 23 de mayo.
El
general Gary Prado, autor de uno de los trabajos más serios sobre la campaña
del Che Guevara en Bolivia, elogia las cualidades de la guerrilla, sobre todo
su capacidad de sorpresa y desplazamiento, así como su habilidad para eludir
los controles, pero es en extremo crítico con su proceder.
Según
su opinión, el Che cometió un error táctico al no cortar la línea ferroviaria
Yacuiba-Santa Cruz de la Sierra y detener una formación pues perdió la
oportunidad de un golpe espectacular.
No
vamos a refutar la opinión de un oficial de carrera, tan capacitado e idóneo;
jamás nos atreveríamos a ello pero creemos que los golpes del líder guerrillero
tuvieron resonancia si tomamos en cuenta lo exiguo de su fuerza de combate y
las acciones que llevó a cabo (toma de localidades, confiscación de medios de
transporte, reiteradas victorias sobre una fuerza profesional superior en
número y armamento, capacidad de eludir el cerco). Sin una base de apoyo,
cortada su cadena de suministros, imposibilitado de recibir refuerzos e incapaz
de incorporar gente a sus filas, terminó por desgastarse y eso le restó
capacidad para acometer operaciones de tales dimensiones. De todas maneras, en
unos días, llevaría a cabo una incursión de ribetes cinematográficos, al
apoderarse de Samaipata, capital de la provincia de Florida, a 120 kilómetros
de Santa Cruz de la Sierra, logrando gran impacto en la opinión pública
nacional e internacional y obligando una vez más a los altos mandos a
replantear su estrategia.
Como primera medida, se dispuso la suspensión del servicio ferroviario entre Santa Cruz de la Sierra y Yacuiba, no solo para resguardar la integridad de los usuarios sino también la propiedad del Estado y evitar que la fuerza invasora se apoderase de los productos que transportaban los convoys de carga11.
El Che ejerce la medicina entre los pobladores de la región, practicando curaciones y extrayendo muelas |
Como primera medida, se dispuso la suspensión del servicio ferroviario entre Santa Cruz de la Sierra y Yacuiba, no solo para resguardar la integridad de los usuarios sino también la propiedad del Estado y evitar que la fuerza invasora se apoderase de los productos que transportaban los convoys de carga11.
Gary
Prado se refiere a la huelga docente que en esos momentos inquietaba al
gobierno, un intento por justificar el Estado de Sitio impuesto el 6 de junio,
medida que se debió, pura y exclusivamente a la guerrilla y a la situación de
tensión que comenzaba a percibirse en las minas, sobre todo, las de Catavi,
Huanuni y Siglo XX.
Ajena
a esos dos hechos, la columna invasora se desplazaba hacia el norte, tratando
de llegar al Rosita; intentaba cruzar el Río Grande para alejarse de la IV
División e introducirse en jurisdicción de la VIII, a la que suponía menos
preparada para ese tipo de lucha.
El
día 6 alcanzó la vía de agua, a 3 kilómetros de Puerto Camacho, y cuarenta y
ocho horas después, se dispuso a cruzara, luego de intentar en vano abrir una
brecha a través de los farallones. Para ello construyeron una balsa pero al
intentar atravesar su cauce, la perdieron con varias mochilas a bordo.
Desesperado
por esa carga, el Che mandó a varios hombres a la casa de un campesino que
habían tomado prisionero, para traer un bote que tenía allí pero en el camino,
se toparon con una avanzada de la Compañía “Trinidad”, que al ver sus
movimientos, abrió fuego desde la otra banda del río, tirando con sus morteros
y armas automáticas.
Al
verse atacada, la patrulla se puso a cubierto mientras el “Ñato” y “Aniceto”
retrocedían hasta donde se encontraba el Che, para informarle que habían hecho
contacto con el enemigo.
El
Che mandó adelantar la emboscada y le ordenó al grueso de su gente que
permaneciese en el lugar pero cuando impartía esas directivas, los disparos
cesaron de manera repentina.
“Pachungo”
y “Coco” acababan de agotar sus cargadores y esperaban entre la hierba, atentos
a cualquier movimiento, ignorando que el Ejército se estaba replegando,
llevándose al soldado Antonio Melgar Arteaga muerto y al soldado Eladio Arias
Garnica herido.
El
Che criticaría esta acción porque a su entender, se había disparado a ciegas,
“sin ton ni son”, como anotó en su diario y eso era en extremo
contraproducente. Ignoraba que se le habían hecho otras dos bajas al enemigo,
una de ellas fatal y que éste se replegaba al amparo de la noche.
A
las 6 a.m. del 11 de junio la columna abandonó su posición y se puso en marcha
nuevamente, deteniéndose quince minutos cada una hora; al medio día se detuvo
para ocultarse de un avión explorador12 y cuando este se alejó,
reinició el avance porque el Ejército no se había movido de sus posiciones.
A
todo esto, en Camiri, la IV División trabajaba aceleradamente en el plan de
aniquilamiento ordenado por el Comando General del Ejército.
Como
explica el general Prado, hasta ese momento, el dispositivo táctico estaba
integrado de la siguiente manera:
1
Compañía disminuida del RI6 “Campos” 64 hombres
1
Compañía disminuida del RI11 “Boquerón” 46 “
1
Compañía disminuida del GA4 “Bullaín” 17 “
Funcionaban
las tres, como componentes orgánicos de la unidad a ellas se deben sumar, las
unidades de refuerzo, que se completaban con:
1
Batería reforzada del RA2 “Bolívar” 164 Hombres
1 Compañía disminuida del RI12 “Manchego” 63 “
1 Compañía disminuida del RI12 “Manchego” 63 “
1
Sección del GC8 “Braun” 37 “
1
Compañía CITE 1 (paracaidistas) 67 “
1
Compañía de la Escuela Militar de Clases 85 “
1
Compañía CIOS del RI9 “Jordán” 71 “
1
Sección del RI12 “Sucre”
45 “
1
Sección de paracaidistas (especialistas) 24 “
Total 693 “
A
fines de mayo, el Comando General dispuso reforzar el dispositivo, incorporando
nuevas unidades. Las mismas se trasladaron a Camiri, llevando consigo su equipo
y armamento completo y fueron a complementar el plan sobre el que trabajaban
Reque Terán y su gente. Fueron los mismos:
Compañía
CITE 2 81 Hombres
Compañía
Ranger-1 del RI24 “Méndez Arcos” 82 “
Compañía
Colorados del RI1 “Colorados” 81 “
Compañía
Toledo del RI23 “Max Toledo” 81 “
Escuadrón
Ingavi del RC4 “Ingavi” 81
“
Compañía
Trinidad del RC2 “Ballivián” 81 “
Total 564 “
En
base a este dispositivo, el 15 de junio el Comando de la IV División puso en
marcha la Operación Cynthia, destinada a cercar y aniquilar la guerrilla por
partes y de manera escalonada, dividiendo la jurisdicción divisional en tres
áreas bien definidas, A, B y C, conformando con las unidades que acababan de llegar
como refuerzo, tres nuevos batallones13.
La
Primera Fase contemplaba la ocupación del Campamento Central y la Casa de
Calamina en la región de Ñancahuazu y en base a ello, establecer un mecanismo
de defensa móvil que asegurase los movimientos dentro del área A.
Al
mismo tiempo, entraría en funcionamiento la Segunda Fase, con el cierre y
bloqueo de las posibles rutas de escape, desde el este y el oeste de la línea
La Herradura-Gutiérrez-Tatarenda, misión asignada al Batallón de Infantería 1
(BI1) recientemente organizado, a cuyo mando fue puesto el teniente coronel
Augusto Calderón.
Una
Tercera Fase, de persecución y aniquilamiento estaría a cargo del Batallón de
Infantería 2 (BI2), al comando del mayor Rubén Sánchez, en tanto quedaba como
reserva el Batallón de Infantería 3 (BI3) a las órdenes del mayor Ives de
Alarcón.
Inesperadamente, cuando la Operación Cynthia estaba a punto de entrar en vigencia, la columna invasora cruzó el Río Grande y abandonó el territorio de la IV División, introduciéndose de lleno en el de la VIII. De esa manera, forzó a elementos de la primera, entre ellos la Compañía “Trinidad”, a operar en la vecina jurisdicción, tal como aconteció durante el enfrentamiento de El Cafetal, y a adoptar decisiones que no estaban contempladas en el esquema original.
Una columna motorizada transporta tropas hacia el teatro de operaciones |
Inesperadamente, cuando la Operación Cynthia estaba a punto de entrar en vigencia, la columna invasora cruzó el Río Grande y abandonó el territorio de la IV División, introduciéndose de lleno en el de la VIII. De esa manera, forzó a elementos de la primera, entre ellos la Compañía “Trinidad”, a operar en la vecina jurisdicción, tal como aconteció durante el enfrentamiento de El Cafetal, y a adoptar decisiones que no estaban contempladas en el esquema original.
En
vista de ello, el coronel Reque Terán se trasladó a Santa Cruz de la
Sierra con
el propósito de coordinar las futuras acciones con el comandante Zenteno
Anaya y evaluar la posibilidad de organizar transitoriamente un comando
unificado que
concentrase el total de las fuerzas en operaciones. De resultas de ello,
el 24
de junio el Comando General del Ejército emitió la Directiva Nº 1004/67
según
la cual, todas las unidades de la IV División que se hallasen operando
al norte
del Río Grande, pasaban a depender táctica y logísticamente de la VIII
División.
En
cumplimiento de esa orden fueron transferidas a ésta última, las compañías
“Trinidad” y “Manchego”, el Escuadrón “Braun” (24 de junio), la Compañía CITE
(26 de junio) y el Escuadrón “Ingavi” (30 de junio).
Como
explica el general Prado, disminuida la IV División, el plan original de
operaciones debió ser reformulado y adaptado a la nueva situación, es decir, la
persecución del grupo de “Joaquín”, que aún permanecía en el área, ignorante de
que el grueso de la columna la había evacuado y marchaba hacia el norte14.
La
mañana del 3 de junio (06.30 a.m.), la columna guerrillera se desplazaba por la
margen izquierda del arroyo de aguas amargas que vertía sobre el Río Grande,
tratando de incrementar la distancia con el Ejército. Al mediodía dio con un
sitio ideal para montar una emboscada y una hora después todos sus integrantes se
hallaban posicionados, esperando la aparición del enemigo.
El
Che se ubicó en el centro, junto a “Ricardo” y el grueso de la división; “Pombo”
lo hizo a su izquierda y “Miguel”, con la vanguardia, a su derecha, en el punto
más elevado.
A
las 2.30 p.m. pasó un camión con una docena de cerdos en la caja y algo más
tarde una camioneta con botellas vacías.
Los
relojes marcaban las 17.00 cuando a la derecha apareció un camión militar, el
mismo que habían visto pasar el día anterior, cerca del arroyo, llevando en la parte
posterior dos conscriptos envueltos en frazadas.
Los
guerrilleros se parapetaron tras las rocas, cubiertos por el follaje y apuntando con sus
armas, se dispusieron a disparar.
El
Che los tenía a ambos en la mira pero al verlos tan indefensos y ajenos a la
situación, con sus rostros cansados e inexpresivos, no se atrevió a abrir fuego.
No tuve coraje para tirarles y no me funcionó el cerebro lo
suficientemente rápido como para detenerlo, lo dejamos pasar. A las 18
levantamos la emboscada y seguimos camino abajo hasta encontrar el arroyo de
nuevo. Apenas llegados pasaron 4 camiones en fila y luego 3 más al parecer sin
ejército15.
De
repente, aquel que no trepidó en fusilar a miles de condenados, quien
disparó personalmente contra prisioneros inermes, el que organizó
invasiones, fomentó
la subversión, encabezó campañas militares y hasta intentó desencadenar
la
hecatombre nuclear, no tenía fuerzas para disparar a quemarropas contra
dos
reclutas bisoños, completamente indefensos.
Ese
era el hombre que dirigía la agresión a la nación andina, un sujeto extraño, impenetrable
y contradictorio, aún para quienes decían conocerlo y entenderlo.
Notas
1 Gary Prado lo llama
Bruno Manfredi.
2 En su camino, arroyo
abajo, habían descubierto un campamento abandonado por el Ejército y restos de
raciones secas.
3 Según “Pombo”, el
plazo era hasta las 23.00. Harry Villegas
(Pombo), op. Cit., p. 134.
4 Gary Prado Salmón,
op. cit., p. 191.
5 Ernesto “Che”
Guevara, El diario del Che en Bolivia,
op. Cit., p. 217.
6 Gary Prado Salmón,
op. cit., p. 194.
7 Mario José
Cereghino, Vincenzo Vasile, op.Cit. pp. 80-81 (Telegrama enviado por el
Departamento de Estado a la embajada estadounidense en La Paz, confidencial, 12
de mayo de 1967, 19:01 horas, NARA, Rg 59, General
Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol
23-9 Bol/ I.I.67.)
8 Ídem, p. 81
(Telegrama enviado por el embajador Henderson, La Paz, confidencial, 16 de mayo
de 1967, 18:01 horas, NARA, Rg 59, General
Records of the Departamen of State, 1967-1969, sobre 1895, fascículo Pol
23-9 Bol/ I.I.67.)
9 Ídem, p. 80 (Informe
enviado al presidente Lyndon B. Johnson por Walt Rostow, consejero especial
para la Seguridad Nacional, Washington, 11 de mayo de 1967, secreto, NSF,
Country File Bolivia, vol. 4, sobre 8, LBJ Library.)
10 Gregorio Selser, op.
Cit., p. 51.
11 Atendiendo ese
pedido, el servicio fue interrumpido durante ocho días, tanto el de pasajeros
como el de carga.
12 Según “Pachungo”
eran dos.
13 El nombre de la
operación fue tomado de una de las hijas del coronel Reque Terán. La otra,
Gina, se convertiría en la primera mujer en alcanzar el grado de generala y
comandante en jefe del Ejército Boliviano, al ser nombrada para esas funciones
por el presidente Evo Morales en diciembre de 2015.
14 Los detalles de la
Operación Cynthia han sido extraídos de Gary Prado Salmón, op.cit., pp.
198-202.
15 Ernesto “Che” Guevara, El Diario del Che en Bolivia, op. Cit.,
3 de junio, p. 239.